Parte 4.
Aunque Iván había manifestado su intención de salir a buscar trabajo y un piso en su visita al centro, no tenía en mente ninguno de esos objetivos.
En su lugar fue a casa de Yolanda.
Yolanda era la razón por la cual había estado año y medio conociendo Europa. Era la mujer de sus sueños, aquella que había esperado toda su vida. Podía cometer incesto con su hermano o desear a su propia madre o a muchas otras mujeres, pero su corazón era sólo para Yolanda.
Tocó al timbre del apartamento, al rato le recibió una mujer rubia vestida con una bata. Tenía cara de muñeca y ojos somnolientos. Bajo la bata se adivinaban unos pechos firmes y prominentes y una figura sinuosa, pero para Iván fue el olor de aquella hembra lo que le trajo recuerdos dolorosos.
—Hola — dijo la mujer sin emoción — ya me imaginaba que aparecerías tarde o temprano…
—¿Puedo pasar? ¿no te molesto?
—Pasa, no entro a trabajar hasta dentro de tres cuartos de hora, pero eso ya lo sabes ¿verdad?
Iván entró en el apartamento. Todo seguía igual que cuando vivía allí, los adornos de las estanterías, la pantalla de televisión, el equipo de música, la colección de porno en el mueble…
—¿Qué tal te ha ido? — quiso saber Yolanda a la vez que tomaba asiento en el sofá. Al hacerlo por la abertura de la bata se podía ver su pierna y buena parte de su muslo.
—No me ha ido mal… ¿estabas jugando cuando he llegado? — preguntó Iván al encontrar un par de vibradores de plástico encima de un cojín — ¿te he interrumpido?
—No, no lo has hecho — contestó ella con naturalidad — esos juguetes son de la otra noche…
—Veo que sigues estando siempre caliente, hay cosas que no cambian.
Yolanda apartó la mirada y cruzó las piernas en el otro sentido. Esta vez dejó ver bastante más muslo que antes.
—Nunca entendí muy bien por que te enfadaste tanto conmigo — escupió Yolanda.
—Qué raro — dijo Iván con cierta jocosidad — en cualquier pareja la infidelidad se considera un motivo de enfado…
—Tu y yo siempre nos hemos follado a todo lo que se nos ponía por delante — dijo Yolanda severa — fuera hombre o mujer, y nos contábamos nuestras aventuras el uno al otro para ponernos calientes…
—Una cosa es follar y otra muy distinta es amar.
—Yo siempre te he querido…
—Y a él también ¿Lo sigues viendo?
—Si.
—Y nunca me dirás quien es ¿verdad?
—No te hace falta saberlo.
Iván le dio la espalda a su ex novia y estuvo mirando la casa, lleno de dolor.
—¿Para qué has venido? — quiso saber Yolanda.
—No lo se, quería verte, este tiempo viajando por Europa no he podido dejar de pensar en ti.
Yolanda se levantó del sofá y fue al encuentro de Iván. Le sujetó por el brazo y se acurrucó mimosa.
—¿Y en que pensabas? ¿en follarme a cuatro patas? ¿en metérmela por la boca? ¿en correrte en mi cara?
Iván experimentó una erección súbita pese a llevar pantalones. La voz de Yolanda era melosa como un pastelito. Sentía el olor de la que fuera su novia y se excitaba aún más.
—Pensaba en todas las cosas que me gustaría hacerte y que no podía por que no estabas conmigo…
—Házmelas…
Yolanda desanudó el cinturón de su bata, que se abrió de par en par. Bajo la bata se encontraba completamente desnuda. Sus pezones estaban duros como el granito y de su vagina rasurada manaba un hilillo de líquido transparente piernas abajo.
Iván dejó que tres de sus dedos se acercaran a esa vulva y la penetraran como tres amigos que se refugian de la lluvia en un establo. Yolanda sonrió complacida mientras dejaba que la bata cayera al suelo.
—Dame tu polla…
Iván colaboró con Yolanda para bajarle los pantalones. Algo salió de entre sus piernas que enseguida acabó en la boca de la chica, casi en toda su longitud aunque Iván estaba bastante bien dotado.
—Ahora que ya la tienes ensalivada — dijo entonces Yolanda — métemela por el culo…
—No creo que vaya a hacer nada de eso — contestó Iván retirándose.
—¿Pero qué haces? ¿estás loco? ¿No me quieres follar?
Yolanda recuperó la bata perpleja mientras Iván hacía lo propio con sus pantalones.
—Ha sido un error venir aquí — reconoció Iván.
—¿Pero no has dicho que me deseabas? ¿Qué sólo pensabas en mí?
—Precisamente, no puedo hacer esto contigo como si fueras cualquier otra, no puedo…
Iván se dirigió hacia la puerta todo lo rápido que pudo.
—Es mejor que me vaya.
Iván cerró la puerta tras de si. Al momento alguien salió de una habitación para encontrarse con Yolanda. Era el padre de Iván, llevando tan solo un albornoz.
—¿Crees que tu hijo sospecha algo? — le preguntó Yolanda.
—En absoluto. Su actitud conmigo no ha cambiado nada, además mi familia cree que estoy en el trabajo. Ni mi mujer sabe que tenemos quince días de vacaciones pagadas por que están reformando la oficina, al contrario, cree que tengo mas trabajo que nunca.
—Y tú estás aquí, follándome…
—Desde que empezaste a salir con Iván que no pensaba en otra cosa que en metértela bien adentro…
—Tu hijo me ha puesto bien caliente ¿mirabas?
—Si — dijo el padre de Iván — que pena que no te lo hayas follado, me habría encantado verlo…
—Y te habría encantado unirte a nosotros — añadió Yolanda a la vez que tanteaba por la abertura del albornoz buscando su pene.
—Eso ya lo sabes.
Yolanda se hizo con el pene erecto y de gran tamaño del padre de Iván. Enseguida puso en cuclillas para darle placer con la boca.
—Siempre ha sido mi fantasía tener sexo con vosotros dos…
—¿Y le meterías por el culo todo esto? — quiso saber Yolanda a la vez que sujetaba el gigantesco pene de aquel hombre.
—Hasta que mis testículos chocaran con los suyos — sentenció sin dudarlo.
—Vamos al ordenador — pidió Yolanda.
Los dos se adentraron en el cuarto del que había salido el padre de Iván. Junto a la cama se situaba una mesilla con un ordenador encendido provisto de un amplio monitor de pantalla plana. El padre de Iván se hizo con el ratón para navegar por Internet hasta una página concreta. Era una página pornográfica para amateurs y en ella estaban colgadas las fotos de su esposa.
—¡Qué caliente me pone tu mujer! — expresó Yolanda, desnuda de nuevo, acariciándose entre las piernas mientras contemplaba las fotos — ¡Como deseo comérmela!
—Eso es lo que tenemos que conseguir — contestó el padre de Iván sujetándose el pene erecto con la mano — tu tienes que conseguirme un trío con mi hijo, quiero ver como te folla y quiero hacerle de todo a ese muchacho…
—Y tu, a cambio — continuó Yolanda con lascivia — me conseguirás un trío con tu mujer, quiero que mire mientras me la metes y que se coma mi coño una vez tú te hayas corrido en él.
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Parte 5.
Sergio había decidido no ir a trabajar aquella tarde y acababa de llamar comunicando que estaba enfermo. Antes de ir a trabajar, tenía claro que prefería pasarse la mañana haciendo todo tipo de porquerías con su hermana pequeña. Por su lado, Marta tenía el ano y la entrepierna doloridos y un persistente sabor a semen en la boca. Se sentía muy satisfecha y no había vuelto a ponerse ropa en toda la mañana. Sus pechos se exhibían libres en toda su abundancia para deleite de su hermano que no perdía detalle.
—Ven — dijo Marta llevando a su hermano de la mano hasta su cuarto— quiero enseñarte una cosa…
—¿Qué me vas a enseñar que no haya visto ya? — declaró jocoso Sergio a la vez que manoseaba el trasero de su hermana.
—Me gusta que me metas mano, Sergio, quiero que me metas mano a todas horas ¿Lo harás?
—Se te ha subido el semen a la cabeza, hermanita…
—¿Lo harás? — se paró en seco Marta muy seria.
—Siempre que pueda, hermanita — contestó Sergio alargando la mano hasta la vagina de su hermana — no te puedo prometer que te manosearé cuando haya alguien delante.
—Eso es verdad, que tonta soy, no se en que estoy pensando —Marta se acababa de ruborizar — pero es que nunca había estado tan contenta…
—¿Qué me querías enseñar?
—Esto.
Marta buscó bajo su cama y sacó de allí una caja de madera de las que se usan para guardar botellas de vino. Quitó la tapa, parecía que sólo había apuntes y libretas, pero la caja tenía un doble fondo fácilmente accesible si sabias que estaba ahí, y en él se encontraba su colección de juguetes eróticos.
—¡Caramba, hermanita! — exclamó Sergio — ¿todo eso es tuyo?
—Sí… — dijo Marta orgullosa — son mis juguetitos…
—¿Y tú te metes esto? — quiso saber Sergio esgrimiendo el mas grande de los consoladores allí reunidos.
—Claro — dijo Marta ruborizándose — por mis dos agujeritos…
—Ahora entiendo por que estás tan dilatada…
—¿Me dejarás que te meta alguno por detrás, Sergio?
—¡Caray, hermanita! — dijo Sergio con una gran sonrisa en la cara — no tenía ni idea de que fueras tan guarra…
—Soy muy guarra — dijo Marta muy orgullosa — a veces llevo éstas todo el día metidas — dijo mostrando las bolas chinas a su hermano.
—Me la estás volviendo a poner dura, Martita, voy a tener que volver a follarte…
—Pues venga… — declaró Marta con una risita.
—Pero antes quiero enseñarte yo también una cosa…
Sergio le dio un beso en los labios a su hermana y la cogió de la mano para llevarla a su habitación. Se sentó frente al ordenador y buscó cierta carpeta.
—Sergio, no quiero ver porno, prefiero follar…
—Esto no es solo porno, Marta, ya verás…
Ante Marta, de pronto, estaban las mismas fotos que Sergio le había mostrado a su hermano Iván el día anterior, aquellas en las que aparecía su madre desnuda y en poses eróticas.
Marta se quedó boquiabierta y sin decir nada durante un largo instante.
—Sergio… — empezó a decir — es Mamá…
—Lo es ¿A que mola?
—¿También te lo haces con Mamá?
—¿Qué? ¡No! Que mas quisiera… son fotos que he encontrado en el ordenador de papá…
—¿Y estaban ahí y ya está?
—Pues sí… — Sergio empezaba a dudar de que hubiera sido una buena idea enseñarle aquellas fotos a su hermana — Oye, di algo ¿te gustan o no?
—Es que es mamá…
—Eso ya lo se — dijo molesto — ¿te gustan o no?
—¿Y te haces pajas con las fotos de Mamá?
—Pues… ¡Si! — Sergio estaba muy incomodo — igual que follo con Iván, igual que hemos estado follando tu y yo toda la mañana ¿Ahora te parece mal, el incesto?
—Yo antes te he dicho que era muy guarra, pero comparada contigo…
—¡Me estás cabreando cantidad!
—Hazme un sitio…
Marta se colocó sentada encima de su hermano de forma que el pene de éste le entrara entre las piernas y al mismo tiempo pudiera ver claramente la pantalla.
—¿Te tapo? — le preguntó a su hermano.
—No, que va, puedo mirar por aquí — dijo Sergio, confuso, echando la cabeza a un lado.
—Tócame las tetas mientras me follas — le ordenó — y ve pasando las fotos…
—Entonces ¿te gustan? — quiso saber Sergio.
—Es lo mas maravilloso que he visto en mi vida — declaró Marta — ojala pudiéramos follar los cuatro, tu, yo, Iván y Mamá…
—No puedo creer ni lo que veo ni lo que oigo.
Marta y Sergio se giraron de golpe. Había hablado una tercera persona que acababa de aparecer en la puerta que se habían dejado abierta. Era Iván.
Decepcionado por su aventura con Yolanda había deambulado por la ciudad intentando aclarar sus ideas hasta que había decidido volver.
No había severidad en el rostro de Iván, más bien complicidad.
Marta se moría de vergüenza y Sergio parecía horrorizado.
—¿Desde cuando folláis vosotros dos? — preguntó.
—Desde hoy — dijo Sergio.
Marta se levantó de encima de su hermano con una gran urgencia de ponerse algo encima. Iván la interceptó sujetándole el brazo.
—¿A dónde vas hermanita? Nunca me había fijado en que estuvieras tan buena…
—¡Se que Sergio y tu folláis por las noches! — gritó Marta colorada al tiempo que intentaba zafarse de su hermano.
—Es verdad — reconoció Iván con una sonrisa — ¿No te gustaría verlo?
Marta se paró en seco y echó un vistazo a su alrededor. Estaba completamente desnuda, con su hermano Sergio al otro lado de la habitación también desnudo, con su hermano Iván delante suyo mirándola con deseo y la pantalla del ordenador mostrando fotos de su madre enseñando su desnudez y los más íntimos rincones de su anatomía.
—Esto debe de ser un sueño, un sueño dulce y maravilloso — declaró Marta — no puede ser real, ayer formaba parte de una familia normal, y ahora mis hermanos me quieren follar y deseo a mi propia madre…
—Nosotros también la deseamos — declaró Sergio — y hace ya muchos años…
—Bienvenida a la familia — dijo Iván acariciándole el pecho a su hermana.
Marta reaccionó abandonando la habitación. Volvió en pocos segundos, trayendo consigo uno de los vibradores mas manejables de su colección. Tan pronto llegó tomó asiento en la silla del ordenador y le dio la vuelta para encararla a la cama, entonces puso en marcha el juguete.
—Quiero verlo — les anunció a sus hermanos — quiero ver como os lo hacéis entre los dos…
—¿No quieres participar? — preguntó Sergio.
—Luego — dijo Marta como hipnotizada — luego me folláis viva los dos, mis queridos hermanos, pero antes quiero ver como es esta familia realmente…
Y diciendo esto escondió el vibrador entre sus piernas.
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Parte 6.
Aquella noche hubo también cena familiar con la presencia del padre a última hora.
Se le veía muy cansado, de trabajar duro pensaban todos. Lo que ninguno de los presentes imaginaba es que su trabajo consistía en retozar hasta el agotamiento con la misma mujer infame que había provocado que Iván estuviera perdido vagabundeando por Europa un año y medio.
Nadie pareció notarlo, pero los tres hijos de aquel matrimonio se encontraban más cordiales y amistosos entre ellos que nunca. En lo que respecta a Iván no era nada diferente de lo habitual, pero la relación entre Marta y Sergio había pasado de accidentada a empalagosa de la noche a la mañana.
Mónica se sintió especialmente contenta por este hecho, la armonía familiar le sentaba bien. Lo que no sabía era que sus tres hijos tenían problemas para sentarse pues sus anos y vagina habían sido dilatados una y otra vez por juguetes y miembros viriles desde la mañana a la tarde sin tregua ninguna.
Todos parecían cansados (aunque felices) y todos acabaron yéndose a dormir temprano
—¿Qué tal en el trabajo? — preguntó Mónica a su marido una vez ambos estuvieron a solas en su habitación.
—¡Ni lo menciones! — contestó éste — estoy agotado, no he parado ni un segundo en todo el día…
—Espero que no estés demasiado cansado… — dijo ella — quiero follar…
—Para eso nunca estoy demasiado cansado — dijo él metiendo su mano por debajo del pantalón del pijama.
—¿Miramos la página? — preguntó Mónica con ilusión en los ojos.
Su marido se incorporó y juntos fueron hasta el ordenador que había junto a la ventana. La maquina estaba encendida, trabajando en automático para descargar pornografía. Manipulando el ratón llegaron hasta un sitio pornográfico en Internet para aficionados. Allí estaban colgadas las fotos de Mónica.
—¡Trescientas veinte visitas! — exclamó contenta — ¡Que vergüenza!
—Trescientas veinte personas se han hecho una paja mirándote a ti… — le contestó él al tiempo que le acariciaba los pechos por encima de la ropa.
—Mira que si alguien conocido entra y me ve…
—¿Y eso no te da morbo?
Mónica no contestó, se limitó a ruborizarse. Luego se colocó de pie y se bajó las bragas.
—¿Por qué no me follas mientras veo las fotos?
Mientras tanto, al otro lado de la casa, las mismas fotos habían estado siendo vistas por los tres hijos del matrimonio. Iván, Sergio y Marta se habían estado masturbando (incluso unos a otros) mientras contemplaban las fotos de su caliente madre. Ahora estaban muy excitados y juntos en la cama de Iván.
Sergio frotaba su pene contra las nalgas de su hermana y le acariciaba los pechos desde atrás. Mientras tanto, Iván deslizaba unos dedos en su vagina y le besaba en la boca.
Marta suspiraba feliz y absolutamente entregada al incesto. Anhelaba la vagina caliente, mojada y sucia de su madre en su boca para que todo terminara de ser perfecto, pero hasta entonces todo estaba bien.
El miembro de Iván se introdujo en su completa longitud por la vagina de su hermana al mismo tiempo que el de Sergio lo hacía por el ano. Los penes de los dos hermanos se acariciaron en el interior de Marta que se sentía parte de la familia más que nunca en su vida. Iván la besaba en la boca para retirarse y después besar a su hermano de la misma forma. Las manos de Sergio recorrían los pechos de Marta y luego se perdían buscando el culo de Iván. Era la tercera vez en aquel día que sus hermanos la penetraban a la vez por sus dos orificios, y hasta ayer no había estado nunca antes con un chico.
Para Mónica contemplarse a si misma en posturas obscenas constituía un placer inesperado. ¿Tan sucia era? Así se sentía y eso le gustaba. Muchas personas anónimas entrarían en esa página y la descubrirían. Se masturbarían viéndola y pensarían que era una cualquiera.
—¿Por qué paras? — él acababa de sacar el miembro de su interior.
—Quiero hablar contigo, Mónica…
—¿Y no puedes esperar a que me corra?
—Mónica, creo que deberíamos avanzar un paso mas…
Mónica cambió de postura y tomó asiento en la silla del ordenador. Inevitablemente la manchó al hacerlo.
—Cuando empezamos esto de la página Web ¿no fue muy bueno para nuestra sexualidad?
Mónica cruzó las piernas, nerviosa, y asintió con la cabeza.
—Explorar cosas nuevas nos ha hecho pasar momentos muy excitantes ¿verdad?
—¿Puedes ir al grano para que podamos seguir follando…?
—Podríamos hacer un trío…
Mónica se levantó de la silla y se sentó en la cama recuperando sus bragas. Mientras se las volvía a poner hablaba sin mirar a su marido.
—¿Un trío con quien? ¿te quieres follar a otra? ¿es eso?
—¡Claro que no es eso!
—Es el único motivo que se me ocurre para que me propongas algo así…
—No es eso — mintió — sólo quiero abrazar nuevas experiencias…
—Tirándote a otra…
—A lo mejor — dijo levantando el tono de voz — lo que quiero es verte con otra mujer…
—Habla mas bajo, que los chicos no se tiene por que enterar de nada de esto…
—¿No te excita la idea de estar con otra mujer?
—Ya he estado con mujeres antes de casarme contigo — reconoció Mónica — no tiene nada de particular.
—Mónica, si las fotos te excitan por que otras personas pueden verte… esto es igual, sólo que la persona estará en la misma habitación que nosotros.
—Y participando.
—Y participando, exactamente.
—¡Muy bien! — exclamó Mónica poniéndose de pie — de acuerdo, acepto.
—¿De verdad?
—Pero con una condición…
Su marido empezó a sospechar que sus planes se iban al garete. Temiendo lo peor le preguntó acerca de la condición.
—Que sea un trío con otro hombre.
—¿Qué? Eso no puede ser…
—¿Por qué no? ¿no quieres ver a tu mujer con otro hombre? ¿No te excita eso? Además, a ti también te gustan los hombres, en la universidad tenias un amante y tienes toneladas de porno gay…
—¡Está bien! — se rindió por fin — lo haremos a tu manera. Consigue un hombre que quiera hacerlo con los dos, te prometo que le comeré la polla con entusiasmo, pero a cambio luego yo conseguiré una mujer y tú le devorarás el coño mientras yo miro ¿trato?
—Trato. Pero ahora haz el favor de utilizar la lengua para otra cosa, que hace mucho que no me comes el coño…
Los tres hermanos habían cambiado de postura. Marta seguía acostada sobre su espalda e Iván la penetraba violentamente separándole bien las piernas. Sergio mientras, sentado en sus pechos, le introducía el falo en la boca como lo había estado haciendo con su ano.
—Me voy a correr, hermanita — dijo Sergio — y creo que lo voy a volver a hacer en tu boca…
Marta se limitó a chupar con más fuerza, deseosa de tragarse la polución de su hermano.
Y eso fue lo que ocurrió. Una gran cantidad de esperma salió disparado del miembro de Sergio inundando la boca de su hermana que en ningún momento dejó de chupar y saborear. Iván continuaba clavándole su duro falo entre sus muy separadas piernas, Marta estaba ya realmente dolorida, pero no se le hubiera ocurrido decirle a su hermano que parase por nada del mundo.
Sergio terminó de eyacular en la boca de su hermana y se levantó de encima suyo. Necesitaba un rato para volver a empalmarse así que se fue hasta el ordenador a mirar como sus hermanos cometían incesto.
—Qué guarra que es nuestra hermanita ¿he? — comentó Sergio desde su nueva posición.
—¡Ya te digo! — contestó Iván — Hacía tiempo que no me follaba a una tía tan puta…
—¡Fóllame Iván! — decía Marta intentando no gritar — ¡Dame bien fuerte!
Mientras, al otro lado de la casa Mónica disfrutaba de la lengua de su marido directamente en su clítoris. Tenía los muslos bien abiertos y a su marido con la cabeza entre ellos, dando cuenta de su vagina como si se tratara del alimento más delicioso concebido jamás. Mientras chupaba se masturbaba, disfrutando casi tanto como ella.
De repente la lamida se paró en seco. Los dos se sobresaltaron al escuchar un alarido que provenía del otro lado de la casa.
—¿Qué ha sido eso? — quiso saber Mónica — ¿un grito?
—No lo sé… — contestó su marido — quizá uno de nuestros hijos se ha caído y se ha hecho daño ¿quieres que vaya a ver?
—No sonaba como si se hubiera hecho daño…
—¿Entonces como sonaba?
—No lo sé — dijo Mónica bajándose de la cama — pero voy a ir a ver que es lo que pasa.
Mónica se colocó encima una bata y se encaminó hasta el extremo de la casa en el que se encontraban los dormitorios de sus hijos. Iván y Sergio dormían en la misma habitación, luego estaba el cuarto de baño y después la habitación de Marta.
Mónica recorrió el largo pasillo hasta divisar luz que se escapaba por una rendija de la puerta entreabierta de la habitación de Sergio e Iván.
Por algún motivo no quiso irrumpir escandalosamente, en su lugar se asomó a la puerta para intentar ver que es lo que ocurría en la habitación.
Desde donde ella miraba no se vislumbraba la cama en la que se encontraban su hija y su hijo mayor. Ella acaba de tener un orgasmo y ahora le tocaba a él, para lo cual ésta le ayudaba con la lengua.
Pero Mónica no vio nada de eso. Desde donde ella observaba sólo podía contemplar a su hijo Sergio completamente desnudo, con el pene ya erecto, y masturbándose furiosamente mientras miraba a sus hermanos.
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Parte 7.
Mónica se sentía especialmente trastornada por haber contemplado a su hijo en plena actividad. La virilidad de su hijo, con su miembro erecto incluido, le había despertado sentimientos contradictorios.
Había sido discreta y en lugar de molestarse regresó a la cama como si tal cosa. ¿El alarido? Le contó a su esposo que Marta había tenido una pesadilla.
Aquella noche durmió poco, no dejaba de pensar en Sergio. Por vez primera en su vida su hijo aparecía ante ella como un hombre y no como un niño. Reconocía las mismas formas que en su marido en el chiquillo, era un joven muy hermoso, pero a la vez encontraba esos pensamientos equivocados, al fin y al cabo era su propio hijo.
Al día siguiente cada cual regresó a su rutina habitual, incluido Iván, que volvió al centro para continuar con su búsqueda de empleo (aunque el día anterior no había buscado en absoluto nada semejante).
Pero a eso de medio día, cuando Mónica sabía que Sergio se habría marchado a trabajar y Marta al instituto se fingió enferma y se marchó a casa.
Tan pronto llegó se fue directa al cuarto de Sergio, sin saber muy bien lo que iba a hacer.
Se sentó en la silla del ordenador y pensó en su hijo, desnudo y con el miembro muy erecto y duro. Se remangó la falda y se bajó las bragas un poco. Puso su mano a trabajar, hurgando en su vulva y acariciando su clítoris.
Olfateó, olía el aroma de su hijo, aunque a decir verdad olía a algo más.
¡Qué vergüenza si alguien se enteraba de estos sentimientos! ¿Que hacía allí, sentada masturbándose? No podía tener deseos semejantes acerca de su hijo, no estaba bien…
De repente se le ocurrió que Sergio tendría pornografía en su ordenador ¿con que iba a estar masturbándose sino? Le entró la curiosidad ¿Cuáles serian los gustos de su hijo?
Abrió el ordenador y buscó fotos. Sergio tenía algunas carpetas archivadas con el nombre de “putas” y otra con el nombre de “pollas”.
Mónica abrió la segunda. Había muchas subcarpetas, todas ellas de fotos de hombres viriles desnudos, con miembros duros y descomunales.
Mónica se empezó a excitar bastante. Ignoraba que a su hijo le gustaran otros hombres “igual que su padre” pensó para si, pero pronto se cansó y decidió averiguar cual era el gusto en chicas de su hijo.
Mónica encontró todo tipo de fotos sobre chicas, ya fuera de simples desnudos o en plena acción. Parece que a su hijo le gustaban las mujeres con atributos generosos: pechos grandes, trasero imponente, caderas anchas…
Entonces reparó en una carpeta que, simplemente se llamaba “M”. El resto de carpetas estaban etiquetadas con un nombre descriptivo “rubias” “por detrás” “rasuradas” “tragadoras de sables” pero esa carpeta llamada “M” despertaba su curiosidad.
Obviamente la abrió, y se sorprendió mucho al hacerlo. Por que en esa carpeta llamada simplemente “M” lo que había era unas fotos que Mónica conocía bien, por que eran las fotos que ella misma había consentido que le hiciera su marido para ser enviadas a una página erótica para amateurs en Internet.
Aquellas fotos pornográficas, en el ordenador de su hijo, junto a toneladas de fotos pornográficas. Su hijo desnudo, masturbándose ¿Con sus fotos? ¿Masturbándose viendo fotos de su propia madre?
Mónica tuvo un extraño arrebato incontenible y completamente contradictorio. Por un lado las lágrimas empezaron a resbalarle mejilla abajo. Su corazón le latía con fuerza, le temblaba todo el cuerpo. Pero a la vez su mano no podía dejar de acariciarla entre las piernas. Y cuanto más pensaba en la situación, a su hijo masturbándose con sus fotos, desnudo y viril como su padre, y dando alaridos escandalosos al eyacular… Mónica no podía dejar de introducir bien adentro los dedos en su vagina, furiosamente, presa de una gran excitación.
Lo abstracto se tornó entonces concreto y comenzó a imaginarse a su hijo desnudo, masturbándose, pero no con sus fotos, con sus fotos no. Masturbándose frente a ella, haciendo esas mismas posturas ante su hijo, caliente y excitado.
Mónica tuvo un escandaloso orgasmo sobre la silla en el momento que se ponía a imaginar que se llevaba el pene de su hijo a la boca.
¿Y ahora que iba a hacer? ¿Cómo iba a mirar a su hijo a la cara? Cuando Sergio le miraba, cuando le daba un beso para despedirse ¿pensaba en las fotos? ¿Deseaba a su madre? Y sus propios sentimientos ¿Iba a poder mirar a su hijo de la misma forma? ¿Iba a poder mirarlo sin pensar en su vientre musculoso, en su pene duro y erecto?
Por la tarde, cuando Sergio volvió de trabajar, se encerró en su habitación con su hermana Marta. Mónica no se dio cuenta de que eso era muy raro, normalmente sus dos hijos menores se llevaban como perro y gato, solamente les interrumpió, había tomado una determinación.
—Marta — le dijo — vete a tu propio cuarto, tengo que hablar con tu hermano.
Sergio estaba sorprendido ¿de que quería hablar su madre ahora? Era igual, mientras lo hacía él podía mirar a placer sus pechos marcándose en la camiseta y aquellos labios gruesos que tan bien podían quedar alrededor de su miembro erecto.
—Sergio, quiero hablar muy seriamente contigo y quiero que seas completamente sincero en lo que me digas ¿está claro?
—¿Ocurre algo, mamá?
—Sí, sí que ocurre algo. Se que no debería haberlo hecho, se que está mal, pero esta mañana he estado curioseando en tu PC… ¿Hay algo que quieras contarme?
Sergio quedó mudo ¿Qué había llegado a ver su madre? ¿Sus propias fotos? Tenía que haber protegido esas carpetas con una contraseña… pero cabía la posibilidad de que no hubiera llegado a verlas, había tanto material en su disco duro…
—No sé… — balbuceó Sergio — ¿a que te refieres? ¿al Porno? Mamá, tengo ya 22 años…
—Te he pedido que seas sincero, Sergio…
—No sé de qué me hablas — concluyó sin titubear.
—Muy bien, si es así como lo quieres…
Mónica entró en el ordenador buscando las fotos que había visto por la mañana. A Sergio un sudor frío le empapaba la frente.
Abrió la carpeta llamada “putas” y luego la carpeta llamada “M”. Enseguida apareció a pantalla completa una foto suya con las piernas abiertas, enseñando su vagina sin ningún tipo de artificio.
—¿Qué hacen aquí estás fotos? — preguntó Mónica a un hijo que ya estaba libido — ¿Me has etiquetado como “puta”? ¿Qué haces con ellas? ¿te masturbas?
—Yo…
—¿Te masturbas con las fotos de tu madre desnuda? ¿es eso?
—¿Y tu que? — dijo Sergio muy nervioso — ¿son esas las fotos que se tiene que hacer una madre? ¿te parece… decente?
—O sea, que piensas que tu madre es una puta ¿no?
—Déjame, no deberías haber entrado en mi ordenador…
Sergio, muerto de vergüenza, se dirigió al otro lado de la habitación. Su madre abandonó la silla para seguirle.
—¿Qué haces con esas fotos, Sergio? ¿te masturbas? ¿miras a tu propia madre con deseo?
—¡Si! — dijo gritando — Dime que soy un cerdo, dime lo que quieras pero si, me masturbo y las miro con deseo, te miro a ti con deseo, a mi propia madre…
—¿Y ahora? — quiso saber Mónica ya visiblemente excitada — ¿ahora me estás mirando con deseo?
Sergio enmudeció. Acaba de notar como la voz de su madre se tornaba insinuante. Su pene empezó a aumentar de tamaño y su corazón a correr desbocado como una locomotora.
—Sí, ahora también…
Mónica agarró una de las manos de su hijo por la muñeca y la condujo hasta su pecho. Éste la estrujó aplacer como siempre había deseado. Luego acercó aquellos labios gruesos y apetitosos y los juntó con los de su hijo en un caliente beso
—Yo también te deseo, hijo — dijo Mónica en un susurró lleno de lascivia — a lo mejor no es lo mas correcto, pero no lo puedo evitar…
—Mamá… — Sergio temblaba de excitación — no sabes cuantas veces he deseado que esto sucediese, siempre he querido tenerte…
—Tienes razón, hijo — dijo Mónica a la vez que palpaba por encima del pantalón entre las piernas de Sergio — tu madre es una puta ¿te avergüenzas de mi?
—Mamá — contestó Sergio a la vez que manoseaba a placer los pechos de su madre — no podría estar mas orgulloso de ti…
—Nos va a oír tu hermana…
—Eso no es ningún problema — sonrió Sergio — ¡Marta!
—¿Pero qué haces? — protestó Mónica llena de miedo — Si tu hermana nos ve…
—Mamá, Marta no es la niña modosita que todos creemos, es por lo menos tan puta como tu…
Marta entró en la habitación encontrando a su hermano abrazado a su madre. Ella con la camiseta arremangada, casi con los pechos fuera.
—Marta — protestó Mónica dominada por el pánico — no es lo que te piensas…
—Es exactamente lo que te piensas — dijo Sergio muy calmado — nuestra madre está muy caliente y tiene ganas de hacerlo con nosotros…
—Mamá…
Marta empapó las bragas instantáneamente. Todo su cuerpo temblaba de deseo. No pudo contenerse y se abalanzó a besar a su madre en la boca y a tocarla por todos los rincones que puedo tocarla.
—Marta ¿Tu también? — quiso saber Mónica sorprendida.
—Iván y yo llevamos dos días follándonos a Marta todo lo que podemos, Mamá…
—Y ha sido maravilloso — contestó Marta con una mano ya bajo el pantalón de su madre — pero faltabas tu…
—¿Iván también? No sabía que tenía unos hijos tan guarros…
—Todo lo guarros que quieras, Mamá — dijo Marta introduciendo ya un dedo en la vagina de su madre.
—Los tres te deseamos con todas nuestras fuerzas — dijo Iván disfrutando de tocar los pechos a su madre cuanto podía
De repente Mónica cerró los ojos y perdió el conocimiento. Si Sergio no hubiera estado detrás suyo en ese momento se hubiera caído en el suelo todo lo larga que era.
—¡Mamá! — gritó Sergio — ¿pero que te pasa?
—¡Se ha desmayado! — gritó Marta ayudando a su hermano a colocarla sobre la cama.
—Mamá, Mamá despierta — decía Sergio palmeándole las mejillas una vez estuvo estirada en la cama.
—Podríamos aprovechar para desnudarla — dijo Marta de pronto.
—¡Marta, joder! ¡Que Mamá acaba de desmayarse!
—Lo siento — dijo apesadumbrada — no pienso lo que digo, es que me pone tan caliente verla así estirada, a nuestra merced…
Sergio miró a su madre estirada en la cama, con todas y cada una de sus protuberancias anatómicas a escasos centímetros de sus manos. Entendía muy bien los sentimientos de su hermana.
—Deja de decir tonterías y ve a traer un poco de agua… — dijo sin embargo Sergio.
—Yo no digo tonterías — protestó Marta — tu también te la quieres follar…
—¡Claro que quiero! Pero se acaba de desmayar, a lo mejor hay que llamar al médico…
—¿No puedo chuparle un poco el coño antes?
—¡Joder, Marta! Se supone que eres la más lista de la familia, pero ahora no haces más que pensar con el chocho…
—¡Es que no lo puedo evitar! — estalló Marta — en todo el día no pienso en otra cosa que en ti, en Iván y en Mamá…vuestras pollas metiéndose dentro de mi por todos sitios, vuestro semen en mi boca, el coño de Mamá bien abierto…¿Es que soy una ninfómana?
Marta se echó a llorar. Su hermano la consoló con un abrazo que no estaba completamente exento de lascivia. Dejó de llorar en cuanto las manos de su hermano se concentraron en sus pechos y le besó en los labios.
—No llores, hermanita, no pasa nada, estoy muy orgulloso de ti…
—¿De verdad?
—Mucho, no quiero dejar de follar contigo nunca…
De repente los dos escucharon un balbuceo a sus espaldas. Mónica acababa de despertarse entre brumas y llamaba a sus dos hijos.
—Mamá ¿estás bien? — dijo acercándose a la cabecera —
—¿Qué me ha pasado? — quiso saber Mónica que observaba a su alrededor confusa —
—Te has desmayado — dijo Sergio — ¿No recuerdas nada?
—Es verdad — contestó Mónica — he debido desmayarme… pero es que estaba tan excitada, tan feliz…
—Mamá — se acercó Marta — ¿Qué quieres que hagamos? ¿Llamamos a un médico?
—No, nada de médicos — dijo Mónica — lo que quiero es que os quitéis la ropa y me enseñéis lo guarros que sois…
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