Esta historia es parte de mi vida real. En aquellos días pasaba una temporada en la ciudad de Houston. Eran los años en los que aún no era tan pública como ahora. De todos modos, me daba mis escapadas para gozar de alguna polla dura. Durante ese tiempo en la ciudad renté un cuarto en una casa de un amigo de un amigo, ya sabes, la clásica. El problema era que el dueño de la casa era ya mayor, quizá bordeando los 58, y asumo, algo conservador, así que debía de tener algo de cuidado antes de ‘mostrarme al mundo’ en su casa. Lo bueno era que él debía viajar todos los fines de semana por motivos de trabajo. Así que, perfecto – tenía toda la casa para mi sola desde el sábado al mediodía hasta el domingo en la noche. Excelente. De ese modo, podía gozar todo ese tiempo como Claudia en casa, irme a un club en la noche sin temor a causar un escándalo con Fred, el dueño.
Pero una vez Fred me dijo que tendría que viajar por una semana a California para visitar unos parientes. En mi mente estaba feliz como una perdiz. Ya no aguantaba eso de no poder ser Claudia a mis anchas. Pensé cómo gozar esos siete días al máximo; como no conocía aún tantas personas en una ciudad tan grande como Houston, se me ocurrió publicar un anuncio en Craiglist, para contactar gente. Para ser honesta, era la primera vez que publicaba online para contactar hombres; ahora que lo pienso, podría haberme encontrado con uno de esos tantos freaks que hay por allá. Sin embargo, para asegurarme un poco, hice énfasis en “novatos y hombres casados”, así de ese modo, al menos tenía un poco de discreción y seguridad. En todo caso, la idea fue un ¡bingo! total. Realmente es increíble la cantidad de hombres casados, la mayoría en sus cuarentas y cincuentas, que de pronto les pica el bichito de la bisexualidad y quieren probar una travesti y acariciar una verga que no sea suya. En un par de días mi buzón de correo estaba lleno de mensajes con tipos queriendo hacer una cita. ¡Wow! No me lo esperaba. ¿Cómo la hago? ¿Los recibo en casa de Fred o los veo en un hotel? Me sentía más cómoda en casa, claro, así podía ver más de un hombre al día.
Como había más ofertas de lo que había pensado, le di prioridad a aquellos que me mandaron foto, al menos de sus pollas bien duras, ya saben, para que el momento valga la pena. Calculé al menos tres al día: mediodía, tarde y noche. (Bueno, en esa época no era tan ninfómana como ahora pero la idea de varios hombres al día me ponía súper cachonda). “Tres al día por una semana… son 21… ¿segura que quieres y puedes hacerlo?” era el pensamiento que me rondaba por la cabeza. Sonaba tan excitante pues era casi como ser una puta verdadera.
Finalmente llegó el día. Fred salió para California un domingo por la tarde. Apenas se fue, inicié los arreglos con mis contactos; “programé” un calendario de citas, para así tener tiempo de arreglarme entre uno y otro. La noche anterior a mi primera cita dejé todo listo; sabía con qué ropa los recibiría: un babydoll de encaje, semi-transparente, cortito para que mi trasero sea visible, mis medias tipo malla también con encaje, portaligas y claro, una trusa pequeñita que apenas cubriría mi verga. Y encima de todo, una bata cortita, de seda. Todo en color negro, mi favorito. El maquillaje sería el de siempre: el de mujerzuela: labios rojo fuego, sombras azul metálico, delineador de ojos bien negro. Todo esto acompañado con unas botas negras, las que te llegan hasta los muslos, y con tacones de 12 centímetros de alto.
Me tomé toda la mañana alistándome. Estaba un poco nerviosa, nunca había hecho esto y en esa época no me sentía tan segura de mi misma. Ya me habían cogido varias veces, pero fueron enganches rápidos en una noche de bar. Esto se sentía más como dar servicio en un hotel. La verdad, ahora me sentía un poquito “más puta” y eso me causaba una tremenda erección. Para relajarme, destapé una botella de vino y me mandé con dos copas seguidas.
Eran casi las 11 am, la hora de mi primera cita. Mi celular sonó: “llego en unos minutos” – era él. Me miré al espejo cientos de veces, acomodando cada detalle de mi atuendo y mi cabello. En verdad, lucía bien rica tanto así que me arrechaba verme. “¡Diablos, nunca pensé que podía convertirme en esta ricura!” pensé. Había hecho un excelente trabajo.
Y entonces sonó el timbre de la puerta. Finalmente, era el momento de acción.
Abrí la puerta. Me encontré con un hombre, quizá de 50, con traje y todo; quizá venía de la oficina. Lucía nervioso (me encantan esos porque me dan la sensación de poder y control total).
“Hola, pasa; no te preocupes, no muerdo” Le dije con una sonrisa pícara. “Ponte cómodo”
“Soy Claudia. ¿Cómo te llamas – o cómo quieres que te llame?”
“Hola. Soy David” respondió.
El tipo no era un modelo pero tampoco estaba tan mal. Usé las fotos para seleccionar los mejores “especímenes”. Le ofrecí una copa de vino, para que se relaje un poco.
“Ven al dormitorio David. Allí la pasaremos bien” Mientras caminábamos, dejé caer mi bata a un lado para que pueda ver mi trasero en todo su esplendor, con el hilo dental bien metido entre las nalgas. Estaba segura de que él estaría gozando la vista. Mis tacones martillaban sobre el piso de madera. Había tanta sensualidad en el aire.
No quería hacerla muy larga; mi segunda cita era a las 4 así que esquivé la conversación y el cortejo.
“Vamos, sácate el saco y la corbata; relájate, abre tu pantalón y siéntate en la cama”
Muy obediente siguió mis órdenes. Se bajó el pantalón, dejando su verga al descubierto. “Nada mal cariño”, le dije para animarlo. “Me vas a hacer muy feliz”
Me puse de rodillas entre sus piernas; me puse algo lubricante en las manos, agarré su miembro y empecé a masajearlo de arriba abajo; no tomó ni un minuto y ahora sí, lo tenía duro; era un hermoso pene de casi 25 centímetros, completamente afeitado. Mientras lo masturbaba mi miraba directamente a los ojos con una sonrisa lasciva. “¿Te gusta verdad?” le dije, “Uf, me encanta Claudia”. “Y eso que recién empezamos”. Acaricié sus bolas. Entonces, sin avisar me incliné hacia adelante y empecé a mamarlo, primero lamiendo la cabeza con la punta de mi lengua, haciendo círculos, y luego, con toda voracidad. Tenía una verga tan rica; era la primera a la que servía en casa y eso me arrechaba más aún. Seguí chupándole el pene hasta hacerlo entrar por completo a mi boca; en esa época aún no tenía mucha experiencia haciendo garganta profunda, pero este me salió bien. Lamí sus bolas bien afeitadas, logrando meterlas ambas en la boca. David se echó por completo en la cama, cerrando los ojos. Creo que su esposa nunca le había dado una buena mamada. “Sigue por favor, sigue así” y así lo hice; su verga perforaba mi boca como un sacacorcho; al mismo tiempo cada vez me excitaba más y más, tanto así que tuve que sacar mi verga de mis panties. Apreté la base de su polla para hinchas más las venas.
Pero entonces pasó lo inesperado (o quizá lo esperado): sin poder contenerse, ¡David explotó todo su esperma en mi boca! Al inicio no me di cuenta pero de pronto sentí ese chisgueteo en mi boca con el sabor entre salado y agrio que tiene el semen. ¡Se estaba vaciando! Y lo hizo cuando su pieza estaba en el fondo de mi garganta así que se fue directo adentro; no sabía cómo reaccionar así que lo único que pensé en ese segundo fue “mierda, ya está bien adentro, ahora solo gózalo”, y así lo hice: seguí chupándosela hasta que salga la última gota.
David se mostró asustado “uy lo siento mucho, en serio, no quería eyacular tan rápido y mucho menos en tu boca” me dijo.
“Tranquilo amor, no te preocupes, eso pasa y la verdad, me encanta cuando me llenan la boca de leche caliente” le respondí con una sonrisa; luego noté que tenía un chorro de su semen bajando por mi mentón. Con una sonrisa, usé mi dedo para jalarlo hacia mi boca.
Pero entonces David me dio otra sorpresa:
“OK, mira, no sé qué te parece o cómo te suene, pero la verdad, me muero de ganas por saber qué se siente mamar un pene, sobre todo de una trans. ¿Dejarías que lo haga?”
Le sonreí; supuse que me pediría eso; creo que muchos hombres casados en sus cuarentas y cincuentas de pronto les da esa curiosidad de mamar verga.
“Claro amor, no hay problema. Mira justo ahora la tengo súper dura. ¿Quieres tocarla? Es bien suavecita”
Tímidamente la cogió entre sus dedos. Para eso, él estaba sentado en el borde de la cama y yo, de pie frente a él, entre sus piernas. Poco a poco, sin que se dé cuenta, fui acercando mi verga hacia su boca; en el momento menos pensado tenía la punta a menos de un centímetro de sus labios. Entonces, sutilmente hice contacto. David abrió la boca y primero empezó a lamerlo; se sentía tan rico; luego hice un poco más de fuerza y mi verga entró hasta la mitad. Luego de ello, él no se las aguantó más: cerró los ojos, abrió más la boca y se la tragó por completo para luego chuparla totalmente. Se notaba que lo estaba gozando mucho. Tomé su cabeza y empecé a moverla de adelante a atrás, mientras yo forzaba mi mazo cada vez más adentro. Con la lengua él no dejaba de frotar mi polla como si fuese un chupete. Ya me sentía lista para explotar. Estuvimos así un buen rato, hasta que tuve que preguntarle:
“¿Quieres probar el sabor del semen? Lo puedo dejar todo en tu boca si quieres” David no lo pensó ni un minuto – “sí, dámelo todo por favor”
Así que aceleré el ritmo de la mamada; en realidad estaba súper en celo así que esperaba una buena porción; y así fue: ¡exploté por completo en su boca! Mientras el semen salía él no dejaba de chupar y tragarlo; luego tomó mi polla con la mano y se lanzó un poco de leche sobre la cara. Se le veía tan feliz al tipo. Terminé dándole un beso con lengua y de paso, intercambiando esperma.
Para decepción mía, no tuve nada de sexo anal con David. Luego de la mamada con semen, parece que le vinieron los sentimientos de culpa (típico), así que arregló sus cosas y salió casi disparado. Primerizos. El resto del día fue algo mejor; en la noche me visitó un tipo muy guapo y que sí me hizo gozar bien rico su polla, llenándome el culo con varias dosis de su rico esperma. Al final del día me sentí complacida: había atendido a tres completos extraños en casa, les había chupado la verga hasta hacerlos venir, dos de ellos me cogieron por el culo y sobre todo, los tres me encontraron súper atractiva. Eso me hizo muy feliz.
Aún tenía seis días más para coger. Fueron los inicios de mi vida como putita. Pero lo mejor estaba aún por venir. No dejes de leer la segunda parte; ¡te encantará!