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El poder de la lujuria
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Tiempo de lectura: 16 minutos

Cuando intentas abrir tus ojos, percibes que ha pasado mucho tiempo, pues puedes ver un pequeño resplandor en la ventana que indica que se ha hecho de día. Haces amago de levantarte, pero estas tan a gustito a mi lado, que desistes, y te acoplas de nuevo a mi cuerpo y cierras tus ojos de nuevo, esperando a que me despierte.

Me estiro un poco, saliendo sin muchas ganas de mi letargo. Siento la calidez de tu cuerpo rodeándome, como una armadura, tu brazo por encima de mi tripa reposando con calma. Bostezo igual que lo haría un cachorro, y me acurruco más a ti. Despejo un poco mis ojos y una tenue luz cálida empieza a bañar la habitación. Pero mi ya largo historial matutino demuestra que despertar primero no es lo mío, siento tu respiración en mí cuello, ligera, tranquila. Y la suave caricia de tu mano y el suave beso en mi cuello indican que ya ambos abandonamos el mundo de Morfeo. "Adoro despertar así" digo en un susurro que con la calma se extiende por la habitación.

No quieres salir de tu letargo. Te cuesta hasta abrir los ojos, pero en un titánico esfuerzo lo haces para mirar el reloj. "oh, joder. Son casi las 12.30 ¿Quieres desayunar o pasamos a la comida?" Metes de nuevo tu cara en mi cuello, inspirando con fuerza para embriagarte con mi esencia. Tus manos se aferran a mi cintura, acariciándola y suben con lentitud hasta colocarse sobre mis firmes senos.

"Siempre es bueno desayunar y podemos picar algo más tarde… Pero no te muevas todavía si estamos tan a gustito" mis palabras están envueltas en pereza, son suaves y mi cuerpo no tiene intención de separarse del tuyo, me remuevo pegándome más a ti al sentir las caricias sobre mis senos. "No te dejaré escapar, eres mi prisioneros nya"

Con una enorme pereza por levantarte, sigues unos minutos más en mis brazos, bien acoplado a mí, pero tu conciencia te aguijonea de forma despiadada. Te levantas, con ánimos de preparar un café y darme tiempo suficiente para que pueda estudiar algo entre desayuno y comida. Levantarse… despertarse… cuanta maldad disfrazada en esas palabras, con lo a gusto que se está en la camita, no tengo demasiada intención de levantarme. Tratare de ocultarme entre las sábanas para que no me obligues a salir. El cansancio va cobrando factura, y la suavidad de las telas invita a no levantarse en una temporada.

Ya en la cocina, y ya puestos, preparas un chococcino, siendo consciente de que el olor me arrastrara hasta ti, como una lata de sardinas a una gatita. Por otro lado, partes un poco de pan duro y empiezas a preparar unas tostadas con mantequilla.

Tal y como predijiste, cuando el olor a pan tostado y café invade toda la casa, me ves entrar por el umbral de la puerta arrastrado los pies.

"Anda laztana, siéntate y toma tu zumo de naranja, que el resto le queda un minutin"

Pones sobre mi plato una deliciosa tostada de pan con mantequilla a la que cubres bien de mermelada casera, y espolvoreas la leche batida de mi café con un poquito de canela. "bon apetite”

En modo automático comienzo a comer, los deliciosos sabores invaden mi boca y poco a poco abandono mi letargo sin muchas ganas. Ronroneo un poco igual que lo haría un gatita al degustar mi café mágico. "Hoy podemos ser koalas y pasar todo el día haciendo pereza"

"De eso nada. Koalita tiene que estudiar"

Hago un puchero, pero desvías la mirada para no ceder a mis caprichos "eso es maltrato" digo, pero pronto me rindo pues no surge efecto estas firme en tu posición.

"Es por tu bien bihotza." Me digo mientras me dirijo sin mucho ánimo a mi leonera. Como siempre, tu mirada clavada en mi culito respingón.

"Piensa que mientras tu estés estudiando, yo me acercare a casa de mis padres para currar en el jardín. Luego, tal vez, a tomar un txakoli y…" Mi mirada te hace detener al instante. Te giras lentamente y en silencio para no hacer más complicado mi inicio de estudiar. En la cocina, recoges el desayuno, te preparas para salir, pero antes te acercas al estudio. Estoy inclinada sobre el escritorio, y ves mi bonita espalda y la ropita que llevo te dejan ver mis bonitas braguitas.

"Me marcho. Que te sea leve. Regreso en 2h para buscarte y comer. Lo mejor y más rápido ir donde mis aitas." Me doy la vuelta y te lanzo otra mirada de las mías. "Vale… Me marcho."

Justo cuando sales por la puerta, te giras de nuevo.

"¿Y si echamos un polvete para que te relajes?" Tienes que salir corriendo de la habitación ante la lluvia de peluches, lapiceros y gomas de borrar que te lanzo con aviesas intenciones.

Sin mucho ánimo empiezo la faena, inicio sesión en messenger y me conecto con mis compis. Cuando entro me encuentro con una acalorada discusión sobre los cuestionables gustos de mi amigo, el centro de la discordia una tía de la clase de cálculo que si bien tiene buenas tetas, al conjunto le acompaña una cara poco agraciada, luego se pasan a otra de las chicas que si bien es guapa tiene una mala fama de loca posesiva, entre risas y bromas dejamos los temas banales para centrarnos en el asunto. No sin antes escuchar los problemas amorosos entre nuestra amiga y su chico, y sin olvidar los constantes reproches de la novia de nuestro amigo. Sonrió pues las relaciones de los demás a veces parecen… tan conflictivas. Entre ejercicios, bromas, pasan volando las horas.

Tomando txakolis, no puedes evitar un aguijonazo de culpabilidad al saber q estoy estudiando. Te despides de la peña y de marcha hasta casa. Sigo con la cabeza pegada al libro. "Vida, descansa un poco. Comemos donde mis aitas y regresamos prontito para que sigas estudiando. Si te parece."

-*escribiendo*

-A: En serio tienes que verlas esas gemelas están buenísimas!

-N: Exageras, como siempre están aceptables.

-A: Pues yo si les doy

-Yo: Tú le metes y te follas a todo lo que se mueva, sigo sin entender como conseguiste una novia tan bonita…

En ese momento llegas con la propuesta de comer, miro la hora en el móvil y pienso que es hora de una pausa. Mi amiga se ira al gimnasio un rato y mi compi se dignara a escribirle a su chica preparándose para el lio que le viene. Quedamos en conectarnos más tarde y nos despedimos con el emoji de una flama como siempre. Me estiro un poco para desentumecer las extremidades. Te doy un suave beso y me voy a cambiar de ropa. Declino por un jersey color rojo y unos vaqueros, unas zapatillas cómodas. Termina siendo un invierno más cálido comparado con otros, si bien las mañanas y noches mantienen las bajas "¡Listo! ¿Cómo me veo?"

"Estas preciosa, como siempre"

Me das un beso en la frente, tomas mi mano y salimos a la calle. Tardamos poquito en llegar a casa de tus padres, que ya nos estaban esperando. Me sirves un txakoli mientras degustamos unos aperitivos. Tras la comida, acompañada de los debates familiares habituales, el cuerpo te pide un paseo, pero yo tengo que seguir estudiando. Me acompañas hasta la habitación, me das un suave besito y te acercas a la sala dejándome tu espacio. Luego de mirarlo un buen rato no logro ver la solución de ese ejercicio. Cojo el cuaderno y me dirijo a la sala donde estás viendo una peli. Me siento a horcajadas sobre ti y apoyo mi cabeza en tu pecho. "ayúdame no sé cómo resolverlo" te doy un suave beso en el cuello seguido de otro más intenso.

Miras el ejercicio con detenimiento y tienes que incorporarte. Echas mano del libro, para recordar el proceso. Lápiz en mano y cuaderno, consigues ir desgranando el ejercicio hasta terminarlo por completo. Visto. CQD. ¿Entiendes como lo he hecho?

Lo miro y asiento lentamente con la cabeza "aja" vuelvo a mirarlo y poco a poco comprendo el procedimiento. Me vuelvo a sentar a horcajadas sobre ti. "Gracias, eres el mejor" y empiezo con suaves besos en tu cuello.

"Como sigas así, vamos a tener alzamientos en el sur que habrá que sofocar…" Me susurras al tiempo que me lanzas una lasciva mirada.

Ignoro tus palabras y continuó besando tu cuello suavemente. Mis caderas se mueven provocativamente. Mi boca busca la tuya y nos fundimos en un beso que sube en intensidad. Tus manos se aferran a mi culito, hasta que suena mí móvil, me estiro a ver el mensaje "Oh cierto… gracias laztana" te doy un beso en la nariz y salgo corriendo al estudio con mi cuaderno en mano

Te quedas atónito, sentado y con una incipiente erección. Tu primer impulso es salir disparado detrás de mí, y hacérmelo pagar, pero recuerdas que estoy de exámenes y te contienes. “(Nota mental: violarla esta noche)”.

Me retiro sigilosamente hacia el estudio, saco fotos a la página y se la envío a mis compis, no sin antes despedirme y quedar para pasar las horas lunes en la biblioteca estudiando. Con pasos ligeros e imperceptibles me acerco hacia ti, y cubro tus ojos con mis manos "¿Pensaste que te dejaría así? Estaba mandando el ejercicio y despidiéndome por hoy" mi voz es suave, como el ronroneo de una gatita, beso tu cuello suavemente, "Eres un bruto, guarro y salvaje, me debes hacer el amor"

Te sorprende gratamente mi regreso, y se aplacan tus deseos de realizar una venganza sexual. Disfrutas de cada segundo de mi compañía y te dedicas a darme muchos mimitos, olvidándote de la película que tenías puesta en el Tv. Tus manos acarician mi cuerpo, que se estremece al contacto por tus dedos, sin duda a causa del entumecimiento por el estudio. "¿Duchita, cena y relax?"

"Mmm me parece perfecto, pero antes…" regreso a colocarme en horcajadas sobre vos. Mis besos y el contacto de nuestros cuerpos, es máximo. Mis dedos se pierden en tu cabello, y tus manos se aferran a mis caderas. La posición tan íntima provoca un alzamiento en la zona sur y una risita de mi parte. "la duchita… Mmm"

"-Si quieres la ducha, te la doy aquí mismo, bwa ha ha haaa."

"-Eres un guarro, anda quiero que te portes lindo hoy… ¿Puedes?"

"-Claro que si mi niña. Hoy seré bueno… Pero hoy, termina a las 00:00 jajajaja"

Tienes que salir corriendo ante una nueva salva de proyectiles en forma de cojín que no dudo en lanzarte. Algún día romperemos algo. Vas corriendo hasta el baño y empiezas a llenar la bañera, echando las sales relajantes y aromáticas. Prendes las velas, y acercas una botella de vino y una copa. Cuando la bañera está llena de espuma, mi intuición hace que ya esté allí, lista para entrar dentro.

"Cuando te lo propones eres un romántico… las demás veces eres un guarro" te saco la lengua. Sabes perfectamente que mi tono no tiene nada de reproche, sino con un deje burlón. Me acercó lentamente, y sumerjo la punta de mis dedos en el agua, la temperatura ideal. Recojo mi cabello mientras dejo caer poco a poco mi ropa, siento tu mirada y cuando te veo puedo notar esa mezcla en tu mirada de ternura y lujuria. Esperas hasta que esté totalmente sumergida para poder ver mi carita de felicidad. “¿Me haces un hueco?”

Me muevo un poco y asiento afirmativamente. Observo como te quitas la ropa con celeridad y te metes, el agua se agita y te acomodas arropando mi cuerpo con el tuyo, tus piernas alrededor de las mías y me atraes apoyándome en tu pecho. Te colocas en esa perfecta posición acoplado tras de mí. Con tu mano, tomas la esponja y la llenas de jabón, y empiezas a cubrir mi cuerpo con suavidad. Cuando la esponja está llena de espuma, la dejas de lado, para poder disfrutar de la suavidad de mi piel. Respetando mi cabello para que no se moje, cubres mi cuerpo con perfumada espuma de baño. Recorres mis piernas, y mis muslos, y mi sexo, introduciendo levemente tus dedos, para que quede limpito.

Una vez leí "la naturaleza no había hecho nada en vano; espada en la vaina, llave en la cerradura… encajaban con exquisita y arcana perfección" esas palabras recorren mis pensamientos al sentir como mi menudo cuerpo es arropado con el tuyo, como se adaptan ambos perfectamente el uno en el otro, de una manera mágica. Los movimientos son exquisitamente relajantes, pero ese eléctrico roce entre tus dedos y mi intimidad logra arrancarme un suave suspiro, tentación, lujuria, amor, todo eso se respira en el ambiente.

Ajeno a mis pensamientos, continuas deslizando tus manos por mi cuerpo. Perdido en tus propios pensamientos, usas tu mano como si fuera un cazo, para aclararlo con el agua caliente de la bañera, lo que te toma varios minutos. El aroma de las velas mezclado con las sales de baño te está relajando demasiado. Te reclinas en la bañera, atrayendo mi cuerpo hacia el tuyo, dejándote transportar al paraíso y con tus manos, firmemente sujetas a mis perfectos pechos.

Reclino mi cabeza hacia atrás, dejando expuesto mi cuello y el roce de tus labios no se hace esperar. Tus manos estimulan mis senos. Mis pezones toman dureza con el roce de tus dedos. Muevo mis caderas y puedo notar una semierección que va clavándose poco a poco a mis nalgas. Las señales contradictorias de relajación y excitación se entremezclan. Cierro mis ojos y dejo disfrutar cada movimiento. Me pego más a ti, de manera automática para buscar el máximo contacto piel con piel "te amo" lo digo casi como un ronroneo.

"Idem" Me susurras al oído. Intentas mitigar tu erección, pero es complicado. Tu objetivo con este baño, es mi relajación. Tras unos largos minutos relajados, hablando de banalidades, el agua empieza a enfriarse. Sales de la bañera, y tras secarte, me invitas a salir y con mucho cuidado, secas mi cuerpo. Tras secarlo, aplicas en tu mano las cremas hidratantes y recubres mi cuerpo con lentitud y precisión. Cuanto me volteo y empiezas por mi espalda, no puedes evitar mordisquear mis nalgas antes de hidratarlas, ni tampoco, abrirlas, para darme un beso y una lengüetada en mi recién limpito ano.

Tu mirada se cruza con la mía, te saco la lengua. Terminas tu labor con una gran precisión, todo mi cuerpo perfectamente hidratado. Me adelanto con pasos rápidos y me adentro en la cama, disfrutando del primer contacto, sintiendo lo frescas que están las sábanas. No puedes ocultar tu notable erección, mientras yo me escondo entre las sabanas "Koalita feliz, gracias arbolito".

"Me parece perfecto que te metas en la cama, pero yo… tengo un poco de hambre." Me lanzas tu más socarrona mirada mientras me sacas la lengua y te vas a la cocina a preparar unas ricas setas, con taquitos de jamón, y queso rallado. El olor de la cena me atrae a la cocina, como el olor de las sardinas, a los gatitos…

"Me rellenas como pavo para acción de gracias, es obvio que me quieres comer" te saco la lengua mientras me siento y me deleito con la deliciosa comida "Cuanto te amo laztana, mi guardián"

"No te rellenare como un pavo, hasta después de la cena, bwa ha ha haaa" Me besas en la frente, mientras me sirves la cena, marinada con un vinito fresco. Tras la cena, recogemos todo y aprovechas uno de mis estiramientos, para pillarme por sorpresa, cargarme al hombro y llevarme hasta la habitación

"Si, no puedes engordarme tanto, mira que me encanta que me cargues, pero no como un saco de patatas" caemos en la cama y comenzamos una guerra de almohadas, disfrutando del momento y valiéndome de mi agilidad para atacarte de diferentes flancos.

La batalla es encarnizada, cuento con velocidad, tú con la astucia del zorro viejo. Fingiendo que te he alcanzado en la nariz, me acerco a ti con la guardia baja, momento que aprovechas para reducirme sobre la cama, inmovilizándote. “El arte de la guerra se basa en el engaño, laztana" Tu cuerpo está pegado al mío, con tus piernas abres las mías, y el peso de tu cuerpo no deja fisuras. En esa posición, siento como tu polla va tomando dureza. "Y, por supuesto, jamás hay que dejar una fortaleza enemiga, intacta"

"Auxilio koalita pide tregua" trato de zafarme pero noto perfectamente tus perversas intenciones, y tu polla creciendo gracias al intimo contacto. Me muevo un poco en la medida de lo posible, provocándote no sin antes darte una lamidita en la punta de la nariz, cosa que siempre logra desconcertarte.

El lametazo te descoloca y pierdes la concentración un segundo, el cual aprovecho para intentar escapar, pero estas alerta, y me atrapas la pierna justo a tiempo. Tus manos se engarfian en el elástico de mi pantaloncito y lo bajan de un tirón, junto con mis perfectas braguitas. Vuelves a colocarte sobre mí, inmovilizándome, sintiendo la calidez de mi cuerpo y con una creciente erección que esta vez, presiona directamente en mi monte de venus.

"koala power on" alcanzo uno de mis peluches y te lo estampo en la cara con un poco de fuerza pero no surte demasiado efecto. Mis delicadas braguitas con dibujos de dulces han quedado al descubierto y todo indica que no me librare de la placa que me haces.

"Eso solo empeorará las cosas, y lo sabes. Pero, mi niña, esto no era una de hacer el amor, tranquilines?" Besas mis labios con suavidad, y poco a poco vas aflojando tu presa. Tus labios se deslizan por mi carita, buscando mi cuello, siendo plenamente consciente de que es mí autentico punto débil.

"Es que a ti te encanta provocar y si ese es el plan" logro decir mientras tus labios atacan mi cuello, mi respiración se acelera, mi cara toma un color un poco rojizo. La posición en la que estamos es sumamente íntima, el roce de nuestros cuerpos, tu erección que puedo sentir perfectamente rozando mis muslos y el calor aumentando en nuestra habitación.

Tus labios siguen jugando con mi cuello, haciéndome cosquillas. Puedes sentir como me encojo cuando tocas ese punto exacto, debajo de mi orejita, llegando a mi nuca, que siempre me provoca, que siempre me enciende, que siempre me hace encoger. Ese encogimiento es perfecto, para que tus manos, se deslicen por mi cuerpo con total libertad, para que tus dedos palpen la perfección de mi vientre buscando el ombligo, dejando una piel erizada a su paso. Es perfecto para que mis tiernos pechos se tersen y mis pezones tomen la consistencia de diamantes. Tu boca abandona mi cuello, con un lento avance a través de mi cuerpo. Besan mis hombros, y poco a poco, provocándome, se acercan a mis perfectos pechos que muestran la inequívoca señal de excitación al marcar con puntitos mi suave y perfecta piel.

Abro un poco más mis piernas, te acoplas de una manera más cómoda, mucho más íntima. Tu erección ya se restriega descaradamente contra mi piel. Suspiro, pequeños jadeos salen de mi boca. Tus labios se deslizan sinuosos por mi piel, levantando mi ropa a su paso. Tus dedos se deslizan con firmeza hasta sujetar mis caderas, mi forma menuda queda atrapada entre tus fuertes dedos. Tu lengua se acerca peligrosamente, mi respiración acelerada se nota en mi pecho y la espera parece absoluta aguardando tu ataque.

Lentamente, retiras la parte superior de mi pijama, inmovilizando mis manos levemente al sacar los brazos. Tu boca, cada vez más cerca de mis pechos, sienten las vibraciones de mi respiración. Tu lengua ya alcanza mis marcadas aureolas y se acercan en espiral a mis endurecidos pezones que se encrespan más aun, cuando los metes dentro de tu boca. Te deleitas durante largos minutos entre las mieles de mis pechos, alternando uno y otro antes de seguir el marcado camino hacia mi ombligo, provocándome nuevas cosquillas. Besas mi lunar con suavidad y dulzura al tiempo que tus manos liberan mi cuerpo del lastre de su cobertura.

Mis dedos se entrelazan en tu cabello, acercando tu cuerpo al mío, buscando desaparecer las mínimas distancias que existan, presionando suavemente para que continúes tu camino, tus labios se deleitan con mi piel, activan mis sentidos, expectantes de tus movimientos, pidiéndote más. Jugando con los tiempos, los roces y las distancias, besas mi ombligo, le das mordisquitos a mi suave pancita y besas mi secreto lunar con suavidad. Tus manos, acariciando mis senos, provocan que la erección de mis pezones sea permanente. Tu boca, le da un fugaz beso a mi monte de venus para volver de nuevo a mi cintura. Sientes la presión de mi mano, apremiándote, pero te vas a tomar tu tiempo. Quieres provocarme, encenderme poco a poco hasta que alcance mi punto máximo de ebullición y te pida a gritos que entierres tu cara en mi sexo.,

Mi carita expresando inconformidad no se hace esperar, me lanzas una picara mirada mientras vuelvo a presionar tu cabeza para que bajes a saborearme como es debido "Anda no seas malito laztana"

Ajeno a mis palabras e insinuaciones, continuas rodeando mi sexo en espiral, lanzándome besitos fugaces en mi monte de venus y rápidos lametones a mi botoncito que solo me sacan de mis casillas. Te sientes como una arañita que teje una tela esperando que caiga la deliciosa mosquita en su red…

Mi carita enfurruñada no se hace esperar, no es que no me gusten ese tipo de caricias es que buscas provocarme "Come" digo en el tono de una nenita enfadada mientras presiono más hacia mi rajita, una carcajada por tu parte me hace ver tus intenciones.

"Como desees" Lejos de hacerme caso, sigues alternando los besitos con las rapidísimas lamidas, pero paso de largo de mi ya empapada almejita para ir a mis ingles, donde tengo muchas cosquillas. Las beso y les das mordisquitos, cada vez más cerca de tu objetivo final, buscando mi desesperación, buscando mi desenfreno.

Mi cara pensativa, mis ojos se entrecierran hasta convertirse en dos rendijas, sientes cuando mis uñas se clavan en tu cabello con un poco de violencia y dirijo tu cara a mi cuevita "no seas liante cabrón" digo ya algo molesta y restriego tu rostro contra mí.

Tu instinto predador no se hace esperar al ver tan lista a la presa. Cuando sientes mis dedos clavándose en tu cabeza, empujándola hacia abajo, intentando presionar tu cara contra mi cuerpo, no lo dudas ni un instante más. Entierras tu lengua en lo más profundo de mi encharcada almejita arrancándome un grito de gozo. Las fuertes lamidas y tu presión en mi clítoris con los labios, y mis cada vez más profundos gemidos junto con una respiración acelerada, te hacen presagiar que pronto te regare por completo.

Mis largos dedos se pierden en tu cabello, presionando descaradamente contra mí, necesito más del placer que me brindas, tus lamidas llenas de potencia y deseo solo hacen aumentar mi deseo. El recorrido de tu lengua desde mi prieto ano hasta mi botoncito hace aumentar la potencia de mis gemidos, luego tu lengua lamiendo, succionando, devorando mi botón con sumo deseo, cierro mis ojos al poco que presiono un ápice más, buscando una unión máxima, la fuerza de tus manos sujetando mis muslos, tu boca devorándome me llevan al delirio del placer.

Me tienes a punto, y eres consciente de ello. Sabes exactamente lo que tienes que hacer. Abandonas tus largos recorridos para centrarte en mi botoncito, succionando, apretándolo con tus labios, y alternándolo con profundas penetraciones de tu lengua dentro de mí. Sientes mis uñas en tu cabeza, sientes mis temblores en tus manos y en pocos segundos, sentirás mi sabor en mi boca. El placer es máximo, mi respiración agitada y cada poro de mi cuerpo pidiéndote más placer, me dejo llevar clavando un poco más de la cuenta mis uñas en tu cabello. No puedo resistir más y esa descarga placentera no se hace esperar, con un sonoro gemido soltando una potente riada que te empapa por completo.

Tu boca y tu lengua se deleitan con cada gota de mi exquisito manjar. Aunque lo haces con delicadeza, sabiendo lo sensible que se queda mi rajita después de cada orgasmo. Pasas tu lengua con suavidad, recogiendo las últimas gotitas y levantas tu cara, empapada de flujo y me lanzas la más lobuna de tus miradas. Con las pocas fuerzas que me quedan, te atraigo hacia mí buscando tus labios y así mi sabor impregnado en ellos. Nos fundimos en un beso intenso pero cargado de sentimientos, tus dedos recorren mi cuerpo y los míos se pierden en tu cabello sintiéndonos al máximo.

Al acercar tus labios a los míos, tu polla, aun dura como el acero, se desliza por mi cuerpo, descansando sobre mi pierna cuando nos fundimos con el beso. Tus manos me acarician con suavidad dejando que me recupere, dejando que mi respiración retorne a la normalidad. "Ya la hemos liado, ahora la ducha no sirve para nada" Me susurras al oído conteniendo una carcajada, jugando con los lóbulos de mis orejitas, dándole mordisquitos y provocándome profundos escalofríos.

Deslizo mi mano con suavidad buscando tu polla, cuando la encuentro la aprieto suavemente causándote un gruñidito de placer, la dirijo a mi empapada almejita con delicadeza y la situó en el sitio perfecto, cuando comprendes mis intenciones un solo movimiento es necesario para deslizarte como cuchillo en mantequilla, tu miembro se clava por completo en mi causando una primera descarga de placer.

Siempre te sucede lo mismo al invadir mi intimidad. La humedad, el calor y la presión te sorprenden gratamente como si fuera la primera vez. Dejas tu polla totalmente dentro de mí, disfrutando de cada segundo de placer. Tu boca, busca la mía con deseo, busca mi cuello, busca mi garganta. Tus manos se deslizan por mi espalda, presionadas por mi cuerpo, intentando pegarme más a ti, y con excitante lentitud, inicias el sensual movimiento de los amantes. Mis dedos se aferran a tu espalda, deslizándose dejando suaves marcas que se ven como finas líneas rojas. Mi boca y la tuya se funden y mis piernas se enroscan en tus caderas reduciendo el espacio existente entre nuestros cuerpos, haciendo que tus movimientos se sientan más profundos.

Sientes como arqueo mi espalda levemente, facilitando la penetración. El sudor empieza a perlar de nuevo nuestros cuerpos. Aprovechas el movimiento de cada penetración para darme suaves besitos, suaves mordiditas y pequeños lametones sabiendo muy bien como terminara todo. No somos capaces de contenernos. Nuestra fogosidad sin límites, unidas a mi energizante juventud nos hace perder los papales cada vez que nos acoplamos, aunque nos prometamos una sesión de amor, siempre terminamos desbocados. (“Es lo que suele pasar, cuando tienes el cuerpo de una diosa y el calor de un volcán”). Mis suaves gemidos, mi respiración entrecortada, mis coquetas caricias y la extrema humedad de mi almejita, te hacen abandonar poco a poco la senda de la cordura.

La intensidad de cada estocada se hace arrolladora. La potencia de cada movimiento va tomando impulso llevándonos por la senda del máximo placer, tu polla se desliza perfectamente por mi prieta rajita. Mis paredes internas presionan suavemente tu polla, tratando de fundir nuestros sexos en uno solo. Mis gemidos van en aumento, la presión de mis dedos sobre tu espalda también. Mis piernas presionan dulcemente tus caderas atrayéndote más a mí, buscando ser un solo ser.

Con suavidad, pero con firmeza clavas tu polla totalmente dentro de mí. Sientes en tus huevos, cargados y depilados, la presión contra mi rajita. Sientes en ellos el cosquilleo de unas gotitas de sudor entremezclado y flujo vaginal que rezuma de mi cueva y eso te hace aumentar la lujuria por lo que las siguientes embestidas son igual de profundas, prolongadas y fuertes. Tu mirada recorre mi cuerpo, y en tu cabeza siempre se forma la misma imagen de sorpresa. (“¿Cómo es posible que un cuerpecito como el mío soporte al tuyo?”) La diferencia de tamaño es considerable. Tu cuerpo, con gran envergadura y tamaño, y el mío, pequeño fino y menudo. Siempre te sorprende como soy capaz de soportarlo, al igual que siempre te sorprende como tu pollón entra dentro de mi rajita, tan perfecta y apretada.

Con cada embestida mis gemidos van en aumento, mis finos y elegantes dedos se aferran a tu piel, atrayéndote más a mí. Buscando el contacto máximo. Tu boca calla mis gemidos, nuestras lenguas disfrutan de la intimidad, de quien se conoce a la perfección. Cada mirada, cada gesto, no es necesario palabras de más. El ambiente se encuentra cargado de lujuria total, erotismo y amor. Tu rostro frente al mío y tus deslumbrantes ojos verdes atraen a mis ojos chocolates, hechizándonos mutuamente. Los alaridos de placer y tus manos acomodando mis caderas para hacer más profunda la penetración y multiplicando el placer.

Las respiraciones crecen acompasadas con la intensidad. Las embestidas son cada vez más fuertes. Mis gemidos se tornan en grititos que arrancan una sonrisa en tu rostro. Siempre te ha encantado mi forma de expresarme. Con cada golpe de cadera, sientes que se acerca el clímax acelerado por la visión de mi boca, dando esa suave mordidita de mis propios labios que tanto te gusta y tan brutote te pone.

Mi respiración se entrecorta con cada jadeo. Mis uñas se clavan un poco más en tu piel. Los grititos que ya son incontrolables solo van en aumento al igual que la intensidad de tus embestidas. Noto como tu polla se abre paso entre mi húmeda y prieta rajita y eso me lleva al borde del orgasmo nuevamente.

Cuando sientes que mi coñito se contrae de nuevo, palpita y riega tu polla, tu creciente excitación es incontrolable, al igual que la riada de semen que brota de tus huevos, haciendo acople de todas tus fuerzas clavas tu polla hasta el fondo y llenas mi rajita por completo. Siento la intensidad y la potencia de los primeros chorros que me llenan por completo. Nuestras bocas expresan la intensidad de nuestros orgasmos que están perfectamente sintonizados. La riada de leche es abundante y siento mi almeja rebosando de tu simiente.

Con tu polla totalmente dentro de mí, llenando mi coñito por completo, te dejas caer lentamente sobre mi cuerpo, acoplándonos a la perfección. Me besas con suavidad, mientras te pierdes en la profundidad de mis ojos. Tus manos acarician mi cabello y vas colando tu cara en ese mágico hueco entre mi cuello y mi hombro, inhalando mi esencia. Permanecemos largos minutos de esa forma, disfrutando de nuestra retomada calma, de nuestra presencia. La sensación de pesadez va cayendo sobre nosotros, la mezcla de relajación causada de placer y nuestros labios se buscan con tranquilidad. Tu polla todavía en mi interior retiene la riada de leche con la que me has llenado. Mis dedos se pierden en tu cabello, disfrutando de tu respiración y del contacto máximo.

Poco a poco las endorfinas hacen su efecto y el sueño nos atenaza, pero es mejor no dormirse así, aunque sea la mejor sensación del mundo. No nos quedan más juegos de sabanas. Te retiras con pereza y miras mi cuerpo, no puedes evitar la tentación de lanzarte a devorar mi sexo rezumante de flujos y esperma. Mientras tu lengua acaricia mi cuerpo, saboreando mi sexo, no puedes evitar pensar que la mayoría de la gente no haría este gesto. Directamente tomarían papel higiénico o toallitas húmedas para limpiar la zona. Pero a ti te gusta deleitarte haciéndolo. Cuando terminas, mi rajita queda brillante por tu saliva y entonces y solo entonces, tomas la toallita húmeda y limpias con cuidado mi sexo.

Con los ojos casi cerrados, aplicas en tus manos la crema hidratante de nuevo, y la aplicas en mi monte venus, en mis muslos y en la parte externa de mis labios vaginales para que estén siempre cuidados y suaves como la piel de un bebé. Le das un último besito antes de tumbarte de nuevo a mi lado.

La crema resulta refrescante, y lo más importante evita que mi sensible piel se irrite. Mi cuerpo medio adormilado por instinto busca tu cuerpo. Te adelantas y te acoplas perfectamente a mí, como cucharitas. Tu brazo rodea mi abdomen palpándolo con suavidad y eliminando cualquier distancia entre tu cuerpo y mi cuerpo. Susurras palabras de amor mientras juegas un poco con el lóbulo de mi oreja. Morfeo acude en busca de ambos u nos envuelve en su cálido manto. En pocos minutos tan solo se escuchan nuestras acomodadas respiraciones en la habitación.

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