Y pasó el tiempo, pero sus caricias se sentían en la piel, sus labios se sentían en cada respiración.
Pensarlo era excitarse, ver su foto o un video era transportarse a ese momento de calentura extrema, donde no sólo estaba húmeda sino mordiendo las ganas de ser suya.
Y trataba de no pensar en él, no era normal sentirlo dentro cuando estaba tan lejos, pero el cuerpo, la mente y las ganas no eran fáciles de quitar.
Fueron tantas las noches que pensando en él me amé, excitada de pensar en sus brazos, sus ojos, sus labios, su verga dura por mí. Y es que muchos fueron los que quisieron, pero sólo él logró adentrarse en mí.
Cerraba los ojos y casi podía sentirlo a él, excitado, gimiendo de placer en mi oído, mordiéndose los labios por entrar, rozándome con la punta de sus dedos, colocando su mano derecha sobre mi cuello mientras la izquierda me tomaba de la cadera y me acercaba a él por atrás y al oído me decía lo caliente que estaba por acabar dentro de mí.
Y sí, pasa el tiempo y todo es más vívido, más difícil de olvidar y más fácil de querer…