Aquí en medio del suspenso y antes de tomar el café para leer este capítulo, la autora y su servidora, Lorena Padilla, me permito intervenir como narradora, ya que existen momentos en que, tanto la versión de Azucena como la de Braulio coinciden completamente, o son solo diálogos entre ellos.
Aprovecho esta interrupción también para explicar algunos pequeños detalles: Los protagonistas son grandes amigos míos y cada uno me relató su versión de los hechos, por eso cada capítulo tiene ambas perspectivas. En su momento, redacté la historia como vivencia mía porque también fui partícipe, pero es mucho más interesante lo que pasa entre ellos. Lo mío lo compartiré posteriormente como una novela más corta.
Por último, los personajes de esta novela tienen nombres distintos a los reales, incluyendo el mío. De esta manera, a lo largo de la novela se deja a la sabia intuición del lector adivinar qué personaje soy y a su fina imaginación cada fragmento erótico. Sin más que agregar, iniciaré narrando la siguiente conversación, cuando Braulio se acercó a Azucena después de que ella tuvo sexo con un tipo que no era su novio.
-Hola, hermanita.
Entre asustada y molesta, Azucena se dio la vuelta lentamente y con rostro serio, le respondió.
-Nada de hermanita, mocoso. Soy mayor que tú, en cambio, tú pareces un adolescente. ¿Qué haces aquí? Se supone que deberías de estar en la universidad.
A modo de aparentar seguridad, Braulio emitió una pequeña risa, se dirigió hacia la alacena, sacó su taza favorita y sirviéndose directo de la cafetera que previamente sus padres dejaron preparada desde temprano, contestó sonriente y astutamente.
-Azu, somos adultos. Me dio flojera ir a la universidad. Y tú, mírate, teniendo más responsabilidades que yo, decidiste no ir a trabajar a escondidas de nuestros padres, estás en fachas de actriz porno y le acabas de dar el culo a un sujeto que no es tu novio, de lo cual tengo evidencia en mi celular.
Boquiabierta por el desvergonzado vocabulario de su hermano, Azucena se dirigió a él, enojada y casi gritando.
– ¡Ay! ¡Primero que nada tú no debías de estar aquí, borra todo lo que hayas capturado y ten cuidado con que me acuses con mis padres! ¡En segunda, ten más respeto hacia mí que soy mujer, yo hago lo que quiero con mi vida y mi cuerpo! ¡Además, Ernesto me fue infiel, así que tengo derecho de coger con quien quiera, es más, hoy mismo lo voy a mandar al diablo!
Braulio permanecía sereno y pretendió terminar con la discusión antes de darle el primer trago a su café.
-Es lo que estoy tratando de decirte. Somos adultos, hacemos lo que queremos, así que, no te preocupes, que yo no les diré nada a nuestros padres. Pero, así como somos adultos sabemos perfectamente lo que es un trato y quiero proponerte uno.
Azucena puso una mirada de sospecha y ante la pausa de su hermano, quien comenzó a ingerir su café, pensó en posibles chantajes, pero el que más la intimidó fue el de tener sexo con él, por lo cual reaccionó intensamente.
– ¡Ni se te ocurra! ¡Ni loca lo haría!
De pronto, la supuesta seguridad de Braulio se esfumó. Le dio un trago más a su café, esta vez algo prolongado, para saber qué contestar, ya que estaba creyendo que su hermana dedujo cosas sucias entre ella y él. Así, procedió a hacerle la propuesta, trabándose entre tantas muletillas que me ahorraré escribir.
– ¡Tranquila! ¿Pues en qué piensas, cochina? Escucha, anoche Isabel me terminó y desde que tuve mi primera pareja he querido saber qué se siente tener sexo. Viendo que tú estás disfrutando plenamente de tu sexualidad me dio, pues, mucha envidia, ¿me explico? Lo único que quiero es que, discretamente, le recomiendes a una de tus bellas amigas acerca de mí y consigas que folle conmigo. De lo contrario, las pruebas que tengo de tu cogida de hoy se las daré a conocer a nuestros padres ¿Trato hecho?
Con las manos en la cintura y una sonrisa burlona, pareciera que Azucena atrapó la seguridad que a Braulio se le había escapado y sin demorarse, replicó de forma tenue.
– ¡Hermanito de mi vida! Te crees inteligente, pero no lo eres. ¿En realidad crees que una mujer con estabilidad y una vida solucionada, como mis amigas, estaría interesada en coger con un escuincle como tú? Pídeme algo que sea posible, por favor.
Desde aquella postura que adoptó Azucena, la mirada de Braulio se ancló en los muslos de su hermana y en el movimiento de su minifalda. Inevitablemente, su miembro tuvo una erección y él comenzó a sentirse incómodo. Azucena se dio cuenta, pero su prudencia fue superior para no delatarse, pues claramente observó el bulto en su ropa. Braulio, aún nervioso, se apresuró a acabar con la plática.
-Lo lamento, pero esos son mis intereses. Piénsalo. Yo me retiro, todavía alcanzo a llegar a la clase de las once.
Rápidamente, Braulio caminó hacia su cuarto, cargó su mochila, se dirigió hacia la puerta queriendo evadir la vista a su hermana y salió en camino a su universidad. Azucena mantuvo la misma posición hasta que su hermano se marchó. Lo que sucedió después corre por la cuenta de ambos, cada quién por su parte.
VERSIÓN DE BRAULIO:
Esperé un poco hasta alejarme lo suficiente de la casa para explotar el cúmulo de emociones que se originaron en mí. Estando a solas, hice un gesto de enfado mezclado con desesperación y regresé a mi propia conversación.
– ¡Caray! ¿Qué fue eso? Creo que, si me hubiera quedado ahí, viéndola detenidamente, así como ella me veía a mí, hubiéramos terminado en el sofá después de varios orgasmos y una cogida muy rica. Se sentía una energía candente en su mirada y en su sexy pose. Me hubiera encantado acercarme a ella, empujarla hacia el sofá, agacharme y hacerle un sublime oral para comenzar y convencerla de que no interrumpa el momento con algún razonamiento moral.
Notando que mi pene volvía a ponerse duro y sabiendo que estaba en público, traté de controlarme, aunque pronto caí en el desconsuelo.
-Ya no sigas. Es más, ni te ilusiones. Eso nunca va a pasar. Sin duda alguna me habrá considerado como un idiota y continuó con su vida. Además, acerca de esa propuesta que le hice, sinceramente no seré capaz de delatarla. Es mi hermana y la quiero como tal. Solo que, cuando le dije que me dio mucha envidia de ver que disfrutaba de su sexualidad, en realidad quería decirle que me dio mucha calentura y quería que alguien me la quitara, sin importar que fuera ella.
Quería estar solo. De tanta decepción, sentía que no iba a soportar a la gente que se me atravesara en el camino ni en el autobús. Decidí, por tanto, hacerle la parada a un taxi.
Llegué a la entrada de la universidad. Estaba ansioso por comprar y fumarme un cigarro, sin embargo, dando unos pasos más me quedé inmóvil al ver a Isabel, vestida de manera tan impresionante, pero estaba siendo acariciada delicadamente por las manos del imbécil que provocó que mi hermana le entregara su cuerpo a un tipo cualquiera, sí, Ernesto.
Lleno de frustración, volví hacia la calle y pedí otro taxi, esta vez, con destino a la zona hotelera de la ciudad para emprender el plan B.
-Si mi hermana lo hizo ¿por qué yo no? Solo que a ella no le costó ni un peso. Pero yo haré que valga cada maldito centavo.
Era casi el mediodía cuando me instalé en el penthouse suite de uno de los hoteles turísticos más famosos de Puerto Vallarta. De esta manera, me hallé solo, entre cuatro muros de lujo. Empecé a recorrer toda la habitación, incluso preparé la tina de jacuzzi, todo con el fin de idear los movimientos que realizaría a la hora de follar con la sexoservidora que contrataría. En cada paso, no pude controlar mis ganas de sacarme la verga y masturbarme. Realmente deseaba que el momento fuese perfecto.
Al terminar de afinar detalles, me di un baño bastante minucioso, después me acosté en la deliciosa cama king size de la habitación y procedí a navegar en un sitio web de escorts a través de mi celular.
Mi preferencia de búsqueda al principio fue VIP, no obstante, en los resultados siempre aparecían chicas de 19 a 23 años diciendo que se sabían todas las posiciones y eran perfectas para los hombres exigentes (a esas edades ni conocen bien su anatomía, comprobado). Mis gigantescas ganas de coger me solicitaban una hembra de mínimo 25 años, ¿acaso será porque me quedé intrigado por saber cómo hubiera follado con mi hermana si se hubiera dado la oportunidad?
En fin, cambié el texto de búsqueda por “madura” y me arrojó varios perfiles de señoras no muy atractivas y algunos de adultas jóvenes muy sexys, de las cuales solo dos llamaron mucho mi atención.
Comencé a ver la información de Crystal, una mujer morenaza de 27 años, venezolana, delgada, destacando sus enormes nalgas y sus 1.86 metros de estatura, lo cual fue el factor determinante para elegirla. Me parecía excitante la idea de coger con una mujer más alta que yo por quince centímetros.
Sin pensarlo dos veces la llamé. La verdad, no sé si hice lo correcto al contarle todo lo que le haría, porque preguntó por mi nombre y mi edad y cuando le comenté que tenía 21 años me dijo que solo acepta a hombres mayores de 25 y me colgó. El karma en su máximo esplendor.
Entonces me quedaba Itzel, la chica del otro anuncio, mujer de piel canela, de 28 años, mexicana, delgada, pechos prominentes y lindo atuendo de secretaria. Continué leyendo y me detuve en el apartado donde mencionaba: “Aplica promoción si deseas el trío con mi amiga Andrea”. Busqué si había una foto de esa tal Andrea dentro de la publicación y apareció una foto de ambas enseñando sus exquisitos culos.
– ¡Uf! ¡Andrea tampoco está nada mal! ¡Un trío para ser mi primera vez sería espectacular!
Inmediatamente llamé a Itzel, le dije todo lo que le haría a ella y a su amiga, además del champagne que habría al final. Ella sonó bastante sorprendida y excitada, aunque también preguntó por mi nombre y mi edad. Me tardé en responder falsamente que me llamo Bernardo y tengo 32 años, pero ella, demasiado contenta, me confirmó la cita acompañada de su amiga, a quien no se me dio por escucharla en la llamada.
Minutos antes de que llegaran las chicas cerré las cortinas, apagué las luces y me desnudé. Después oí el golpeteo de la puerta, me asomé por la merilla y las vi con unas máscaras. A continuación, abrí y me escondí detrás de la puerta sin que me miraran. Esperé a que ingresaran a la habitación, cerré y lentamente me acerqué a arrimarle mi verga al trasero de la última que entró. Me fascinó su expresión, diciendo “¡Ay, papi!” Pero su voz se me hizo familiar.
VERSIÓN DE AZUCENA:
Después de que mi hermano se largó crucé los brazos y me acosté en el sofá. Me sentía apática, agotada, pero todavía bastante ganosa y tenía mi mano derecha introduciéndose bajo mi falda.
– ¿En serio quise seducir a mi hermano con mi mirada y mi pose? ¿En serio me le quedé mirando el bulto? Es que, vaya que se veía grueso y largo lo que traía ahí adentro. No puede estar pasándome esto, ¡que alguien me diga que esto es un sueño!
Mi mano pasó la barrera de mi pantaleta y en cuanto toqué mis labios vaginales, suspiré y experimenté vibraciones deliciosas.
-En estos momentos, la persona indicada estaría pasando su lengua por toda mi concha, estimulando mi clítoris, provocando que me venga y después, metiendo toda su venosa pija hasta topar con mi cérvix. ¡Uf! Probar varias posiciones por un largo rato hasta que me diera aviso de que pronto eyacularía para mamársela y se viniera en mi boca. Si mi hermano pudiera hacer eso, de verdad lo hubiera permitido.
Dentro de mi vagina se encontraban dos de mis dedos y con mi mano izquierda apretaba mis senos. Estuve a nada de entrar al punto de no retorno, pero mi moralidad me mortificó.
– ¡No, Azucena! ¿En qué estás pensando? Tu hermano no debe hacerte lo que estás imaginando.
Pronto paré de manosearme, tomé mi teléfono y llamé a Ingrid para que viniera a la casa y contarle lo sucedido, bueno, solo lo más importante. Entretanto se trasladaba hacia acá me duché y me vestí cómodamente.
Mi amiga llegó a las 10 en punto e insistió en que lo que tenía que contarme era urgente. Le pedí de favor que primero me dejara hablar a mí y lo hice, aunque ella aceptó de mala gana.
Durante mi charla motivacional agradeciéndole lo de Ernesto y platicándole lo de Ignacio, el celular de Ingrid sonó varias veces, pero ella me dijo que no me preocupara y siguiera hablando.
Finalmente, terminé contándole lo que pasó con mi hermano, resaltando la propuesta que me hizo, es decir, insinuando que fuera ella quien accediera a sus términos. De pronto, Ingrid preguntó algo que tomé como broma.
– ¿Y tu hermano estaría dispuesto a remunerarme económicamente si lo hago con él?
Mi reacción consistió en llevar la palma de mi mano hacia mi frente y contesté sarcásticamente.
-El que te estaría pagando es mi papá, porque él le deposita a su cuenta para sus gastos mensuales.
Debo mencionar que Ingrid es una chica muy interesada, el dinero la hace muy feliz, sin importar a quién lastime. Acto seguido, ella comienza a contarme su chisme.
-Aun así, los ahorros son de tu hermano. Y te pregunté lo anterior porque ¿qué crees? Anoche me anuncié en una página de sexoservidoras. Quiero intentar en ese ambiente.
La miré a los ojos y le grité.
– ¿¡Estás demente!?
Sin embargo, ella defendió su punto de vista y, por si fuera poco, logró envolverme con su discurso, al fin y al cabo, yo ya lo había pensado desde antes.
– ¿Y por qué no? ¡Haré lo que tanto me gusta y ganaré dinero por ello! Apuesto a que tú desearías un trabajo así, querida. ¿Por qué no lucrar con algo que casi todas hacen gratis? De hecho, quería saber si te animarías a promocionarte conmigo. Como te estás dando cuenta, me han estado llamando muchas veces, pero no he contestado y necesito saber tu respuesta. ¿Qué dices?
No podía negar mis enormes ganas de volver a follar en el día, o más bien, de follar verdaderamente. Además, mi amiga sabe perfectamente que soy una perra y que soy muy buena en la cama, por lo que, para ella, cumplo con el perfil de una escort y por eso recurrió a mí.
-Mi respuesta es, sí. Pero únicamente por hoy. Dependiendo de los resultados y las ganancias veré si me animo a continuar.
Entonces, Ingrid se apresuró a crear un nuevo anuncio en la plataforma donde se publicó e incluyó una oferta por follar con las dos en un trío, sin revelar nuestras verdaderas identidades. Llenó unos requisitos, subió unas fotos suyas y me pidió que le enviara una imagen provocativa mía, pero le propuse tomarnos una juntas y así lo hicimos.
El anuncio quedó listo, se publicó y en menos de dos minutos mi amiga recibió dos llamadas. Ella y yo concordamos en que los urgidos no cuentan. Sin embargo, parece que volvimos locos a los navegadores de la página web, porque las llamadas fueron constantes.
Por lo tanto, Ingrid y yo acordamos que ella contestaría la primera llamada que le llegara después de quince minutos sin que suene el teléfono.
Esperamos hasta que pasó el mediodía y prestamos atención cuando el teléfono dejó de sonar por quince minutos. No tardó mucho en llegar la llamada del elegido, Ingrid contestó, se puso cachonda en el teléfono, confirmó la cita, colgó y cuando me dijo el hotel donde estaba hospedado el varón de 32 años que nos esperaba yo no podía creerlo. ¡Pensé que sería un hombre rico!
Las dos nos vestimos con ropa y lencería de secretaria, nos arreglamos, nos pusimos unas máscaras, ordenamos un vehículo de transporte privado y en menos de una hora, mi amiga y yo estábamos en la puerta del penthouse suite de uno de los hoteles más nombrados de la zona hotelera de Puerto Vallarta.
Ingrid tocó la puerta. Por dentro, la habitación lucía oscura, lo cual nos extrañó. De pronto, la puerta se abrió e ingresamos. Escuché que la puerta se cerró, pero antes de voltear a ver, sentí lo dura y gruesa de una verga bien erecta justo en la línea entre mis glúteos. No pude hacer más que disfrutarlo y gritar: "¡Ay, papi!
CONTINUARÁ…