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Con mi nueva vecina
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Una mañana me disponía a salir hacer las compras como cualquier otro día cualquiera, a través de la puerta de la entrada a mi casa pude escuchar unos golpes por los escalones de mi rellano, me asomé por la mirilla de la puerta y pude ver que era una señora más mayor que yo.

Abrí la puerta para ver que hacía y vi que estaba de mudanza en mi edificio, me ofrecí a ayudarla y así para que ella no cogiera todo el peso de los muebles que iba subiendo al ático donde se estaba instalando.

Pasadas las dos horas de mudanza; sube que te sube y baja que te baja la señora me ofreció un refresco para saciar mi sed tras el cansancio de ir subiendo muebles desde el portal hasta el ático, lo que es lo mismo, diez pisos de altura.

Ya en su casa y con todos los muebles colocados en su sitio donde ella me pidió que se los colocara me di cuenta que la señora que estaba sentada en un sillón delante del mío no llevaba ropa interior debajo de la falda y pude contemplar el vello de su almejita, sin que ella se diera cuenta y con mucho disimulo yo miraba de reojo por debajo de su ropa.

Más tarde la señora se percató de que yo la estaba mirando con mucho disimulo y se fue desabrochando los botones de la blusa color beige, yo comencé a ponerme un poco nervioso al mismo tiempo que mi pene estaba pidiendo salida a través de la cremallera del pantalón, la señora se ahueco el cabello de los hombros para así quitarse la blusa poco a poco.

Yo, con mis ganas locas de querer acercarme a ella y ella que parecía que estaba deseando de que yo la entrase a besar, como un torero cuando entra a matar a su toro, me levante del sillón y me acerque a la señora, ella se levantó del sillón y me cogió de la mano y la puso sobre su pecho, como diciendo; mira mis latidos del corazón, me estas poniendo cachonda perdida, yo que ya no me cortaba de nada acerque mis labios a los suyos y comenzamos a besarnos mutuamente.

Un rato después me agarro de la mano y me llevo a su habitación, se sentó sobre su cama y comenzó a desabrocharme el pantalón y bajármelo hasta el suelo, seguidamente el bóxer dejando al aire libre mi pene, aquello parecía un cañón apuntando a su objetivo, la señora comenzó a masturbarme al mismo tiempo que me la chupaba, yo jadeaba de placer muy despacio mientras ella agarraba mi polla como si se la fueran a quitar, trataba mi pene como si de un chupachups se tratara.

Saco mi polla de su boca y la desnude tan rápido que parecía que no llevase mucha ropa, y así fue, porque al no llevar ropa interior debajo de su blusa tampoco llevaba sujetador debajo de su blusa, entonces nos vimos los dos desnudos en su habitación, comencé a chuparla los pezones y tenerla agarrada por la cintura, fui bajando lentamente hasta llegar a su tesoro más preciado; su coño.

La tumbe sobre la cama y comencé a comerla su rica vulva jugosa y empapada de flujo vaginal, yo con mis morros mojados de su conejito y mi polla queriendo entrar en la madriguera de esa señora tan apetecible, me puse de rodillas sobre la cama y penetre su vagina haciéndola jadear de locura y placer, un buen rato con mi polla en su coñito y agarrando sus piernas con mis manos.

Un buen rato después saque mi pene de su madriguera y me corrí sobre sus pechos y su cara, aquello parecía leche condensada cuando se derrama sobre tu mano; pues igual, ella sedienta de mi leche y yo queriendo follármela otra vez.

Nos fuimos a la ducha y nos duchamos juntos y así ahorrar agua.

Quedamos en vernos el siguiente día pero ya con derecho a algo más; una cena romántica y un postre muy apetitoso.

FIN

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