Entre mi mujer y mi suegra (parte 1)
Me encuentro en el aeropuerto esperando la llegada de mi suegra, cuando veo que se acerca ¡suegra, suegra! La llamo y alzo la mano para que me vea, nos abrazamos y ella me besa en la mejilla. “¿Qué tal el viaje?”, “¡bien!”, Me contesta ella. cojo una de sus maletas y un bolso y nos dirigimos a mi coche que está estacionado fuera. Le comento que su hija sale del trabajar más tarde de lo normal que ya pensaríamos que hacer durante todo el día.
Mientras conduzco, ella me pregunta qué me pareció la lección que me dieron su hija y ella. Me quedo sin saber que decir, sabía que en algún momento tocaría ese tema, pero no pensé que sería tan pronto, continúa diciéndome “¡la idea fue mía, pero la decisión la tomó tu mujer! ¡no tienes por qué avergonzarte por lo sucedido!”. La conversación me incomoda y ella parece entender que no quiero hablar del tema y sonríe burlonamente.
Una vez en casa me pregunta si tengo vino, le sirvo una copa y me siento junto a ella “¡se me hincharon los pies!” Se queja ella quitándose los zapatos “¡deja que te ayude con eso!”, le digo haciéndole un gesto para que aproxime sus pies sobre los míos. Mientras masajeo sus pies le pregunto qué quiere hacer primero, “¡descansaré y luego ya veremos!”. Continuamos hablado de cosas banales, en medio de la conversación me pongo algo nervioso y descolocado.
Ella nota la razón, sus pies están sobre mi polla erecta ninguno de los dos hacemos nada por evitarlo, ella disimuladamente mueve uno de sus pies sobre mi polla presionándola discretamente como si nada, me pongo cachondo mientras masajeo su otro pie, ella decide cuando parar levantándose y dirigiéndose al baño para darse una ducha.
Descolocado intento distraerme mirando mensajes en el móvil, no sé cuánto tiempo ha pasado cuando oigo su voz.
“¡Yerno!”. Subo la mirada y la encuentro envuelta en una pequeña toalla que apenas le cubre su grueso cuerpo “¿Qué ocurre?”, “¿Dónde has dejado la maleta pequeña?”, “¡se me quedo en el coche!”, “¡la necesito, mi ropa íntima está en ella!”, “¡no se preocupe enseguida bajo a buscarla!”.
Mientras me dirijo al coche en busca de la maleta, no dejo de pensar en lo que acabo de ver, me pongo muy cachondo y fantaseo con arrebatarle la toalla, dejarla en pelotas, follarla. De regreso con la maleta, aún continúa envuelta en la pequeña toalla esperándome “¿Dónde dejo la maleta?”, “¡sobre el sillón!”. Ella se inclina para abrirla, hipnotizado contemplando sus grandes y blancas nalgas y como poseído me arrodillo frente a ellas y me quedo atónito contemplando su ano. Y sin poder evitarlo sujetando sus nalgas, le doy una intensa lamida con mi lengua. Al sentirme se estremece “¡Ohhh!” ¡Seguramente nunca antes se lo han lamido pienso, mientras continúo pasando mi lengua por su ojete! Ella se aparta bruscamente, la miro perplejo temiendo su reacción, su cara colorada refleja un intenso apetito sexual. “¡Vaya, no sabía que te gustara tanto mi culo!”, “¡no hE podido evitarlo!”, Confieso avergonzado. Mi suegra ríe satisfecha mientras empuja de nuevo mi cara a su culo “¡pues continúa lamiendo si tanto te gusta!”. Continúo lamiendo su ojete, mientras pienso que mi suegra debe verse exultante y poderosa mientras su yerno de rodillas lame su culo.
Ella decide cuando parar nuevamente y apartándose, se despoja de la toalla y me enseña su coño sin depilar “¡Ven aquí, ya verás cómo me vas hacer disfrutar de aquí en adelante!”. Agarrándome del pelo empuja mi cara contra su coño. Comienzo a lamer, mientras pienso que ha querido decir con eso de aquí en adelante.
Ella me mira desde arriba con gesto de superioridad “¡Come, come!”, dice mientras yo paseo mi lengua por todo su húmedo coño, los vaivenes de su cadera me indican que está disfrutando, localizo el clítoris y lo estimulo suavemente con la lengua “¡mmm, si, si, no pares, mmm!”, me dice entre suspiros, mientras continúo lamiendo sintiéndome orgulloso de mí mismo, al sentir como disfruta.
No sé cuánto tiempo llevo lamiendo el clítoris, cuando le viene un orgasmo con fuertes movimientos pélvicos “¡Aah, Aaaah!”, suspira ella sujetándome por el cabello contra su coño “¡vamos a la cama, allí estaremos más cómodos!”, dice dirigiéndose hacia la habitación, yo detrás de ella contemplando el contoneo de su grueso culo excitándome aún más.
Me desnudo, mientras ella clava sus ojos en mi polla que está a punto de reventar por la excitación. Nos tiramos sobre la cama y me voy sobre ella como un poseso la abro de piernas y se la meto en su coño peludo, las gotas de sudor corren por mi espalda mientras la follo con todas mis fuerzas.
Me vuelve loco el rostro emputecido que refleja su cara “¡Oh, yerno, aah, aah, aah, mas, mas!”, dice mientras sujeta mi trasero con sus manos enterándose más mi polla, sus fuertes gemidos me existan aún más “¡aah, aah, aah!”, se corre fuertemente levantando su pelvis “¡Oh, Oooh, si, si! ¡cabrón dame, más, no pares”. Continúo bombeando como un poseso hasta que tiene otro orgasmo “¡Oooh, Ooooh, mmmm!”, atrapándome entre sus gruesos pies.
A pesar de mi juventud treinta años menor que ella que tiene cincuenta, reposo exhausto sobre su abdomen, aun no me he corrido y pretendo continuar, ella parece leerme el pensamiento y me hecha a un lado, masajea mi polla pienso que me va a montar, pero se van a mi polla y con su lengua se desliza por mi miembro chupa y lame el glande devorándolo, no aguanto más y me corro, ella parece orgullosa de sí misma mientras observa como el semen se desliza por mi miembro.
“Voy a preparar algo para comer” dice levantándose de la cama. Al rato, voy a la cocina junto a ella, está en braga con el pecho descubierto, miro sus tetas, pequeñas, pero seductoras, me siento en la necesidad de preguntarle “¿Qué quiso decir con eso de aquí en adelante?”.
Mi suegra suelta una carcajada. “¿Qué pasa?”, pregunto sin entender su reacción. “¿Es que mi hija aún no ha hablado contigo?”, “¿Sobré qué?”, “¡he vendido la casa del pueblo, y vengo a vivir con vosotros!”. Me quedo perplejo y no sé qué decir “¡suponía que vosotros dos ya estabais de acuerdo, aunque tú no has tenido problema para comerme el culo!”, dice un poco pensativa, acercándome a ella, la beso brevemente “¡será un placer que vivas con nosotros!”.