Hola queridos lectores, mi nombre es Marlon. Tengo 26 años y este relato; tal vez, haya sido tomado como una venganza.
Mi papa es un hombre de 42 años, con mucha suerte, o, tal vez con mucha labia con las mujeres.
Desde pequeño fui testigo de todas las veces que engaño a mi madre, acostándose con las esposas de varios conocidos.
Una de sus últimas aventuras fue con Valeria, una mujer de 34 años.
Apresar de no ser tan delgada, tiene un cuerpo muy apetitoso; por eso, mi papa se fijó en ella.
El riesgo, para él era que Valeria vivía a unas cuantas calles de nuestra casa.
Confieso que la amante de mi papa; no solo me gustaba, sino, me encantaba.
Verla de minifaldas, shorts cortos, tipo cacheteros, blusas o cualquier prenda escotada, era para mi lo más suculento para la vista.
Yo le hablaba bien a esta vecina, por medio de mi papa; el cual hacia que realizara favores para Valeria.
En un favor de esos, finalmente paso lo que tanto deseaba.
Cuando termine mi labor sobre un pequeño proceso de mantenimiento, Valeria y yo nos sentamos a conversar, ella me invito unos tragos para agradecer el favor que según mi papa le pagaría.
Ese día Valeria vestía con un short que hacía que se le viera el nacimiento de sus redondas nalgas, una camiseta de tirantes, tan pegada, que se le veía a la perfección sus ricos pechos.
Después de un rato, hablábamos de temas hot. Yo me atreví a confesarle que me encantaría estar con ella, aunque fuese una sola vez.
Esto. Imaginó que prendió a Valeria; pues, se atrevió a sentarse en mis piernas, confesando que es muy cachonda y que le da lo mismo estar con mi papa que con otro y si fuese conmigo, mejor.
No la deje hablar, por lo que le plante un beso, lleno de ganas, mis manos acariciaban de arriba abajo sus macizas piernas.
Mi boca, recorría su cuello, llegando a sus senos, alzando su ropa para prenderme de unos pezones erectos y calientes.
Ella se quitó de encima, quitando su camiseta, su brasier, quedando solamente en short.
Medio me quitó el pantalón, bajando mis boxers.
En eso, salto mi pinga y sin contemplaciones, se prendió de la misma, como si se amantara.
Yo me sentí en el cielo. Acariciando su espalda, pellizcando sus pezones y sus nalgas.
Levantándose, la desnude, la empotré en el respaldo del sillón, para darle unas mamadas de desesperación, tanto en su rico culo, como en su ya mojada vagina.
Mis dedos jugaban con sus agujeros por donde pasaba mi lengua, haciendo que Valeria gimiera y se retorciera de placer.
La acosté en el sillón, levantando sus piernas en mis hombros y penetrándola con fuerza.
Me acosté sobre ella, para volver a disfrutar de sus pechos, su boca, de toda su piel, al igual que mis manos.
Nos fuimos a la recamara.
Valeria sentándose en mi pinga se la clavó en su ano, haciéndome casi gritar de placer.
En esa posición me senté y devoré su boca, chupando su lengua.
La sensación del tacto de sus pechos contra el mío, era de lo más rico.
En esa misma posición nos llegó un orgasmo encontrado; tanto, que si alguien nos oyó, no ha deber distinguido quien gemía.
Caímos rendidos, besándonos todavía.
Por desgracia no pudimos seguir con el goce, por el tiempo, pero si, hayamos tiempo para vernos.
Tiempo después, Valeria me confeso que le gustaría un trio con mi papá. Se podrá, aceptara compartir a su amante con su hijo mayor?
Pronto les contare si sucedió.
Vladimir escritor.