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Mientras fingía
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Llegué temprano a casa ese día de la Universidad. Vivíamos mi hermano y yo en un apartamento mientras terminábamos nuestros estudios.

Al llegar me sorprendió y emocionó ver a Alejandro. Alejandro era el amigo de mi hermano y últimamente llegaba a casa con mayor frecuencia.

A Alejandro lo había conocido desde hace casi un mes y cada vez que lo miraba se me aceleraba el pulso.

Alejandro tiene un cuerpo matador… Alto, de hombros anchos y caderas estrechas que resaltaban los jeans de talle bajo que siempre usa y con esas sudaderas pegadas al cuerpo que le marcan todos y cada uno de los músculos de su suculento cuerpo.

Llevaba tiempo fantaseando con que Alejandro me violaba. Y allí estaba él. Tan delicioso como siempre.

Lo salude como siempre. Platicamos un rato hasta que decidí poner a prueba la resistencia del amigo de mi hermano. Me disculpe con la excusa que iba ir al baño cuando en realidad me fui a mi habitación a desnudarme. Me quité toda la ropa y me puse un short súper corto y que a duras penas escondía que no llevaba bragas y una camisa de seda que hacía que se me marcarán mis pezones erectos.

Decidida, fui donde Alejandro para poner en práctica mi plan. Al verme se sobresaltó… Definitivamente se había dado cuenta que andaba prácticamente desnuda y por más que intentaba disimular no dejaba de verme los pechos ni las piernas desnudas.

Le dije que tenía un tremendo dolor de cabeza y que me iba a acostar. Que se quedaba en su casa y que no se preocupara por el ruido, que me había tomado mis pastillas de dormir y que iba a dormir como un tronco hasta el día siguiente. Hice especial hincapié en el hecho de que no importaba el ruido que hiciera, nada podía despertarme con las pastillas que había tomado.

Bostecé para dar más realismo a mi mentira. Él me seguía viendo los senos mientras me animaba a acostarme. Me aseguró que sólo se iba a quedar un rato, que tenía un compromiso.

Con el corazón retumbando me dirigí a mi habitación, dejé la puerta abierta para alentarlo, me acosté boca arriba con los brazos sobre la cabeza y las piernas abiertas para que así él pudiera tener un tentador vistazo de mi coño depilado.

Mi coño palpitaba de emoción, traté de controlar la respiración aunque sentía que me ardía todo el cuerpo. Estaba muy excitada y a cada momento que pasaba más y más me mojaba, mi coño palpitaba como loco pidiendo atención.

Ya no aguantaba!!!

De repente oigo que alguien entra al cuarto. Es Alejandro y mi coño se moja más, mis músculos vaginales palpitantes como locos mientras me corre la humedad por los labios hasta el esfínter que también me palpita. Toda yo palpito, pero me esfuerzo por parecer dormida.

Estoy a punto de vivir una de mis fantasías, y con Alejandro nada más.

Alejandro hace ruido. Está tratando de comprobar si estoy dormida. Oigo el ruido del bote de las pastillas. Al parecer está revisando que sean tan efectivas como le afirme.

Siento su aliento acariciando mi cuello y oigo que dice mi nombre con su voz ronca. Yo sigo en lo mío esperando con ansia su próximo paso. Es entonces cuando lo siento moverse hacia los pies de la cama. Quiero mirar pero me aguanto. Y me veo recompensada cuando siento una de sus grandes manos acariciando desde mi pie e ir subiendo… Poco a poco. Yo sentía como me ardía el coño de lo caliente que estaba. Su mano subiendo era una tortura deliciosa…

Ahhh!!! Qué rico sentí cuando llegó a la cara interna de mi muslo derecho. Con cuidado siento como me hace a un lado el short.

—Joder!!!

Su susurró hace que me excite más, y entonces sentí sus dedos sondeándome.

Sus dedos tan grandes como su mano me empiezan a acariciar con suavidad los labios y la vulva. Oigo su respiración cada vez más pesada mientras trato desesperadamente de controlar la mía. Siento su otra mano abrir mis labios vaginales mientras su primer mano me empieza a masturbar. Mi coño está tan mojado que su dedo entra con facilidad a pesar de ser del grosor de una salchicha.

Alejandro empieza a masturbarse con penetraciones lentas y profundas, primero con un dedo, al rato con dos…

Qué rico lo que me está haciendo con sus manos expertas. Ahhhh!!! Estoy a punto de correrme!!!

De pronto oigo una maldición y sus manos se retiran. A duras penas puedo contener mi propia maldición al pensar que mi plan fracasó y que Alejandro me va a dejar así. Frustrada y tan cachonda que podría quemar la cama en la que estoy.

Cuál es mi sorpresa cuando siento las manos de Alejandro jalando con cuidado la cinturilla de mis short. Mi respiración se acelera pero la controló, lo que no puedo controlas es el delicioso calor húmedo que escapa de mi mojando más mis pantaloncitos.

Alejandro logra quitarme los pantaloncitos y escucho como aspira fuertemente. Entreabro mis ojos con cuidado y veo que está oliendo la humedad de mis pantaloncitos. La cara de morbo que tiene me pone a cien. Cierro los ojos con miedo de que me pueda ver. Esperando lo que sigue. Espero oír el sonido de la ropa de Alejandro pero no sucede. Lo que oigo y siento es el peso de Alejandro en la cama. Se ha subido a la cama!!!

Qué me va a hacer?

Sin preámbulos Alejandro me abre las piernas y siento su aliento caliente e irregular en mi coño mojado y depilado. Sólo puedo imaginar lo que está viendo: labios rosados e hinchado, mi clítoris duro y erguido, y toda la humedad tan rica y caliente que me está mojando hasta el ano.

Siento los espasmos de la entrada de mi vagina y la humedad que resulta de ésta.

Cuando por fin siento la lengua húmeda y mojada de Alejandro en mi coño no puedo evitar emitir un gemido ahogado.

Mmmm!!!

Alejandro se queda quieto esperando… Supongo que se asustó el pobre, pero es que ya no aguanto más!!!

Al parecer convencido de que es una reacción involuntaria me dice ya con confianza.

—Así que te gusta esto mi putita.

Oír su lenguaje sucio me excita más.

—No te preocupes, que tengo más para darte.

Y procedió a demostrármelo.

Su lengua volvió a lo suyo empezando desde la entrada de mi vagina hasta mi ansioso clítoris que saltó a su contacto. Alejandro ya sin miedo me lamía con confianza de arriba a abajo y cada vez más rápido alternando entre lamidas y chuparme el clítoris.

Me lo estaba haciendo bien rico el condenado. Ummm!!!

Ahhhh!!! Mmmm!

Yo suspiraba y gemía con suavidad para que Alejandro no sospechara ni se detuviera.

Pero que delicioso me lamía. Con tanta rapidez que parecía un vibrador. Mi coño arrojaba líquido como una fuente ardiente y sólo se escuchaba en la habitación el sonido del choque entre su lengua y mis labios, el ocasional sonido de succión cuando me chupaba el clítoris y el de muestras respiraciones jadeantes.

Así pasó lamiéndome durante lo que pareció una eternidad. Al final se decidió por chuparme y lamer mi clítoris sobre estimulado e hinchado mientras me metía tres de sus enormes dedos en la vagina. Lo hacía con tanta rapidez y maestría que en unos minutos sentí como mis músculos vaginales convulsionaban succionando sus dedos con fuerza. Al darse cuenta de lo que estaba pasando Alejando dijo:

—Eso es mío zorrita.

Mi mente aturdida no sabía a qué se refería hasta que lo siento lamiendo como loco el líquido vaginal que desató el orgasmo más increíble que había tenido hasta ése momento.

En mi mente yo repetía una y otra vez.

Cómeme, cómeme cabrón.

Como si me hubiera oído Alejandro comenzó a comerme la concha como un muerto de hambre y a emitir sonidos de placer que me hicieron gemir hasta que grité por el tremendo orgasmo que tuve.

Alejandro no dejó de lamer mi coño hasta que lo dejó limpio. Entonces, se levantó, me puso el short. Y me dijo:

—Era verdad que tenía que irme, pero no pude resistir tener una probada de ese coño tan delicioso que tiene. La próxima vez no seré tan gentil —me prometió

Me dio un beso y allí pude degustarme.

Se fue dejándome saciada y con ganas de más al mismo tiempo.

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