Mi Amo quería seguir y yo estaba encantado. Me pregunté si siempre sería así. Si con todos hacía lo mismo o si realmente yo le gustaba. Sin duda estaba disfrutando. Por mi parte he de decir que lo que yo estaba sintiendo no era disfrutar, ni siquiera lo definiría como placer. Era cientos de sensaciones al mismo tiempo. Debería encontrar las palaras para poder describirlo, pero por mucho que lo intente creo que no sería capaz de que alguien que lea esto pueda entenderme. A no ser claro está, que alguna vez haya estado a disposición total de un amo como yo lo estuve con el mío. La sensación era de haber perdido mi voluntad, mi pensamiento, mis sentimientos, mi inteligencia. En una palabra, había dejado de ser yo mismo para servir a otro hombre. A mi poderoso Amo. Tal vez decir esto suene raro, y pensaréis que eso es caer muy bajo como persona.
Os preguntareis si una persona debería caer tan bajo sin sentirse ridículo. Sin avergonzarse. Si al salir de allí sería capaz de valorarme a mí mismo. A quien pueda tener este tipo de dudas he de decirle que sí. Que para entregarse como yo lo había hecho hay que tener mucho valor. Si algo nos impide avanzar como personas es el miedo. Cuando sentimos miedo no somos capaces de pensar con claridad. No podemos dar el paso por temor a caer. Nos ralentiza poco a poco hasta paralizarnos totalmente. Es entonces cuando dejamos de ser nosotros mismos. Perdemos nuestra más pura esencia interior. Y eso no nos lleva a ser lo que se supone que deberíamos ser. Lo que se entiende por ser correctos. Normales. Coherentes. ¡Que gran error!
Yo como sumiso había vencido ese miedo inicial. Había superado la línea invisible que separaba mi realidad para entrar en mi lado de fantasía. Siempre he pensado que si puede haber algo más triste que arrepentirse de lo que has hecho, es arrepentirse de lo que “No” has hecho. En ese aspecto yo ya no llegaría a sentir esa sensación. Me había entregado sin condiciones, sin medida y sin norma. ¿Estaba disfrutando con ello? Del 1 al 1000 podéis pensar que 1000… y aun así es difícil que os hagáis a la idea de cuánto disfrute. Y ahora había que seguir. ¿Qué sería lo siguiente que aquel impresionante hombre me tenía preparado?
Cerró nuevamente su maleta y se levantó. – Vamos – Dijo. Salió de aquella sala y entramos en la habitación contigua. Parecía que como una obra de teatro donde el escenario va cambiando según avanza la obra. Esta vez en vez de literas había una cama de matrimonio y dos individuales. Me mandó tumbarme boca arriba en la cama. Sacó cosas de la maleta y las puso a mi lado. De nuevo me puso la mordaza. Rece para que no fuera a azotarme otra vez. Igual iba a torturarme los huevos. A jugar con mis pezones. Tal vez mi iba a follar ahí. Siii!!! Ojala sea eso. Quiero que me folle. Quiero que me meta esa polla en mis entrañas. Nuevamente me equivoque.
Puso una almohada bajo mi cabeza. Junto mis piernas y luego me junto los brazos a mi cuerpo. A mi lado había dejado unas cuerdas. Empezó a atarme desde los tobillos hacia arriba. Hacia cruces con las cuerdas con una destreza increíble. Al llegar a mis caderas las ataduras aún se hicieron más complejas. La cuerda que subía desde mis mulos la paso por ambas ingles. Se aseguró que la tensión era la correcta. Ni muy fuerte para que me molestase en exceso, ni muy flojo para que no la notara. Mis huevos y mi polla ya bien dura quedaron fuera de las ataduras a modo de slip, pero sin la parte delantera del mismo. Anudo ambos extremos de la cuerda a mi cintura. Y entonces cogió otra que ato a la anterior y siguió atándome hacia arriba subiendo por mi torso. Me pego las manos al cuerpo de forma que ambas cosas parecían el mismo miembro. Cuando llego a mi cuello termino de enlazar los últimos nudos. Pude verme entonces y la visión era magnifica. Estaba totalmente inmovilizado pero con una maestría y elegancia en los cruces de las cuerdas que formaban formas a mi entender preciosas. Era un gusano de seda pero envuelto en cuerdas. ¿Qué podía hacerme así? Lo único que yo podía mover era la cabeza, nada más. Solo se me ocurrió que quisiera follarme la boca de nuevo. Y si me había puesto así para eso era mejor no pensar lo que me esperaba, y a la vez que lo deseaba. Si antes me había follado la garganta hasta donde jamás había imaginado… ahora podía ser bestial. Pronto iba a salir de dudas.
El: No quiero que gimas. Solo has de concentrarte en tu respiración. Quiero que intentes llevar tu placer a tu respiración. No es fácil pero sé que tú podrás. Y sobre todo. Pase lo que pase NO quiero que te corras. Si lo haces prepárate para el castigo. ¿Está claro?
Yo: Umm! –No podía contestar más que eso a modo de afirmación ya que la mordaza de ahora era más grande que la primera.
Se acercó e inclino hacia mí. Con su mano derecha me agarro la polla fuertemente. Apretaba cada vez más. Parecía que mi rabo iba a estallar por el capullo de tanta presión que me estaba haciendo son su palma. Estuvo así como un minuto y después aflojo. Empezó a pajearme despacio. Deslizaba su mano de arriba debajo de mi polla. La sensación de estar totalmente inmóvil y él haciéndome una paja era muy placentera. Lo estaba disfrutando. – La respiración- dijo. Era verdad, no había empezado a concentrarme en ella. Me deje llevar.
De vez en cuando sus sacudidas de mano eran más fuertes y enérgicas, estaba así un rato y de nuevo bajaba de intensidad. Yo ya empezaba a controlar mi respiración. Y mi placer se reflejaba en cada inhalación, él lo percibía con cada exhalación. Pasados unos diez minutos empecé notar tensión en mis mulos. Mi abdomen empezó a tensarse. De cintura para abajo empecé a temblar. Sin duda estaba a punto de conseguir un orgasmo de la ostia. Note como mi lefa se iba preparando en mis huevos para salir a chorro. Entonces recordé: “No puedes correrte”. Joder. ¿Cómo podría evitarlo? El seguía masturbándome sin parar y ya cada vez más rápido. Lo iba a decepcionar, pero ya no podía controlar. No podía reprimir por más tiempo mi eyaculación, y si no se apartaba estaba seguro que le iba a llenar la cara con ella. Sin duda eso le enfadaría muchísimo. Sabía que me castigaría por no obedecerle y tal vez más por haberle llenado la cara de un chorro de leche a presión.
-¡Respira! –me ordeno contundente. Ya ni me acordaba. Empecé a respirar cada vez más y más intensamente. A curvarme hacia arriba con mi abdomen. A sentir mis muslos pegados uno con otro tensos como dos hierros soldados. Respiraba tan intenso que parecía una madre pariendo. Ya me corría. Estaba en el punto de no retorno. Nada podía frenar ya mi eyaculación. Alce lo que pude la cabeza para ver salir disparada mi leche.
Nuevo error de cálculo por mi parte. Con una agilidad increíble rodeo la base de mi polla con el índice y el pulgar de su mano derecha y con la izquierda me agarro los huevos al unísono. Pego un fuerte y seco tirón de ellos a vez que apretaba aún más fuerte la raíz de mi rabo. Se tensó tanto que casi sentí que se me rompe el frenillo del prepucio. Es como si de repente mi polla hubiese crecido 5 o 6 centímetros más pero estando encerrada en un cepo. Sin poderlo evitar di un sordo gemido – Ummm- No era dolor, tampoco placer. ¿Qué coño era esa sensación? Tiempo después experimente conmigo mismo para poder averiguarlo. Jamás pude conseguir igualarla. Fuera lo que fuera el efecto fue que ya no tenía ganas de correrme. Había tenido una especie de orgasmo seco. Pero mi leche se había retirado hacia mis huevos nuevamente. No había salido ni una gota. Creo que me corrí hacia dentro.
Al poco me soltó los huevos y aflojo sus dedos. Agarro nuevamente mi polla con su mano y empezó a pajearme nuevamente. Igual que antes. Primero suave, luego enérgicamente y lentamente de nuevo. Cada vez que estaba al punto del clímax repetía la operación y nuevamente sentía preñarme a mí mismo. Me tuvo así mucho rato. Creo que alrededor de una hora. Un orgasmo tras otro y aun así ni una gota de esperma. Sin duda mis huevos habían fabricado y acumulado tanto que la corrida sería la más abundante de mi vida.
Cuando se cansó y sin decir ni una sola palabra empezó a desatarme con la misma maestría que me había atado. Lentamente. Siguiendo un protocolo. Cuando ya estuve totalmente de desatado con su palma empezó a recorrer mi cuerpo de arriba abajo. No decía nada. Yo no sabía que hacer ni que decir. Me quede igualmente inmóvil. Estuvo así unos minutos. Y entonces se apartó un poco de mí. En un tono totalmente neutro empezó a hablarme:
– Ahora no quiero que digas nada. He visto que has disfrutado mucho. Me alegra. Me toca disfrutar a mí. – Se llevó la mano a su polla y continuo- Sé que quieres que te meta esto en tu culo, y ahora lo voy a hacer. Te voy a follar a saco espero que lo sepas. Te la voy a clavar una y otra vez. Vas a estar una semana sin poderte sentar sin que te duela. Imagino que durante todo este rato has imaginado como seria cuando te follara. Seguro que no has acertado. No lo has podido imaginar porque nunca te ha follado un amo como Dios manda. Y tú tampoco habías sido tan puta como hoy. – Su voz seguía en un tono neutro, hasta sórdido. No era en plan orden. Era una afirmación continua del que sabe perfectamente que sus palabras son totalmente ciertas. – Ahora vas a sentir que se siente cuando te folla tu macho. Como te folla como una autentica zorra- Joderrr. Me estaba poniendo a mil. Quería que me metiera esa polla ya. – Ahora te vas a poner a 4 patas, vas a abrir tu culo para tu Amo. Y vas a suplicar que te la meta.
No había terminado de hablar que ya me había incorporado para ponerme como me había dicho. No podía esperar más para sentirme empalado por su rabo. Él se puso detrás de mí. Me dio una palmada en el culo y toco con su dedo en mi ano. Aun lo tenía lubricado. Justo después note algo más grande que su dedo apoyarse en la entrada de mi culo. Había llegado el momento. Me la iba a meter y yo iba a disfrutar como una autentica zorra. Empujo poco a poco. Note como entraba, como me abría el esfínter y se iba introduciendo lentamente dentro de mí. Creí que me dolería cuando me metiera su polla tan gorda. No me dolía, sin duda tenía ya el culo muy dilatado de tanto tiempo que llevaba cachondo. Al poco ya se paró. Ya la tenía toda dentro. En ese momento pensé que me habría gustado no estar tan dilatado para poder notar más su polla. Era como una mujer con una gran vagina siendo follada por un micro pene. Yo quería lo contrario. Quería ser una putita novata con el coño estrecho siendo penetrada por un negro de rabo descomunal. No os engaño. Me sentí algo decepcionado. Tal vez había puesto mis expectativas demasiado altas. Pero todo lo acaecido hasta ese momento no era para menos.
Empezó a moverse y entonces note algo raro. Rápidamente me percate de lo que estaba sucediendo. No me estaba follando. Su polla aún no estaba dentro de mi culo. Me estaba metiendo un dildo. Estuvo follándome con él un rato, pero más que meterlo y sacarlo casi todo el rato hacia como círculos con él. Luego entendí porque.
Saco el consolador, acarició mi culo y acto seguido me dio unas cachetadas en ambas nalgas. Me agarro de las caderas y note un golpe que me abría las entrañas. Los carrillos del culo parecían haberse separado por completo. Me había clavado su pollaza de un golpe hasta los huevos. Se me escapo un grito- Ahhh!!!
El: Calla Zorra. Te lo he dicho. Ahora vas a saber lo que es que te folle un macho.
Yo. Si Amo. Follame! Follame!
El: Si puta, te vas a enterar. ¡Toma polla cabrona!
Seguro que ya imagináis que me dolía y mucho. Evidentemente sí. Daba igual. Quería esa polla petándome, llenando cada milímetro de mi culo. Así que me importaba una mierda que me doliera. Seguro que después lo disfrutaría.
A cada embestida me hacía retorcer y pronto el dolor pasó a ser placer. Placer físico si, pero aún más placer mental de saber que él estaba disfrutando conmigo. Metiéndomela a saco. Disfrutando con su polla del culo de su zorra. Y yo lo animaba más y más.
Yo: Siii. Follame Amo! Me encanta tu polla. Métemela bien!
El: ¿Te gusta eh zorra? Con voz entrecortada. –Ya sabía que te iba a gustar.
Yo: Si. Petameee!
El: ¿Quieres que te folle más fuerte eh puta? ¿Quieres más caña eh?
Yo: Si Amo. ¡Viólame!
El: ¡Ahora te vas a enterar cabrón!
Saco su polla de golpe de mi culo. Entre las cosas que había dejado antes a mi lado estaba el bote de Popper. Lo abrió y me lo dio. –Toma Popper perra. Esnífate bien que te vas e enterar.- Así lo hice y rápidamente recupere mi postura a 4 patas. El se esnifo fuertemente también. Mientras yo notaba el subidón de sexo sin control. Jadeaba esperando que me la metiera de nuevo… Zas. Un golpe seco. Y si antes me la había clavado fuertemente ahora ni os lo podéis imaginar. Esa clavada junto al efecto del Popper me pareció lo más. Increíble.
Empezó a follarme fuertemente. Sus pubis chocaba contra mi culo produciendo un inconfundible sonido: Tras Tras Tras. Podía notar como sus huevos chocaban contra mí.
El: ¿Así puta?… ¿Así querías que te follara eh?… ufff que gran zorra eres. Te voy a preñar zorra. Te va a salir la leche por la boca.
Yo: Ummm, si Amo, préñame, por favor préñame. LLename de leche.
El: Claro que te voy a preñar. AGGG!!!
Me agarro del pelo con una mano y tiro de mi cabeza hacia él y con la otra me cogió del hombro. Empezó a follarme más fuerte si cabe. – ¡Asiii puta. Toma polla joderrr. Grita. Grita todo lo que quieras zorra! – No hacía falta que me lo ordenara. Yo estaba gimiendo y gritando como un loco. Estaba recibiendo la mejor follada de mi vida.
De golpe la saco de nuevo. Me agarro de las piernas y en un solo y enérgico giro me dio la vuelta poniéndome boca arriba. Seguidamente levanto mis piernas en forma de V y las puso sobre sus hombros. Me las agarro a la altura de las rodillas. Tenía la cara prácticamente descompuesta. Las gotas de sudor resbalaban por su frente. El pelo húmedo y totalmente despeinado. Al agarrarme sus pectorales se tensaron, sus bíceps se inflaron. Su aspecto era totalmente salvaje. Y ese macho salvaje estaba a punto de meterme su enorme polla de un solo empujón nuevamente. No tardo en hacerlo. – Ahhh!!- Grite. Que gozada joder. Siguió dándome pollazos sin control. Diciéndome guarradas sin parar. Y asegurándome que me iba a preñar. Que delicia sería sentirme inundado de su leche. Los dos ya estábamos completamente empapados de sudor. Todo su cuerpo brillaba con la humedad lo que le hacía mucho sexi y atractivo si cabe. Las gotas le caían sobre mi abdomen, sobre mi polla ya totalmente empapada también. No iba a quedar ni un solo centímetro de mi cuerpo que no quedase pringado de sus secreciones. Y pronto también en mi interior. Cada vez gemina más y más fuerte. Si no me engañaba de nuevo el momento estaba a punto de llegar. Se derramaría dentro de mí. Pero como ya habréis podido suponer, con mi macho nunca había el final previsto. En este caso no dejo de ser así. Me la saco y se separó de mi dejando caer mis piernas.
El: ¡He cambiado de idea! Voy a preñarte la boca. ¡Venga ponte de rodillas!- Eso hice y rápidamente para evitar que se corriera antes de estar yo preparado y perderme el gusto de su leche. – ¡Ahora pajéate venga. Cuanto estés a punto de correrte me lo dices eh puta! ¡Voy a correrme en tu boca y te la vas a tragar! ¿Está claro?
Yo: Si Amo. Me la tragare toda.
El: Bien. Pajéate. Te la voy a soltar en esa boca de puta que tienes pero te la tragaras cuando yo te lo ordene eh. ¡Cuando yo te lo mande!
Yo: Si Amo. Dame tu leche.
El: Claro que te la voy a dar zorra. Y prepárate que soy muy lefero. ¡Te voy a inundar de leche. Te vas a atragantar de tanta que tengo para ti joderrr!
Los dos estábamos pajeándonos a la vez. Su cuerpo cada vez más curvado y tenso. Y yo ya a punto de soltar mis chorros.
Yo: ¡Me corro Amo. Me corrooo!
El: Siii. ¡Abre la boca. Abreee!
Jadeaba como un loco. Su cuerpo temblaba descomunalmente. Yo ya notaba mi esperma saliendo empujado de mis huevos a toda velocidad. Solté el primer chorro que salió lanzado hacia arriba. -¡Ahhhggg!- Grite. Y casi justo al mismo tiempo note su primer disparo en mi cara. Diosss, Solo con el primer lefazo me había llenado la cara prácticamente. Entonces se acercó y puso su capullo en la entrada de mi boca. -¡Abre, abreee!!No tragues aún! Notaba su polla soltándome chorrazos de leche en la boca, y alguno a la garganta. Esos ya tenía que tragarlos pero aun así notaba mi boca cada vez más llena de la lefa de mi macho. Yo ya había sacado todo mi esperma pero seguirá corriéndome de gusto con la sensación de su polla descargando en mi boca ya llena. El seguía gimiendo. Gritando. Fui acumulando toda esa cantidad de leche para tragármela cuando él me lo ordenara y así que pudiera ver y sentir que le había obedecido como debía. Cuando ya era incapaz de contenerla más y empezaba a chorrearme por los labios hacia mi barbilla. Cuando ya era prácticamente inminente su orden de que me la tragara… Nuevamente hizo algo inesperado.
Me agarro del pelo con su mano derecha inclinando irremediablemente mi cabeza hacia atrás. Se agacho a mi altura y se puso a morrearme desesperadamente. Metía y retorcía su lengua en mi boca llena jugando con su propia leche. Evidentemente yo tragaba algo pero aun había mucha. Ufff. Fue una sensación súper morbosa. Yo salvo el primer lefazo, me había corrido sobre mí mismo por lo que tenía un montón de leche en mi abdomen y en la raíz de mi rabo aun súper tieso. Con su mano izquierda recogió toda la leche mía que pudo. Aparto su cara de la mía y me la restregó por la cara. A continuación siguió morreándome con la misa intensidad que antes. Nuestras caras y bocas estaban empapadas de la leche mezclada de ambos. Un leve sabor amargo que en ese momento me parecía un auténtico manjar se adentraba en nuestras papilas gustativas. Me lamía la cara empapada de semen. Fusión perfecta de Amo y su perro compartiendo, restregándonos nuestros flujos como dos niños compartiendo un helado. Estuvimos así minutos. Jamás habría podido esperar de él esa reacción. Pero sin duda y a pesar de todo lo relatado fue la sensación más intensa que pude tener. No por placer en sí. Si no por la complicidad de sus labios contra los míos compartiendo nuestra leche. No puedo decir quien trago más, si él o yo, pero no paro hasta que ya solo quedaba saliva en nuestros rostros y boca.
Su corazón seguía latiendo a mil por hora, y el mío ni os cuento. Se tumbó en la cama y me hizo una señal con la mano para que me pusiera a su lado. Lo hice manteniendo cierta distancia de él. Entonces estiró su mano y me atrajo hacia si. Me pasó la mano por debajo del cuello y puso su mano sobre mi hombro. Mi cara quedo a la altura de su precioso pecho.
El: ¡Joder tío! Que corrida ostia. Que gozada. Ufff. Me falta la respiración.
Yo no conteste pero esboce una sonrisa. Mi Amo había disfrutado y eso me lleno de alegría.
Nos quedamos ahí sin decir nada. Yo no me atrevía a romper ese momento ya que me sentía como un bebe acurrucado en brazos de su madre. De su cuerpo aun sudado emanaba un calor sensual que me hacía tocar el cielo de gozo. Al poco note su respiración más relajada y profunda. Se había dormido. Espere un rato para no despertarlo, y cuando pude pero procurando no perder mi postura a su lado que tan a gusto me hacía sentir, agarre la manta que colgaba y lo medio tape. Yo seguí a su lado sin poder dormirme. No quería perderme ni un segundo de ese momento. Al rato sentí frio. Mire a un lado y a otro buscando algo para poder taparme. Lo único que había eran las mantas que cubrían las otras camas. Me levante procurando que no lo notara, cogí una y me puse de nuevo a su lado extendiéndola sobre los dos. Cuando noto el calor se giró hacia mí, y aun dormido me abrazo en lo que comúnmente se entiende como la postura de cucharilla. Me di la vuelta para poder notar mejor su abrazo en mi espalda. En esa postura y acurrucado a él no tarde en quedarme dormido también.
Lo próximo que recuerdo fue abrir los ojos y ver que entraba luz por la ventana. Era imposible que fuese luz de alguna farola ya que estábamos en pleno campo. Había amanecido. Habíamos dormido toda la noche abrazados sin percatarnos de ello. Me moví y entonces él también se despertó.
El: Ufff. Nos hemos quedado dormidos.
Yo: Si. Eso parece.
El: ¿Qué hora es?
Yo: No sé, Ya es de día.
El: ¿Si?, ni me he enterado.- Sonreí.- ¿Cómo estás?
Yo: Bien Amo.
El: JAJAJA. Ahora no soy tu amo. – Reí yo también.
Yo: Yo que sé. jejeje.
El: Nombre no. Es solo un juego. Pero me divertí mucho de verdad. Fue genial.
Yo: Si. Yo también. Mucho.
El: Me alegro. No es fácil encontrar buenos compañeros para estos juegos. ¿Desayunamos?
Se levantó y yo tras él. – A ver donde coño dejamos la ropa anoche jajaja. Estará abajo en el comedor – dijo. Bajamos y la suya sí pero la mía no. Recordé que tal vez la habíamos dejado en el trastero. Se lo dije. –Ah sí, es verdad. Espera que voy a buscarla. Me la trajo y los dos nos vestimos.
El: ¿Que quieres desayunar?
Yo: Solo un café. Recién levantado no me apetece comer nada.
El: Yo igual. Solo me entra el café.
Fue a prepararlos y al poco vino con ellos. Nos sentamos a la mesa a tomarlos.
El: ¿Quieres un cigarro?
Yo: Si gracias. El mío lo deje anoche en el coche. – Cogió uno, se lo puso en los labios y lo encendió. Me lo dio como había hecho la noche anterior. Me pareció extraño. A fin de cuentas la otra vez yo era su perro, pero realmente éramos dos desconocidos. De cualquier otro me habría molestado y mucho. De él más bien todo lo contrario. Me gusto ese detalle. Era como si siguiera cuidándome.
El: Así pues ¿como lo pasaste?
Yo: Ufff. Genial la verdad. Me encantó.
El: ¿De verdad? A veces te vi sufrir un poco.
Yo: Si, pero ese era el juego. Me gustó mucho creéme. Mucho.
El: Genial. Yo también disfrute mogollón.
Yo: Guay.
El: Si guay. Más será la próxima vez que ya sé por dónde cogerte jajaja. – Yo también solté una carcajada.
Yo: Ah. ¿Así que querrás repetir?
El: ¡Pues claro! Ya te dije que te adoptaba como mi perrito jajaja.
Yo: Por mi encantado. – Joder y tan encantado. Tantas veces como él quisiera.
El: Pues sí. El problema es que mañana me voy.
Yo: ¿Te vas? – tuve una sensación instantánea de tristeza. ¿Cuándo vuelves?
El: Pues no sé. Ya ha terminado la temporada. No tenía pensado volver hasta principios del verano que viene.- Oír eso me dolió en el alma. Intente contestarle sin que notara mi decepción.
Yo: Ah! ¿Pero no eres de aquí?
El: No que va. Vengo a trabajar en verano para pagarme la universidad.
Yo: Creí que vivías aquí. – Esta vez mi tono de voz si denoto mi pena.
El: No no. No es mío esto. Soy el encargado y ya ayer cerramos. Me quedo siempre un par de días para recoger todo, y ya hasta final de mayo no vuelvo. Pero este año tendré que volver antes más de una vez.
Yo: ¿Ah sí?
El: Claro, ahora tengo mi putita aquí – Sonrió pícaramente – Tendré que venir a darle caña
Yo: Jajaja. Claro, eso espero.
Estuvimos hablando un buen rato sobre nosotros y nuestras vidas. Como supongo que no es de interés general no voy a entrar en detalles.
El: Pues me has gustado mucho la verdad. Me gusta follar con un tío normal pero que sepa lo que quiere en el sexo. Normalmente los que he encontrado que les gusta esto o se les nota demasiado, o tienen pluma, o son raros jajaja. Supongo que yo también seré raro. Tú para ser tan Puta eres muy normal Juasss. Eso me pone mucho.
Yo: Gracias. Tú a mí me pones a mil.
El: ¿Si?
Yo: Si
El: ¿Obedecerías cualquier cosa que te mandara?
Yo: Pues supongo que sí. Anoche no me negué a nada no.
El: No… Pero aun puedo ir más lejos.
Yo: Pues cuando quieras
El: ¿Seguro?
Yo: Si. Quiero llegar más lejos.
El: Uf joder me la has puesto dura tío.
Yo: jajaja. Yo ya hace rato que la tengo dura.
El: Joder. No puedo ahora, pero te petaría aquí mismo.
Yo: Y yo me dejaría petar. Me encanto que me metieras tu polla. Por cierto. Tienes un rabo de la ostia.
El: Jajaja. Si ya ya. Eso es otro problema. Pocos lo aguantan. Cuando se la meto le hace daño y he de parar. Eso me jode mogollón. Tú aguantaste de la ostia.
Yo: Me dejaría que me la metieras una y otra vez sin rechistar.
El: Joder cabrón. Calla. Me estas poniendo enfermo y en menos de una hora llegaran los jefes.
Yo: Que pena. Te sacaría la leche para el café jajaja.
El: Uf. Eres la polla tío. Como me pones de cerdo.
Yo: Pues anda que tú a mí. Puedo ser tan puta como quieras.- En el fondo quería provocarlo para que me diera de mamar.
El: ¡Calla tío calla! No me pongas peor.
A mi pesar entendí que no era el momento. Y tal vez era mejor ya que algo rápido haría desmerecer todo lo de la noche anterior. Decidí pues no seguir por ese camino y recordar lo ocurrido hasta poder volver a quedar de nuevo. El problema es que no sabía cuándo podría ser.
El: ¿Qué haces esta noche?
Yo: Pues nada. – Aunque hubiese tenido cosas sumamente importantes que hacer creo que mi respuesta habría sido la misma.
El: Pues quedamos luego.
Yo: Bueno, en principio sí. Si quieres luego hablamos.
El: No. Ahora me has puesto cachondo y soy de nuevo tu amo. Tú eres mi puta y esta noche te quiero a mi servicio otra vez. ¿está claro?
Yo: ¡Si Amo! – ¿Cuando era su perro y cuando no? Era imposible saber con él.
El: Bien. Te voy a dar una orden que quiero que cumplas antes de esta noche. Ve a un sex-shop y compra un cinturón de castidad. Me da igual donde tengas que ir, pero esta noche quiero que lo traigas. Eres mi puta y me perteneces. No quiero que nadie más te de polla. Solo quien yo decida. Procurare ir viniendo a menudo pero mientras me seguirás perteneciendo solo a mí.
Yo: Si Amo. Buscare uno. – Esa idea me resulto muy morbosa en ese momento francamente.
Terminamos el café y nos fumamos otro cigarro. Después me acompaño el acoche y antes de meterme dentro me agarro de la cabeza y me pego un morreo que me dejo sin respiración. Me metió la lengua hasta la garganta. Luego me soltó y me dijo. – Hasta luego mi putita. Luego te hablo-. Me despedí de él sin decir nada. Cuando dí la vuelta con el coche mire por el retrovisor y seguía ahí viendo como me alejaba. Vi su mano levantarse y agitarse diciéndome adiós. Yo saque la mía por la ventanilla e hice lo mismo.
Pase todo el día sin poder concentrarme en mi trabajo. Quería que pasasen pronto las horas para poder estar con el de nuevo. Para obedecerle, para ser usado por él, para poder sufrir sus castigos y disfrutar de su polla. Para poder notar de nuevo el sabor de su leche.
Mientras comía solo pensaba en lo poco que ya quedaba. Entonces recibí un whatsapp suyo. Lo abrí de inmediato. – Recuerda el cinturón puta. Quiero que vengas con el puesto. Prepárate por que esta noche vas a ser aún más zorra-. Supongo que ya os imaginareis que se me puso el rabo tieso de golpe.
Me apresure a terminar de comer para ir a buscar un sex-shop donde comprarlo antes de ir a una reunión que tenía. Después no sabía si tendría tiempo. Cuando ya estaba a punto de salir por la puerta sentí como si una ráfaga de realidad me abofeteara. ¿Pero que coño estás haciendo? Pensé. Vas a ponerte un cinturón de castidad y no sabes cuando vendrá de nuevo. Me hablaba mentalmente a mí mismo. Mi parte sexual decía: Si, hazlo. Pero mi parte lógica decía: ¿Estás loco? No puedes hacerlo. No lo conoces de nada. Me senté en el sofá para poder aclararme y decidir qué hacer. Si acepto no sé qué podrá pasar, ni cuando lo volveré a ver. Pero si no acepto está claro que jamás lo veré de nuevo. No era capaz de poder pensar con claridad y decidir. Estuve así un rato buscando pros y contras. Finalmente encontré la respuesta.
Siempre llevamos encima el chip de la jodida conducta. De lo que está bien o mal sin tener ni la más puta idea de lo que es una cosa ni otra. Pero… mi lado racional gano la partida. Pensé que sí. Que me lo había pasado como nunca antes. Que el chaval no es que me gustara, es que me encantaba. Que su polla me volvía loco y que cuando me follaba con ella aún más. Pero también pensé que si eso tendría más futuro que un encuentro de vez en cuando hasta que se cansara de mí. Sin duda podía tener a sus pies a quien el quisiera.
Ahora tenía el problema de como decirle que no iría a comprarlo. Sin duda el me ordenaría que lo comprara y punto. Si le decía que me había salido un imprevisto le daría igual e igualmente me mandaría que fuera. Solo había una solución. La única que realmente nunca habría deseado.
Cogí mi teléfono y restringí las llamadas de su número. A continuación lo bloquee. Y después borre su contacto. Sin duda se daría cuenta al intentas mandarme un mensaje. Me dolía que pensara que no había disfrutado con él. Pero realmente no encontré otra solución. Pase toda la tarde arrepintiéndome de lo que había hecho. Pero ya no podía retroceder. No tenía su número. Solo podía ir sin más y no era una buena idea. Al final acepte la situación. Había rechazado ser el perro de aquel magnifico amo.
Me arrepentí cada día que pasó. Durante mucho tiempo me lo imaginé en todas y cada una de mis pajas. Lo busque en otros hombres que ni por casualidad le llegaban a la suela del zapato. Activos que ni siquiera ese rol les definía. Amos que no tenían ni puta idea de lo que esa palabra implicaba. Muchos contactos que solo conseguían aumentar mi frustración. Incluso llegue a resignarme a no poder disfrutar más del sexo. Ni siquiera llegue a saber su nombre. No sabía de donde era. Puse anuncios en casi todas las provincias con la esperanza de que lo viera pero sin éxito alguno. El verano siguiente fui varias veces y pasé horas en el parking esperando poder verle. Y así al próximo. Nada dio resultado. Mi Amo ya no existía. Jamás volvería a verlo. Nunca podría servirle y disfrutarle.
Hoy hace justo 4 años de aquella increíble noche. Ya me había resignado totalmente y aceptado que nunca más sabría de él. Ya habría adoptado otro perro y se habría olvidado de mí. Yo no pude apartarlo de mi mente ni un solo día desde aquella noche.
Mire el reloj. Las 7 de la tarde. Pensé en llamar a Pedro para ir a cenar. Por cierto, nunca le explique mi experiencia. Cogí el teléfono para llamarle. Puse la “P” para buscar en contactos. El primer nombre que salió fue P1… dude. Tras unos segundos pulse sobre su contacto y marque su número. Sonó 4 veces y lo cogió.
Yo: Hola.
P1: Hola buenas.
Yo: Oye. ¡Quedamos esta noche!
P1: Bien. – bajó la voz- No estoy solo. No puedo hablar.
Yo: Ok. Pues a las 9 en casa.
P1: Vale. ¿Cómo siempre?
Yo: Si.
P1: Vale. Pues nos vemos luego.
Yo: ok. Hasta luego pues.
P1. Vale.
Me tome una cerveza y me relaje un poco. Era inevitable ese día recordar lo que hacía 4 años había sentido. A las 8 me fui a duchar. Fui a la habitación y saque una caja. Dentro tenía mis botas militares, el pantalón de aquella maravillosa noche y la camiseta. Tranquilamente me los puse y espere.
A las 9 en punto sonó el timbre. Abrí la puerta para dejarlo pasar. Fuimos al salón y solo llegar empezó a desnudarse. Yo ya empezaba a empalmarme viéndolo quitarse la ropa. Era rubio, piel blanca y suave como de melocotón. Su aspecto era más bien aniñado aunque hacía tiempo que había dejado de serlo. Sin duda no aparentaba su edad. Cuando termino fue al centro del salón. Sin decir palabra se puso de rodillas. Yo me acerque a él y me quede mirándolo. El levanto la cabeza y me miró fijamente a los ojos.
P1: ¡Aquí me tiene mi Amo! Estoy dispuesto a lo que usted me mande.
Yo: Bien puta. Esta noche no estoy de humor. Así que ya sabes no.
P1: Si Amo. Sé que ha de castigarme.
Yo: Sí. Lo siento pero he de castigarte. ¡Ya sabes lo que tienes que hacer pedazo de zorra!
P1: ¡Si mi Amo!
Se levantó y fue a la habitación. Evidentemente ya conocía la casa y también donde yo tenía guardadas ciertas cosas. Cuando yo entre ya estaba a 4 patas y con su boca sujetaba una fusta para caballo. Se la quite de la boca y me puse detrás suyo…
“Por más evidente que algo te parezca, jamás será una certeza”