Soy Isabel, estoy separada hace un par de años y es mi opción ya no quiero compromisos formales y nada que me amarre, por lo mismo frecuento chat para adultos con la idea de excitarme con conversaciones calientes, llenas de palabras de sexo que me encienden, sexo duro que me ponen a mil, con la idea de quedar bien prendida y luego ir a la ducha o a mi cama a desahogarme con mi fiel compañero vibrador de mano que no me falla jejeje, pero un día en una de estas salas de chat conocí a Aníbal, yo tengo 43 años, él tiene 49.
Desde un comienzo me pareció distinto y conversamos en un privado del chat hasta ya casi de madrugada, por varias horas, era como si lo conocía hace mucho, nos intercambiamos correos y seguimos conversando por semanas. Me escribía prácticamente todos los días, me dedicaba un poema, me enviaba un link de una canción especial, de vez en cuando me enviaba correos calientes, con textos eróticos que luego de leerlos me iba directo al baño y así me fue conquistando, ganando mi corazón y yo sacándome la coraza para que no me hicieran daño.
Un día me pregunto cuál era mi fantasía erótica, yo evadí la respuesta por varios días hasta que una noche lo pensé mientras me masturbaba, al día siguiente se lo escribí al correo. Mi fantasía era tener a un hombre atado de manos, con los ojos vendados, donde yo era la controladora y hacia lo que quería con su cuerpo… Mi sorpresa fue mayor cuando en cosa de minutos respondió Aníbal, “dime cuando y saco los pasajes para el autobús e ir a la capital” su respuesta me dejo atónita, asustada, me temblaron las piernas de solo imaginar. No le respondí de inmediato, lo pensé y lo pensé, pero finalmente ya estaba aquí en este punto, respondí su correo, le dije que el viernes lo esperaba a las 18:00 en el terminal de buses.
Ese día no fui a trabajar, me regale un baño de tina de una hora, luego me depile quedando como una muñeca, me puse un conjunto de ropa interior sexi con tanga de encajes un vestido largo pero ajustado a mi cuerpo, destacando mis caderas anchas de buena latina y mis pechos abundantes aun deseosos de guerra.
Primero me dirigí de compras a un sex shop para buscar un conjunto bondage y encontré uno que me gusto con una cegadora como para dormir, esposas, unas cuerdas y un pequeño bastón que por un lado tenía unas pequeñas correas como cordones y por el otro lado unas plumas moradas como un pequeño plumero.
Llegué antes de las 18:00 al terminal de buses y lo espere, puntualmente hizo la entrada el autobús, tras ello pude ver a Aníbal bajar de la escalera con unas flores en la mano, eso fue lo primero que me emociono. Salí a su encuentro y aun cuando era la primera vez que lo veía en persona lo conocía por fotos y videocámara, al vernos de cerca el abrió sus brazos yo me acerqué abrazándolo también, sin preámbulos me beso largo a apasionadamente, mis hormonas saltaron como una quinceañera, luego me entrego unas flores y salimos caminamos del brazo. Nos fuimos primero a cenar a un restaurant y luego a un motel donde yo había hecho una reserva de una pieza ambientada estilo erótico con las paredes llenas de espejos
Una vez en la habitación nos besamos y acariciamos, pero yo desde el principio lidere la acción, fui a mi cartera y saque todos los accesorios y los deje sobre el velador. Me puse frente a Aníbal y desabroché todos los botones de mi vestido, uno por uno hasta que quedo completamente desabrochado, lo abrí y cayó al suelo quedando de inmediato en ropa interior, me di una vuelta para que Aníbal pueda contemplarme con mi conjunto de ropa interior. Luego traje la cegadora, lo bese ardientemente, nuestras lenguas se trenzaron con furia y deseo carnal, para luego suavemente susurrarle al oído que desde ahora no debía mover sus manos o intentar hacer algo, que ahora yo sería la que manda en la cama…
Lo primero fue ponerle la cegadora, luego desabroche su camisa. Lo abrace desde atrás acaricie su pecho firme, bese su cuello, comencé a recorrer su espalda con mi lengua mmmm ya estaba completamente mojada, me fui a su cinturón, botón de pantalón, sierre y le baje lentamente su pantalón, para mi sorpresa el bulto en su bóxer era gigante, me puse en frente de él y me agache para contemplar la magnitud de su sexo, lo acaricie por sobre su ropa interior, era un tronco grueso, un verdadero mástil que estaba a tope donde la punta hacia fuerza por romper la tela, se me nublo la vista, por unos segundos se me entrecorto la respiración.
Lo conduje con suavidad a la cama, se acostó de espaldas, saque las esposas y lo espose, luego amarre la cadena de las esposas al marco de la cama, él quedo con sus manos hacia arriba, atado, con los ojos vendados y totalmente expuesto y vulnerable para mí. A esa altura mi vagina chorreaba jugos, era mi fantasía, comencé a acariciarlo con mis uñas, por su pecho, sus brazos, su abdomen, luego saltaba a sus piernas y poco a poco me fui acercando a su sexo, comencé a rozar su tronco por encima de su ropa interior, luego lo apreté, lo amasé, no aguanté y le di un mordisco por sobre la ropa, era un gran troco quedo atravesado en mi boca, estaba a punto de tener un orgasmo con todas estas sensaciones y mi imaginación volando por las nubes. Baje lentamente su bóxer y salto como una catapulta su enorme pedazo de pene, era grueso y cabezón, me acerqué y contemple como brillaba, las venas del troco que estaban hinchadas, sus enormes testículos, era un macho exquisito. No lo pensé y comencé a mamárselo, lo chupaba como una ninfómana, se lo mordía, lo lengüeteaba, lo succionaba, comencé a respirar descontrolada estaba a punto de estallar, lo tenía todo en mi boca, tuve que parar para no terminar sola, seguí mirando sus testículos, los acaricié, suavemente.
Luego me acerque a él y lo bese apasionadamente, le puse mis pechos en su cara, le restregaba mis pezones duros y erectos en su cara, en su boca, de pronto el comenzó a chuparme las tetas eso me hizo estremecer, lo deseaba locamente, me saque mi tanga rápidamente y lo monte en la pose de la amazona ardiente, me senté con fuerza y me entro hasta adentro, sentí que me raspo las paredes del útero, me quede unos instantes ahí, ensartada, perdí la noción. Cuando me incorpore comencé a cabalgarlos suavemente, todos los espejos reflejaban la cama, la imagen era erótica, era mi fantasía sexual, tenía a un hombre totalmente vulnerable para mí, esposado, atado a la cama, era yo quien dirigía el sexo, era yo la que mandaba en la cama. Luego comencé a cabalgarlo más rápido, cada vez más rápido, movía mis caderas, hacia los lados, hacia adelante, hacia un ocho, estaba delirando de placer, mis pechos rebotaban al aire, mis pezones y mi clítoris a punto es estallar, con la vista nublada admire la imagen que reflejaban los espejos, así estuve un tiempo que no puedo determinar, perdí la noción del tiempo y todo fue placer hasta que un gran orgasmo me estremeció por entera, fue como un golpe eléctrico que me paralizo por unos instantes, un maravilloso orgasmo que me elevo a un plano superior, flote por las nubes unos segundos y me desvanecí sobre el pecho de Aníbal.
Así quede por largo rato hasta que logre incorporarme, desate a Aníbal, saque sus esposas y destape su vista, el me abrazo muy tiernamente, me beso, me pidió que me diera vuelta y me abrazo por la espalda haciendo cucharitas. Mucho rato estuvimos en silencio y el solo acaricio mi pelo, mis hombros y espalda, fue muy tierno, de apoco fui incorporándome y comencé a mover mis caderas cargándome hacia atrás para sentir su pene clavarme la cola, para sentir la cabeza rozar mis labios vaginales. Él tomo el troco con sus manos y lo apunto a la entrada de mi vagina, suavemente entro, estaba completamente lubricada y así, él abrazándome desde atrás me comenzó a penetrar, me bombeo suavemente mientras en mi oído repetía mi nombre, Isabel, Isabel, Isabel, Isabel, con su voz varonil, mi piel se puso de gallina, de pronto me afirmo con fuerza de la cadera y comenzó a culearme como un salvaje, mi cuerpo se bamboleaba al ritmo de cada clavada, me abandone sumisamente a su fuerza y potencia de macho, sentí como me abría, más y más hasta que comencé a sentir sus chorros de espera llenarme, uno tras otro disparaba chorros en mi interior, nuevamente un orgasmo mágico, el segundo de la velada.
No sé cuánto tiempo paso, pero cuando logré incorporarme seguía haciéndome cariño en mi pelo tiernamente, esa noche supe que Aníbal era mío y yo era suya…