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Jorge y Alejandra: Una nueva etapa
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Después de lo todo lo sucedido con Alejandra y el doctor Bustamante las cosas volvieron a la normalidad.

Estuvimos cerca del divorcio, pero decidimos dar una vuelta de página y continuar. Lo sucedido con ese hombre ha quedado sellado para siempre y nunca más tuvimos contacto con él.

Alejandra es una mujer nueva, se abocó a la lectura y arrancó clases de yoga. Cambió su forma de vestirse y trata de pasar desapercibida adonde vaya. Luce polleras largas y sueltas, usa pantalones holgados y cuando se pone calzas o pantalones tipo joggins se ata algún buzo a la cintura, palabras más palabras menos evita mostrar el culo como antes. En lo personal me costó un montón adaptarme a esta nueva etapa suya, extraño escuchar las guarangadas del público masculino para con mi mujer cuando mostraba todas sus curvas sin hacerse problemas, pero tenía que darle mi apoyo porque sin dudas ella se decidió a cambiar y lo hacía y con gran esfuerzo.

Su pelo también ha sufrido cambios. De tenerlo rubio como las espigas de trigo un día me vino a casa con el cabello castaño. Lo tenía oscuro en las raíces, iba aclarándose como en un degradé y ya no quedaron rastros de su pelo rubio del cual me traía enamorado.

Entre esos cambios en su vida una vez me salió con que quería lipoaspirarse piernas y glúteos, consideraba que tenía una cola llamativa y que por más que ella cambió su aspecto, su color de pelo y sus hábitos de vida cuando los hombres la veían de atrás le gritaban cosas muy chanchas y todo ese esfuerzo por ser otra persona de nada servía. Estaba dispuesta a dejar de ser esa Alejandra lujuriosa y calienta pijas que siempre fue.

Según su punto de vista esa cola redonda y carnosa, llamativa por demás era el eje del mal, tenía demasiados admiradores que querían poseerla. Pasa que los argentinos somos así, nos enloquecemos cuando vemos una mujer con buen culo.

Pero ella era una mujer nueva y necesitaba dar ese último paso para empezar de cero.

Mi respuesta fue un No rotundo. De ninguna manera iba a permitir que se lipoaspire ese culo hermoso en un frío quirófano. No me la imaginaba delgadita y con un cuerpo escuálido cual modelo de alta costura, me moriría si de un día para el otro volviese a casa piel y hueso y hasta tuve pesadillas de tanto imaginarla así.

Me hizo uno de los tantos berrinches a los que me tiene acostumbrado y enojada adujo que nunca le dejaba hacer nada.

Redobló la apuesta: me dio dos opciones: O se reducía el tamaño de la cola o yo le daba permiso para que se haga un tatuaje. Fue muy determinante y me puso entre la espada y la pared.

Era difícil: nunca quise que se dañe la blanca piel con tinta, pero tampoco quería verla con un culo chato. Tuve que decidir y después de meditarlo me incliné por la opción 2: La dejé que se tatúe.

Se hizo el tatuaje, se estampó una flor de loto en la espalda con tinta negra y verde. Su tatoo arrancaba un tanto más abajo de la nuca centrándose en su columna vertebral. A decir verdad, le quedó muy sexy, se lo dije y me agradeció contenta.

Después de que se hizo el tatoo todo marchó en armonía, los planetas se alinearon y la notaba contenta, plena y satisfecha.

Volvimos a hacer el amor con más asiduidad, obvio que la pastilla azul me ayudaba además mi mujer es un estímulo visual tremendo.

Hasta ahí veníamos perfecto, pero algo estaba por transformar nuestra vida que se presentaba hasta allí estable.

Resulta que en el grupo de madres del colegio de nuestra hija Florencia empezaron a haber embarazos masivos. Primero la mamá de Jonás, después la mamá de Sofía y la madre de Selene, todas preñadas como si se pusieran de acuerdo… y mi Alejandra le entró el deseo de ser madre por segunda vez.

Y cuando se le mete algo en la cabeza es difícil llevarle la contra, es una mujer de carácter y decidida…

La pillé buscando en Google nombres de bebés y se compenetraba en páginas relacionadas con la maternidad.

Una noche volvió a casa luego de pasar por el shopping cargada de compras y entre otras vi que unas cuantas eran de una casa de lencería.

Yo soy un loco de sus tangas y bombachas y estaba curioso por ver las nuevas que se compró.

Esa noche me metí a la cama esperándola ya que ella se duchaba. Me pajee lentamente imaginándola como le quedaría esa ropita interior que iba a estrenar. Salió, se acercó a la cama y sacándose la salida de baño me mostró uno de los que se había comprado: un conjunto de lencería blanco y unas medias de liga del mismo color. Le quedaba de ensueño, se puso mimosa y me hizo un pedido con voz buscona:

–Amor… quiero quedar embarazada.

–Ale tengo 60 años, más que un padre voy a parecer un abuelo

–Toto yo te amo y no me importa el qué dirán… quiero tener un bebé… quiero darle un hermanito a Florencia dale hagámoslo sí?

Estaba entusiasmada y se puso muy hot, buscona por demás. Empezamos a jugar, le bajé la tanga le desabroché el corpiño y se quitó las ligas muy putona y como ya me tiene acostumbrado quedó como Dios la trajo al mundo, lo único que traía puesto fue su anillo de casada. Estaba toda depiladita y por demás caliente.

–Bueno está bien, vamos a darle un hermanito a Flor– le dije resignado y con la pija durísima por verla.

Más que feliz se me subió y cogimos de un modo bestial, mi Ale estaba poseída y muy orgásmica, tanta era su calentura que acabó dos veces, yo aguanté lo más que pude y la inundé con mi leche. Fue un polvazo como en sus tiempos de universitaria.

Esa idea de ser padre a los 60 no me terminaba de convencer, pero pobrecita ella tenía esa ilusión, me sentí muy egoísta y le di la razón, mi Ale está en edad de procrear, nuestra hija ya está grande y casi no nos da problemas… Y conociéndola a Alejandra si se lo propuso no iba a parar hasta conseguirlo.

Tuvimos meses de intentos fallidos, ella no lograba quedar y se desilusionó tanto que quedó al borde de la depresión.

Nos tomamos unas mini vacaciones y viajamos a la Patagonia, allí nos relajamos y fijamos que no se iba a obsesionar con quedar embarazada, dejaríamos que todo siga su curso normal y bueno… si lograba a prender la semillita bienvenido sea.

Volvimos a Buenos Aires y estaba muy calmada, retomó sus clases de yoga y empezó un curso de pintura sobre tela. Mantuvo su mente entretenida y anduvimos bien, hasta que un día ese maldito grupo de mamis del Whatsapp la descolocó una mañana mientras desayunábamos: Rocío la mamá de Melany (otra compañera de nuestra hija) anunciaba que iba a ser madre por segunda vez.

Y se empezó a enloquecer otra vez, y todo lo que acordamos en nuestro viaje al sur no sirvió para nada. Tuvimos una discusión y nos dejamos de hablar todo ese día.

Al atardecer salió al balcón a leer un libro, y como hacía demasiado calor estaba con ropa cómoda, un shortcito de algodón a cuadros, una musculosa y descalza. Armó la reposera y se tendió a leer. El tema es que desde el balcón del edificio de enfrente volvió aquel mirón que se masturbaba viéndola y seguramente reincidió en esa práctica observándola y ella se tentó como en los viejos tiempos.

Y algo pasó en ese balcón, es como que renació esa Alejandra putona que estaba dormida, esa putona de la que me enamoré estaba de vuelta.

Esa noche cenamos sin hablarnos, después cada uno fue a la cama por su lado y ella retomó la lectura mientras yo veía un canal de noticias en la televisión.

Apagué la TV, me di media vuelta y dormí. Si bien ella siguió leyendo, cuando imaginó que yo dormía profundo abrió sus piernas y empezó a tocarse. De masturbarse con dos dedos se entusiasmó y ya lo hizo con tres, se movía más agitada y levantaba la cola haciendo fuerza con sus piernas mientras se metía sus deditos para darse placer. Yo de espaldas a ella escuchaba todo y tenía la verga hiper parada, era hermoso oírla emitir leves gemidos contenida con tal de no despertarme. Se habrá mojado de un modo sensacional porque en el mete y saca de sus dedos podía sentirse ese chasquido propio de cuando se sumerge la mano en una superficie acuosa. Suspiró profundamente y acabó.

Se calentó con el tipo de enfrente, quizás él le mostró la pija y ella se tentó tanto que se tuvo que tocar para desahogarse.

Domingo, el día siguiente se levantó temprano y decidió ir a la panadería. Se vistió muy casual con un pantalón jogging celeste y una remera básica color blanca, se puso sus zapatillas y sus anteojos negros y salió.

Al volver la noté alterada, y me contó lo sucedido:

–Toto no sabés lo que me pasó, ¿te acordás del pajero ese del edificio de enfrente? Bueno, yo estaba en el puesto de diarios y pasó a mi lado el tipo degenerado que me mira y se toca. Compré el diario y fui a la panadería y el tipo simuló mirar una vidriera y cuando pasé por ese local comenzó a seguirme, entré a comprar pan y él también detrás de mí y como había demasiada gente se me arrimó y me manoseó la cola.

–Y vos qué hiciste?

–Nadaaa… que querés que hiciera si no cabía un alfiler en la panadería de tan llena que te estaba.

–Ayy Ale, no habrá sido para tanto– Le dije ya excitado imaginando tal escena y haciéndole lugar a que continúe con su narración de los hechos.

–Y después qué pasó?

–Prometeme que no te vas a enojar…

–Dale Ale contame todo no me voy a enojar

–El señor morboso se me arrimó y sentí su pija parada contra mi culo– me dijo con su mejor voz de puta.

–Es que vos tenés una cola levantapijas mi amor– le dije con la verga haciendo tope de lo dura que me la puso.

–Te gustó cuando te la apoyó toda?

–Mmmm… mas o menos –respondió con una falsa timidez.

En realidad, estaba más que caliente.

Me prendí de sus nalgas manoseándolas con lujuria y y le metí una mano dentro del jogging buscando su entrepierna y la encontré empapada.

La pajeé y fuimos acaramelados hacia el ventanal que da al edificio de enfrente y pegándome desde atrás me la cogí de parada. Los dos no dejábamos de mirar a ver si asomaba el sujeto voyerista quien de seguro espiaba detrás de las cortinas azules de su departamento. Yo con aires de macho quería marcar territorio haciéndole saber que esa hembra era mía y ella ya tenía otras intenciones. De hecho, con esa apoyada que le pegó en la panadería la hizo mojar toda y ese desconocido me la hizo venir hiper excitada de la calle.

Al mediodía vinieron a almorzar con nosotros Alina mi hija mayor y su novio Kevin y nos dieron una grata noticia: ella tenía una gestación de tres semanas. Nos alegramos un montón y para mí fue un cóctel de sensaciones, no podía creer que mi hija me iba a hacer abuelo por primera vez y me puse algo rabioso porque los hijos a pesar de que tengan veintipico de años para los padres siempre siguen siendo pequeños, y en mi caso me cuesta un montón soltar.

En cuanto a mi señora tenía un brillito especial en su mirada, ahora alguien de nuestro círculo íntimo iba a ser madre y la noté ilusionada por demás.

Me la imaginé a Ale con panza de embarazada y sabía que iba a ser una mami sexy me calenté en exceso. Y cuando Alina y Kevin se fueron cogimos por segunda vez ese domingo, ella estaba más que excitada y con las hormonas en revolución.

Aunque la noticia de la incipiente gestación de mi hija mayor me descolocó me tenía caliente que Alejandra se encontró un macho que deseaba aparearse con ella. Eso me sirvió de mucho estímulo y cogimos como nunca.

Día lunes la rutina laboral, el tránsito un caos y el estrés de la jungla de cemento otra vez presente. Pero a la tardecita/noche volvíamos a casa y como todos los días de semana íbamos al parque a hacer running.

Nos pusimos ropa acorde para la actividad y fuimos. Luego de tres vueltas a caminata y trote nos rendimos al pasto a descansar. Cuando por el camino pasó el vecino que se pajeaba viéndola a mi mujer.

Ale se alertó y me señaló al sujeto cuando pasaba. La noté acalorada, se puso nerviosa. La calmé diciéndole que no se iba a atrever a hacerse el vivo estando yo ahí. Pero en el fondo deseé que se diera un contacto entre ambos.

A la segunda vuelta de la caminata del pajero le pedí a mi mujer que se levante y que dé otra vuelta y yo la esperaría descansando un poco más.

Aceptó y se dispuso a hacerlo. Hizo algo que en todo este tiempo de running por las tardes no hacía: se desató el buzo que cubría su trasero y se dispuso a trotar mostrando el culo. Y vaya culo tenía con esos leggins color turquesa con detalles fluorescentes, estaba hermosa.

Dio una vuelta y lo había sobrepasado al sujeto y yo la alenté al pasar. Me tiró un beso y la noté caliente. Detrás al rato pasó el tipo también al trote y tenía la vista al frente fija en el culo de Alejandra que le sacaba unos metros de distancia.

Al terminar su tercera vuelta Alejandrita regresó a mí en busca de agua, estaba toda transpirada y se puso en cuclillas a beber de la botella térmica. El tipo obvio que la vio y por instinto se acercó a nosotros simulando preguntarme la hora.

Pero se acercó por ella. Si estaba así en esa postura abriendo el culo y el macho por instinto se tentó.

Ella dándole la espalda se ató el pelo por sobre el top blanco y dejó al descubierto su tatuaje en la espalda y ya sudaba frío, estaba nerviosa lo supe porque la conozco a la perfección.

Yo quería que se dé un contacto entre ambos, nos pusimos a charlar banalidades con el muchacho, habrá tenido la misma edad que Ale, un flaco de piel blanca, barbita bien cuidada, alto y robusto, de pelo lacio, era culto y muy bien hablado. Dio el perfil y me gustaba como para que se la coja a mi mujer, ella moría de ganas también aunque no decía nada y cuidaba sus modales.

Me presenté y el hizo lo mismo, –ella es Alejandra, mi señora– le dije después y ella se puso de pie y quedaron cara a cara. Ambos de la misma estatura, contemporáneos en cuanto a edad y yo ya tenía una leve erección de solo verlos así. Ale gustaba del vecino mirón de enfrente.

–Hola me llamo Gustavo.

–Yo soy Ale mucho gusto.

Si, el mismo Gustavo que te manoseó el orto en la panadería pensé y ahora le decís "mucho gusto". Que atorrantita era mi mujer.

Nos preguntó si siempre veníamos a caminar al parque y le dije que Ssí, es más, le propuse si no tenía problemas en acoplarse a nosotros y le gustó la idea, acordamos en encontrarnos al otro día a las 8 pm.

Gustavo se despidió de modo formal de ambos, nosotros regresamos a casa y el siguió ejercitándose en el parque.

–Toto qué hiciste!!! – me reprochó enérgica cuando el muchacho se fue.

–Viste como te miró? Te quiere llenar de leche, lo tenés re caliente Amor –le dije y ella se hizo la desentendida.

Yo le estaba dando pie a que se porte mal. Estaba abriendo un portal sin retorno a una infidelidad consentida.

Ya en nuestro departamento conversamos acerca de Gustavo el vecino, yo siempre tratando de ser componedor le dije que me había caído muy bien.

–Y a vos qué te pareció?

–Y no sé… es lindo

–Entonces te gusta?

–Yo te dije que es lindo, no te dije que me gusta.

–Ale si a vos te gusta te prometo que no me voy a enojar ni a poner celoso como cuando sucedió lo del doctor Bustamante, es más, soy consciente de que tenés necesidades físicas y yo tal vez ya no puedo complacerte como antes.

–Eso significa que me estas dando permiso?

–Y si los dos se gustan, yo me voy a correr a un costado Ale, quiero que seas feliz.

Una lágrima rodó por su mejilla y me dijo que me amaba. Estaba feliz.

Andá y sé feliz amor le dije y me besó.

Se quitó las zapatillas, las medias y la calza y quedó con la remera puesta y en tanga. Abrió las cortinas que dan al balcón y el ventanal y se exhibía así, iba y venía, es como que tenía el deseo de que ese macho la espíe.

Y si, apareció Gustavo (ahora ya sabíamos su nombre) y posado en su balcón mirando hacia el nuestro la vio y comenzó a tocarse la entrepierna.

Yo apagué las luces de adentro cosa que el tipo no me vea, pero yo tenía una vista perfecta de ellos dos.

Alejandra se puso a regar las plantas y al agacharse ya medias nalgas estaban afuera, se le levantaba la remera y ese culo se tragaba toda la tanga. Al mismo tiempo la paja que se hacía Gustavo mirándola fijamente era escandalosa. Es como que no le importaba nada ni siquiera que alguien más lo vea, y más que seguro que otros lo vieron. Mi mujer lo tenía demás excitado.

Ella se tiró en la reposera, acalorada se sacó la remerita quedando solo en corpiño y con la húmeda y minúscula bombachita. Sabía que la estaba mirando con ganas, simuló retomar la lectura de su libro agarrándolo con una mano y con la otra empezó a tocarse.

Yo me pajeaba al ritmo de ellos dos. Era la primera vez que mi señora se masturbaba por así decirlo en público. Ella por su macho y el por ella con una calle de distancia que los separaba. Se metió los cinco deditos bien adentro y estaba feliz, liberada y dispuesta a aparearse con Gustavo el vecino de enfrente. Tuvo un hermoso orgasmo ahí en el balcón tirada en la reposera.

En cuanto a mí lo positivo de todo esto es que me provocaba erecciones espontáneas, se me ponía enorme y dura y sin ayuda del Sildenafil.

Ale volvió del balcón satisfecha, me vio sentado en el sillón masturbándome y con una expresión de deseo se arrodilló entre mis piernas y me la chupó toda.

Después de que tuvimos sexo en la cama y estando ya calmados le entré a preguntar si le gustaría acostarse con Gustavo y quedó pensativa, no me dio ni un Si ni un No, pero había un entusiasmo en su mirada.

Cuando nos encontremos con Gustavo en las caminatas en el parque le voy a plantear un posible encuentro con Alejandra mi mujer, se me para de solo imaginarlo, ver a mi joven esposa siendo cogida por el vecino de enfrente.

Los nervios me abruman, pero quiero hacerlo y me resigno a una infidelidad consentida a ser cornudo sin saberlo.

Buscaré las palabras y el momento oportuno para ponernos de acuerdo los tres y continúo esta historia.

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