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Eva y el vagabundo
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Tiempo de lectura: 23 minutos

A Eva de 24 años, siempre le encantó la independencia, apenas cumpliendo 18 se independizó de sus padres consiguiendo un lindo departamento el cual compartía con su mejor amiga.

La joven universitaria era la sensación del edificio, debido a su atractivo, acostumbrada a ser fiel usuaria de gimnasio, tenía un cuerpo de diosa, de pechos grandes bien erguidos, desafiantes, incitantes, así como una perfecta cola, bien parada, y dura, junto con su cabello rubio bien claro y suavemente enrulado todo coronado con una delicada cara de inocente debido a sus grandes ojos color miel.

Eva gustaba de siempre traer ropa ajustada, haciendo notorio tan suculento cuerpo por lo que era inevitable las miradas continuas cuando andaba por la calle, principalmente dirigida a su parada cola, también resaltando sus largas y torneadas piernas y abundantes senos, nada pasaba desapercibida en aquella joven.

Le encantaba salir de viaje, buscaba la aventura, rechazaba a cualquier pretendiente, no llevaba hombres a su departamento ya que tenía la cabeza puesta en sus metas, la cual era convertirse en una excelente profesora de preescolar, también disfrutaba de ir a bailar y salir de compras.

Realizaba sus prácticas en un colegio importante de la ciudad. Al término del año escolar y habiendo juntado una determinada cantidad de dinero, decidió emprender un lindo viaje a la playa junto con su roomie, organizaron todo, consiguieron mediante una aplicación una casa en renta cerca de la costa, estaba un poco apartada de las otras, pero era bonita y espaciosa, y tenían un tramo de la playa casi para ellas solas.

Estaban felices. Al fin vacaciones. Pasaron el primer día en la playa y con el ardor del primer día de sol, la blanca piel de Eva tomó con erótico color bronceado.

Al siguiente día fueron a pasear las playas públicas, ambas iban vestidas con faldas muy cortitas y arriba solo el top del bikini, al igual que Eva, su amiga también era una rubia despampanante con un cuerpo de infarto, pechos abundantes, vientre plano y cola bien parada, por lo que los comentarios de los jóvenes y no tan jóvenes que pasaban no dejaban de escucharse. Siendo ignorados por ambas, pero mientras que su amiga era de naturaleza más tímida y se llegaba a sentir incómoda de tanta atención de los machos. Eva sentía cierta excitación al sentirse deseada, aunque no se dejaba faltar al respeto.

En la playa casi desierta que estaba frente a su casa, se Eva se retiró la falta quedando solo con un bikini negro chiquito cuya tanga se perdía entre su imponente cola, hasta su amiga admitía que esa prenda le quedaba bárbara debido a ser tan chiquita.

Luego de ese excelente día de playa decidieron descansar para comer algo temprano y salir a la noche, hacer algo.

Cuando llegaron a la puerta de la casa, notaron que junto de uno de los árboles cerca de la entrada, estaba su sujeto parado, que se les quedaba viendo fijamente, causándoles algo de desconfianza.

Eva sin saber que más hacer le pregunto -¿Que desea?

El tipo alto, muy muy flaco, pelón, pero con mechones a los lados bastante largos, de cabello sucio enrulado, de tez oscura quemada por el sol, sus ropas parecían harapos. Sus manos tenían las uñas largas y sucias. Con el pantalón como todo sucio y manchado. Claramente era un vagabundo

Luego de un rato en silencio y con mucha dificultad, como tartamudeando, dijo con una voz de ultratumba -¿Ti…tttienen algo de comer? Solo quiero un pan, no he comido en días.

Despedía un fuerte olor a alcohol, además mientras hablaba no dejaba de ver a ambas mujeres arriba abajo sudando.

Evelyn rápidamente contestó -Ah si, espere un poquito que le traemos algo de la casa.

Las dos entraron rápidamente hacia el departamento. Al cerrar la puerta, Eva se dio media vuelta viendo como el tipo tenía con sus rojos ojos clavados en su cola.

“Típico jiji” Pensó para sí divertida, ya con la puerta cerrada, le dio risa verlo así con cara de tonto, pensando que era el hombre con menos oportunidades de todos los que la había morboseado ese día.

Le entregaron unos sándwiches, el cual el viejo agradeció de manera muy efusiva y se fue rumbo a la playa.

Ya por la noche, decidieron quedarse en la casa a descansar, mientras su amiga se daba un baño de tina, Eva salió a ver el mar desde el balcón y escuchar las olas romper en la playa, como hacía calor, estaba solo con ropa interior, compuesta por una tanguita muy chiquita de color rosa y blusa de tirantes blanca, de tela tan delgada que se podían delinear la forma de sus senos y hasta los botones de los pezones que los coronaban. Tras estar un rato escuchando la naturaleza desde el balcón, se fue a acostar.

El segundo día lo aprovecharon para conocer los alrededores, tomar un par de tours en lancha y tomar un par de copas en un bar local, se sorprendieron al llegar a su casa al anochecer, de encontrar nuevamente al viejo pordiosero suplicando comida, y rápidamente entraron a ir a buscar algo que darle, Eva nuevamente dándose cuenta como sus ojos se le clavaban en la semidesnuda cola ya que nuevamente vestía una tanga chiquita. La veía de una manera tan intensa y violenta que la hacía sentir desnuda.

Esa noche al salir al balcón, nuevamente en ropa interior, se imaginó que algún punto entre los árboles se encontraba oculto el sujeto, observándola, deseándola.

Así pasaron los siguientes días, una rutina similar, yendo a la playa, al puerto, yendo a comer a restaurantes locales, y también como una rutina, el vagabundo hombre las esperaba, con la excusa de buscar comida, ya sin disimulo con su cara de pervertido, admirando los firmes y suculentos cuerpos de las jóvenes, aunque Eva admitía que, el punto de atención favorito del sucio viejo era su cola, por lo que se dedicaba a mostrársela y meneándola para que se diera al menos un gusto, pensaba divertida.

Un día mientras el mendigo esperaba en la puerta como siempre, su amiga se adelantó a buscar la comida, Eva se quedó en las escaleras, simulaba estar admirando las olas en el horizonte, pero veía de reojo a su viejo admirador, mientras ella sacaba sus nalgas que ese día iban cubiertas solo con un pequeño short.

El cómo siempre se la comía sin disimulo con la mirada, Eva observó que, sobre su pantalón, se notaba un enorme bulto sobre su bolsillo, de primera pensó que sería algo que el sujeto tenía guardado en los pantalones. Eva no era ingenua, sabía que el viejo mendigo se excitaba al verla, pero es que aquello se notaba muy grande, de ninguna manera podía ser su miembro.

Sin embargo, en otro día se repitió la escena, Eva se quedaba afuera, básicamente modelando para el viejo, no hablaban, solo se comunicaban con la mirada, fue ahí que comprendió que efectivamente ese bulto era ¡su bulto! De verdad se marcaba enorme. Eva duró un buen rato viendo la entrepierna del sucio sujeto hasta que notó que la había descubierto, avergonzada levantó la mirada, el hombre sonreía enseñando sus amarillos y cariados dientes.

Al entregarle la comida ese día y se despidieron del viejo quien se esperó a verlas entrar, al subir los escalones de la entrada, Eva se movía sugerentemente mientras reía para sí misma con lo que acababa de ver.

Esa noche, durante su ceremonia en el balcón, usando solo una de sus tangas y una blusa de tirantes delgada que le dejaba el ombligo descubierto. Seguía pensando en el pordiosero lo imaginaba observándola desde la distancia, lo que hacía que tomara poses sensuales sobre el balcón, inclinándose, dando la espalda para exponer su retaguardia, llegó incluso a desprenderse de su blusa para una sesión de topless.

Casi podía ver como el viejo y harapiento hombre se hacía una chaqueta de campeonato mientras la veía, soñando con subir al balcón para someterla y saciar su lujuria y fantasías sexuales con juvenil y sexy cuerpo. Esa idea, por ridícula y grotesca que le pareciera, estaba calentando a la joven rubia.

Recordaba con nostalgia la última vez que se la había cogido rico, ya hacía demasiado, sentía las tremendas ganas de masturbarse, entró tirándose a la cama, donde y poco a poco fue abriendo sus hermosas piernas de ensueño, llevo sus dedos al nacimiento de su exquisito y perfumado rubio monte de venus, y se dio a masturbar por unos buenos minutos,

Le temblaba todo su curvilíneo cuerpo por la ansiedad que le causaba el pensar en aquella enorme verga, metiendo y sacando sus dedos a la vez que estimulaba su sensible clítoris. Eva se sacudía y contorsionaba en movimientos coitales.

-¡!Ohhh!! ¡!Por Dios!! ¡!Pero que ricooo!! -exclamaba la caliente hembra en la soledad de su habitación y perdida en la niebla de la lujuria.

-¡Ahh!! ¡Siii!! ¡Ahhh!! ¡!Que ricooo!! ¡Ahhh!! ¡Ahhh!! ¡Ahhh!! Eva explotó en un violento orgasmo, quedando rendida en la cama, siguió imaginando lo que el mendigo sucio y maloliente deseaba hacer con ella, hasta quedarse dormida.

Se hallaban ya en el último fin de semana de las vacaciones, el viernes mientras desayunaban sonó el celular de su amiga, por su cara no eran buenas noticias, al colgar le contó a Eva que necesita volver de inmediato para arreglar un tema en el trabajo sí o sí. Eva, frustrada, pero tratando de ser comprensiva le contestó que estaba bien, que empacaran y se fueran, sin embargo, su amiga se negó, refiriendo que un trámite rápido, y que seguramente el sábado en la noche estaría de regreso, para disfrutar juntas el último día.

Eva no muy convencida aceptó ya que deseaba extender su descanso lo más posible.

El día sin su amiga fue distinto, la playa le aburrió, así que fue a pasear por los parques y tiendas por la tarde al volver a la casa, para su sorpresa no estaba el mendigo, le pareció muy raro y hasta se algo molesta, se sentía doblemente abandonada, era ridículo, pero no podía calmar esa sensación.

Cenó sola, Y cayendo la noche salió a contemplar el mar en la soledad. Vestía una tanguita rosadita super chiquita que se perdía entre las duras nalgas, además a juego un sostén de encaje de media copa, que hacía que sus senos se levantaran y se vieran suculentos, era su conjunto de ropa interior más lindo y el más chiquito de todos también.

Estaba muy tranquila escuchando el mar, cuando de repente escuchó gritos desde el claro en frente de la casa

-¡Buenas noches! ¡señorita! Una ayuda ¡por favor!

Eva volteó, pero por la negrura de la noche no podía distinguir nada, luego observó una diminuta luz en medio de la oscuridad, al acercarse observó que era un cigarrillo, y al estar ya cerca de la luz de la casa pudo ver que era el mendigo de siempre, que se quedó a unos metros de la puerta, fumando y viendo hacia el balcón donde Eva se encontraba.

Eva entró a su habitación sin contestar nada, pero el viejo seguía con sus gritos pidiendo comida, eso la hizo sentir muy presionada y con cargo de conciencia si no hacía nada, agarró una bata de seda, apenas si le cubría por debajo de sus nalgas y unos zapatos de tacón alto, al ya estar algunas cosas empacadas fue lo primero que vio, pensó que no era lo más adecuado, pero le restó importancia ya que no tardaría.

Bajó a la cocina y rápidamente preparó un sándwich, cruzó la casa.

A abrir la puerta y ahí estaba el viejo. Apenas abrir sintió su mirada sin disimulo fija en su escote, esa acción tan descarada, la excitó, no lo podía negar, el viejo sin levantar la vista de las turgentes tetas le pidió disculpas por la molestia.

-Disculpe que venga a chingar tan noche. ¡Pero traigo harta hambre! -el sucio hombre babeaba.

-No se preocupe Señor, es un placer ayudarlo- le contestó la bella joven extendiéndole la mano con el sándwich.

Eva sentía como la devoraba con los ojos lo que la hacía sentir sensaciones contradictorias, si bien sentía una aversión natural, ya que tenía bastante presente que era un viejo mendigo, no podía negar que le gustó como la miraba, le excitaba sentirse tan deseada.

-Muchas gracias güerita. -respondió el decrépito viejo tomando la comida, mientras se relamía los labios observando las piernas de la joven.

-Será que me regala un vasito de agua y de paso me presta su baño jeje -agregó.

Eva, dudosa de dejar entrar un extraño, que además era un vagabundo, a la casa en la que ella se encontraba sola, sin embargo, deseando alargar aquella morbosa situación, le dejó entrar, diciéndole que la siguiera a la cocina para servirle un refresco. Caminó a la cocina sabiendo que el la seguía, por lo que instintivamente comenzó a menear la cola. Ella sabía que su bata de dormir era extremadamente corta, por lo que sus carnosas nalgas estaban prácticamente al desnudo para el deleite del afortunado vejete. Quien de seguro tampoco perdió detalle de que iba en tacones altos.

La deliciosa joven se estremecía al pensar que estaba sola en la casa con un viejo sucio que solo que de verdad quería como alimento era probar su suculento cuerpo.

Cuando llegaron a la cocina, Eva se dirigió al refrigerador, abriéndolo se inclinó en ángulo recto para “buscar” el refresco, se tardó en esa posición simulando que no la encontraba. Cuando por fin se dio la vuelta pude ver como el viejo sin disimulo la morboseaba ya mientras se masajeaba la entrepierna.

Eva notó que por el bulto formado ya debía tener una gran erección, pero no dijo nada, estaba muy nerviosa, pero no nerviosa de forma común y corriente, sino de esa forma que solo la excitación extrema puede provocar… estaba ansiosa.

El viejo se sentó a la mesa en la cocina y empezó a devorar la cena, sin desviar la vista de su joven y suculenta anfitriona, quien se hacía la distraída, yendo de un lado al otro de la cocina, abriendo cajones, simulando estar ocupada.

Sin embargo, de cuando en cuando veía de reojo al famélico viejo, cuyos ojos la seguían descaradamente llenos de excitación…, o mejor dicho calentura pura; ese viejo a quien se quería comer era a ella lo sabía… Y le excitaba, se sentía toda una putita calentando a un vejete rabo verde.

Pero ya venía siendo hora de acabar con esa locura, recargada sobre la barra de la cocina dándole la espalda; cerró los ojos, tratando de recobrar el control. Pero podía dejar de ser consciente que aquel viejo le miraba, generándole ideas demasiado provocativas.

-¿Hoy está solita verdad rubia? Hace rato en la mañana vi que la otra rubia se iba en el carro. -le soltó de repente el sujeto con una voz divertida.

-Si este… no…digo es algo solo de hoy. -Eva se congeló, tomada por sorpresa, al parecer el viejo estaba pendiente de ellas.

-No se preocupe mi bella, yo ando al pendiente jeje. -es más, que le parece si le hago compañía para que no se sienta tan solita jejeje.

Eva nerviosa escuchó como el viejo se levantaba de la silla y se acercaba a hacía su dirección.

– ¡Nooo! Digo, no es necesario señor, de hecho, ya me iba a dormir. -La rubia rápidamente había perdido el control de la situación.

―Lo digo por su bien güerita ―dijo el mendigo, cuya voz Eva escuchó ya a centímetros de su oído. ―una joven tan guapa como tú no la deben dejar sola.

Ella no respondió, quedándose inmóvil de espaldas a él viejo, a quien le pareció una actitud algo sumisa por lo que prosiguió.

―Tienes unas piernas muy deliciosas, y esa cinturita… apuesto a que has de ir arto al gimnasio.

Eva se limitó a asentir, temía que de abrir la boca para hablar se le hubiera escapado algún gemido involuntario.

―Y esa cola… Mmh esta fantástica

Al decir aquello por fin el viejo se colocó justo detrás de la hermosa y dócil mujer, Eva sintió una seca y callosa mano qué se le deslizaba lentamente por uno de sus muslos.

―Que rica tu piel, es suave como la seda.

―Ggggracias señor ―respondió nerviosa, tartamudeando por el estremecimiento que le había provocado el tacto.

El sucio vagabundo, ya completamente tomando el mando, comenzó a mover sus manos sobre el delicioso cuerpo, le desanudó la bata, para empezar a manosear la plano y marcado vientre de la joven.

―Tienes un cuerpazo y desde que llegaste lo has estado mostrando cómo una calentona, incluso tus ojos claros de gata se ven incitantes ― le susurró directo al oído.

Al decirle eso la presionó contra la barra de la cocina, apoyándole su bulto en el redondo trasero, dejando sentir a Eva sobre sus nalgas aquella palpitante y enorme barra llena de lujuria. Nunca había sentido un bulto tan grande, aquello hizo que a pesar de que su mente le gritaba que huyera, su cuerpo tenía otras intenciones.

―¡Nooo! Señor… aaah por favor… Ya retírese. ―dijo Eva en un susurro mordiéndose el labio para evitar soltar un sonoro gemido

― ¡esto no está bieeen! No me manosee

El viejo no le hizo el menor caso. Lo que paradójicamente excitó a la ya caliente joven; tenía a un hombre sucio, demacrado y además se veía tan viejo que podría ser su abuelo, aprovechándose de la situación para disfrutar de su cuerpo, de manera pervertida y sin su consentimiento, sin hacer el menor caso a sus súplicas.

Sin poder evitarlo, empezó a rozar su dura y parada cola contra los viejos pantalones, trataba de lenta y suavemente de atrapar ese miembro palpitante que sentía entre sus voluptuosas nalgas, el viejo al sentir aquello, empezó a puntearla con más fuerza mientras chupaba y metía su sebosa lengua en uno de los oídos de la joven.

―¡Suéltemeee! ¡mmnh¡ ¡aaah! ―suplicó por última vez mientras ya no podía reprimir un gemido. A la vez que cuerpo se mantenía pegado al del vejete.

―Hoy te voy a enseñar lo que es estar con un verdadero macho putita ―susurro en el ensalivado oído el viejo con su mal oliente voz.

-¡Te voy a coger toda la noche, me tienes loco, te quiero romper el culo! ¡Te burlabas de mí y me mostrabas tu rico culito, pero ahora lo tengo en mis manos!!

Le dijo mientras una de sus asquerosas manos apresó aquella hermosa cola. Eva al escuchar sus aberrantes intenciones, empezó sentir como su intimidad se humedecía entre sus piernas a la vez que toda su piel se ponía de gallina.

¡Plass plaas! Resonó en la sala al viejo propinarle un par de fuertes nalgadas a los cachetes de ese culo.

-¡Todas las noches te he estado espiando, haciendo tremendas chaquetas en tu honor jeje, según tú mirando el mar y solo vestida con esas ricas tanguitas, yo sé que lo hacías para calentarme puta!

Eva sabía que se encontraban solos en una casa completamente aislada, y el mendigo lo sabía, por eso se sentía tan triunfador, ya que tenía a una joven y hermosa mujer absolutamente impotente entre sus manos, era suya y lo sabía, suya para gozarla a voluntad, suya para satisfacer con su cuerpo cualquier capricho de sus depravados instintos y puercas fantasías.

El de pronto la giró abriendo su bata para apoderarse de sus grandes tetas apretándolas por sobre el brasier mientras por detrás le apoyaba fuertemente todo su miembro justo sobre el triangulito de tela que cubría la tierna intimidad de la excitada joven, deslizando su barra de carne como si ya se estuvieran apareando, se refregaba de arriba y abajo haciendo que ella cerrara los ojos del placer.

-¡Estas infernal, rubia, tienes un culo perfecto, quiero que lo pares más para mí!

Eva al estar concentrada en su propio placer, no lo obedeció, por lo que el viejo le propinó una nueva tanda de fuertes nalgadas dejando su blanca piel enrojecida.

-¡Vamos! ¡para tu culito zorra!

Ante los fuertes golpes Eva sacó lo más que pudo su culo, que de por sí ya lo tenía bien parado por los tacones que portaba.

El viejo estimulado porque veía que la joven respondía, en un arranque de excitación jaló de las costuras del sostén rosa que rápidamente cedió siendo arrancado y arrojado al suelo, Eva sintió como las callosas y sucias manos se apoderaron de sus suaves pechos completamente y como los comenzó a estrujar desesperadamente, dándoles fuertes apretones que la hacían sentir dolor y placer para terminar con bruscos pellizcos de sus pequeños pezones.

-Aah aaaah ¡mmmhn! -involuntariamente Eva dejó escapar un gemido que rápidamente calló, no quería que el viejo supiera lo excitada que la estaba poniendo.

Al viejo que seguía apoyando su enorme bulto en la húmeda prenda íntima, no le pasó desapercibido el gesto de ella diciéndome al oído.

-¿Ya te estas calentando verdad gatita? Estás muy buena de verdad. Tienes unas tetas divinas y un culo espectacular. ¡Te voy a romper toda, mi amor! ¡te aseguro te hare gozar como una puta!

Ella estaba segura de que ese degenerado anciano iba a cumplir con lo que decía, sabía que en ese momento era como su dueño, que podía hacerle lo que quisiera, que podía apoderarse completamente de ella, y que se la iba a follar cuando y como él quisiera, y cuantas veces quisiera. Esa idea la tenía ya completamente ida de calentura.

El sujeto de pronto la tomó del pelo y jaló dejándola de espalda pegada la pared, posándose frente a ella, Eva no sabía que era lo que seguía, solo se quedó parada, semi desnuda, agitada, frente a él.

Entonces el sujeto dijo – ¡Vamos gatita, de rodillas!

A lo que Eva obedeció ante sus fuertes gritos, nuevamente el miedo la invadió al verse completamente por debajo de él, se sentía sometida completamente.

El vagabundo sin dejar de sonreír se bajó sus pantalones dejando expuesto su enorme miembro colgando, ¡era enorme! Todo sucio, demasiado largo y además muy gordo, Eva calculaba que era más grueso que su muñeca, por toda su longitud le surcaban gruesas y pulsantes venas.

El mendigo tomó su verga con su mano y meneándolo le pegó con él en la cara de la joven mujer que ya sentía de su propiedad, se lo pasó toda la cara y se detuvo en los carnosos y frescos labios, como demostrando su poderío.

El olor del viejo miembro era asqueroso, Eva mantenía la boca cerrada, le daba asco pensar dejar entrar eso a su cuerpo. El viejo la tomó por la mandíbula y apretaba la gigante cabeza del glande contra su boca, Eva no cedía entonces el gritó.

-¡¡Vamos rubia, chupa rápido sino te muelo a golpes!!

Fue la primera vez que Eva sintió verdadero miedo durante la noche, por lo que obedeció rápidamente, atrapando el caliente y húmedo glande en su fresca boca, y empezó una serie de lamidas y chupabas donde alternaba la cabeza con el tronco.

El viejo rápidamente empezó a gemir desenfrenadamente, Eva levantó sus ojos color miel para ver si el viejo aprobaba su trabajo, sus miradas se encontraron, la de ella con ojos grandes, cargados de una mezcla de miedo y calentura, la de el de ojos negros inyectados de sangre que reflejaban perversión pura.

Luego de un largo rato de acción mamatoria, en la que Eva cada vez más introducía aquella lanza de carne más profundo en su garganta, dejando menos de la mitad fuera la cual mantenía apresada con ambas manos, todo esto sin romper el contacto visual. El viejo la sujetó la cabeza, básicamente fijándola contra la pared, y empezó un movimiento copulatorio a fin de follarse esa estrecha garganta, Eva sentía como el grueso pene básicamente le ensanchaba las paredes de su garganta, luchaba por no desmayarse, finalmente el viejo gritó y Eva sintió como la verga comenzaba a pulsar rápidamente, el viejo había acabado dentro de su boca, o más bien directo en su estómago, ya que al final había introducido la verga hasta la misma base, sintiendo la rugosa y peluda piel de los huevos del viejo en su fina barbilla.

Lentamente el viejo se fue retirando, al llegar al tener solo el glande en la boca, se detuvo, dirigiendo una mirada a la rubia, ella supo lo que tenía que hacer y mientras se mantenía sujeta a su pene, comenzó a repasar con su lengua a fin de limpiar todos los fluidos, para posteriormente tragar todo.

El sujeto como si nada, rápidamente tomó a la joven, cargándola sobre uno de sus hombros, cómo si un bulto de cemento fuera, subiendo las escaleras se dirigió hacia la habitación. Eva ya recuperada de la bestial corrida con la que la habían alimentado, observó con incredulidad cómo el viejo y flaco vagabundo la llevaba cómo si nada, y más sorprendente aún, ¡su pene aún estaba todavía duro!

El viejo, como si conociera la casa de toda la vida, con paso firme se dirigió a la que era la habitación de Eva, apenas entrar la arrojó sobre la cama.

-¡¡Ponte en cuatro gatita!!- La rubia ya completamente sometida a su macho, se colocó como se lo ordenaron, justo al filo de la cama, inclinando su torso hasta que sus pechos se aplastaron contra la sábana! Haciendo que su cola se viera monumental cubierto solo por una tanguita diminuta.

El viejo tomó la frágil prenda por los elásticos de los lados, y de un brusco jalón la arrancó de la anatomía de la rubia, llevándosela a la nariz para embriagarse de olor a hembra en celo.

-¡¡Que rica hueles rubia jajaja, esta tanguita ya está húmeda, muestra de que te gusto puta!!

Eva poco a poco había perdido la batalla contra su cuerpo, se encontraba más que caliente, y el viejo tenía razón desde que fue prácticamente cogida por la boca su vagina se encontraba secretando fluidos como anticipando que era la siguiente, y también tenía razón en que ya se moría porque él viejo la penetrara.

Él se acomodó atrás de ella con la verga parada e inflamada, deslizándola por en medio de las nalgas que su hembra le ofrecía, entre los globos de carne se veía el orificio anal de la rubia, pequeño y cerrado, y por la estrecha vagina de paredes rosadas y húmedas.

Queriendo ya por fin poseerla, tomó la gorda verga por la base y la apuntó sobre los húmedos labios.

Eva abrió los ojos a más no poder y cortó la respiración, el maldito viejo metió la cabezota de un golpe, ensanchándole su estrecha hendidura, y no conforme, siguió metiendo el resto del grueso pene hasta casi la mitad.

La tierna mujer jamás había sentido algo así, la intrusión le provocó un grito fuerte de dolor y por primera vez en la noche se enfrentó al viejo.

-¡¡Nooo, aaaay!! ¡Maldito! ¡me duele mucho! ¡sáquela! Por favor!!

El viejo sin inmutarse por el dolor de su hembra retiró lentamente su tranca hasta dejar solo dentro su grueso e hinchado glande, para de golpe volver a meterla con fuerza, repitió el movimiento, una y otra vez hasta que tomó gran velocidad cada vez introduciendo más centímetros de carne.

¡Oooh, espereee! ¡¡Auch!! ¡¡No tan adentro por favor!! ¡¡Deténgaee!! ¡¡Su pene es muy grandeee!! ¡¡Snifs!! ¡¡Es muy grueso!! ¡¡Auhchs!!

Eva resistía lo mejor que podía, cada empujón la tiraba para adelante, sin embargo él viejo ya la tenía fuertemente sujeta de la cadera por lo que no podía escaparse. Pasados unos minutos sometida a la tortura del vaivén, sentía ya un calor insoportable en su sexo, además de la necesidad de moverse, por lo que despacio comenzó a acompañar con su propia cadera el ritmo del macho que la montaba.

Los gemidos de la rubia eran cada vez mas fuertes en cada empujón, eran una mezcla de dolor y placer, que sentía como una descarga eléctrica en todo el cuerpo y ya no podía disimular, el mendigo al percatarse de ello y de cómo ya su gatita comenzó a menear el culo, aumentó el ritmo al que la embestía brutalmente mientras gritaba.

-¡¡Pero que puta saliste gatita, te calienta que te cojan como a una perra!! Jajaja.

Eva seguía gimiendo sin poder controlarse, para el asqueroso placer del viejo, el cual continuó gritándole

-¡¡Ves como te gusta, puta!! ¡¡Deseabas que te cogiera!! ¡¡Desde el primer día que me mostraste la cola, querías que te la rompiera toda!! ¡¡Tomá!! ¡¡Como te gusta!!

-Aaaah siii ¡Papiiii! ¡qué ri…ricooo! —gimió finalmente Eva desfalleciente, se sentía completamente llena.

—¿¡Sientes como te entra!? ¿¡Sientes como te culeo!? —consultó como loco el triunfal viejo ante semejante declaración de su hembra.

-Aaah ¡Sííí! Papito ¡Me la metio todaaa!

El sujeto siguió con sus violentos movimientos, pasaban los minutos y no daba señales de agotamiento.

Un estremecedor orgasmo se venía a pasos agigantados para ella. Su cuerpo completo estaba siendo bombeado de forma violenta por aquella verga.

—¡Me vengooo! ¡Me vengooo, papiii! ¡¡Mmmggg! ¡¡Uuyyy!! El cuerpo entero de Eva se estremeció, quedando medió desfallecida sobre la cama, mientras su macho apaciguaba sus embistes.

El viejo satisfecho de hacer gozar a esa hermosa y joven mujer, nuevamente le rugió una orden.

-tírate boca arriba gatita, quiero seguir cogiéndote mientras veo cómo te hago gemir de placer jejeje.

Eva inmediatamente obedeció colocándose de espaldas en el centro de la cama, doblándolo ambas piernas para exponerle su intimidad al viejo macho.

¿Así Papi? ¡Hagamelooo! ¡Cójame! ¡Culéeme como usted quiera!

El viejo se lanzó sobre él tierno y joven cuerpo, apresando sus enormes tetas con ambas manos acercó su cariada y hedionda boca a uno de ellos para empezar a succionar y chupar como becerro buscando leche.

-¡Aaah! ¡sííí que rico¡ gimió Eva, sintiendo como el viejo brincaba de una teta a la otra dejando ambas llenas de chupetones y espesa saliva.

-¡Auuch por favor no muerda tan fuerte! -Reclamo la joven al sentir cómo uno de sus sensibles pezones fue jalado por los quebrados dientes del viejo.

-Tranquila gatita, que estás tetas por hoy me pertenecen, además te gusta que te traten rudo jejeje- rio el vagabundo.

Eva estaba a punto de reclamar, pero su abusador se lanzó a comerle la boca, ahogándola con un beso de sus secos y partidos labios, inicialmente opuso resistencia ya que el hediondo aliento del viejo le hizo sentir repulsión, sin embargo, igual que previamente le sucedió, al poco tiempo cedió y comenzó a corresponder enlazando su tersa y suave lengua con la del viejo.

Eva seguía pérdida en el húmedo beso cuando sintió que nuevamente su vagina era invadida, y en un instante sintió la irrupción de su zona más íntima y estrecha por aquel monstruo de carne que la estaba haciendo gozar.

-mmmhn -fue el sordo quejido que soltó Eva mientras el viejo ya se empezaba a mover nuevamente penetrándola, ella cruzó sus poderosas piernas por sobre la espalda entrelazando sus pies aún con los tacones puestos, a fin de facilitar su penetración.

-¡Así papito! ¡Mmm! ¡Cojameee! ¡Culéeme fuerte! —le animaba la rubia Eva, arremetiendo ella misma su pelvis contra la gruesa verga. El ambiente en la habitación apestaba a sexo. El erótico olor a coito, coño mojado y verga, era envolvente

—¡Aaah!! ¡¡Aaaaah! —gemía la joven, clavando sus uñas en la huesuda espalda de su macho. Y sentía como sus pezones se endurecían por el roce con los gruesos pelos del pecho del viejo

—¡Oooh… pa… papiii! ¡La… la tiene muy gran… grandeee! ¡Due… dueleee! ¡Aaaah!

—¡Argh!! ¡Sí, putaaa! ¡Pero sé que eso te gusta! ¿¡Te gustaaa!? ¿¡Te gustaaa!? —le preguntaba el pordiosero por cada punteada que le daba.

—¡Sííí! ¡Ooooh! ¡me encantaaa! ¡Ay!! ¡Ayyy! —gritaba la hembra por cada una de las fieras embestidas.

El viejo siguió culeandola, pero lo que a ambos les pareció una eternidad, hasta que sentían llegar al límite.

—¡Sííí! -lo animó la joven rubia-. ¡Más duro! ¡Demee! ¡Ooooh… Que me vengo! ¡Me estoy viniendooo!

El viejo no se quedó atrás y volvió a gritar fuerte.

-Ahora, ¡gatita! ¡también me vengo! ¡Oh! ¡Toma mis mocos, putaaa! ¡Aaah! ¡Ahí te vaaan! ¡Arggh!

Eva sintió como el viejo acabó dentro de ella, siendo llenada múltiples corros de espeso semen lo que la hizo a su vez explotara en un demoledor orgasmo que la dejó inconsciente…

*******

El sol, brillaba sobre las olas del mar y él sonido de estas, junto con el de las aves marinas se colaba por la puerta del balcón del cuarto de la joven. En la cama se encontraba la inverosímil pareja.

Tras la salvaje sesión de sexo ambos se habían quedado dormidos. Él mendigo fue el primero en despertar, al darle la luz del sol en su lado de cama, siendo recibido al mundo vigil con la increíble visión de aquella rubia y suculenta diosa se encontraba yaciendo a su lado, completamente desnuda.

-Entonces no había sido un sueño jejeje -se dijo sonriente

Aún no se creían su suerte, se había culeado a una mujer que ni en sus más calientes fantasías se hubiera imaginado, y esto estaba lejos de acabarse…

Eva se encontraba dormida boca abajo, dejando su deliciosa cola a la merced de quien quisiera tomarla, llevó una de sus asquerosas manos a esos perfectos glúteos, apretándolos fuertemente, mientras los miraba libidinosamente.

La joven al sentir el magreo sobre su cuerpo empezó a agitarse, despertando confundida

-¡ Se… sé… señor! ¿qué hace aquí? -la joven rápidamente rememoró los sucesos de la noche anterior, justo al tiempo que era consciente del escozor que sentía en su vagina, producto del duro trato al que la habían sometido.

Con sus soñolientos ojos observó al viejo, tenía si cabe una cara de más degenerado que el día anterior, además que se encontraba con la verga ¡completamente dura y bien parada!

-Ayer fue nuestra primera noche gatita ¡pero la luna de miel aún no acaba jejeje!

-Por favor señor, váyase ya, ya disfruto todo lo que quería -Respondió una joven que hacía lo posible por cubrir su voluptuoso cuerpo, sentía el remordimiento de cómo se había entregado ayer a un tipo viejo y horrible, del que ni siquiera sabía su nombre.

-Jejeje no te hagas la inocente gatita, que la que más gozó fuiste tú, ¿o acaso ya olvidaste como gritabas que te diera más duro?

El viejo, aprovechando la duda de Eva de pronto tomó una de sus manos y la puso sobre aquel enorme miembro que instintivamente apresó, sintiendo su dureza y su calor, sin poder evitarlo empezó a mover su mano al rededor del tronco.

Eva nuevamente estaba perdiendo ya contra aquella dominante verga, pensaba para sí misma que igual ese día se encontraría sola, así que, qué más daba, reflexionaba con la mirada fina en la brillosa verga, mientras se mordisqueaba el labio inferior.

Mirándolo a los ojos le dijo -¡¿Que desea que hagamos?!

La calentura de la rubia se fue al suelo al escuchar que el sucio sujeto contestó.

-¡Quiero tu deliciosa cola!

Ante lo cual Eva muerta de miedo respondió.

-¡Nooo, no por favor cualquier cosa menos eso! Puede cogerme como desee por mi vagina, o si lo quiere se la mamo y puede follarme la boca. Casi no lo he hecho por ahí y su pene es demasiado grande, ¡me va a destrozar mi culito!

Pero el sujeto, como la primera vez que la joven le dio una negativa, violentamente la tomó dejándola boca abajo, al tiempo que se montaba sobre ella, apoyando su descomunal miembro sobre el canal que formaban las perfectas nalgas y comenzó a refregarlo vilmente, Eva intentó levantarse para impedir que mancillaran su cola pero el viejo la tenía bien sujeta.

Mientras, le decía cosas al oído, el asqueroso y vil mendigo disfrutaba de la situación diciéndome.

–¡Desde que vi tu hermoso culito cuando entrabas a buscarme comida, no hago más que pensar en él, no dormí pensando en mi enorme verga adentro de este divino agujerito, y ahora lo tengo aquí totalmente indefenso esperando que lo entierre hasta el fondo!

Semejante declaración nuevamente jugó en contra para la estimulada rubia, aquellos asquerosos comentarios, la tenían en shock, pero no podía evitar, a su pesar notar como con cada palabra su ya no tan estrecha vagina prácticamente se derretía además de que sentía sus sensibles pezones duros cuál roca.

Ella era un mar de nervios solo un par de veces había entregado la cola, a un novio que había tenido, el cual había sido tan bruto que solo le provocó dolor y nada de disfrute.

A pesar de aquello, incapaz de oponerse a ese viejo que cada vez sentía más como su macho, obedeció cuando este de repente la jaló, sacándola de la cama y caminando ambos hacia el balcón, Eva sintió el fresco aire por toda su suculenta anatomía, se sentía expuesta, cualquiera que pasara por el camino podría verlos.

–¡apóyate sobre la baranda y levántame la cola! -ordenó el viejo

Eva se acomodó como le comandaban, quedando casi en ángulo recto, al no tener puestos los tacones, se mantenía de puntillas para estar como su viejo quería, con la cola apuntando hacia arriba, completamente indefensa, él con una mano tomó fuertemente del rubio pelo sometiéndola, mientras decía burlándose

-¡Mira como tengo a tu culo, parado y deseando que lo rompa! -Gritaba como loco mientras acariciaba las perfectas y redondas nalgas.

-¡Estoy desesperado por penetrarlo, te voy a bombear peor que por la concha!

Eva cerró los ojos y esperó, sintió con como una mano la tenían bien sujeta del cabello, presionándola contra la madera, mientras que, entre sus piernas nuevamente sentía la gruesa anaconda de carne que era frotada por todo su canal, provocándole suspiros de placer, sentía como la hinchada cabeza separaba sus húmedos labios menores, como queriendo, en contra de las intenciones del viejo alojarse nuevamente en la tierna cuevita.

Durante una eternidad el viejo se dedicó a frotarla, su intención era calentar nuevamente a su hembra, claro le había quedado que prendiéndole el motor esta mujer se convertía en una gatita sumisa, además, buscaba lubricar el pequeño orificio, ya que usando la verga cual brocha, esparcía los fluidos de la joven desde su hendidura vaginal hasta el espacio entre sus nalgas.

Finalmente, con ambas manos sobre aquellas perfectas nalgas, abriéndolas todo lo que pudo, y empezó a dirigir su enorme y asqueroso miembro hacia la ya rendida cola. Empezó a empujar, Eva notaba el calor que expedía el monstruoso miembro en su casi virginal orificio hasta que sintió la cabeza del pene empezar a penetrar en su orificio para entra.

La pobre Eva soltó un grito y con desesperación -¡Noo!, ¡pare! Hijo de puta ¡sáquela que no me entra!, ¡me va a romper la cola!! ¡¡Aahhhyyy!!

A pesar el grito, Eva no se movió de su sensual postura, solo apretando los ojos sentía como ese viejo le seguía metiendo ese enorme miembro sin compasión adentrándose en sus apretadas nalgas centímetro a centímetro.

Como único desahogo Eva seguía con sus reclamos a gritos para tratar de calmar el dolor.

-¡Sácala viejo degenerado, ¡ayy! Me vas a dejar toda rota ¡no podré sentarme en una semana! -reclamaba la ya sudorosa rubia, a sabiendas que el tipo no se detendría.

De hecho, como respuesta el desgraciado viejo, similar a como le había hecho por la concha, retiro la enorme verga hasta el tener sólo alojado el prieto glande dentro de aquellas jóvenes y blancas nalgas, para después empujar violentamente, mandándole a guardar toda la extensión de aquella la barra de carne. Ante lo cual prácticamente hizo que a Eva se le nublara la vista y se embotarán los oídos por la mezcla de dolor, y placer que ya empezaba a sentir.

Dejando todo él grueso miembro dentro hasta la base, el viejo se inclinó sobre su puta, y con la boca cerca de su cuello le dijo burlándose.

-¡La sientes bien mi rubia yegua, ahora sí que te va a quedar el culo bien abierto jejeje!

Acto seguido comenzó un violentamente el mete y saca a un ritmo acelerado, haciéndola gemir fuertemente.

Tras unos embistes más ella empezó a gritar -¡Aaahh! ¡Aaayy! Ten piedad de mi culo, ¡me duele! ¡Ya no aguanto más!

El sujeto lanzó una carcajada – ¡¿A quién crees que engañas?! ¡Siento muy bien que té está gustando, si me pides que te suelte es para calentarme y que té de más duro! -. Y aceleró su ritmo más aún.

Ella se mordió los labios para ahogar un gemido. La bella melena rubia cubría su rostro, sus enormes tetas bamboleaban rítmicamente con cada embestida, mientras perfectas y rotas nalgas retumbaban bajo el peso del viejo

A la rubia le habían hecho mella las burlas del viejo mendigo. El placer anal tan rico que sentía hizo que se moviera al mismo compás de la cogida brutal que recibía su cola.

Pasaron los minutos y los movimientos de ambos se mantenían sincronizados. El viejo queriendo seguir sometiendo a su hembra, tomó con una mano el sedoso cabello rubio y la jaló hacia atrás, haciendo que la rubia quedara enderezada a medias, con su espalda arqueada. Y le dijo al oído.

—¡Eres mía! ¿¡Me oyes!? ¡Mía! —mandando un enérgico empujón hacia adelante, para darle a entender que él era su dueño. Eva sintió larga extensión de carne dura y caliente llenándole las entrañas.

“¡No puede ser! Esto se siente muy, pero muy bien” se decía Eva, entregada totalmente

—¡Sííí! ¡Así! ¡No paré Papi! ¡Rómpame toda! —gritó al fin la sometida joven fuera de sí.

Sus nalgas se comían toda la robusta y larga herramienta del viejo. Le encantaba la sensación de estarse comiéndosela por su ano. Su vagina rubia segregaba muchos líquidos, mientras tenía un orgasmo tras otro.

—¿¡Te gusta que te enculen putita!? ¿¡Te gusta!? —le preguntaba el macho moviendo su pelvis hacia arriba.

—¡Sííí! —gritó ella-. ¡No paré! ¡Por favor, no paré!

—¡Eres mía, puta! ¡Dilo! —le ordenó el viejo a gritos.

—¡Sííí! ¡Soy…, soy suyaaa! —gritó Eva, totalmente convencida. Justo en ese sintió el mejor orgasmo de su vida y, como si estuvieran sincronizados, el viejo también llegó al orgasmo, eyaculando de manera abundante en el recto de la joven. Quien sintió ese líquido viscoso llenar su ano.

El satisfecho viejo, se inclinó sobre espalda de la rubia, para morder la piel a su terso cuello, chupó y volvió a morder, a fin de dejar una marca, como reclamando a la joven de su propiedad.

Eva apenas si sintió aquello. Sentía todo su cuerpo de goma, después de un breve momento, sus piernas colapsaron. Se sintió elevada por el viejo, quien entraba a la habitación para arrojarla a la cama, donde la pobre y agotada hembra quedó inconsciente.

*******

El hambre y el dolor la despertaron. Eva abrió los ojos para darse cuenta de que ya era más del medio día. Se encontraba aun completamente desnuda, y completamente sola, con mucho esfuerzo se levantó, sintiendo dolor en todos los músculos, así como un escozor proveniente de su ano.

Llamó al viejo, pero este ya no estaba. Notó que se había llevado consigo su cartera. El maldito no había tenido suficiente con haber saciado sus más puercos instintos con ella, sino que también la había robado.

Eva descansó el resto del día. Tomó una larga ducha, limpio su habitación y esperó la llegada de su amiga.

Tuvo que inventar una ridícula historia de cómo había conocido un guapo y musculoso joven con el que se había enrollado, ya que tenía un chupetón en el cuello que era imposible de ocultar. Al menos no había mentido cuando le dijo a su emocionada amiga que había sido la mejor culeada que le habían dado en su vida.

Habían pasado las semanas, la rutina había vuelto, Eva volvía hacía su apartamento después de una agotadora mañana en la escuela. Vestía un pantalón de vestir color café claro el cual se le pegaba a las torneadas piernas y parada cola, además de una blusa de botones, donde dejaba ver un breve escote, como siempre sobre zapatos de tacón de aguja.

Al entrar a su edificio, revisó el buzón de su departamento para retirar los recibos que pudieran haber llegado, casi sufrió un infarto al abrirlo.

Dentro arriba de varios sobres, se encontraba su cartera, aquella que el viejo había tomado.

¿Pero cómo era posible? ¡claro! ¡sus identificaciones! El viejo la había rastreado hasta su casa.

Abrió la cartera encontrando, que sus identificaciones y se encontraban todas ahí, nada de efectivo obviamente.

Sin embargo, notó un papel que sobresalida del compartimento de los billetes. Lo tomo desdoblándolo observó que era una nota.

“Este viernes, 8 pm, estarás solita, lo sé, te quiero lista para tu macho”

Eva sintió un mareo que hizo que tuviera que apoyarse en la pared respirando agitadamente, precisamente los viernes eran los días que su amiga doblaba turno, quedándose ella sola en el departamento. ¡El viejo lo sabía!

Aquellas semanas que habían transcurrido probablemente el mendigo las había utilizado para espiarlas, aprendiendo sus rutinas, esperando el momento oportuno.

Eva sentía su corazón palpitar tan fuerte que creía que se le saldría por la garganta, sin embargo, de manera sincrónica y cada vez de mayor intensidad, sentía una segunda serie de latidos, proveniente de su vagina y ano…

El anciano viejo caminaba por la calle iluminada por farolas había estado durmiendo las últimas semanas en un parque cercano, se puso en camino cuando en el reloj de la plaza que faltaban 15 minutos para las 8 pm.

Daba gracias que aquel no fuera uno de esos edificios con guardias o intercomunicadores, por lo que con ligereza entró para dirigirse al departamento 6B.

No tenía reloj, pero estaba seguro de que daban las 8 en punto cuando llamó a la puerta.

Tras unos segundos se abrió lentamente. El viejo sonrió.

-Hola putita, espero no hayas olvidado a tu macho. -dijo el apestoso anciano, deleitándose ante la visión que tenía.

Eva se encontraba frente a él, su rubia melena se la había peinado en dos coletas, haciéndola ver como colegiala, su ropa consistía solo en una diminuta tanga rosa con un brasier de encaje a juego, calzaba unos altos tacones de aguja blancos.

-Buenas noches papi. -Dijo ella mordiéndose el labio.

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2 COMENTARIOS

  1. Me encanto este relato, de seguro debe seguir, lo voy a buscar, me encantaría que la historia siga con que también se coja a la amiga, y que la amiga sea virgen del culo!!.

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