Anny, jugadora de tenis en su universidad; disfruta de su vida entre el deporte y sus estudios. Dayanna, emprendedora; aunque su fuerte no fue el estudio, dedicó su vida a ser influenciadora con productos de belleza. Se conocen desde hace mucho tiempo; empezaron a compartir sus vidas desde la primaria, son mejores amigas y conocen hasta sus más íntimos secretos. Y obvio, el tema de los chicos no puede ser la excepción.
Hace ya algún tiempo que Anny empezó a recibir mensajes halagadores en sus redes sociales, pero uno ha llamado particularmente su atención.
“Hola. Te he visto jugando. Eres una gran deportista. Te admiro mucho.”. Era el mensaje con el que inicio el contacto con aquel joven, que según en su perfil decía tener 26 años. Así fue que decidió continuar con la conversación. Peter era su nombre.
A: “Hola Peter, supongo que eres de la universidad pues es el único sitio donde juego. Ah, y algunas veces asisto a un club con mi madre, pero solo vamos mujeres, no creo que asistas allí”.
Pasaron solo unos minutos y ya estaba la notificación de un nuevo mensaje:
P: “Jajaja… No. Por supuesto que en la U. Estoy estudiando uno de los diplomados”.
Anny respondió al cabo de un rato, a pesar de su curiosidad no quería parecer intensa:
A: “mmm interesante. ¿Y practicas algún deporte allí?”
Anny, recostada ya en su habitación, no pudo continuar leyendo su libro favorito porque volcó su atención en esperar la respuesta de aquel chico, por ahora misterioso. Su único desahogo era contarle a Dayanna la situación.
A: “¿Amiga, tú conoces a un tal Peter? Estudia en mi universidad, pero nunca lo he visto. Te envío su link para que lo revises”.
D: “Ok sweetie, ya mismo lo reviso.”
Dayanna lo revisó en aquella red social pero no lo reconoció. En su perfil no había mayor información y solo estaba su foto. Puso su nombre en el buscador, pero fueron muy pocos resultados que se asemejaran a la poca descripción que allí había.
D: “No sé amiga, es mejor que tengas cuidado. No tiene mucha información y nunca lo he visto en nuestro en nuestro pueblo. ¿Más bien cuéntame del juego de hoy, como estuvo?”.
Así hablaron un par de horas hasta que se despidieron.
En la mañana, Anny al despertar observó que había una notificación, el mensaje que tanto esperaba:
P: “Sé que no me has visto, pero sé lo hermosa que eres. Sé que no me conoces y yo tampoco mucho de ti, pero tus ojos me dicen mucho. Sé que los milagros existen porque tu existes, porque te veo y no existe nada más”.
Anny quedó un poco perpleja, aunque muy en el fondo, emocionada. Prefirió dejar así y continuar con el resto de su rutina. Ese día tuvo clases en la mañana, asistió a prácticas de tenis en la tarde y en la noche salieron con Dayanna a un centro comercial. Allí Anny le contó del mensaje y le confesó que estuvo todo el día pendiente para ver si recibía otro.
D: “Anny, pues pienso que ya ha pasado un tiempo prudente, escríbele pues, a tu poeta”.
Y así fue, Anny inmediatamente le respondió:
A: “¿Se le acabaron las palabras, poeta?”
“Muy bien. Ahora a esperar.” exclamó Dayanna.
No pasaron 2 minutos cuando ya arribaba la respuesta:
“Esperaba tu reacción, aunque todo el día estuve con mi teléfono a mi lado esperando una notificación de un mensaje tuyo.”
D: “Anny, recuerda, ten cuidado, tienes muy poca información de él”.
Anny y Dayanna regresaron a sus casas. Anny no podía dejar de pensar en ese misterioso contacto. Tenía demasiada curiosidad. Así fue que continuó enviando mensajes por aquella app. Peter también le respondía con bastante interés. Así se escribieron durante toda la noche. Se conocieron más, hablaron de sus gustos, de sus viajes, de sus amigos, situaciones que hizo que Anny sintiera confianza en su misterioso amigo.
La siguiente noche, muy tarde continuaron su conversación, pero el último mensaje de Peter inquietó a Anny:
P: “Sabes, me he imaginado contigo, tomados de la mano, besándonos en la orilla del rio. Me he imaginado oliendo tu cabello, sintiendo tu calor, seguramente probando tus besos”.
Anny quedó muy sorprendida, pero su instinto hizo seguirle el juego.
A: “Gracias por todo lo que me dices, ¿pero por qué imaginas todo eso si no nos conocemos en persona?”
P: “No tengo necesidad de verte en persona, me encantas y me has gustado secretamente desde que te vi en uno de los salones de la universidad”.
A: “Y por qué secretamente? ¿Me gustaría verte?”
P: “Yo también quiero verte, seguro que va a ser muy pronto. Por ahora te imagino caminando a mi lado, tomados de la mano, besando tus labios, acariciándote. Tú y yo solos, frente a la nada”
Anny estaba un poco perpleja, aunque tenía muchas ganas de dejarse llevar por estos mensajes…
A: “Bueno, y qué más te imaginas” …
P: “Imagino recostado junto a ti, a la orilla de aquel rio y bajo el clima agradable de nuestro pueblo. Imagino besarte apasionadamente, imagino sentir tus labios húmedos en mi boca, imagino sentir mi mano por dentro de tu blusa…”
Anny, ya con algo de experiencia en el amor, muerde sus labios siguiendo en su mente esos mensajes…
P: “Imagino acariciar tu piel, rozar tu sostén, acariciar tus senos mientras te beso y mi mente empieza a volar de placer. Imagino quitarte aquella blusa que te cubre, imagino arrancarte el resto de prendas que cubren tus senos. Imagino besar tu cuello, imagino recorrerte con mi boca hasta llegar a tus pezones, imagino chuparlos, imagino lo deliciosos que están”.
Anny no puede evitar imaginarse la situación y recorre con sus manos su cuerpo tal cual lo describe Peter mientras continúa leyendo.
P: “Imagino también que tus manos recorren mi cuerpo, imagino que el deseo se apodera de ti y hace que me pidas más, imagino quitarte tu jean, besar tus piernas, imagino recorrer con mi boca tu entrepierna, imagino tu aroma, imagino la suavidad de tu piel en mi cara, imagino quitándote el panty”.
Anny, excitada, recorre igualmente todo su cuerpo, su respiración está bastante agitada por todo lo que ha leído, cierra sus ojos y se imagina las manos de Peter disfrutando tal cual como él lo describe… sigue leyendo.
P: “Imagino mi lengua recorriendo tu vulva, imagino saborear tus jugos, imagino lo excitado que debo estar en ese momento, tal cual lo estoy ahora. No puedo evitar tocarme y sentir que estas aquí”.
Anny mete su mano por entre sus prendas, despojándose rápidamente de todo lo que le falta e inicia un vaivén con sus caderas al tiempo que sus dedos se pierden en lo profundo de su ser. Continúa leyendo, pero solo ve un último mensaje de su hombre:
P: “aahhhgg”
Anny deja un lado su teléfono y continúa ensimismada, pensando en que Peter está encima suyo, dentro de ella, disfrutando al máximo; Su clímax no da espera y le es necesario girar su cabeza para gritar de placer sobre su almohada para que no sea escuchada.
Espera un momento y vuelve a su teléfono; Extrañada no ve más mensajes de su inspirador de aquella fantasía. Sin embargo, decide dejarle un mensaje de despedida, anhelando ansiosamente la llegada de la siguiente noche.
Al día siguiente, Anny va a la casa de Dayanna, En la habitación, Dayanna escucha muy detenidamente todo su relato, siente que aquel loco de la virtualidad la está haciendo sentir cosas extrañas.
D: “Anny, cuídate mucho por favor, no te ilusiones. No lo conoces”.
“¡Niñas, por favor bajen a almorzar!”, grita Marieé, la madre de Dayanna.
Ambas se desplazan al comedor, pero Anny se regresa al baño. En el camino se cruza con Marieé y esta le pasa una hoja con algo escrito.
Anne en el baño lo lee:
“Hola Anne, espero que no vayas a exaltarte con lo que vas a leer en las siguientes líneas. Solo dame la oportunidad de escucharme… ¿Como la pasaste anoche? Yo la pasé muy bien. Atentamente Peter, o mejor dicho Marieé”.