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El mal se disfraza de mujeres sexys (1)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Sara y Anya adoraban ser unas zorras con los hombres. De hecho, aprovechaban cualquier oportunidad para serlo. Los fines de semana por la noche ambas se vestían con sus outfits más provocativos, la mayoría de ellos de cuero y se dirigían a cualquier bar en busca de presas. Era la actividad favorita para ambas y no desaprovechaban ninguna oportunidad.

Sara puso su mirada en el primer objetivo de la noche. Un hombre que portaba un anillo de casado pero que no tenía a su mujer cerca. Empezó a provocarle con miradas, llevaba años perfeccionando sus habilidades de seducción para que cualquier cayera ante ella.

Normalmente ella dejaba que el hombre se acercara, le invitara a una copa y le conociera un poquito, para luego retirarse un momento al baño y que Anya pudiera intervenir. Se sentaba donde antes había estado su amiga, sin ni siquiera preguntar y le invitaba esta vez ella a el a una copa. Para luego empezar a interrogarle con preguntas como: ¿Le gusta a tu esposa follar? ¿Quién se corre antes de los dos? ¿Tienes alguna fantasía que nunca te has atrevido a decirle?

No se cortaba con ninguna pregunta y siempre conseguía sus respuestas, haciendo que los hombres se calentarán en el proceso. Sus grandes pechos ayudaban en este cometido. Cuando ya tenía sus respuestas le pedía al hombre su número de teléfono, al principio eran reticentes y preguntaban para que quería su numero. Entonces Anya se levantaba con una sonrisa y acercaba su pecho a la cara del chico. “Así podré visitarte cuando tu mujer no esta y follarte como nadie lo ha hecho nunca”. Le daba un boli y dejaba que escribieran el número sobre su pecho, nadie podía negarse ante tal oportunidad de tocar unos pechos perfectos.

Ese era el momento en el que Sara volvía a aperecer.

Sara: ¿Que coño esta pasando?

Anya: Este trozo de mierda quiere que me lo folle.

El hombre en ese momento estaba confundido e incluso un poco asustado. Justo como le gustaba a las chicas. Ellas sonrieron la una a la otra, mientras el hombre se ponía aún más tenso.

Anya se encendió un cigarro y miro con seriedad al hombre que tenían frente a ellas.

Anya: Mi amiga Sara y yo vamos a llamar ahora mismo a tu mujer y le vamos a decir lo bueno que eres en la cama. ¿Que te parece?

El hombre entró en pánico ante la situación.

Sara: Pero aún puedes salvarte, haz lo que te digamos y podrás volver a casa con tu mujer como si nada. Vamos a salir de aquí cada una agarrada a un brazo tuyo ¿Entendido?

Anya: ¡Camina! ¡YA!

Sin atrasarse un segundo más, el hombre dejó que las mujeres vestidas de cuero le llevaran hacia fuera. Practicamente en un arresto sin opción a huir.

Una vez fuera Anya empezó con su ritual agarró las manos del hombre y le miro a los ojos.

Anya: Creo que es importante para un hombre experimentar dolor y places a partes iguales. Voy a darte un poco de cada uno para ilustrarte.

Sara usó un pañuelo que tenía para atar las manos del hombre. Aún tenía posibilidades de huir si se esforzaba en liberarse, pero la amenaza sobre el era lo suficientemente fuerte para que no se atreviera a hacer nada y se rindiera ante la mujer de cabellos rojizos de 1.60 que estaba tras el y la mujer de 1.67 que estaba frente a el, con un cabello dorado larguisimo.

Anya: Te voy a dejar elegir. Puedes tener primero dolor o placer, tu eliges. Sea como sea esta noche tendrás suficiente de los dos.

El hombre pensó durante un segundo mientras Anya le dirigía una mirada malvada. Tenía frente a ella a un hamster corriendo en una jaula de la que no puede escapar.

Tras unos segundos respondió. Eligió tener primero el dolor. Anya sonrió de manera aún más perversa y se acerco a el, parecía por un momento que iba a besarle, pero en cambio le dió un rodillazo en la ingle con todas sus fuerzas. Sus años de experiencia en artes marciales se notaba en esos instantes. Ella adoraba estos momentos. Él por su parte cayó al suelo del dolor.

Sara y Anya empezaron a besarse de manera sensual mientras se arrodillaban cerca de el. Tal y como había prometido, una vez pasado el dolor le dio placer un lento e intenso beso.

Anya: Espero que hayas disfrutado, porque esto solo es el comienzo.

Las dos chicas volvieron a casa tras dejar a aquel hombre allí tirado retorciéndose de dolor, en cuanto llegaron Anya empezó a descontrolarse del calentón que llevaba desde que dejaron a aquel hombre tirado en medio del garaje.

Anya: Oye Sara, voy a disfrutar contigo hoy.

Sara: ¿A que te ref…?

Una bofetada tumbó a Sara sobre la cama.

Anya: No te he dicho que hables, así que calla esa boca de zorra.

Sara mantuvo silencio, sabía que cuando su amiga llegaba a comportarse así no había quien pudiera calmarla hasta que estuviera satisfecha. Así que simplemente se desnudo frente a su amiga, sabía que era lo que Anya le gustaba que hicieran sus perras cuando estaba ella en frente y esa noche Sara no sería más que una perra de Anya.

Se arrodilló ante ella abriendo la boca esperando a que su amiga pusiera su coño en ella. Y no tardó más de 5 segundos en ponerlo y agarrarle fuerte del pelo para que no se separara ni un centimetro de el. Pero para sorpresa de Sara en esa ocasión no se conformaba con que le comiera el coño, tambien empezo a mear en su boca haciendo que se tragara hasta la última gota.

Tras unos minutos de trabajo oral, Anya se corrió con fuertes gemidos.

Anya: Has hecho un buen trabajo. Pensaba destrozarte con el nuevo strapon, pero lo reservaremos para que lo estrene nuestro amigo.

Sara sintió alivio, habían comprado un consolador de tamaño descomunal y fabricado expresamente para destrozar el agujero en el que entrara. Al dia siguiente aquel hombre no podría ni caminar durante semanas.

Si tenéis dudas, sugerencias o queréis comunicaros conmigo para cualquier cosita aquí tenéis mi correo: [email protected].

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