Hice mía la costumbre de recorrerme todas las zonas de mi cuerpo donde él había estado, oía su voz presa de su propio deseo, su olor, el sabor de su polla, me relamía pensando en ella tan suave, tan apetitosa, cada vez que lo tenía dentro, cada vez que salía de mi cuerpo, todo era recordable o imaginable.
Lo miraba y mis ganas no dejaban de aumentar, sentado frente a mí, una pierna cruzada encima de la otra, forradas con un vaquero que marcaban todas esas partes de él que me llamaban al deseo, camisa blanca, cigarro en la mano, unos ojos marrones que para otros eran inexpresivos, pero que cuando estaba conmigo parecían tener luz, un pelo rubio bien peinado y ese perfume.
Tras sentirme algo incómoda en la silla, me sentía muy mojada, pedí permiso a nuestros amigos para ir al aseo del bar donde nos encontrábamos y con una señal invisible para ellos, pero conocida para él, lo incité a que me siguiera al cuarto de baño.
Entré y traté de sofocar ese calor que sentía, bebí un sorbo de agua del grifo y justo cuando me estaba secando con el dorso de la mano los labios, entró él.
-Qué pasa cara-anchoa? ¿Tienes algún problema que yo pueda ayudarte a resolver?
Dejando de lado ese tono chulesco con el que me hablaba y obviando que me había llamado por el apelativo que tanto nos gustaba, sólo podía ayudarme en una cosa, sofocar mi necesidad sexual de ese momento.
Un cruce de miradas donde no hicieron falta palabras y comenzamos a besarnos como si fuese nuestra última vez, de un salto me subí encima del lavabo del baño, con mis piernas abiertas y él entre ellas frotándose, dando en el punto justo, se separó un segundo de mí, sólo para observar una leve mancha que mis bragas habían dejado en su pantalón a la altura de su polla, mi elixir había atravesado mis bragas, me encontraba en el límite. Conmigo abrazándolo con mis piernas su cintura, continuamos con nuestro beso, golpeó con una mano la puerta de uno de los cubículos de los aseos para meternos dentro.
Con poco tiempo, tenía que ser algo rápido, aunque sabíamos lo que hacíamos, éramos conscientes de que podrían entrar en cualquier momento y descubrirnos, esa situación más que asustarnos provocó un efecto contrario en nosotros, nos sentíamos más excitados y la demostración era la follada que nos íbamos a meter en ese instante.
Rápidamente se desabrochó el pantalón del cuál sumergió una polla enorme y grande con líquido preseminal emanando de su glande, como si leyera mis pensamientos, exclamó
-No amor, no tenemos tiempo ahora, tú quieres que te folle, es lo que necesitas y debemos hacerlo rápido, recuerda donde estamos. Ya habrá tiempo más tarde en casa para que me comas entero.
Hizo que cesara en mis pensamientos de follármelo con la boca en ese momento, lo miré con algo de desaprobación, pero justo en ese instante introdujo sus dedos dentro de mis bragas y en mi coño mojado, para rápidamente sacarlos y echándolas a un lado, me pidió que me montara encima de él a horcajadas, era más que obvio que no necesitaba lubricación y de una sola estocada, introdujo su verga hasta lo más profundo de mi cuerpo.
-Te gusta? Dije mientras me balanceaba encima de él cada para ir introduciéndomelo cada vez más adentro, era una delicia estar así con él.
-Estás mojadísima, me estás volviendo loco, follame amor y bésame dame tus gemidos, dame tu placer!
Cada susurro, cada palabra caliente que nos decíamos en voz baja para nosotros, incrementaba nuestro deseo, nuestro placer, comencé a hacer movimientos rotatorios con mis caderas sobre él para asegurare profundidad mientras él con ambas manos hizo presos mis dos pechos para introducírselos en su boca, lamiéndolos, saboreándolos, adorándolos.
-Nene, me corro! Articulé ahogada en un gemido mientras que con una última rotación de mis caderas sobre él, solté la puerta a un orgasmos delicioso.
Comencé a notar como mi clítoris palpitaba a ritmo de mi orgasmo, me notaba los dedos encharcados con mi propio elixir, al abrir mis ojos fui consciente de que me encontraba tirada en mi cama, con mis piernas abiertas y mi acompañante era mi amigo “satis” que cada vez que tenía necesidad, él no me fallaba, al contrario me follaba.
Me cago en todo D, todavía cuando necesito desahogarme, imagino que eres tú quién está conmigo, pero te marchaste y después de casi 2 años de relación, sólo me dejaste 6 relaciones sexuales en ese tiempo de las cuales únicamente 2 fueron memorables, cuando lo hicimos por primera vez como pareja y la segunda en Somo dentro del jacuzzi.
La tercera porque accedí a comprarte una televisión y el resto como ésta fruto de mi fiel amigo “satis” y de mi imaginación.