En ese entonces, tenía 18 años, y mi hermano 19.
Estábamos solos en casa, nuestros padres estaban fuera de casa porque habían ido a visitar a una tía enferma, y eso dio pie a una historia realmente excitante.
Estaba en mi habitación, iba a escuchar música, y como siempre hago, iba a buscar mis audífonos, pero no tenía ni idea de dónde estaban, así que fui a buscar a la sala, comedor, cocina, e incluso baño, pero no sabía dónde estaban.
Luego recordé que se los había prestado a mi hermano, así que fui a su habitación.
Noté que la puerta estaba entre-abierta, así que la abrí, y no hizo ruido, que dio con ver a mi hermano de espaldas, viendo hacia la computadora, haciendo una video llamada y masturbándose, mientras otro hombre lo hacía del otro lado de la video llamada. Mi hermano no se había enterado de mi existencia.
Así que me quedé ahí, en el marco de la puerta, esperando a que la video llamada terminara para decir unas palabras a mi hermano. Durante la espera, me excité, de ver el miembro de mi hermano y el de otra persona siendo masturbados pasionalmente.
Pasados unos minutos, la video llamada concluyó, y mi hermano metió su pene en su ropa interior, subió el cierre de su cremallera, abotonó sus pantalones y volteó finalmente.
Al verme en el marco de la puerta, se asustó.
– ¿Cuánto llevas ahí? – Preguntó con una expresión de preocupación en su rostro.
– Suficiente. – Respondí.
– Suficiente para… – dijo.
– Para ver que te masturbabas haciendo una video llamada con un hombre. – contesté fríamente.
– ¡Mierda! – exclamó en voz baja – Por favor, Luis, dime que no le dirás a nuestros papás. –
– Solo una pregunta, ¿quién era el tipo de la video llamada? – inquirí con curiosidad.
– Nadie, solo un desconocido. Lo encontré en un foro. – confesó Cristian.
– Bueno, lo tengo que decir a mis papás.
– ¡No! ¡Por favor, Luis! Haré lo que quieras, te lo juro. – rogó con frustración en su cara por haber sido descubierto.
– Bueno, lo pensaré. – cedí.
– Gracias, haré lo que pidas. – respondió.
Entonces asentí con la cabeza y fui a mi habitación.
Todo eso me había puesto caliente, así que me senté detrás de mi escritorio, encendí mi computadora y me puse a ver porno gay.
Mi escritorio estaba orientado hacia la puerta, así que vi entrar a Cristian.
– ¡Oh! ¡Perdón! ¡No sabía que… estabas! – exclamó, pero no se volteó, ni cubrió la cara, ni tapó su vista, así que yo me cubrí mi polla con las manos. – No te cubras, ¿qué te parece si lo hacemos juntos? – ofreció.
– Ah… ah… s-sí. – acepté y me paré para ir a la cama.
Me recosté en mi cama, poniendo la computadora con porno hetero, que alcancé a poner rápidamente, y mi hermano se colocó al lado mío.
Yo seguí masturbándome, y me quité la camisa, mientras mi hermano se desnudaba totalmente.
– Luis, tu cuerpo está muy desarrollado. – comentó viendo mi cuerpo, fijándose más en mi pene.
– ¿Comparamos? – Propuse.
– Claro. – accedió y colocó su verga al lado de la mía, poniéndose encima de mí, aunque solo dejando nuestros penes tocarse.
Cabe decir que él era un poco más alto que yo, y un poco más fibrado que yo.
Tomó nuestras pollas y las colocó desde el mismo punto, dejando ver que la mía era un centímetro más grande y algo más gruesa.
– Wow, la mía mide 16 cm, Luis. -agregó.
– Sí. – acepté y me di cuenta de lo sensual que se veía su cuerpo en ese momento, y analicé cada centímetro de él. – Ahora, ¿qué quieres que haga por ti? – dijo volteándose para ir a su lado de la cama, dejando ver sus redondas y musculosas nalgas.
Apenas se sentó, yo tomé su cabeza con una mano y la llevé a mi pene, por suerte abrió su boca y mi pene entro en ella fácilmente, pero tocando un poco sus dientes.
Él respondió con sorpresa, intentando liberarse.
– Quiero que hagas esto. – contesté, a lo que él cedió y empezó a chupar y succionar mi miembro con mucha más pasión.
Yo tomé su cabeza y literalmente le empecé a follar la boca, haciendo un mete-saca impresionante, pero que le gustó porque empezó a gemir.
– Quiero ese hermoso culo que tienes, Cristian. – dije, y él sacó mi polla de su boca.
– Y yo quiero tu pollón en mi culito. – dijo y puse mis dedos en su boca, que él ensalivó con pasión.
Yo empecé a dilatar su entrada anal mientras él chupaba mi verga, al tiempo que Cristian empinaba su culo para que lo dilatara con más fuerza.
– Ah, ya métemela. – rogó, mientras yo lo tomaba por su cadera, y metía mi polla en su culo rápidamente, a lo que él gritó de dolor y de placer. -Uh, hm, aguanta, hermanito. –
Dijo a lo que yo empecé a moverme lentamente, acelerando poco a poco, a lo que Cristian jadeó de dolor. Tomé su cabeza por su cabello.
– Cristian, déjame dejarte algo en claro, eres mi putita personal desde ahora. – le dije.
– Con gusto. – contestó él empinando más su culo.
Comencé a metérsela más fuerte aun, a lo que él gimió, casi gritando.
Ya se oía como mis testículos chocaban con sus nalgas, y junto con el sonido de sus gemidos, era la sinfonía perfecta para venirse.
Saqué mi verga del culo de Cristián, y me corrí en su cara, él sacó su lengua, dejando caer mis 4 chorros de semen en su cara y boca, que él tragó con maestría, para luego subir a besarme.
– Luis, te amo. – dijo.
– Te amo, hermano. – contesté.