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La mujer que mi padre abandonó
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Yo vivo con mi padre y su pareja, curiosamente yo me quedé con ella por cuestión de mis estudios universitarios, después de una separación temporal entre ellos.

Al poco tiempo ella se dio cuenta de que estaba embarazada, pero mi padre no quería saber de ella. Yo la escuchaba llorar y lamentarse por las noches tal situación.

Una noche después de haberla escuchado llorar con una amiga donde le decía lo mal que sentía y sobre todo avergonzada, toque la puerta de su habitación para platicar con ella.

Ya ella estaba como en el sexto mes de embarazo, su vientre había crecido y la forma de su cuerpo seguía siendo muy bella, aceptando con pena que la veía hermosa con su embarazo.

Me escuchó y me llamó…

– entra, pero no enciendas la luz.

Me acerqué y la pregunté si todo estaba bien que si podía hacer algo, noté que estaba en ropa de dormir, con una playera y un diminuto short no tuvo inconveniente en exponer sus hermosas y torneadas piernas, me explico lo terrible que se sentía por la situación, notando sus pezones a través de la playera que usaba, lo cual encendió mi morbo como nunca antes lo había sentido y menos por ella.

Esta situación me produjo una erección que no pude controlar y eso me llevo a una eyaculación espontanea dentro de mis pantalones.

Ella volteó a mirarme y de inmediato noto mi terrible erección y me dijo…

– creo que esto es mi culpa, lo siento -mirándome de manera socarrona.

Acto seguido me retiré, con cierta felicidad dado que después de varios meses la vi sonreír. Está por demás mencionar las 3 pajas que me hice durante la noche pensando en ella.

Al día siguiente al llegar de mis actividades como no sabía que hacer, esperé un momento y luego fui a su habitación.

Ella estaba con su outfit playera y short, cabe mencionar que tiene 3 tatuajes extremadamente sensuales uno en el muslo, otro en el pie izquierdo y uno mas en la parte baja de la espalda, los cuales a la luz de la calle que se colaba por su ventana se tornaban realmente excitantes.

Me agrado verla y admirar su bello, excitante y sobre todo torneado cuerpo que el embarazo le había llevado a un grado superlativo.

Esta situación no tardo en generarme una erección que esta vez no disimule, y le dije simplemente “hola” a lo cual ella simplemente se volteó hacia mí, sonrió, bajo mis pantalones y tomo mi pene, el cual inicio a acariciarlo de una manera sublime, sentí venirme cuando vi que lentamente se lo acerco a la boca y lo introdujo totalmente, sintiendo el éxtasis de su saliva tibia y la dulce sensación de su mordidas en mis testículos.

Aunque estaba en un clímax total, quería mas, mis manos llegaron a sus pechos algo crecidos por la leche ya anidada en los mismo, los cuales pude ver a media luz, simplemente perfectos. Fue una delicia, cuando tuve a mi madrastra frente a mi e inicie a succionarle los pezones, los cuales me otorgaron pequeños pero deliciosos flujos del líquido en su interior, mis manos recorrieron sus enormes y redondos glúteos, mis dedos no tardaron en llegar a su clítoris, primero el medio y después el índice, continue acariciando de manera circular, la agitada reparación, el cálido aliento y los quejidos de mi madrastra cerca de mi oído me tenía un la gloria total.

Entonces vino el momento crucial cuando se quitó el short y me dijo…

– ven a la cama

Y separando sus piernas me invito a que me acomodara en medio de ellas.

Luego dijo…

"acércate".

Lo hice y mi miembro quedo a escasos centímetros de su vagina que brillaba por la lubricación que ya venía fluyendo, aun con algo de temor, me volvió a sonreír y me dijo:

“no tengas miedo, hazlo, te deseo!

De solo recordar ese momento siento venirme, como joven "responsable" siempre cargo con preservativos, en el momento de querer ponerlo en mi miembro me dijo:

"cariño, eres mi niño, quiero tenerte dentro de mí de manera natural”

Eso hizo que me sonrojara, acto seguido tire el condón y mire hacia abajo, encontrando su vagina, era perfecta, depilada sin un solo vello púbico, extremadamente suave, con dos labios hermosos, eso complementado con dos enormes y torneados muslos adornado el derecho con una "calaverita de azúcar" o de día de muertos para los mexicanos, unos pies con una pedicura perfecta, con esmalte negro y rayas blancas, con un tatuaje tribal adornando su empeine izquierdo, adornando su tobillo derecho una tobillera con piedras brillantes, era la escena perfecta que cualquier hombre desearía, bese sus muslos, sus pantorrillas.

Vino el momento de la penetración, con un quejido divino de su parte, iniciamos un vaivén increíble, sus hermosas y torneadas piernas se sujetaron de manera brutal como tenazas a mi cadera, nuestras lenguas se entrelazaron de una manera épica, su saliva fue un embriagante de otro mundo fueron alrededor de 5 minutos increíbles, cuando, me dijo:

“me estoy viniendo”

Exhalando un quejido divino, paso seguido me susurro al oído:

“hazlo mi niño, te toca, no te aguantes, quiero tu leche dentro de mí”, provocando la eyaculación mas intensa y abundante de mi vida, sonriendo me dijo:

“sentí todo”.

Al finalizar me dijo:

“¡Gracias!, lo necesitaba”

Aún con el éxtasis se unieron dos situaciones, mi virilidad y todo el deseo reprimido de ella, solo bastaron escasos minutos de caricias para tener mi pene erecto de nueva cuenta, fue ahí cuando tuve otra imagen sublime, la mujer de mi padre desnuda se puso a cuatro, su largo cabello castaño claro la hacía ver divina, sobre decir que las enormes caderas y glúteos que vi por la posición, eran perfectas, un tamaño ideal, sin llegar a lo grotesco, redondas, suaves con algunas líneas de celulitis que las hacían aún más excitantes.

Dicen que la perfección radica en la imperfección, y la imagen que faltaba llego su tatuaje bajo su espalda, sexy, hizo la escena perfecta, imposible el no recorrer con mi lengua cada milímetro de estas, su piel era suave, probe su vagina, la cual había limpiado previamente, llegue a su ano, limpio, cerrado, rígido…

Su dulce y excitante quejido cuando la volví a penetrar me llevo a la gloria, los choques de nuestras caderas era lo máximo, sus gritos indicándome que ya había alcanzado el orgasmo me llevaron al excitante deseo de llenarla con mi semen, pero… cuando estaba a punto de hacerlo me dice:

“aún no bebé, aun no”.

Me extrañé cuando con su mano izquierda sacó mi pene y lo dirigió hacia su ano, la lubricación había llegado ahí, me dice:

“ya hiciste que me viniera, ahora hazlo tú, pero ahí”.

Esta vez no fue quejido, fue un grito mezclado entre dolor y placer.

“despacio, despacio…”

Fueron sus palabras mezcladas con un excitante quejido, esa sensación al tener mi pene aprisionado hizo que solo la penetrara 3 veces, inmediatamente eyacule, ahora ahí. Caí rendido, ella con su hermosa sonrisa me dijo:

“Ve a tu habitación, mañana platicamos”, introduciendo su lengua en mi boca de manera circular.

Sobra decir que tuvimos encuentros posteriores, que en un futuro compartiré, hasta antes de la reconciliación con mi padre por el bebé.

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