Es una historia, un momento de una relación de la mujer madura de 50 con el joven de 20, cuando las diferencias no cuentan y el deseo manda. Ella fue la artífice de su propio placer, la gestión y realización fue obra suya, también el goce le pertenece. Sentía concretar su fantasía.
Le había dado una llave del apartamento, te tuviera libertad de venir cuando pudiera escapar del secuestro marital.
Esa mañana llegó, tanto sigilo para no despertarme, estaba en el sueño profundo, se acercó con sigilo, entre sueños sentía algo suave recorriendo mi espalda, me dio vuelta, seguía con los ojos cerrados, no quería abrirlos, dejarla jugar con su pendejo, las caricias en el pecho la suavidad de sus besos en la cara, cuello y pecho.
Con una mano, comienza a bajar el calzón, pajeando suave mientras se deleita besando mis pezones. No puede con su genio, necesita bajar a succionar la verga, acaricia y mama suave, simulo estar dormido, Anna se esfuerza por seguir con la suavidad, inútil resistir, la pelvis acompaña como su boca liba la miel de su dios pagano, frota los primeros jugos del glande contra sus pezones.
Los suspiros y la sofocación del frotamiento me impulsan para acariciar su cuello, haciendo más intenso el contacto con su pezón. La verga está a pleno, dura y cargada, la boca de la mujer activa, mama y masturba sin cesar, los profundos suspiros de su hombre alientan a darle más actividad bucal. Mamar, lamer y succionar sin pausa, su cabellera me cubre la visión de la espectacular succión, por momentos es una ventosa, intenta aspirar la leche que aún no se ha creado.
La ternura de su mano frotando el miembro tiene el correlato de la angelical degustación de los primeros jugos brotados del glande. No hubo diálogo, solo suspiros y el sonido de la boca tragándome. La imagino succionando a ojos cerrados, concentrada en su placer, llevarme al cielo sublime de su placer.
Imposible permanecer inerme, me desplacé al centro de la cama, atravesado, arrodillada retoma la mamada, mi mano repta entre sus piernas, levanto el vestido, acaricio sobre la bombacha. Sus manos ayudan a bajarla, acaricio las nalgas, entro en el canal, buscando la humedad de su sexo. Desplacé la melena, la sostiene con una mano para el deleite de verla chuparme la pija.
Abandonó la mamada, se deshizo del vestido y la bombacha, bajó de la cama y volvió a ingresar, a cuatro patas sobre mi cuerpo, colocándose en un impecable y clásico 69. Se prendió al biberón con la misma fruición del inicio, sin distracción comencé a jugar entre sus nalgas, buceando hasta llegar al canal y sumergir los dedos en la vagina, coloqué la almohada bajo la cabeza para ganar altura y poder lengüetear la almeja, sorber los primeros jugos.
Agitar los labios con los dedos, besos y lamidas en la cara interna de los muslos acentúan los suspiros, potencian los gemidos, cadencia y armonía en el balanceo de su cuerpo, acercando y alejando la deliciosa breva de su sexo, caricias en los testículos, subiendo y bajando la boca hasta llevarme hasta el fondo de su garganta, cerrar la boca y atrapar cuanto puede de la verga, nunca la dejó sin el cálido abrigo de su boca.
Dejó el glorioso 69 para colocarse ahorcajada, colocarse el miembro en la vagina, dejarse caer a tope, inclinar el torso y comenzar a moverse. Las manos a los costados, las tetas bamboleando cerca de mi cara, silenciosa, concentrada en disfrutar su propio placer.
Mis manos en sus muslos ayudan a balancearse, ver a esta mujer abstraída en su concentración, disfrutando en cada vaivén, vibrando en la fricción de los genitales, tomarla de las caderas incita para exagerar la penetración, salirse hasta el borde y lanzarse a tope.
Sonríe y suspira, agradece en el silencio, el sudor comienza a brillar en su rosto, por momentos la mirada perdida, atravesada por la calentura. Hace una pausa para tomar parte de la sábana y limpiar el exceso de flujo vaginal. –Estoy muy mojadita, quiero sentirte piel a piel. Qué bien estoy…
Desmontó, acomodó a cuatro patas, codos y rodillas para soportar el embate, cola bien empinada, esperando que la penetre. Sin la violencia de otras veces, suave, muy suave, me dejé ir hasta el fondo. Manos sobre las caderas, balanceo suave y profundo, gemidos sin estridencias. Necesitamos un poco más de acción, me elevo para poder penetrarla subido casi sobre sus caderas, moverme con la potencia que la postura exige, en cada envión su cuerpo se zarandea como una hoja.
Para no hacer todo el gasto físico me dejé soportar por sus caderas en la cogida, el sexo pivotea dentro de la vagina, soporta en cada bombeo todo el peso de mi cuerpo, los jadeos hacen coro a los gemidos por aguantar el peso del macho. Prevalece el silencio de la concentración, desenvainé el miembro, pajeo mientras Anna de acomoda de espaldas, recoge el cabello se su cara, flexiona las piernas, las abre para hacerme lugar.
Con la verga en mano, voy directo, de un solo envión dentro, ella se toma de mis brazos para acompañar el traqueteo del coito. Sigue seria, concentrada, labios apretados, mordiendo el labio inferior – Vas bien?
Gesto afirmativo con la cabeza. –Te siento como que estás llegando? – Hmmmm
Aprieta fuerte mis brazos, tensa sus piernas, vibran, la vagina se llena de jugos, arquea y eleva la cintura, la boca dibuja un mueca, babosea, asoman lágrimas en los ojos, toda ella es un estruendoso silencio, solo los suspiros entrecortados, el ahogo espontáneo y de pronto el estallido. –AHHH
Ese grito o sonido gutural se lleva su alma. En medio del fragor de su orgasmo estremece el mío, un bufido surgido del fondo de mi ser, sirve para liberar la presión interna, desagotar la carga de semen, correrme dentro de su vagina, dejar fluir la energía vital de mi ser.
Incliné mi cuerpo hacia adelante para poder derramarme todo, sus manos llegan a tomarme de los hombros, eleva las piernas, rodea mi cintura, junta los pies en mis nalgas, presiona para llevarme más adentro.
Seguí lanzado sobre su cuerpo, jadeando y bombeando hasta el último aliento. Desde el primer instante de su orgasmo transitamos un continuado disfrute de orgasmos consustanciados con la emoción de hacerlos en simultáneo, hermanados en el goce extremo de llegar juntos.
La sonrisa silenciosa y beso tierno coronó un polvo de esos que van ilustrar la antología personal de dos amantes que supieron disfrutarse, sin estridencias pero con una intensidad pocas veces alcanzada.
Este fue un momento con Anna, la intensidad del momento amerita que este hecho merezca ser recordado de modo tan especial como el momento vivido.
Se bien que te ha sucedido, también lo has vivido como lo disfruté con mi Anna, me gustaría conocer tu opinión, no seas tímida atrévete nadie se entera, será nuestro secreto [email protected]
Nazareno Cruz