Hace 5 días estaba en mi casa, solita, por la noche. Mi novio había salido de viaje por 2 días, cosas de la universidad. Estaba sola, pero mi cuerpo necesitaba de algo que me hiciera quemar el fuego que sentía.
Me bañé y me toqué mientras el agua recorría mi cuerpo, pero no fue suficiente, necesitaba sexo. Así que me puse un vestido corto, una tanguita, tacones y me fui a un bar. Había unas cuantas personas, pero algo me llamó la atención… un chico alto, moreno, con una boca linda, que estaba sentando en la barra del bar.
Empecé a mirarlo coqueteando, se acercó y me ofreció cerveza, luego dijo que se llamaba Héctor y que tenía 18 años, 3 años menos que yo. Era un nene que yo necesitaba tener en mi cama. Nos quedamos hablando un buen rato y yo siempre disimulando interés, estaba loca para sentir su cuerpo contra el mío. Mientras tomábamos le dije al oído "estoy calentita, papi". Pasé mi mano encima de su pantalón, me miró de una manera muy pícara y me dijo "hoy te convertiré en mi puta".
Con mi concha mojada y necesitando verga, nos fuimos del bar a mi casa. No logré pasar de la sala, me quitó la ropa mientras me besaba en el sofá, fue bajando por mi cuello, mis pezones, mi barriga y mientras eso metía sus dedos en mi concha, hasta que bajó y empezó a chuparla… Mmm, lo hacía muy rico, su lengua masajeaba mi clítoris y los dedos jugaban con mi vagina mientras yo gemía, gritaba y pedía más, lo bueno es que seguía haciéndolo cada vez más rico, era cada vez más intenso, más caliente, que no me pude contener y me acabé en su boca.
"Papi, quiero darte una mamada" le dije para que él se sentara. Tenía una cara bien pícara y una verga deliciosa, que me deja mojada solo con volverla a imaginar. Me arrodillé en su frente, metí su verga bien dura suavecito en mi boca, hacía unas succiones con mis labios en la glande y después la comía toda, mojándola con mi saliva. Bajé a sus huevos y los chupé mientras le hacía una paja. Me encantó escucharlo del placer que sentía, así que cada vez lo hacía más profundo, sin prisa, mojadito, sintiendo todo lo rico que era mirarlo a los ojos mientras su verga me tocaba la garganta.
Yo deseaba más, quería sentir toda su calentura, su grosor dentro de mí, hacerlo saber que era mi dueño. Lo llevé a mi cuarto, cuando entró vio a una foto de mi novio en el mueble que tengo en mi dormitorio "ah quien es ese puta? tu novio?" me preguntó, le dije que sí y me puso en cuatro apoyada al mueble mirando la foto. Volvió a lamer mi concha y luego metió su verga de una sola vez, me agarraba por la cintura, me cogía duro, me nalgueaba con mucha fuerza, me hacía gritar de dolor y placer. "Así te gusta, puta?", "sí papi, así me encantaa", metía su verga sin piedad "dime quién te da duro", "tu papi y nadie más". Me empezó a jalar del cabello y a meter la verga en mi culo, con la otra mano me penetraba en la vagina y frotaba mi clítoris, lo hacía como si fuera un animal, con eso me vine otra vez, mi coñito chorreaba y yo gemía como una zorrita.
Después me acostó en la cama y con mis patitas al hombro volvió a darme verga, a mi me encantaba y necesitaba sentir más de lo que me podría hacer. Me agarraba el cuello, me decía puta, perra y unas cuantas cosas ricas. Yo estaba en éxtasis, "ay papi, me vengo", él me dijo que también se iba a acabar, le gritaba para que me llenara de leche la concha, hasta que sentí como me habías dado y con las contracciones de mi vagina sentí como me chorreaba su lechita caliente.
Se acostó a mi lado y le ayudé limpiando la verga con mi boca, en esa noche nos volvimos a coger unas cuantas veces más, me ha hecho tener unos deliciosos orgasmos, además de llenar mi conchita y mi culito de leche. Mantenemos contacto, aunque sea en secreto. Por las noches cuando estoy con mi novio siempre recordó como me comió, obviamente espero volver a tenerlo en mi cama otra vez.