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Carla: el técnico de billar, el taco y las bolas
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Tiempo de lectura: 6 minutos

100 % real. Siempre alertas a la posibilidad de divertirnos sorprendiendo a alguien, no dudamos ante el aviso de Luis, el dueño de los apartamentos frente al golf.

Un técnico debía concurrir a reparar la calefacción de la mesa de pool de la sala de juegos.

Podríamos hacerle el favor de ir a estar presentes mientras reparaba la caja de control y hacía la prueba posterior de funcionamiento?

-Claro que sí! Y si sale algo disfrutaremos.

Dicho y hecho. Al día siguiente recogimos las llaves, subimos al apartamento, el del sexto piso, el último que el grupo de inversores de Luis compró es el noveno y aún no han instalado mesa de billar.

Como siempre ja ja, planificamos todo… día y hora convenidos, ya estábamos instalados en el apartamento, Carla con la vestimenta adecuada al plan y yo vestido de calle normalmente. A las 14 suena el timbre, le doy entrada al técnico para que acceda al edificio y lo recibo cuando llega al apartamento.

Hombre de alrededor de 50 años, normalmente bien de físico (o normalmente mal, como gusten ja ja ).

Lo saludé, y lo llevé a la sala de juegos, para dejarlo trabajando, pues yo debería ausentarme unos minutos del apartamento; “pero no se preocupe, trabaje tranquilo, lo único que puede pasar es que mi pareja llegue desde la playa, y yo le dejo la puerta del apartamento abierta”.

Mientras tanto, yo me fui, el señor quedó trabajando y Carla dejó pasar diez minutos y salió por la puerta de servicio, fuera de la vista de él. Dio la vuelta por el pasillo y entró por la puerta principal del apartamento.

La vestimenta, ciertamente simulaba que venía de la playa, top blanco cortito con dibujo de “lengua stone”, que se levantaba en las tetas y por debajo permitía vislumbrar la parte inferior de un bikini turquesa ribeteado en fucsia, todo en tela metalizada.

La parte inferior del bikini, cubierta por un short de jean, mínimo, que dejaba ver parte de las nalgas.

En los pies, sandalias de tela jean y taco bastante alto (no muy playeras, pero bueno, el invitado tampoco se iba a fijar en detalles).

-Hola Sergio ya volví! ¿Como pasaste?

La respuesta la dio el técnico, llamémoslo Pepe, saliendo del cuarto de juegos:

-Buenas tardes señora, su esposo dijo que vuelve enseguida. Me dijo que usted vendría.

-Señorita! ¡Que con Sergio no estamos casados! Pero sí, Sergio es mi pareja.

-Un gusto, Pepe. Estoy arreglando la calefacción de la mesa de billar.

-Sí, claro a ver si la deja bien, se me dificulta mucho jugar sin calefacción.

-Le gusta jugar? ¿Que prefiere? ¿Pool o carambola?

-Pool! Porque es mas largo y mas grueso el palo, perdón, el taco. Dijo, con un cierto tono pícaro, yendo a la sala de juegos. ¿Va a probar que quede bien cuando termine?

-Claro que sí!

-Genial así tiro un par de bolas y veo si está bien arreglado.

Termine tranquilo, y después mientras la mesa se calienta y evapora la humedad del paño, seguramente ya estará Sergio y tomamos un café esperando.

Me avisó por mensaje y casi enseguida volví al apartamento.

La saludé delante de él con tremendo beso de lengua y le dije: ¿Como va el trabajo?

-Bien, era solamente cambiar la cajita de control, falló el termostato. La termino de cambiar y lo enciendo a ver si calienta correctamente.

-Voy a hacer café, dijo Carla, y se fue, seguida por la indisimulada mirada de Pepe.

En diez minutos mas, Pepe había terminado su trabajo y puso la mesa a calentar. Nos sentamos con un café, los tres, y Carla se aseguró de cruzar las piernas para un lado y para el otro, y al hacerlo las abría de tal manera que se veía en jean pugnando por meterse entre sus labios vaginales apenas cubiertos.

Cuando hubimos tomado el café, Pepe fue a mirar si el termostato ya había cortado la energía, cosa que había ocurrido, y fue seguido por Carla, que dijo:

-Quiero ver donde está colocado ese control.

Y se agachó para mirar debajo de la mesa. Ella miraba debajo de la mesa, como si entendiera del tema y Pepe le miraba el esplendoroso culo, que parecía querer escaparse del short.

Hecho esto, Pepe dijo que ahora debía esperar a que se enfriara para ver si conectaba nuevamente la calefacción, y Carla dijo:

-Quiero probar de taquear un par de bolas a ver si corren bien.

Puso dos bolas en la mesa y tomó un taco, le puso tiza asegurándose de hacerlo con un movimiento prácticamente erótico, y, deliberadamente, se puso en posición de juego, pero evidentemente mal colocada.

Pepe cayó en la trampa, se colocó detrás de ella y apoyándole su paquete en el culo, le dijo:

-No es así, tiene que abrir mas el brazo y agacharse mas hacia la mesa. Logrando que ella, en un movimiento apenas perceptible, le refregara el culo un poquito.

-Es que tener ropa encima del bikini me molesta! Y se sacó el top y el short.

¡Pobre Pepe! ¡Que sorpresa!

Quedó solamente en bikini, mínimo. Color turquesa ribeteado en fucsia. Del tipo de bikini que yo llamo “de cortina“ porque se puede regular el ancho de la base de cada triangulo, igual que se regula al ancho de cualquier cortina en casa.

En este caso, los pequeños triángulos, ya de por si pequeños, los había regulado Carla casi que a su mínima expresión, los superiores, apenas cubrían el ancho de la areola, pero dejaban al aire el resto de las hermosas tetas. El triángulo inferior, ya de por sí comenzaba debajo de la tira de pelitos, y, con su ancho reducido al mínimo, prácticamente apenas tapaba los labios de la concha, y se metía en ellos.

Pepe se limitó a tragar saliva y a arreglarse el bulto, para disimular su excitación, la cual realmente ya era imposible de disimular.

Carla, acariciando el taco de billar, se inclinó sobre la mesa, como para hacer una jugada, con lo cual mostraba en su totalidad el culo, apenas partido al medio por el hilo del bikini, y mostrando además, pues se abrió un poco de piernas, como la concha se devoraba parte del bikini.

Era evidente que Pepe miraba y miraba pero no sabía que hacer ni que decir…

Decidí intervenir para salvar la situación:

-¿Amor, no te parece que ese bikini es un poco atrevido? Creo que Pepe no sabe que hacer.

-Te parece? Bueno no juego al billar entonces, y se dio vuelta, los pelitos al aire y casi la totalidad de las tetas visibles.

-Le molesta mi bikini Pepe?

-¡Bueno, es que no se qué hacer! ¡Que van a pensar! Es incorrecto mirarla así en bikini, pero no puedo dejar de hacerlo y ustedes se van a ofender.

-Ves Carla? Le molesta un poco verte así en bikini.

-¡Entonces me lo saco, y no le va a molestar el bikini! Ja ja ja…

Y lo hizo.

Pepe, rojo como un tomate, solamente atinó, al verla desnuda, a taparse el bulto, que ya marcaba erección total.

-No se preocupe Pepe, muchos han pasado por su misma situación, ¿verdad Sergio?

-Sí amor, sabes que me encanta ver como te mostrás a extraños y te cogen…

-Pero… acaso esperan que la coja? Dijo Pepe, totalmente confundido.

-Obvio! ¿Para que me iba a poner en bolas si no?

Y como para reforzar lo dicho por Carla, yo me empecé a desnudar.

-No sé, no entiendo nada… dijo él, pero estiró una mano hacia los pelitos de Carla. Los acarició y exclamó: ¡¡¡Que suavidad!!!

Lo siguiente fue que extendió sus manos a los pechos y los tocó levemente, los pezones saltaron al toque y Carla le tomó las manos y casi que lo obligó a acariciarlos con fuerza.

Totalmente desnudo, me acerqué desde atrás y ella giró la cabeza para besarnos de lengua, con profusión de saliva y tratando que nos viera bien.

-Ponete en bolas le dijo Carla, y bien que la obedeció!

Desnudo, se pudo apreciar una muy muy buena poronga, algo gruesa, muchas venas que resaltan, cabeza bien cónica, de las que entran fácil en todos lados.

Se le fue de nuevo una mano a los pendejos, los acariciaba, maravillado… -No puede ser esta suavidad, no me filman no?

-No no, quedare tranquilo.

Simultáneamente cayó de rodillas y comenzó a lamerle la concha. Se oían sus lengüetazos, y de pronto se paró a chuparle las tetas. Carla lo atrajo a besarse, yo le pasaba la verga entre los cachetes del culo. Y de pronto, ¡zás! Así, parados, le enfrentó la pija a la concha y se la fue metiendo con suaves movimientos.

Sorprendida, a Carla le tomó algunos segundos acomodar el cuerpo a esa pose no usual para ella, pero en medio minuto estaba disfrutando. Pero gozaba y gozaba, dado el tamaño del miembro y la sorpresa.

Pasados dos minutos o algo así, Carla dijo: Sacala! El obedeció, y Carla se acercó mas a la mesa de billar, se apoyó en ella y se abrió de piernas, concha a la vista, un poquito dilatada y muy húmeda. Pepe respondió al gesto y la ensartó de inmediato, sus manos directas a las tetas de Carla y la pija toda adentro, balanceando los huevos con el movimiento.

Carla jadeaba y él resoplaba y llegó a decirle:

-Así te gusta puta? Y que él te vea?

-Ayyy sí sí, nos encanta esto! Seguí, seguí.

Y siguió y siguió hasta que acabó y comenzó a caer leche al piso…

Cuando se le salió, ya blanda, tocó a Carla arrodillarse y chuparle la verga, hasta sacar el último resto de semen de la cabeza de la pija y alrededores, ja ja.

Fue mi turno de dársela a chupar un poco y luego deleitarme metiéndosela en la misma pose, con ella apoyada en la mesa de billar. Un placer inenarrable entrar en esa concha húmeda y caliente, aún con semen adentro, y fue mi turno de acabar, de que cayera leche al piso y me la limpiara chupando.

No dijimos de seguir, pues para el día siguiente Carla había programado un encuentro con su papá, en el cual el progenitor se iba a enterar de novedades que le encantarían. Obviamente Carla quería llegar a ese encuentro bien descansada y relajada, para disfrutar todo lo que previsiblemente ocurriría.

Nos despedimos de quien hemos llamado Pepe, haciéndole saber que no sería la única vez que podría cogerla, que ya se daría nueva oportunidad de volver a gozar, pues lo habíamos disfrutado mucho.

Y el comentario final de Carla:

-me encanta tu pija y que me cogieras de parado, se sentía divino cuando entró.

Besos y entre ella y él y un saludo de despedida hasta la próxima.

-Viste Sergio? ¡A veces un excelente cogedor aparece donde menos se espera!

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