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Antes del café (Capítulo 1): El último fracaso
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Versión de Azucena: 

-"Si no me crees es tu problema, amiga. Buenas noches." ¿Por qué siempre tiene que decirme esas palabras cuando termina de contarme un chisme? Lo único que quiero es que me convenza de creerle. Pero bueno, esta vez no importa porque ahora sí le creo todo a mi amiga Ingrid. ¡Se acabó! Sabía que Ernesto me estaba siendo infiel con esa tal Isabel. ¡No sé qué le vio! Si es una mocosa de 21 años igual que mi hermano, ¡Ernesto y yo tenemos 27! Estamos grandes para esas babosadas. ¡Pero ya! No importa. Relájate, Azucena, él no era para ti, ni siquiera te satisfacía en la cama. Tantas veces que lo hicimos y nunca aprendió cómo provocarme un orgasmo. Me sorprende haber durado más de un año y medio en esa relación. En fin, este fue el último fracaso amoroso que me permito. Soy una campeona. Mañana le haré una escenita y terminaré con él para siempre.

Disculpen mi dramatización, queridas amigas y amigos guapos, lo anterior fue una de tantas pláticas que hago conmigo misma, o pueden ser pláticas al aire, porque a veces solo me escucho, pero no me pongo atención. Cuando menos me lo espero ya estoy hablando conmigo misma de nuevo, así que no se sorprendan.

-De verdad que estoy harta de pasarla mal en el amor. ¡Pero claro! Siempre me he recomendado no tener novios y mejor solamente parejas sexuales ¡Solo que el consejo me entra por un oído y me sale por el otro! Seguramente me he perdido de tantas experiencias por lo tonta que soy. Este estúpido solo me ponía en cuatro, solo me hacía practicarle sexo oral, pero nunca me sentí satisfecha ¿y resulta que me engaña? ¡Por favor! ¿Así o más idiotas tienen que ser los hombres? Bueno, no todos son así, hay unos que saben muy bien nuestra anatomía y tienen demasiada práctica, ¡quiero uno de esos! ¿Pero dónde lo encuentro?

Sin preverlo, una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo completo, acompañada de temblores y suspiros duraderos. Estoy consciente de que al sentir esas reacciones fisiológicas comienzo a perder la razón y digo tonterías. Irónico, ¿no?

-Me he aconsejado, no sé si sabiamente o no, publicarme en una página web de escorts, si tengo suerte, ¡puedo pescar un robalo bien grande y jugoso! Aparte de recibir un dinerito muy fácil. Solo es cuestión de animarme, pero el temor a ser descubierta me aterra. A pesar de que sé que para eso debo publicarme con un nombre distinto, me da miedo que llegue a arreglar una cita con un socio de alguno de mis padres, que son muy conocidos en la ciudad, o con alguien que los conozca y me delate. Perderé mi reputación, harán que me despidan de la compañía y a ellos les perjudicará mucho, de por sí les costó tanto trabajo conseguirme un puesto en su empresa por mi bajísimo promedio en derecho.

La excitación que tenía se me quitó. Efectivamente, ya estaba harta de relaciones amorosas sin sentido solo para coger y mis ideas trataban de llevarme a extremos a los que no tardaría en llegar, solamente a falta de la gota que derramase el vaso. Poco a poco me tranquilicé y pensé coherentemente, bueno, eso creo haber hecho.

-¡Jaja! Ay, Azucena, hay tantos hombres que tienen intenciones sucias contigo ¿y dices que no encuentras ninguno? Solamente revisa tu cuenta de Facebook, tienes más de cien solicitudes de amistad sin responder y más de cincuenta mensajes no leídos, ¡tienes de dónde elegir! No te compliques más, simplemente dale la oportunidad a ese chico Ignacio que tanto te insistió antes de que iniciaras la relación con Ernesto, es más, responde su mensaje que no has ni leído.

El sueño se me hizo demasiado corto. Mi alarma me despertó a las 7 de la mañana y aún no podía creer que estaba a una hora y media de recibir en casa a Ignacio. Tampoco podría creer que accedí a hacerlo con un muchacho de 21 años, pero es lo que hay. Claro que también no podía creer que en menos de cinco minutos le hablé, me respondió, le fui coqueta, me propuso sexo, acepté y le propuse lugar y hora. ¡Pero mucho menos puedo creer que tanta fue mi urgencia que le dije "8:30 de la mañana en mi casa"! A esa hora tengo que salir para ir a trabajar, pero, por lo visto, decidí no ir hoy, aunque puedo cambiar los planes, pero mis ganas de tener sexo son más grandes que mis ganas de trabajar, como siempre.

Mis padres recién salieron hacia la empresa a las 6:30 y mi único hermano, Braulio, acababa de bañarse para irse a su universidad a las 7:45. Tiene tantas ventajas ser la última que se va y la primera en regresar a casa: Uno: Puedo disfrutar de mi café puntualmente justo antes de salir de casa, sin que nadie me moleste. Dos: Regresando a casa puedo invitar a quien sea, amigas, novio, etcétera y pasar un pequeño pero buen rato antes de que regresen mi hermano o mis padres. Tres: Mis padres no se enteran si fui o no a trabajar. Y por eso mismo, cuatro: Puedo disfrutar de un excelente día lleno de sexo con mi novio, aunque en este caso no sucedería.

Mi cuarto pensamiento siempre es el más sucio de todos, pero en verdad, no podía creer que al fin me animé a tener sexo con alguien con quien no mantengo una relación amorosa. De por sí ya era un día extraño por varias razones: Uno: Afuera se apreciaba un cielo nublado. Dos: No tenía ganas de café. Tres: Mi hermano se veía triste paseando por el pasillo siendo ya su hora de salir. Y cuatro: Tenía unas ganas de tener sexo fuera de lo normal, ¡inmensas! Y no iba a permitir que mi hermano me arruinara el día, por lo que, literalmente, lo corrí de la casa a pesar de su evidente desánimo y procedí a darme un baño.

Dieron las 8:20 y sonó el timbre, justo cuando me preparé forzadamente mi café que no pude ni quería degustar. Invité al muchacho a pasar y de inmediato se abalanzó hacia mí, empezó a besar mi boca, bajó rápido a mi cuello, me manoseó bajo mi falda escolar y antes de que continuara con sus ridiculeces le indiqué el camino a mi habitación.

El sujeto me desnudó en cuestión de segundos, yo cooperé desnudándolo rápidamente y recordé que la razón por la que acepté su propuesta fue por sus sexys tatuajes en su pecho y abdomen, exhibidos en su foto de perfil y de portada de Facebook, nunca había estado con un chico con tatuajes y a mí en lo particular me atraen mucho. Así que comencé a succionar su pene, que en realidad estaba algo largo, pero no muy grueso. Repentinamente, me dijo "ponte en cuatro" y lo hice, aunque yo me quería dar unos buenos sentones sobre esa larga herramienta.

Quince minutos, ni más ni menos, después de torturarme con sus escandalosos gemidos, Ignacio se corrió en mis glúteos, terminó exhausto y se acostó, pero me acerqué a él con una sonrisa más falsa que mis pechos en mi foto de perfil de Facebook.

-Levántate campeón, tengo cosas que hacer.

Pasaron muchas cosas por mi cabeza mientras limpiaba su leche de mis pompas. Todo se resume en una simple moraleja que la mayoría seguramente ha escuchado y es que de nada sirve que los hombres tengan tan largo o grueso el miembro si no lo saben usar. La tenía más grande que Ernesto y aun así solo me quiso de perrito. ¿Y mi placer dónde está? En realidad, fingí mis gemidos y me moví como diosa para que se viniera rápido. Ignacio se vistió y rumbo hacia la puerta me tocó las nalgas y me preguntó cuándo volveremos a vernos, a lo que contesté que lo contactaré después, otra vez con mi sonrisa más falsa que… Bueno, ya lo saben.

Acompañé a Ignacio a la salida y habiendo estado él afuera, vigilé por la ventana hasta que se marchó en su vehículo. Lo siguiente que iba a hacer era llamarle a Ingrid para que viniera a la a casa a chismear. En eso, sentí un escalofrío enorme al escuchar detrás de mí unos pasos que por un momento aseguré que eran parte de mi imaginación, pero enseguida, mi desgracia comenzó.

-Hola, hermanita…

Versión de Braulio:

-"De verdad, ya no me busques más, adiós." Eran las palabras del último mensaje que me envió Isabel, quien por su cobardía, o más bien, por su evidente fastidio, decidió terminarme la noche anterior al inicio de mi último año de la universidad. La dejé en visto, sin palabras, prometiéndome arduamente que este sería mi último fracaso en el ¿amor? Ya no sé si mencionar esa palabra, ¿para qué me miento? Lo que yo realmente quería de ella eran sus ojos, ¡mirando los míos mientras me lustraba el pene con su boca! También puedo decir que realmente amaba sus caderas, ¡las hubiera amado más si las hubiera sostenido mientras le daba por atrás! Pero tranquilo, Braulio, sé que has fracasado mucho en tus ridículas relaciones de amor, así como en tus intentos de llevarte a la cama a tus novias.

Lo que acaban de leer, amigos y amigas guapas, fue una de mis tantas conversaciones conmigo mismo, que terminan siempre en automotivaciones que al despertar fracasan.

-Mañana comienzas a cursar el último año de la universidad. No pienses que la inteligencia te quita el atractivo sexual, ¡para nada es así! Tienes pegue, eres muy buena onda, no por nada has tenido más de veinte novias a tus 21 años, aunque repito, sigue siendo un enorme fracaso no llevar a ninguna a la cama. Te propongo algo: Después de clases instálate en un hotel del centro de la ciudad y contacta a una exuberante escort, la más elegante de todas y espérala con champagne, no importa si despilfarras más de mil dólares, ¡date el lujo! ¡Considéralo como un nuevo comienzo! Quizá así la próxima vez seas más malicioso, más atrevido y más exitoso. Pero duérmete ya.

Luego de una noche llena de horrorosos y desalentadores sueños sin sentido, desperté sin ánimo alguno para asistir al primer día de mi antes ya mencionado último año de la universidad. Vaya que la falta de sexo sí que es un factor importante de depresión, más aún cuando nunca en mi vida lo he tenido, sino solo simples justicias por propia mano. En serio, ni la cita para tomar café a las 9 de la mañana como de costumbre con mis más grandes amigos de la universidad me motivaban a asistir. Me sentía devastado, exageradamente, claro está, parecían solo berrinches de mi parte.

En fin, mis padres salieron a trabajar desde las 6:30 de la mañana, yo tendría que ser el siguiente en salir, a las 7:45 a más tardar para llegar a las 9 en punto. Después de un baño nada relajante tomé mi mochila y decidí pasear por el pasillo de la casa, pero la grosera de Azucena, mi hermana mayor y única, me apresuraba a retirarme. Enfadado con ella, como siempre, me salí a la calle, sabiendo que en cuestión de minutos arribaría uno de los tantos autobuses que me llevan a la universidad.

La ansiedad recorría mi cuerpo desde las uñas de mis pies hasta la punta de mis cabellos, mi inteligencia comenzaba a fallarme, o, en otras palabras, estaba perdiendo la cordura debido a todos los pensamientos que aparecían en mi cabeza. En realidad, no me sentía bien para estar en un salón de clases, por lo que en cuestión de un santiamén me encontré de nuevo acostado en mi cama. Tomar la decisión me demoró más que en llevarla a cabo, de todos modos, mi hermana se había metido a bañar mientras yo volví a entrar a la casa y caminé hacia mi cuarto.

No me enteré del momento en que cerré mis ojos, pero el sonido de la puerta principal azotándose interrumpió mi sueño post-nocturno. El reloj de mi celular indicaba las 8:20, por lo que supuse que mi hermana salió hacia su trabajo un poco más temprano de lo normal, entonces volví a cerrar mis ojos. Pero minutos después, el azote de una puerta más cercana me volvió a despertar. Mi hermana debió haber olvidado algo, como siempre. Regresó por ello y volverá a irse, pensé.

Sin embargo, salí de mi cuarto para prepararme un café e inmediatamente escuché uno de los sonidos que nunca en mi vida me hubieran gustado haber escuchado… Los gemidos de mi hermana en pleno acto sexual, provenientes de su habitación, diciendo "¡Ay sí! ¡No pares, así me gusta!" Y también los gemidos de un varón. Entre las náuseas y el tener que ser silencioso, dejé la puerta de mi cuarto abierta y me asomé por la ventana. Para mi sorpresa, había un auto desconocido estacionado. Mi cabeza comenzaba a darme vueltas entre tantos pensamientos, de esta manera, inevitablemente tuve que hablar conmigo mismo otra vez.

– ¿Qué tenemos aquí? Uno: Mi hermana está teniendo sexo, ¡creí que era la mujer más santa y virgen de todo el mundo! Dos: Ese no es el auto de su novio, Ernesto, además la voz del que está gimiendo con ella es más grave que la de Ernesto. Tres: Entonces debe estar con alguien más y poniéndole el cuerno a su novio.

Por lo general, mis razonamientos no llegan al número cuatro, pero cuando lo hacen, es porque tenía una gran idea, seguramente sucia.

-Cuatro: Puedo usar esto a mi favor.

Rápidamente le tomé una fotografía al auto por la ventana y grabé un audio de un minuto de los gemidos de mi hermana y del corneador, aguantando las ganas de vomitar, por supuesto. Vuelto a encerrarme en mi cuarto, no soportaba las ganas de sorprender a mi hermana. De repente, mis palabras salieron sin poder evitarlo.

-Aunque, para ser sinceros, mi hermana no gime nada mal, lo hace bastante rico. El idiota con el que está es muy escandaloso, pero cuando se calla y ella gime es sensacional, tal vez le está dando muy duro y delicioso.

Todavía no sé cómo explicar lo que pasaba en mí en esos momentos. El pene se me paró y mi mano se dirigió hacia mi pantalón, bajo mi bóxer y procedí a jalármelo mientras escuchaba esos gemidos, pero a la vez pensaba que lo que iba a hacer estaba mal.

– ¡Es mi hermana! ¿Cómo se me puede ocurrir semejante barbaridad? ¿En serio voy a masturbarme pensando que tengo sexo con mi hermana? Esto parece de película porno, ahora me arrepiento de no haber ido a la escuela. Pero tengo un plan y tengo que hacer que mi hermana pague por esto, porque ahora estoy bien ganoso y alguien me tiene que bajar la calentura. Y si no funciona, tengo el plan B que anoche determiné.

Transcurrieron unos quince minutos y salieron de la habitación mi hermana y el sujeto con el que estaba, que, efectivamente, no era Ernesto. Dejé la puerta de mi habitación emparejada para asomar mi celular y tomarles una fotografía, después seleccioné la opción de grabar video y capté cómo caminaban hacia la puerta mientras él le manoseaba el trasero. Sentí raro al ver eso, con ganas de golpearlo, pero debía entender que mi hermana hace su vida como ella quiere y permite lo que ella quiere que pase con su cuerpo.

-Ahora sé cuál es el motivo por el que tiene muy bajo promedio de su carrera, muy seguramente se la pasó todas esas noches de supuesto estudio brincando en diferentes camas. Pero claro, ella es mujer, ella simplemente dice “sí” y le puede abrir las piernas a quien sea. Ya quisiera que las mujeres nos insistieran a los hombres por sexo.

De repente, mis pensamientos zarparon un vuelo demasiado alto y aterricé con una conclusión honesta y razonable.

-Pero, la verdad, mi hermana sí que tiene un cuerpazo para andar luciéndose así, más con esa faldita de colegiala, exhibiendo sus brillantes piernas, alcanzándose a ver parte de sus glúteos, que no son grandes, pero sí redonditos. Si me fijo bien, su cintura es como me gustan, ancha gracias a que está un poco llenita, además de que eso le concede tener unas tetas voluminosas. Obviamente ¿quién no va querer coger con ella? ¿Cómo no lo había pensado antes? Es este vínculo de hermanos que me lo impide, pero la verdad es que como mujer está despampanante. Acepto esta atracción que estoy sintiendo por ella, pero niego querer follarla alguna vez.

Mientras tanto, mi hermana despidió al chico en la puerta. Me acerqué hacia ella cuando estaba mirando por la ventana y, sin esperar mucho, mi fortuna comenzó.

-Hola, hermanita.

CONTINUARÁ…

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