Era una tarde algo extraña. Mi estado de ánimo hacía días que no era el más adecuado y además estaba algo cansado. Decidí irme a casa antes de lo habitual.
Al llegar a casa lo primero que hice fue desnudarme completamente. Cogí una cerveza, puse música y me senté a fumar un cigarro. Cuando lo termine entre a ducharme. Fue agradable y relajante notar el agua caliente corriendo por mi cuerpo.
La ducha me hizo sentir mucho mejor y menos cansado, así que pensé llamar a un amigo para ir a cenar, pero antes abrí el ordenador para revisar el correo. Una vez leído el correo profesional se me ocurrió mirar el privado. Hacía más de un mes que no lo abría.
Lo de siempre, publicidad, spam, etc. Justo antes de cerrarlo me fije en uno que ponía como asunto, “Soy lo que buscas”… me llamo la atención así que lo abrí. Ya ni lo recordaba, pero había puesto un anuncio hacía tiempo en una página de contactos. El titulo era bastante sugerente: BUSCO MACHO DOMINANTE.
Siempre me había dado morbo el juego de ser sumiso, pero nunca había dado el paso. Así que puse el ese anuncio pero sinceramente, sin mucho interés ni esperanza. Imagino que ese día estaría muy cachondo.
Un chico me había respondido lo siguiente, “Soy un chico de 24 años, delgado, 178, 70 kg pollón. Soy amo y busco sumisos que estén dispuestos a obedecerme. 658 02…”
Mi primer impulso fue borrarlo, el chaval tenía 24 años y yo 45 así que no valía la pena. Dude. Entonces leí el anuncio que yo había puesto. En el pedía tíos dominantes con imaginación, y a continuación puse mi descripción. Por tanto si el chico lo había leído entero ya sabía que yo era bastante mayor que él. Decidí añadirlo a los contactos para poder ver su foto de perfil. Como no me había dejado su nombre le puse Amo. Abrí su perfil y mi decepción fue encontrar una foto de una puesta de sol entre montañas. Sinceramente no me lo esperaba. Tal vez mi deseo habría sido encontrar la foto de un tío con una chupa de cuero y cara de malote. Evidentemente nada más lejos de mi deseo. Así que cerré el whatsapp. Me encendí otro cigarro mientras me terminaba la cerveza, pero la verdad que el solo hecho que de leer su contestación me había puesto cachondo. Pensé, ¿Por qué no? No tengo nada que perder por decirle algo. Así que le mande un mensaje.
Yo: Hola
Al poco el contesto:
El: Hola. ¿Quién eres?
Joder, en eso momento me quedé en blanco. No sabía que contestarle. ¿Y si me había dado un teléfono falso? Por un momento pensé en bloquearlo y olvidarme del tema. Pero aún estaba más caliente por lo que decidí seguir hablándole pero sin saber realmente que contestarle.
Yo: Pues la verdad que no nos conocemos. Contestaste a un anuncio mío.
El: Pues no sé, ¿De qué era el anuncio?
Yo: pues a ver, era de sexo, ponía que buscara un activo dominante.
El: Ah ok. Vale. Eres sumiso entonces!
No sabía que contestarle. Nunca había tenido una experiencia sexual de sumiso. Por un lado me dio miedo decirle que si, Y por otro su afirmación aun me había dado más ganas de probarlo. Lo había dicho con total seguridad y sin rodeos. Decidí seguir el juego.
Yo: Si
El: Bien. ¿Tienes experiencia?
Yo: Bueno, algo pero no mucho. Quiero ser sumiso, pero tampoco he encontrado con quien serlo
El: ok, ¿pero tienes experiencia o no?
Yo: la verdad que no, pero tengo ganas de probar.
El: Bien, pero conmigo no hay pruebas. O estas dispuesto a ser mi pero y obedecerme o no.
Yo: Ok. Si estoy dispuesto.
El: Bien. Ten claro que si estás dispuesto has de aceptar mis reglas. Obedecer sin rechistar. Servirme.
Yo: Acepto.
El: Perfecto, entonces a partir de ahora te diriges a mi como Señor o Amo. ¿Está claro?
Yo: Si Amo.
El: Veo que lo has entendido a la primera. Así me gusta. Quiero que seas todo lo puta que yo te ordene. No quiero negativas.
Yo: Así será Amo – Cada vez me ponía mucho más cachondo. Estaba diciéndole a un tío que ni siquiera sabía cómo es que estoy dispuesto a hacer lo que él me mande. Me excita esa idea. Si bien no tengo ni idea de sus gustos.
El: ¿Tienes unas botas?
Yo: ¿Botas?… Pues no suelo usar. Creo que tengo unas militares en algún lado.
El: ¿Militares? ¿Cómo es que tienes unas botas militares?
Yo: Pues la verdad, un día las compre porque me dio morbo, pero no las he usado.
El: Bien. Búscalas!
Yo: Vale. Ya las buscare.
El: No me has entendido perro. He dicho que las busques. ¡Y eso es que las busques ya. Ahora!
Ufff. Esa orden me dio un subidón increíble. A pesar de que no me gusta el sexo ciber me estaba excitando cada vez más. Ese chico me estaba dando la primera orden y en mi mente sabía que para seguir debía obedecerle. Podría haber optado por contestarle al rato y decirle que ya las había encontrado sin ser cierto. Pero de alguna forma eso no sería aceptar el juego.
Pensé donde las podría haber guardado. Hacía más de tres años que las había comprado y solo me las puse el día que las compre para ver cómo me quedaban. Creí recordar haberlas puesto arriba del armario de la habitación de invitados. Cogí una escalera que tenía y empecé a buscarlas. No tarde mucho en localizarlas. Efectivamente estaban donde había pensado. Rápidamente cogí de nuevo el móvil para decirle que ya las tenía – Ya las he encontrado- Le dije.
Espere pero no se conectaba. Abría y cerraba el móvil a cada momento esperando su respuesta. Tal vez otra orden. El seguía sin dar señales. Cada vez me ponía más nervioso. Llegue a pensar que me ya no me contestaría más y ahí habría terminado mi primera experiencia como sumiso. Cuando ya habían pasado más de 10 minutos pensé que esperar un poco más y si no masturbarme. Esperaría 5 minutos más y si no lo haría. Seguía con el móvil en la mano mirando cómo se consumía ese tiempo de cortesía que le había dado. En el fondo ya casi tenía claro que no me contestaría ese día. Eso me dio bajón. Me había puesto muy caliente y cachondo y de golpe todo se me bajo. Casi ni me apetecía hacerme la paja. Me encendí otro cigarro y decidí llamar a mi amigo Pedro para quedar con él para cenar. Marque su número. Sonaba pero no lo cogió. –Joder– Pensé. Se me ha ido todo a la mierda.
Justo cuando iba a bloquear el teléfono vi el símbolo que indica que has recibido un whatsapp. Rápido lo abrí para leer la respuesta de mi Amo. Gran decepción. No era él. Era mi amigo Pedro. – Estoy ocupado. Luego te llamo-. Me sentí frustrado. De nuevo aún más bajón. Justo en ese momento sonó otro aviso: Amo.
El: Perfecto. ¿Qué vas a hacer ahora?
Yo: Pues iba a ir a cenar con un amigo.
El: No. Vas a venir a darme placer. Y quiero que vengas Ya. ¿Lo tienes claro no?- No había duda que no iba a admitir una negativa. Si me le decía que no podía sabía que nunca más tendría noticias de él.
Yo: Si Amo. ¿Dónde tengo que ir? – Me sorprendí a mi mismo con esa respuesta. Sin siquiera pensarlo había aceptado su orden. No me cuestione en ningún momento si estaba bien o mal. Si era lógico o no. Si debía quedar o no. El Amo me había dado una orden y debía obedecer.
El: Ahora te mandare la ubicación. Es una casa en el campo así que igual te cuesta encontrarla. Si no la encuentras me llamas. Ponte un bóxer o slip ajustado, algo cómodo como un chándal o algo así y las botas.
Yo: Vale
El: Te quiero bien limpio. Una vez aquí no hay marcha atrás. Quiero que me obedezcas sin rechistar. ¿Supongo que lo tienes claro?
Yo: Si Amo.
El: Vale. Ahora te mando la ubicación. No quiero saber nada más de ti hasta que estés a 5 minutos.
Yo: Si Amo. Me cambio y voy.
Ni siquiera me contesto. Se limitó a mandarme la ubicación y listo.
Me apresuré a buscar algo parecido a un chándal ya que no tenía por costumbre usar ese tipo de prendas. Recordé tener un pantalón similar en algún armario. Busque en el que tenía ropa que no solía usar y lo encontré. Me puse un slip negro bien ajustado. Hasta el momento de ponérmelo ni me había percatado de que estaba totalmente empalmado. Tenía la polla tan dura que apenas me cabía en el slip. Tuve que ajustármela para que no se saliera por la entrepierna. Me puse el pantalón. Una camiseta negra ajustada que me hacía realzar el pectoral y las botas. Estaba tan nervioso y excitado que casi sentía que me iba a correr por el camino.
Baje corriendo a buscar el coche. Abrí la ubicación. Me indicaba que estaba a 30 minutos del destino. Ni siquiera me había plateado la distancia. Estaba dispuesto a ir donde estuviese. Había aceptado estar a su servicio y así iba a ser.
Durante el camino me vinieron a la mente cientos de dudas. Cientos de preguntas que debería haberle hecho. ¿Dónde estaba? ¿Qué cosas le gustaban? ¿Qué quería hacer? Etc. Tampoco me había dado opción. NI tampoco me había preguntado nada a mí. Sus respuestas eran determinantes y contundentes.
Llegue a un pueblo bastante apartado. Siguiendo el Gps lo atravesé y salí de él. Al salir solo había campo. Y al poco me indico que estaba a 5 minutos de mi destino. Así que tal como me había indicado le mande un mensaje para advertirle de mi llegada. Las dos rayitas lo había visto, pero ni siquiera me contesto.
Me entro miedo, más dudas, me cuestione si estaría haciendo bien. Pero nada de eso conseguía quitarme ni un ápice de excitación. Más bien todo lo contrario. La polla casi me dolía de lo dura que la tenía ya desde hacía ya un buen rato.
Efectivamente al poco llegue a la ubicación indicada. Salí de la carretera asfaltada y a unos 100 m llegue a un parking oscuro con moreras. Era una casa grande. Apenas se veía ya que había oscurecido hacía rato y en el exterior no había luz alguna. Aparque y mentalmente autoafirme que quería estar ahí. Que hacía tiempo deseaba tener una experiencia como sumiso. Había llegado el momento. Estaba dispuesto a obedecer a mi Amo. Así que baje del coche y justo en ese momento vi encenderse una linterna que se dirigía hacia mí. Creí que el corazón se me iba a salir del pecho ya que apenas podía distinguir una sombra oscura detrás de esa luz. Cada vez estaba más cerca. El corazón me palpitaba como nunca. Justo cuando ya estaba encima de mí como a un par de metros de mí, me alumbro a la cara con lo que aun podía ver menos su silueta. Me estaba encandilando con la luz. Estuvo así alumbrándome como 20 o 30 segundos. Entonces fue cuando por primera vez oí su voz. Era grave. Más de lo que podía esperar o imaginar de un chico de 24 años.
El: Veo que has obedecido. Me gusta, vas a ser un buen perro. A partir de ahora yo soy quien manda. Tú estás para obedecerme y callar. ¡DESNÚDATE!
Estábamos en pleno campo. Tampoco sabía si dentro de la casa había más gente o no. No me lo cuestione. Empecé a quitarme la ropa. Afortunadamente el pantalón era ancho por lo que no tuve que quitarme las botas pasa sacármelo. Cosa que agradecí ya que el parking era de gravilla. Cuando me había sacado la ropa la deje sobre el capó del coche y me incorpore sin decir nada. Vi que dio dos pasos y se acercó más a mí pero sin dejar de alumbrarme a la cara.
Apenas me percaté de que levantaba su mano hasta que note una bofetada en la cara que me hizo girar la cabeza. –¡Joder! ¿Qué coño hago aquí? Pensé. Pero tampoco tuve tiempo a pensar más.
El: Te he dicho que te desnudes zorra. Y si te mando que te desnudes es que te desnudes. ¿Qué coño haces con los slips y las botas puestas? ¡Quítatelos YA!. – Me escocia la cara. No me atreví ni siquiera a decir nada. Me limite a obedecer. Cuando ya no tenía nada en mi cuerpo me sentí vulnerable. Frágil. Inseguro. Y aun así mi polla seguía dura como una roca.
Yo: Perdón Amo.
El: Bien. Ahora sé que si vas a ser una buena zorra. No quiero que abras la puta boca a no ser que será para responderme cuando yo te pregunte. Espero que lo tengas bien clarito.
Yo: Si mi Amo. – Por primera vez le había llamado “mi” Amo. Eso me hizo sentir que le pertenecía completamente. Es difícil describir esa sensación.
Se acercó a mí y alumbro con la linterna a mi polla. – Veo que la tienes bien tiesa eh puta. Así me gusta. Ahora me perteneces. No eres más que un puto perro a mi servicio- Al apartar la luz de mi cara pude ver mejor su silueta. Tenía media melena, delgado pero se notaba fibrado y esbelto. Se inclinó y note como me agarraba de los huevos. No me atreví a bajar la cabeza para mirar. Note como me ponía algo anillado a mis testículos. Apretó y note como casi me los estrangula. Me dolía pero podía soportarlo y me en cierta forma me gustaba esa sensación. Cuando los tuvo anillados me dio una palmada en los huevos y escuche cierto sonido metálico. Me dolió. Parecía como si colgaran dos argollas a los lados. Después agarro fuerte mi polla y me la ato con algo que no podría describir ya que como decía no me atrevía a bajar la mirada. Cuando me tuvo la polla bien amarrada con lo que quiera que fuera pego un tirón de ella. Me retorcí y me incline de dolor. Se me escapo un grito. Ahhh!
El: Calla zorra! Coge tu ropa.- me ordeno en voz alta. Cogí las botas para ponérmelas y el de un manotazo me las quito de las manos. – He dicho que cojas tu ropa, no tus botas-
Las cogió y no sé como, pero supongo que paso los cordones por las anillas que colgaban de mis huevos. Me las colgó. Pesaban, por lo que me estarán el escroto. Cuando me las había atado las dos cogió la cuerda que colgaba de mi polla atada y empezó a tirar de ella para que lo siguiera. Empecé a ser arrastrado caminando descalzo mientras la gravilla se me clavaba en los pies. Tenía frio ya que a pesar de que era final de septiembre por la noche se notaba el frescor y más teniendo en cuenta que estábamos casi en la montaña. Nada de eso importaba. Estaba a su total disposición. Nadie me había obligado, ahora tenía que aceptar las consecuencias.
Al llegar a la casa me di cuenta de que había un cartel que ponía Albergue. No era una casa particular. Me pregunte si dentro habría gente. Yo iba desnudo, arrastrado de mi polla y con unas botas atadas a los huevos. No era pues una carta de presentación al uso. Pero, también me dio igual. En el fondo hasta me daba más morbo si al entrar había alguien.
Cuando entramos pude verlo claramente de espaldas a mí. Era esbelto, hombros achos, pelo ondulado hasta el hombro. La verdad es que por detrás tenia pinta de tener muy buen cuerpo. Más tarde pude comprobar que efectivamente así era. Atravesamos el vestíbulo y pasamos por una pequeña puerta que daba a unas escaleras estrechas. Bajamos. Cuando llegamos abajo me dio un tirón fuerte con la cuerda que tenía atada a mi polla y me dijo: – ponte de rodillas – Evidentemente obedecí al instante. Era una especie de trastero con muchos artilugios, herramientas, muebles viejos, y gran cantidad de cosas varias colgadas de las paredes. Me ordenó separar más las piernas mientras me mantenía de rodillas delante de él. Justo en ese momento se dio la vuelta y por fin pude verlo de frente. ¡Diossss!. Era guapísimo. Unos rasgos masculinos. Barbita de unos días. A pesar de que su pantalón no era ajustado pude ver el bulto de su entrepierna. Se me fue la mirada sin poder evitarlo. El se percató rápidamente.
El: ¿Veo que quieres mi polla eh puta? Jejeje. Tranquilo que igual la vas tener. Pero te la has de ganar. Escúchame bien porque solo te lo voy a decir una vez. Eres mi puta y puedo hacer contigo lo que me dé la gana. Si quieres mi polla te la vas a tener que ganar. Y si no lo haces te voy a castigar. Habla solo cuando yo te lo diga. Obedece y disfrutaras. No obedezcas y te arrepentirás de haber venido. ¿Está claro?
Yo: Si
El: ¿si qué?
Yo: Si mi Amo
El: Así me gusta. Cada vez que te dirijas a mi es en ese tono. Mi Amo o Señor. Ahora quiero que me cuentes que esperas de mí. Y quiero la verdad. Sin tapujos
Yo: Quiero ser su puta mi Amo. Quiero obedecerle y darle placer.
El: Ufff, creo que me lo voy a pasar muyyy bien. Tienes dos minutos para elegir cosas que te den morbo de todo lo que hay aquí.
Mire a mi alrededor algo desconcertado. Era un tratero lleno de cosas. ¿Qué podía haber que me diera morbo? Eran todos utensilios de trabajo y trastos viejos. Pude ver en una de las pareces varias cuerdas colgadas. Solo se me ocurrió eso. Así que le señale una de las cuerdas. – ¿Solo eso? – dijo. – Me decepcionas. Esperaba que tuvieras más imaginación- Tengo que castigarte.
Sin decir nada más cogió dos cuerdas. Una gruesa y otra fina, pero ninguna era la que yo había señalado. Me ordeno que me pusiera de pie y mantuviera las piernas separadas. Soltó las botas de mis testículos. Se llevó la mano al bolsillo y saco una especie de esposas. Las puso en mis tobillos. Paso la cuerda fina por las anillas que colgaban del arnés que me había puesto en el escroto. – ¡Agáchate!- me ordeno. Ato la cuerda fina a las argollas de las esposas de mis tobillos. Yo no entendía nada. Pero no tarde en comprender el sentido de eso. Cuando termino me ordeno ponerme a 4 patas y se aseguró de tensar aún más la cuerda. Después saco de algún lado un collar de perro y me lo puso en el cuello. Enganchó una correa a él. – Ahora toca pasear al perrito- dijo. – Quiero que me sigas a 4 patas- Empezó a tirar de la correa y tuve que seguirlo. Rápidamente entendí porque me había atado los huevos a los tobillos. Al andar a 4 patas, mientras las piernas estaban en flexión no había problema, pero evidentemente al andar mientras una estaba flexionada la otra quedaba atrás. Entonces notabas un fuerte tirón de los testículos. Había que procurar andar a pasos cortos para evitar que el tirón fuera fuerte, pero al parecer eso él ya lo sabía por lo que empezó a tirar de mí andando rápidamente. Aun peor fue cuando tuve que subir dos pisos de escaleras a 4 patas como un puto perro. Los tirones parecía que me iban a arrancar los huevos de cuajo. Dolía sí, pero a la vez me gustaba esa sensación.
Al final llegamos al segundo piso, andamos por el pasillo hasta llegar a un comedor con unas 10 mesas de madera. Me llevo a una de ellas y me hizo poner sobre ella boca abajo. Entendí que no era el primero que ponía en esa mesa. Se podría decir que ya la tenía preparada para el uso darle el uso que vendría después. No lo podía ver pero entendí que en cada una de las patas tenia preparadas unas argollas para poder atar de pies y manos a sus esclavos. Todo estaba previsto. Así que no tardo en tenerme atado y prácticamente inmóvil sobre la mesa. En enfrente había otra como una maleta. Saco de ella un antifaz y me lo coloco de forma que ya no pude ver nada más. A continuación me sujeto una mordaza en la boca. Cada vez estaba más indefenso. Ahora podría hacer conmigo lo que le diera la gana y yo sería incapaz de resistirme. No podría defenderme. Nadie me iba a escuchar. Estaba a su total disposición. De nuevo una gran sensación de miedo, dudas, adrenalina, pero como no… Una excitación que sin duda iba en aumento a límites que antes jamás había experimentado. No podía ver nada, solo escucharlo moverse y remover cosas en la maleta. Note que me cogía de nuevo los huevos y escuche como un clip metálico. Sin apenas tener tiempo para pensar que estaría haciendo note un fuerte estirón de ellos. Sin duda había colgado algo de peso y lo había soltado de golpe. Jamás antes me habían torturado los testículos. Creí tenerlos estirados y separados de mi abdomen como 15 cm. No tengo ni idea la verdad, pero lo que me había puesto debía pesar mucho ya que la tensión era máxima. A pesar de todo la sensación me gustaba cada vez más.
Luego se colocó delante de mí a la altura de mi mano derecha. Me la cogió y la poso sobre el bulto de su pantalón. Joderrr, Notaba una polla enorme, gruesa, potente. Desee poder verla, olerla, lamerla, pero para mi desgracia solo podía palparla y por fuera de su pantalón. – Esta es la polla que tanto deseas zorra, pero ya te he dicho que te la vas a tener que ganar. Si eres buena puta la vas a disfrutar un buen rato. Pero ahora como te he dicho he de castigarte. No grites o será peor-. Se puso de nuevo detrás de mí, y de inmediato note como un latigazo en mi culo desnudo. De no ser por la mordaza el grito que peque se habría escuchado a cientos de metros. Me retorcí de dolor. Mucho dolor. – Te he dicho que no grites. Si no te relajas será peor- Y al tiempo me soltó otro latigazo. Volví a intentar gritar pero mi grito era ahogado por la bola que tenía en mi boca. Comenzó a caerme un chorro de saliva ya que era imposible cerrar los labios. Siguió azotándome fuerte. Supongo que después de varios latigazos tendría el culo al rojo vivo. Cuando llevaba unos cuantos comprendí que no estaba usando un látigo si no una fusta para caballos. Con ella el golpe era más certero justo donde él quería darlo. Cuando se cansó de azotarme, y no puedo decir cuánto tiempo fue pero se me hizo eterno, me dijo – bien perro, ahora si estás preparado para servirme y empezar a darme placer- Apenas había terminado de decirlo note un fustazo en mis huevos ya estirados al máximo. Si creí que los azotes en el culo dolían no puedo describir el dolor que te den con una fusta en los testículos y más cuando ya estaban doloridos.
No miento si digo que ya deseaba poder marcharme. Salir de allí. No era eso lo que yo había estado buscando. Quería ser sumiso sexual y hasta ahora solo había recibido castigo y dolor. Pero nada de lo que yo me había imaginado en mis fantasías al masturbarme. Siempre me lo había imaginado como que un buen macho me hacía chupar su polla, me follaba como quería, etc. De no ser por que seguía teniendo la polla atada hasta la sangre se me habría retirado y habría perdido la erección por completo. Toda la excitación que antes había tenido de golpe había desaparecido. El problema era como poder salir de allí, como decirle que no quería seguir. Que me había equivocado. ¿Valdría de algo o solo empeoraría las cosas? Sin duda había prejuzgado a ese chico por tener tan solo 24 años. Era un auténtico Amo y lo sentía por cada poro de su piel. Emanaba de su respiración con cada orden que me daba. Ese era su papel y yo un juguete roto a su disposición. Solo en ese momento note que por mis mejillas resbalaban algunas lágrimas. Había estado llorando y ni siquiera me había percatado de ello.
Aunque ya había parado no podía dejar de tener el cuerpo en tensión y los músculos encogidos tal vez esperando una nueva racha de fustazos. Entones el dejo la fusta sobre la mesa a mi lado. Paso su mano por mi culo y lo acaricio suavemente. Como si fuera el culo de un bebe. Me lo acariciaba muy despacio, recorriendo cada centímetro de mis nalgas. Parecía increíble creer que alguien que hasta hace tan solo unos segundos me estaba azotando ahora me estuviera dando esa muestra de ternura. La verdad que me desconcertó realmente.
El: Bien bien mi zorrita. ¡Me gustas! Tienes un cuerpo bonito y un culo ideal. Creo que te voy adoptar como mi perro preferido. – hizo una pausa sin dejar de acariciarme el culo-. ¿Sabes?, me gustan los tíos maduros como tú. Sois más serviciales y obedientes. Eso me encanta. Tenéis claro lo que queréis. Te confieso que hasta ahora nadie había aguantado como tu mi castigo. Eso me pone muy muy cerdo porque demuestra que estás dispuesto a servirme como debes. Ahora tienes claro quién manda. Y lo más importante. Tienes claro de como puedo llegar a castigarte si no haces lo que te ordeno. Así que… –respiro profundamente en una nueva pausa- ¡Ya podemos empezar a jugar!