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Con mi jefa de carrera
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Soy Alex, tengo 26 años y cuando ocurrió lo que les narraré, estaba pasando un momento muy difícil. Todo me salía mal. Corrían rumores de que me desvincularían de mi trabajo, mi novia de 5 años me acababa de confesar que el hijo que esperaba, no era mío sino que de otro tipo y el mundo se me derrumbó. Deseaba ser padre y entonces, quise mandar todo a la mierda. Estaba en mi último año de universidad y me lo estaba perdiendo porque prefería andar de fiesta y rumba en vez de estudiar.

Recuerdo que un lunes, una profesora de algebra me pide que vaya a regular mi caso (asistencia y baja de notas pues me perdí casi todo el primer semestre) con la jefa de carrera, que ella podía ayudarme. Daniela, la jefa de carrera, era una mujer de 33 años. Muy atractiva, simpática, inteligente además de exquisita. Era muy recatada e inspiraba mucho respeto. Media 1,70 m, con unas caderas de infarto, unos labios carnosos y una mirada muy sensual. Pero poco la veíamos. Solo para casos puntuales. Era una mujer definitivamente inalcanzable.

Llegué a su oficina y golpeé la puerta. Ella me mira a través del vidrio y con una sonrisa amable, me invita a pasar.

-¡Alex, que gusto verte! ¿Qué te trae por aquí?

-Profe, verá… Estoy aquí por mi asistencia y las notas. Usted sabe que es mi último año, pero estoy a punto de echarme el ramo más importante.

-¡Ayyy! Estos niñitos… Y dime, ¿cuál es la razón de estas notas y la inasistencia? Convénceme porque tengo mucho trabajo y debería estar enojada.

Esa mujer se veía increíblemente sexy cuando simulaba estar enojada. Le conté todos mis problemas personas y me ofreció clases particulares. Estaba muy interesada en ayudarme y bueno, en realidad era una excelente jefa de carrera. Pensé que sería después de clases en la misma universidad, pero no. Eso no lo tenía permitido así que en una especie de pacto secreto, acordamos que todos los jueves pasaría a su casa a las 17:00 horas para que ella me enseñara y así fue. Alcancé a ir dos jueves a su casa a estudiar y ella realmente enseñaba bien. Era muy atenta y profesional, tanto así que no podía verla de otra forma… Hasta el tercer jueves.

Ese jueves no realizaron clases en la Universidad por tema de alianzas, una estupidez pues yo estaba poniendo todo mi empeño. Lo que yo no sabía es que jefes de carreras no trabajaban ese día. Hice la hora y me fui a su casa. Al tocar el timbre me abre ella envuelta en una toalla y toda mojada.

-¡Alex! ¿Qué haces aquí? Pensé que no vendrías pues la universidad está de fiesta.

-Profe, sí… Es que… Disculpe. No quería interrumpir. Lo siento. Pensé que nos veríamos igual. Cuídese.

¡Yo no podía quitar los ojos de su escote y sus hombros al descubierto, por donde corrían gotas de agua. Se veía deliciosa.

-Oh… Claro, no te avisé. Que tonta. Pasa. Ay, disculpa el desorden, pero esta semana están pintando el departamento y mira, no hay donde sentarse. Pasa al dormitorio. Necesito ducharme. Prende la tv y mira algo. ¡¡Me demoro 5 minutos!!

-No es necesario profe, puedo volver otro día.

-¡No! Dale, pasa. Puedes servirte algo de la cocina. El control está en el velador. No me demoro nada.

Y se fue al baño mientras yo, con la puerta abierta tras mío, me preguntaba como esa delicia de mujer está soltera.

El dormitorio era muy amplio y tenía un walking closet que daba al baño. Máximo 3 metros me separan de ella. Me senté, prendí la tv y pude oír la ducha abriéndose. No saben cuánto me calentó imaginarla ahí. Estaba tocándome sobre el pantalón cuando de pronto, un gato salta a la cama y me asusta. Éste mismo, empujó con su pata la puerta del baño y entró dejando la puerta un poco abierta. Yo quedé sin palabras cuando, vi la silueta de Daniela tras el shower.

Me acerqué un poco y vi cómo se enjuagaba el pelo. Quedé loco. Podía ver cómo le caía el agua por sus pechos. Era una ducha normal hasta que se pasó la esponja con jabón por sus pechos. Ahí, se detuvo y comenzó a masajearlos con más fuerza. Continúo con la esponja pasándola pos su trasero, sus piernas y sus pies. Esto era el paraíso.

Al sacarse el jabón, tomó la ducha y la puso directamente sobre su vagina, presionándola y moviéndola de atrás hacia delante rápidamente. ¿Estaba viendo como mi jefa de carrera se masturbaba? No pude evitarlo y saque mi pene para hacer lo mismo.

Esas imágenes nunca se irían de mi mente. Ella se agarraba fuertemente un pecho mientras seguía con la ducha en su vagina. Yo apretaba mi pene fuerte mientras no perdía ninguna escena. Sentía que casi quería introducir la ducha en su vagina. Se le escapó un pequeño gemido. Puso la ducha donde corresponde, se puso de manera que el agua corriera por su espalda y comenzó a masturbarse con los dedos.

Estaba a punto de venirme cuando el gato sale y me vuelve a asustar. Ella estaba tan inmersa en su cuerpo que ni cuenta se dio cuando el gato salió. Cuando la vuelvo a mirar, estaba con la mano izquierda dentro de su vagina y sus dedos de la mano derecha dentro de su culo. Fue instantáneo, me corrí ahí mismo, así que volé a la cocina para limpiar el piso. Estaba impactado y no sabía cómo iba a volver a mirarla a los ojos.

Volví a sentarme en la cama cuando escuché que cerró el grifo. Tomé mi teléfono y me puse a revisarlo para evitar sospechas. Abre la puerta y veo a esa diosa empapada con dos toallas, una en el pelo y la otra en el cuerpo. La toalla era grande, llegaba hasta las rodillas así que imagino que ella no se preocupó. Me pidió disculpas:

-Disculpa Alex. Estaba tan rica el agua que no me podía salir.

-Tranqui profe. Todos necesitamos una buena ducha de vez en cuando.

Mierda!! Me la quería comer ahí mismo. Instantáneamente tuve otra erección. No sabía cómo iba a levantarme de la cama sin que ella lo notara. Ella se ríe mientras intenta sacar una caja del apartado más alto del walking close, pero aun estando en puntilla, no la alcanza así que me apresuro para ayudarla, olvidando por completo mi erección.

Me pongo tras de ella y levanto el brazo para alcanzar la caja cuando ella se tira hacía atrás y choca conmigo. Sale un pequeño gemido de su boca y nos quedamos así unos segundos que se sintieron una eternidad, yo a pasos de explotar y ella inmóvil. Pienso en quitarme pero ella se pega un poco más y pienso que estoy confundiendo las cosas.

Sutilmente comienza a moverse, a restregarse contra mi pene por lo que suelto un quejido de placer. Toma una de mis manos y la pone por delante de ella, en el interior de su muslo mientras tira su cabeza hacía atrás, apoyándose en mi hombro. Con mi mano aun entre la suya y su pierna, me aprieta y la comienza a subir hasta casi llegar a su vagina.

Me pregunta en un susurro si no me molesta con voz entre cortada. Solo suelto un no y se da vuelta, abre y baja mi pantalón. Todo fue tan rápido que solo puedo ver como mi pene desaparece en su boca. Mi Jefa de carrera me está dando una mamada magistral. De vez en cuando, me mira con sus ojos llenos de fuego pero nunca se saca mi pene de su boca. Veo como lo disfruta, siento que necesitaba chuparlo, comerlo, lamerlo.

Estoy en éxtasis cuando siento que se para y me empuja hasta caer sentado en su cama, me saco el pantalón y ella se arrodilla. Le quito la toalla de la cabeza y cae su largo pelo sobre sus hombros y su cara. Lo tomo con mi mano para no perder rastro de como juega y come de mi pene. Chupa mis testículos, lame mi glande, muerde mis piernas. Es una diosa.

Toma mi otra mano y la pone sobre su cabeza mientras me mira con travesura y, comprendiendo el mensaje, comienzo a mover su cabeza a mi gusto. Me pongo de pie y me encargo de que entre todo hasta su garganta. Comienzo a penetrar su boca. Me doy cuenta de que ella se está masturbando porque siento como su vagina está encharcada. Me tiene loco y le pido que no pare de tocarse.

-Profe no pare, por fa.

Saca mi pene de su boca.

-Llámame Daniela. No soy tu profesora.

Y vuelve a meterlo como si de eso dependiera su vida. Pienso que si no me hubiese corrido mientras la espiaba en la ducha, no habría aguantado esa lengua, esos labios y esa boca tan increíble. Me vuelve a tirar a la cama, caigo sentado y quito la toalla que cubría su cuerpo y fue una locura. Tenía un cuerpo exquisito, tal cual me lo imaginé siempre y estaba todo sudado.

Se sienta sobre mí y toma mi cabeza para ponerla directo en sus pechos. Casi no me dejaba respirar. Me ordena que chupe ese par de tetas. Tomó mi pene y lo introdujo en su vagina dando un grito que me excito aún más. Moría, lamía, escupía y chupaba sus ricas tetas mientras con mis manos, masajeaba su culo. Ella gemía y se movía como una salvaje. De pronto, sonó su teléfono y me hizo parar. Respiro profundo, sin salirse de mi pene y contestó.

-Aló? Si, dime. No, no te preocupes, de todas formas te avisaría que no podía ir…

(Se movía lentamente de arriba a abajo mientras hablaba. Cerraba sus ojos y echaba su cabeza hacía atrás. Tocaba sus pechos. Yo estaba haciendo un gran esfuerzo por no tirar su teléfono y penetrarla con todas mis fuerzas.

-Si, si. Tranqui. Lo vemos mañana ¿te parece? Dale, cuídate preciosa. Te adoro.

¡La mina ni se arrugó! Yo tenía que contener mis quejidos mientras ella hablaba con una soltura increíble arriba de mi pene. Era una maestra. Le pregunté qué porque había cancelado (escuché que era una salida a un teatro) y me dice que tiene cosas mejores que hacer mientras se acuesta en la cama y comienza a tocarse frente a mis ojos.

No saben lo que era ver esa escena. Me acerqué a su vagina y comencé a chupar cada rincón. Ella tomaba mi cabeza con fuerza haciendo presión en su clítoris. Gemía y se movía como loca, se tocaba los pechos y contorneaba su espalda. Metí dos dedos en su vagina mientras chupaba su clítoris y sentí como temblaba. Estaba teniendo un orgasmo así que aproveché la ocasión para meter otro dedo y presionar sobre la parte baja del estómago y poder lograr un squirt que resultó delicioso. Toda mi cara estaba mojada por sus fluidos. Casi me corro sin siquiera tocar mi pene.

La tomé de las muñecas con fuerza, no podía más de mi excitación y la penetré fuerte. Ella gritó y la callé con un beso mientras seguía metiendo mi pene hasta el fondo de su vagina. Quería soltarse pero era más fuerte que ella. Besé su cuello, su oreja, sus pechos.

Ella gritaba, gemía de placer. Yo no paraba de penetrarla hasta que no sé cómo, se soltó de su mano derecha y me rasguño la espalda tan fuerte y rico que me hizo acelerar mis penetraciones. Me agarraba el pelo y tiraba con fuerza. Daniela era una fiera salvaje. Me pidió que me acostara y se subió sobre mí.

Comenzó a moverse y a tocar su clítoris y así, alcanzó su segundo orgasmo. Se volteó dándome una vista maravillosa de tu culo al cual le di algunos palmetazos. En un momento ella se recostó en mis piernas y me pidió que tocada su ano. Chupe mi dedo y comencé a meterlo de forma suave. Mis dedos son gruesos, intente meter otro. Eso fue el cielo.

Ella apretaba sus paredes vaginales al mismo ritmo que yo penetraba su culo con mi dedo. Sentía como apretaba mi pene. Se sentó bruscamente y comenzó a moverse en círculos como una loca hasta que, (yo sin querer) terminamos en un explosivo orgasmo al mismo tiempo. Era una sinfonía de gritos. Cayó en mi pecho. Ambos gemíamos. Una locura. Busqué su boca y la besé metiendo mi lengua en todos los rincones y tocando su vulva por todos lados.

Ella estaba callada, acostada al lado mío. Yo estaba feliz jaja con cara de estúpido que acaba de recibir el mejor sexo de su vida en vez de una clase. Sin mirarme me dijo:

-Alex, disculpame. Esto no debió…

-Profe, Daniela. Tranquila. Pasó y ya está.

-Esto está mal. No sé qué me pasó. Esto es grabe.

Se da vuelta y trata de taparse con el cubrecapa pero poco lo logra. La siento incómoda así que paso su toalla y le digo que esto no se repetirá, que queda entre nosotros y que no es necesario vernos nuevamente. Puedo comprender su vergüenza y miedo (aunque cuando estaba sobre mi, no conocía esas palabras jaja), pues es mi jefa de carrera. Le doy un beso en la frente y le digo que me iré. Repito que esté tranquila, que soy de confianza y que esto no volverá a ocurrir.

Me siento sobre la cama y veo la hora. Son las 20:20 horas. Recojo mi polera del piso y siento que se levanta. Me dice que preparará café, que no me iré de ahí sin estudiar, pues no puedo reprobar ese ramo. La miro asombrado mientras camina poniéndose su toalla alrededor del cuerpo. Antes de perderse de mi vista, se voltea y me cierra un ojo. Quedé loco.

No hay mujer más deliciosa que ella. Pienso: Aunque contara esto a viva a voz, nadie me creería. Ella es amable, simpática pero de temer. No puedo entender qué pasó; es como si dos personas completamente diferentes vivieran en ese cuerpo de diosa. Me visto rápidamente mientras grito:

-Profe tranqui. Yo le ayudo.

Estudiamos por dos horas de forma estricta y profesional pero no me fui de su casa hasta el viernes en la mañana. Si quieren saber lo que pasó en la noche, esperen el próximo relato.

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