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Al final me descubrieron, empiezo a liberarme
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Luz, era el nombre de una famosa revista especializada en el amplio tema sexual, entre los variados contenidos se ocupaba el homosexualismo que no podía estar ausente, la lectura de estos artículos fueron el inicio para descubrir el fabuloso mundo del sexo entre hombres.

Mi nombre es Carlos, actualmente tengo 67 años, estoy casado por más de cuatro décadas, mi contextura es la de un hombre normal, mido 1,83 metros con 94 kilos de masa corporal, lampiño, de tez blanca, buenas piernas y buen culo pues práctico el ciclismo de montaña para mantenerme en forma.

En una red social me llama la atención el anuncio de Pedro: un masajista que ofrece sus servicios en su local o si prefieres él puede acudir al lugar que tú le indiques, luego me entere que era un hombre no tan agradable a la vista, pero lo que importaba es su trabajo y no su rostro, eso pensé al principio de nuestra relación.

Los fines de semana son adecuados para las salidas largas en bicicleta, rutas de más de 70 Km, un domingo cualquiera el ejercicio me dejo agotado y con un dolor en mis piernas especialmente en mis muslos, la pierna derecha era la más afectada, me extraño un poco porque siempre acostumbro a pedalear lejos sin ningún tipo de problema, intrigado pregunto a uno de mis compañeros de ciclismo que es lo mejor que puedo hacer para aliviar este malestar, me recomienda un masaje en todo el cuerpo.

Decido llamar a Pedro para consignar una cita para el siguiente día, me indica que por el momento su consultorio está en mantenimiento, que no me puede atender, pero sin embargo me ofrece ir con su camilla portátil y tratar de aliviar así mi molestia, me parece una idea fantástica pero a su vez se me complica ya que en mi casa tampoco lo puedo hacer, pues mi esposa Laura va a tener un reunión con sus amigas de colegio para planificar la fiesta de egresadas del colegio.

Para mi suerte es ella quien me sugiere usar la casa de su madre que al momento se encuentra totalmente desocupada esperando ser vendida a la brevedad posible, me pongo nuevamente en contacto con Pedro, le indico la dirección de la casa y quedamos en encontrarnos a las 17 h. Acudo a la cita en forma puntual, para mi sorpresa ya encuentro a Pedro esperándome.

Enseguida nos identificamos Pedro es un hombre de unos 40 años, calculo que debe medir 1.70 metros, un tanto gordito, bien vestido, de olor agradable, y con una barba de dos días. Tengo dificultades en ubicar la llave correcta para abrir la puerta principal de la casa de mi suegra, seguridades antiguas y con cierta maña para ser abiertas.

Pedro carga su equipaje compuesto por una camilla portátil de madera, una larga extensión de luz, un aparato vibratorio el mismo que puede ser intercambiado sus cabezas y la velocidad del mismo, además una maleta en la cual hay esencias, velas, aceites lubricantes y quien sabe que otras cosas tendrá, me quede con la curiosidad.

Me indica que necesita un cuarto amplio para colocar su camilla, decido ir al último rincón de la casa, en este sitio las ventanas dan al patio interior con eso si es necesario prender las luces, los vecinos no se van a enterar de nuestra presencia, a pesar de que la casa se encuentra vacía noto que quedan algunos muebles como una amplia banca y un ropero vertical, al parecer se olvidaron pues se trata del último cuarto. Ayudo a armar la camilla la misma que ha sido diseñada para armarse y desarmarse con facilidad. Por alguna razón que no logro entender Pedro ubica la camilla a un costado de la pared norte de la habitación, definitivamente me quedo con la intriga, veo que coloca unas 7 velas perfumadas alrededor de la camilla, pregunto el porqué de las velas y me dice que el aroma que desprenden estas velas sirve para lograr una mejor relajación y con ello un mejor resultado de su masaje, personalmente pienso que tan solo trata de darle un ambiente más romántico a la sesión de masajes.

Tiende una hermosa sabana bordada con un extraño logotipo sobre la camilla, me invita a subirme a la misma, procedo a desvestirme, primero mis zapatos los acomodo con dirección a la puerta, luego mis calcetines, me sonrojo pues uno de ellos llevan un pequeño agujero, los doblo y los introduzco en cada zapato, me retiro el pullover, luego el pantalón, me desabotono lentamente los 7 u 8 botones de la camisa blanca, me la retiro y me quedo en calzoncillo, todo este ritual lo hago al mismo tiempo que Pedro procede a quitarse su saco y colocarse un impecable mandil que lleva bordado el mismo logotipo que la sabana celeste. Colocamos el vestuario en el perchero vertical quedando todo ordenado y limpio.

Una vez que estoy tendido boca abajo en la camilla, Pedro empieza una especie de ceremonia y procede a encender las siete velas, al instante puedo percibir una extraña fragancia que no logro descifrar su origen, me huele a Jazmín del Oriente. Escucho que Pedro restriega entre sus manos un aceite que empieza a frotarme muy lentamente por mi espalda, hombros, se detiene en la columna, el dorso superior, poco a poco me voy relajando y aceptando que estoy en contacto con un hombre que sabe hacer bien su trabajo.

Sus masajes llegan a la cintura muy cerca de mis nalgas, entonces de una manera muy sutil y agradable me dice que evitemos que se manche la única prenda que llevo puesto; es mejor retirarla, Pedro me ayuda en esta labor y de reojo miro que se encuentra humedecida por líquido pre seminal, me sonrojo sin ser visto por mi amigo. Se coloca más aceite en sus manos, calentándolo antes de entrar en contacto con mi cuerpo, con sus manos topa mi nalga derecha y luego la izquierda, las aprieta de tal manera que siento alivio luego de la larga pedaleada del fin de semana, su codo pasa magistralmente por medio de las tapas de mi culito, aplasta deliciosamente mis nalgas y pienso que sin querer toca mi agujero anal, lo que produce un estremecimiento en mi desnudo cuerpo, no puedo disimular y Pedro me dice tranquilo amigo no pasa nada.

Siguen las caricias en la zona anal, me hacen sentir diferente pues antes no había sentido estas sensaciones en tan delicada área, con un dedo bien lubricado empieza a darme masajes circulares en los alrededores del orificio, tengo que aguantar las ganas de decirle, por favor méteme ese dedo, inmediatamente se dirige a mis muslos, sus manos abarcan gran parte de mis gruesas piernas, entonces ahora empiezo a sentir un cierto dolor a lo largo de las piernas como consecuencia del pedaleo y del sensual masaje.

El dolor que se hace presente hace que recoja mis piernas, mi rodilla derecha toca involuntariamente el ombligo de Pedro, espero que se retire pero no lo hace, al parecer eso es exactamente lo que estaba buscando, luego de dos o tres masajes en mis muslos Pedro se coloca justo a la altura de mi mano derecha la entonces puedo sentir que su cuerpo está muy cerca al mío, puedo sentir el roce de su humanidad con mi mano derecha, hago un movimiento muy lento para que parezca involuntario y lo que puedo sentir en mi mano es el pene de mi masajista, lo siento a media erección, grueso, su tamaño normal.

Tanto Pedro como yo no pronunciamos palabra alguna, sus manos recorren de arriba abajo por el largo de mi pierna derecha, yo sigo agarrado ese hermoso pene, sin mover mi mano ni hacer presión para evitar que se salga de mi mano, el masaje es intenso, duro, a veces un tanto doloroso, pero cada vez siento que los dolores musculares van cediendo y la excitación va en aumento.

Detiene el masaje para cambiar de posición y empezar a masajear mi pierna izquierda, ocupa la misma posición pero esta vez se ubica a mi lado izquierdo y lo único que ha cambiado es que ahora su herramienta se encuentra fuera del pantalón facilitando mi labor con mi mano izquierda y por supuesto la excitación de Pedro ya se puede sentir en toda la magnitud, sus prodigiosas manos recorren toda mi pierna izquierda incluso llegan a topar y hurgar en mi culito, cosa que me lleva al cielo, no suelto para nada lo que agarra mi mano izquierda, continua así por varios minutos y nuestra arrechera está en su máxima expresión.

Caballero hemos terminado el masaje posterior, ahora es necesario que se tienda boca arriba para continuar con los frotaciones frontales, al voltearme por fin logro liberar la herramienta de mi propio peso, la erección está al máximo, Pedro me consuela indicándome que no soy el primer cliente que sufre una erección cuando se realiza un masaje. Una vez boca arriba Pedro no se mueve del sitio, su pene queda a mi alcance, es un pene muy normal, unos 14 cm de largo y un tanto grueso para su largo, comienza a pasar su mano impregnada de aceite sobre mi pecho, se detiene en mis tetillas lo que hace que mi pene se mueva y mi culito empiece a palpitar, baja sus manos hasta mi zona púbica empezando a darme masajes alrededor del pene, no lo topa seguramente para que no se ponga aceitoso.

Con la maestría propia de un experto, recorre mis piernas, llega a las partes íntimas, siento alivio en mis adoloridas piernas, como una cortesía pasa su barba sobre el glande y casi termino explotando, se dirige y me dice tranquilo que si me lo permites ahora empieza lo bueno, acerca su boca a la mía, no pongo la menor resistencia y disfrutamos de un beso húmedo, apasionado, intenso y lleno de morbo, acerca su pene a mi boca y procedo a chuparle su cabecita, inmediatamente me lo introduzco hasta la mitad, Pedro se estremece, me dice ahora es mi turno y con unas ansias descomunales procede a introducir mi pene en su boca, desaparece por completo en su húmeda boca, decidimos acomodarnos en una mejor posición para hacer un magnífico 69, pero el ancho de la camilla nos impide hacerlo de tal forma que disfrutamos por turnos de las ricas mamadas que cada uno es capaz de propiciar al otro, Pedro toca mi culito, le pido que me introduzca un dedo, me siento en el cielo.

Estando en el éxtasis del sexo oral, escucho que abren la puerta principal de la casa de mi suegra, tan solo puede ser Laura, entra a paso lento ventajosamente y da tiempo a Pedro de ponerse su mandil de médico así como cubrir mis partes íntimas, al llegar a la puerta y con una suerte increíble le suena el celular y se detiene a contestar la llamada, continua hablando por teléfono e ingresa al interior de la habitación, mira de un lado a otro, pregunta sobre mi condición de las piernas a lo cual Pedro responde que he tenido una severa contractura muscular en la espalda, las piernas y otros lugares que no los puede indicar.

No sé si miro a Pedro sin sus pantalones o simplemente no quiso decir nada en ese momento para no hacer un escándalo, estoy casi seguro que sospecha lo que paso entre nosotros, o simplemente la ubicación de la camilla nos salvó de ser descubiertos en pleno acto. Pedro con una asombrosa calma, dice listo Carlos estas en las mejores condiciones para seguir pedaleando largo y tendido, puedes vestirte pero antes déjame secar el aceite para que no manches la ropa. Laura sale del cuarto y procede a inspeccionar el resto de la casa, Pedro empieza a apagar las velas y almacenarlas adecuadamente, pago los honorarios de y procedemos a salir de la casa de mi suegra.

Laura me pregunta que tal el masaje, dime si te sientes bien, te alivio los dolores, o todavía te duele?

– Todo bien mi amor, me siento aliviado, solo que ahora siento que me duele el bajo vientre, supongo que por el masaje recibido.

Al llegar la noche y en la intimidad de nuestra habitación, Laura me dice: Recuerdas aquella noche en la que solicitaste que te introduzca un dedo en tú culito?

– Si recuerdo, pero eso fue hace muchos años, como me voy a olvidar

– Desde ese día empecé a sospechar que te podías acostar con un hombre, y te he estado siguiendo tus pasos para encontrarte infraganti.

– Una cosa es que me agrade explorar toda mi sexualidad y otra muy diferente es ser penetrado por un hombre.

– Dime la verdad: Si tuvieras la oportunidad de hacerlo lo harías, verdad?

– Si no te importa y me aceptas así, si me gustaría probarlo.

– Con el fin de que satisfagas tu curiosidad, de mi parte no tengo problemas

– De tal forma que puedes llamar al tal Pedro para que puedan terminar la deliciosa faena que sin quererlo interrumpí.

– No has interrumpido nada, era tan solo un masaje, no seas mal pensada.

– Si es así mil disculpas, pero espero que llames al masajista y que venga a mi casa.

Con este permiso llamo a Pedro, me dice que imposible ir a mi casa que tiene mucha vergüenza con Laura y que se prefiero vaya a su consultorio que estará habilitado a partir del próximo lunes, a la noche siguiente Laura me pide que le penetre por el culo, y que si prefiero ella hará lo propio con el mío.

Esta historia continuará, por favor espero sus comentarios y sugerencias en: [email protected].

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