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Vi a Patricia y a su alumno en pleno acto
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Hola a todos, me presentaré antes que nada. Me llamo Adolfo, tengo 56 años y soy cabeza de una universidad en la zona norte del país, me reservo el dónde. Soy de piel morena oscura, mido 1.81, peso actualmente 117 kilos, se nota bastante mi sobrepeso, pero eso no opaca el tamaño de mi miembro. Me mide 18 centímetros en erección, puede que poco más si bajara de peso, pero llevo siendo así casi toda mi vida y a esta edad pocas cosas me importan menos que eso. Siempre llevo mi barba bien recortada y mi cabello también, ya están ambas blancas por la edad.

Bien, esto empieza la semana pasada. Tuve que ir a la universidad por la noche, estar presente en una votación respecto al plan de estudios de varias carreras. Acabó temprano, relativamente, eran apenas las diez de la noche cuando por fin tuve la oportunidad de irme, pero decidí quedarme un rato más a darle la buena cara a los docentes, darles la despedida y hacer tiempo para fumar cigarro sin que mi esposa se entere, además, la universidad de noche es mi santuario. Puedo pasearme por los pasillos si quiero con la verga de fuera, nada ni nadie puede verme, si eso las cámaras pero sé dónde cuidarme. Suelo pasearme de un edificio a otro o entre pasillos. Se vació totalmente para las doce y fue entonces cuando mi caminata empezó. Encendí mi cigarro y caminé junto a la reja que separa la calle del interior, pasé la caseta, seguí más allá hasta llegar al lado del primer edificio. Todo estaba en completo silencio, sólo escuchaba mis pasos y al viento moviendo los pinos.

Todo iba bien, me paré para encender otro tabaco y entonces me di cuenta de algo raro. Al final del edificio, en el último aula, la que va dirigida a derecho, juicios orales, la luz estaba prendida. Decidí apagarla cuando, inevitablemente, pasara por ahí. No le di mayor importancia. Seguí caminando hasta que, finalmente, me llegó un dulce sonido de gemidos. Al principio me asusté. Gemidos en la noche en la universidad, pero luego pude sentir como un escalofrío me bajaba de la espalda al darme cuenta de que eran gemidos de placer. Alguien estaba cogiendo cerca y yo los escuchaba.

Enseguida, seguí caminando, intentando acercarme a la fuente del sonido. Llegué a la ventana de juicios orales y vi a Patricia, la única profesora negra de la escuela, sentada sobre un hombre al que no pude identificar en el momento. Él estaba sentado sobre el escritorio con las piernas bien abiertas, Patricia claramente estaba siendo penetrada por un pene que, con sólo ver el pedazo que entraba en la vagina, supe que era muy ancho, más de lo normal. Ella llevaba el ritmo y él simplemente se limitaba a acariciar el vientre embarazado de ella. Subía y bajaba a su antojo y me quedaba claro que, quien quiera que fuese el tipo, no era su primera vez. Movía ligeramente la cadera, hacía que su pene se moviese de manera sutil mientras Patricia lo disfrutaba. Verla así me puso a cien en un segundo, su hermoso rostro, su amplia frente, sus enormes tetas (que ya eran hermosas antes del embarazo), su culo, su estómago…

Todo era perfecto. Me escondí tras un par de arbustos y saqué mi pene para masturbarme. Comencé lentamente, siguiendo el ritmo a Patricia en su subir y bajar, imaginaba que estaba en el lugar de ese puto suertudo. Sus testículos eran grandes y estaban ligeramente peludos. Por un segundo pensé que podría ser su esposo, pero descarté la teoría al momento en que mi vista se acostumbró a la luz. Era alguien moreno, no blanco, la muy perra le montaba los cuernos a su marido. Eso sólo me hizo excitar más.

"Bebé, dame más duro, bebé".

Cuando dijo eso, juro que mi pene se puso más duro de lo que había estado en casi una década.

El tipo la tomó de las piernas y, poco a poco, se puso de pie sin sacar su miembro. Se puso de costado y la llevó hasta el escritorio, donde Patricia apoyó sus manos en el borde y levantó su culo a Caleb. Pude ver su rostro y reconocer su musculoso cuerpo. Segundo semestre, estudiante destacado. Su piel morena clara combinaba muy bien con la piel negra de patricia y sus músculos complementaban a la perfección las curvas de una mujer como Patricia. Le puso una mano en la cadera y la otra en un hombro y le dijo algo a Patricia que no alcancé a escuchar. Sin piedad alguna, comenzó a darle con todas sus fuerzas por la vagina, sus caderas se movían con rapidez y los gritos de Patricia mostraban más dolor que placer. Una nalgada con la mano de las caderas y una sonrisa muy macabra en su cara mientras Patricia flaqueaba en las piernas. No tardó mucho en abrazar a Patricia por el vientre y comenzar a mover sus caderas de forma más delicada.

Acariciaba su panza y besaba su cuello por detrás. Fue entonces que lo vi. Sacó su pene para dejar salir la eyaculación de Patricia, misma que parecía como si alguien hubiera vaciado una botella en su coño y lo estuviera expulsando. Su pene era horroroso. Mis 18 centímetros se quedaban cortos, era como tres latas de cerveza en lo largo y quizá como media lata de ancho.

Mientras Patricia eyaculaba, él rodeó sus caderas con los brazos y la ayudó a sentarse, tanto así le había hecho flaquear en las piernas. Los perdí de vista un momento, ambos estaban sentados, el marco de la ventana no me dejaría ver desde donde estaba. Con mi pene en mano, comencé a acercarme poco a poco. Hasta que los vi a los dos. Patricia tenía las piernas echadas a un lado, estaba apoyada en el enorme pecho marcado de Caleb y se estaban besando. Ambos tenían las manos en la panza de Patricia. Comencé a pensar en que ese bebé podría ser de Caleb, no tardaron ni un minuto en confirmarlo.

"Es nuestro niño", dijo Caleb cuando por fin se separaron.

Por unos momentos, dejé de escuchar y me perdí en el pensamiento de que este alumno había embarazado a la mujer más bella de la escuela. Mi pene actuó por sí solo. Una espesa y gran eyaculación voló de mi pene con una fuerza que no recordaba tenía. Cerré mis ojos.

Al abrirlos, me encontré a Caleb levantándose y acercando su pene a la boca de Patricia, misma que en cuanto lo tuvo al alcance lo tomó con las dos manos y lo metió a su boca. Se notaba semierecto. Tenía el pubis cubierto por una muy delgada capa de pelo, se rasuraba, a diferencia de Patricia, que tenía el pubis bien cubierto por una alfombra negra. Vi como Caleb se inclinaba para pellizcar uno de los grandes y erectos pezones de Patricia, con su areola grande y tetas perfectamente redondeadas con la caída más bella que haya visto en el seno de una mujer. Caleb no tardó mucho en eyacular. Patricia lo sacó de su boca y recibió en la frente y rostro una sorprendentemente pequeña cantidad de semen, yo mismo había eyaculado más hacía unos momentos, esperaba más de unos testículos tan grandes y un pene tan monstruoso. Caleb se puso en cuclillas y comenzó a lamer su semen de la cara de Patricia y finalmente, cuando tuvo la lengua bien forrada de semen, le dio un beso a Patricia.

"Ocupas proteína para el niño", dijo Caleb.

"Me sobra de esa, amor". Le respondió Patricia.

Caleb la ayudó a ponerse de pie y juntos se abrazaron y se dieron un apasionado beso frente a mí.

Una perra de 31 años y un chamaco de 19. Supe que era mi oportunidad de compartir semejantes bellezas. Saqué mi celular y comencé a grabarlos en pleno beso. Caleb tenía las manos en la cintura de Patricia, misma que tenía una mano en el pecho de Caleb y la otra en su flácido y grueso pene.

Publico esto porque no sé cómo saldrán las cosas. Este viernes haré mi movimiento, hay un fin de semana largo para ese par. O eso espero. Si pasa algo, publicaré otra vez.

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