Al día siguiente, desperté pero decidí quedarme en mi habitación el mayor tiempo posible, me daba hasta cierto punto, pena de verla, pero pasaron un par de horas y me dio habré, pensando en que ella seguiría dormida por la embriaguez que se puso decidí salir hacia la cocina.
Prepare hotcakes para ambos pues quería actuar normal por si tenía suerte de que ella no se acordaba nada de lo sucedido, justo estaba comiendo cuando la veo entrar.
– Hola cariño – dijo mientras entraba casi arrastrando los pies y con una bata puesta.
– Hola má – dije con demasiados nervios.
Siguió caminando hasta sentarse frente a mí y dejó caer la cabeza en la mesa.
– ¿Quieres que te prepare un café?
– Si cariño, te lo agradecería mucho.
Me pare de la silla y empecé a prepararlo.
– Oye disculpa por como me puse ayer, tú sabes que casi no tomo.
– No te preocupes má, sé que necesitabas despejarte y si lo disfrutaste entonces está bien.
– Gracias cariño. ¿Oye cómo llegamos?
– Pues te traje casi cargando. ¿Por qué?
– Por que como te abras dado cuenta tome de más y no me acuerdo de mucho.
– ¡A…! Pues eso, cuando me di cuenta que ya estabas muy ebria te dije que ya nos viniéramos y hasta con eso me dijiste que te querías quedar otro rato y te tuve que inventar que me dolía el estómago para que aceptaras venirte.
– ¿Ya había regresado contigo en la mesa?
– No, tuve que ir a buscarte cuando sentí que ya te habías tardado mucho?
– ¿Cuánto tiempo me perdí?
– Una hora, hora y media.
– ¿En serio?
– Si, ¿Por qué?
– No, por nada. Solo que no me acuerdo que hice, por eso.
– Pues no sé.
– ¿Y en dónde me encontraste?
– Salías del estacionamiento con Ernesto, tu "amigo", con el que estabas bailando.
– ¿Sabes que hacíamos ahí?
– Me dijiste que habían ido ahí por qué estabas cansada de bailar y que querías platicar con él y en el salón había mucho ruido y ya hasta te dolía la garganta de gritar. ¿Por qué?
– Por nada, solo curiosidad.
Mire a mi mamá muy pensativa, imagine que ya se había dado cuenta que alguien le habían metido la verga y sospechaba de Ernesto.
– ¿Te puedo preguntar algo?
– ¿Qué cosa? – contestó con nervios.
– Ayer vi que tratabas a Ernesto como si lo conociera de más tiempo y me dio curiosidad. ¿Has tenido algún novio desde que tú y mi papá se divorciaron?
– ¿A qué viene la pregunta?
– Como te dije, ayer que te vi con Ernesto y verte así tratándose con tanta confianza me dio curiosidad.
– La verdad es que no. Nunca he tenido relación alguna desde el divorcio.
Note que mientras me confesaba sus nulas relaciones sentimentales una sombra de tristeza cubrió su rostro.
-¿Alguna vez has pensado en volver a tener algún novio, pareja o quizá volver a casarte?
– Como que andas muy preguntón hoy ¿no crees?
Ambos sonreímos y luego le contesté – Es que en verdad que nunca te había visto como ayer te vi con Ernesto.
– ¿Estuviste mucho tiempo con nosotros?
– No realmente, pero lo digo porque, si no supiera que se conocieron en la fiesta hubiera pensado que eran novios. En verdad y aún estabas sobria cuando bailaban e iban a la mesa casi tomados de la mano, luego quisiste platicar con él como su estuvieras en una cita y para rematar te pierdes más de una hora con él en el estacionamiento, me hiciste pensar muchas cosas.
– ¿Como que cosas? – me cuestionó mientras miraba hacia otro lado.
– Pues eso, que nunca te he visto con nadie y ya pasaron 11 casi 12 años del divorcio y me dio curiosidad.
– ¿Que pensarías si algún día te presento a alguien y te digo que es mi novio o algo así?
– Mientras te haga feliz por mí está bien.
La conversación quedó hasta ahí, seguimos comiendo y mi madre se fue a su habitación diciendo que quería descansar ya que se sentía mal. Después de una hora salió vestida con ropa casual, unos jeans y una blusa delgada.
– Ahorita regreso – me dijo ella.
– Si má, ¿A dónde vas?
– A comprar – dijo de manera dudosa.
– ¿Quieres que te acompañe?
– No cariño, solo voy por unos electrolitos para ver si mejoro.
Estuve insistiendo pero ella se negó a qué fuera con ella, así que no me quedo más remedio que dejarla ir sola.
Recordando lo sucedido la noche anterior fui a su habitación a descubrir lo que nunca me había interesado, los calzones de mi propia madre, por primera vez me inquietaba saber cómo eran.
Varios de encaje, algunos de tela de algodón de anchas proporciones, algunas tangas muy sensuales. Definitivamente no estaba dispuesto a correr el riesgo de que alguien más le metiera la verga a mi mamá.
¿Cómo se digiere que un desconocido vea las tetas de mi madre cuando yo apenas veo lo que permite un escote?
¿Cómo se digiere que un desconocido le vea la conchita cuando yo apenas y llegó a ver unos centímetros arriba de sus rodillas?
Quizá este mal que compare dando a entender que quiere verle, pero se supone que por ser su hijo debería de tener más confianza de mostrarme a mí sus intimidades y no a un desconocido. ¿No?
Pero tal y como mencioné en el relato anterior lo que más me molestaba y me causaba celos es saber que alguien le pudiera meter la verga, quizá para algunos no está gran cosa, pero sé que abra otros que entenderán este sentir, saber que un desconocido puede hacer su mujer a mi mamá, someterla a su placer o usar su cuerpo como una funda para su verga degradando su moral a la de una prostituta a la cual se le usa y nada más.
Eso para mí suponía humillación hacia mi persona y digo a mi persona pues ella estaba de acuerdo con que la usarán.
Definitivamente tenía que intervenir de alguna manera y siendo consciente de las necesidades de mi madre quería ser yo, su hijo quien admirara el cuerpo sensual de mi mamá, ¿Quién mejor que alguien que la quiere en verdad y valoraría cada milímetro de su piel?
Y si bien se dice que una madre es entregada a sus hijos, entonces yo quería disfrutar de lo que muchos quieren disfrutar de mi madre, de su cuerpo, de sus redondas tetas, sus piernas torneadas, sus nalgas respingonas y de su vagina. Ese lugar tan íntimo para ella lo concebía solo para mí deleite visual y uso, su fin ahora sería como funda de mi verga y siendo cuerpo de mi madre ella sabría mantener con placer mi verga entre sus nalgas que de solo mirarlas ya causaban una gran sensación y deseo de penetrarla
Mi madre quería que le dieran verga y yo se la daría, nadie mejor que su propio hijo. Yo sabría bien disfrutar de su cuerpo.
Fui por dos botellas de tequila, prepare un vaso con limón y refresco.
Espere a aquel ella llegara.
En cuanto ella entro a la casa la fui a alcanzar entregándole el vaso en la mano.
– ¿Y esto? – preguntó.
– Es para que te mejores rápido – le contesté.
– No, con lo de ayer ya no vuelvo a tomar.
– Pues solo toma dos o tres vasos para que no te emborraches otra vez, solo para que tu cuerpo no resienta el alcohol.
– ¿Y tú cómo sabes eso?
– Lo he escuchado, por eso lo sé.
Ella me quedo mirando de manera pensativa.
– Está bien, te haré caso.
Empezó a tomar y al llegar al tercer vaso, no se detuvo, en parte por mi insistencia y en parte por qué al parecer a ella también le apetecía seguir tomando.
Mi madre ya mostraba signos de embriaguez nuevamente pero era consciente de sus actos.
– Má ¿Puedo preguntarte algo?
– Dime – dijo en un tono despreocupado, signo inequívoco de que estaba ebria.
– No pienses que te di de tomar para preguntarte esto, pero, bueno… En parte sí, pasa que no es un tema fácil de platicar.
Me serví un trago y lo tome rápido.
– ¿Qué pasa? – preguntó ella inquieta.
– Sucede que ayer cuando te fui a buscar y llegué al estacionamiento, vi cuando tú y Ernesto se acomodaban la ropa – apenas diciendo esto mi madre me quedó mirando fija y sorprendidamente – ¿hubo algo entre ustedes dos? – termine de decir de una manera seca.
Mi mamá se quedó pensando hasta que al final me contestó – No lo sé, no recuerdo mucho de la noche. Me acuerdo que salí con él para caminar y platicar, seguí tomando y no recuerdo más.
– En la mañana, te pregunte si alguna vez habías tenido novio después de mi papá, pero alguna vez te a cruzado por la mente tenerlo. Má, ya no soy un niño y aún que igual no soy un adulto ya entiendo muchas cosas, como que tú cómo mujer, necesitas un hombre en tu cama y es normal, así que te pregunto ¿Has tenido alguna aventura?
Mi madre nuevamente se quedó mirándome fijamente, tal vez incrédula de mis palabras. Hasta que agacho la cabeza.
– Tú me has dicho que nos tengamos confianza, así que…
Nuevamente levanto la mirada hacia mi y empezó a decir.
– Antes de ayer no, nunca he tenido nada que ver con nadie, he estado sola desde que me divorcie de tu papá, per de ayer no me acuerdo de mucho – se pauso un momento para tomar su bolso y de ahí saco una pastilla – pero creo que ayer lo hice con Ernesto, no estoy segura.
Cerré los ojos como si me hubiera dolido su confesión.
– Perdóname hijo.
Levante la mirada hacia ella y dije – Má, entiendo que eres mujer y tienes necesidades ¿pero qué hay de mí?
– ¿A qué te refieres?
– Pues que si pensaste que sentiría yo sí me enterará, por qué supongo que para cualquier chico de mi edad es normal saber que sus papás tiene relaciones, pero no, saber que tú mamá se ha acostado con un desconocido, por qué eso es Ernesto, un completo desconocido.
Mi madre se quedó con la cabeza agachada.
– Entiendo que tienes la necesidad de tener relaciones sexuales, o incluso que tengas ganas de hacerlo solo por disfrutar, pero no quiero que cualquiera te haga su mujer.
Pero tal y como te lo digo, te entiendo por eso te quiero proponer una cosa.
– ¿Cuál? – pregunto ella.
– La verdad es que al imaginar que un cualquiera te pudiera hacer su mujer y mirando que estás bien buena, me dieron la idea de ser yo quien te meta la verga – Mi madre cayó en un gran asombro que mostraba en su rostro – piénsalo, crees mejor mostrar tu cuerpo a un desconocido que a mí que soy tu hijo – mientras le exponía mis motivos me empecé acercar a ella y a acariciar su cuerpo – Quiero hacerte mi mujer, prefiero hacerte mía y ser yo quien disfrute de tu cuerpo que alguien más lo haga.
Me arroje hacia sus labios besándola apasionadamente y ella correspondió desde el primer instante, con la confianza que me otorgó su consentimiento en el beso, empecé a acariciarle las piernas mientras que le decía.
-A partir de hoy te voy hacer mi mujer.
Era una total fantasía hecha realidad, fantasía que nunca tuve y que solo gracias a haberme dado cuenta de que mi mamá quería que le metieran la verga hoy estaba cumpliendo.
Estaba caldeando los ánimos para cogerme a mi madre, a la mujer que muchos otros desean y no es por exagerar, lo he visto cuando vamos por la calle, señores que voltean a verle las nalgas, muecas sorprendidas de las curvas que se forman en su cintura, cadera, tetas, piernas y sus facciones de veinteañera.
Además del morbo que provocaba someter al placer de mi verga a una mujer mayor que yo y aún más siendo que de alguna manera era prohibida para mí.
– Si mi amor, has me tuya, has me tu mujer – contesto ella para mí sorpresa.
No espere más, mi madre era consciente de lo que iba a suceder y yo estaba dispuesto a complacerla al igual que complacer las fantasías que apenas menos de 24 horas ya me había creado.
Le desabotone el pantalón y lo baje poco a poco, ella no se quedó atrás, hizo lo mismo con mi pantalón y su mano derecha fue en búsqueda de mi verga. Me fue de gran sorpresa darme cuenta que mi madre no era tan santa como yo pensaba, era una mujer fogosa, deseosa de verga. Pero como ya lo había pensado, es normal, es humana como cualquiera y tiene necesidades sexuales o gusto por el mismo, sin embargo ya no me preocupaba ya que con las acciones del momento sabía que ya no buscaría complacerse con algún desconocido, no correría riesgo alguno, ahora sería yo quien se la metería para placer de los dos.
Mientras aún nos besábamos le empecé a acariciar el clítoris por debajo de su calzón (dedeándola), fue muy excitante tocar aquel botoncito de placer para ella a la vez que para mí era entrar a un mundo nuevo en el que mi madre me compartía el lugar más oculto de su cuerpo, me estaba dando permitiendo disfrutar de su intimidad.
Note que mi madre ya estaba húmeda, su vagina le pedía verga y yo no la haría esperar.
Le recorrí su calzón hasta sacárselo y así volver a encontrarme con su desnudes, pues no espere a nada para quitarle su blusa y su brasier. En pocos minutos ambos estábamos desnudos en una situación en la que ya no solo era de madre e hijo si no de hombre y mujer donde yo aria mía a mi madre, pensar eso es tan excitante que no espere más, la acosté en el sillón abriendo sus piernas para meter la cabeza entre ellas.
A dos dedos le abrí la conchita y le empecé a lamer cuál perro sediento de sus jugos, ella solo me tomo dela cabeza acariciado mi cabello y en momentos empujándome como queriendo meterme dentro de sí.
Mientras mi lengua acariciaba el orificio de mi madre, mis dedos hacían lo mismo con su clítoris. En momentos alcé la vista para mirar su rostro y en todo momento este mostró un gesto de placer mientras cerraba los ojos.
– Si cariño, así… Que rico se siente tu lengua – dijo ella interrumpiendo los suspiros que emitía.
De pronto sus piernas se tensaron a cada lado de mi cabeza haciendo que estás me atraparan, un flujo abundante de sus jugos se acaparo en mi lengua mientras mi madre dejaba escapar un ligero grito y al término de este empezó a decir repetidamente.
– Que rico, que rico.
En, quizá un minuto sus piernas se relajaron liberándome de su prisión.
Mi madre había tendió un orgasmo, el primero junto a mí, me sentí dicho al presenciar este regalo y manjar de su sexo.
– ¿Supongo que me toca a mí? – dijo mientras se ponía de rodillas ante mí y tomaba mi verga para meterla a su boca.
Imaginé como sería si mi madre tuviera en la boca la verga de otro hombre, fue un pensamiento inducido por el recuerdo del día anterior. Si no hubiera actuado muy seguramente hubiera escuchado palabras muy bien dedicadas a mi madre. ¿Qué le dirías tu a una mujer con la cuál mantienes sexo solo por placer?
Te diré las palabras que la situación e imaginar a mi mamá teniendo en la boca la verga de algún otro hombre me hicieron decirle…
– Que putita te vez Mónica – le dije mientras miraba su rostro desfigurado por mantener mi verga en su boca.
Saco mi verga, pensé que se había molestado y me regañaría o se iría, pero por el contrario me preguntó – ¿te gusta?
– Si, me encanta – le contesté con voz entrecortada.
– ¿Te gusta que tú mamá sea así de putita? – volvió a preguntar.
– Si, me gusta, pero quiero que seas solo para mí, quiero que solo seas mi putita, a partir de hoy solo serás mi mujer – dije segado por la lujuria del momento.
Ella me quedo mirando, nuevamente pensé que se enfadaría y ya no querría que la cogiera, pero una vez más me equivoqué.
– Si mi amor, partir de hoy además de tu mamá también soy tu mujer y tu puta.
Con un movimiento pasional, volvió a meterse mi verga a la boca y empezó a mamármela con lujuria, como quien lleva años de hambre y de pronto se encuentra un manjar a su entera disposición. Supuse que así era, mi mamá llevaba 10 años sin una verga que la complaciera y ahora yo sé la estaba dando.
No la reconocía, era una verdadera puta hambrienta de verga y eso me estimulaba a putearla aún más.
La tome de la cabeza haciendo que entrara mi verga aún más a su boca. Para mi edad no puedo decir que tengo una verga extremadamente grande más bien la tengo normal o eso creo yo, pero era suficiente para para que le llegará a la garganta y provocarle náuseas.
Pude sentir como con su lengua me masajeaba el tronco y en ocasiones también los huevos, tanto placer me hizo eyacular en su boca.
Descansamos un poco, mientras ella tragaba mi semen.
No espero ni cinco minutos cuando volvió a tomar mi verga y a mamar haciendo que nuevamente se me parara.
En cuanto volví a estar erecto, la tome del brazo e hice que se pusiera de pie.
– ¿Quién es tu hombre? – le pregunté en un momento de ego.
– Tú mi amor – contesto ella con un tono sensual – tú eres mi hombre y yo tu mujer.
Tome mi verga y lo acomode entre sus labios vaginales mientras que con mi mano izquierda hacia que se empinara, apenas sentí que se la podía clavar, empuje para meterle mi verga, de esta manera la estuve bombeando varias ocasiones, de una manera fuerte de tal manera que se escuchaba el choque de nuestros cuerpos.
Era alucinante, en verdad estaba usando el cuerpo de mi madre a mi placer y ella disfrutaba también.
No sé cuánto tiempo estuve penetrándola hasta que volví a eyacular dentro de su vagina.
Al día de hoy ya es normal que le meta la verga por las noches antes de dormir, ella se cuida tomando anticonceptivos.
Me causa gran morbo ver a mi madre como una puta, sabiendo que es mí puta, saber que soy yo quien disfruta de su cuerpo y su forma de ser a la hora del sexo pues es muy entregada, muy sumisa.
A pesar de que a veces volvemos a la rutina de madre e hijo, ella sabe bien que ahora es mi mujer, mi amante y mi puta.
Yo quisiera que me pasará igual yo sueño con eso diariamente
Que delicia tu mami! Ojalá me pasara lo mismo con la mía! Ojalá pronto nos cuentes más, saludos