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Encuentro con un ex alumno
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Mi nombre es Fabiana. Soy una mujer de 51 años -cosa que no aparento- que vive en una ciudad balnearia de Argentina. Tal como dije, me conservo bien para mi edad y mantengo mis atractivos a fuerza de cuidados. No soy alta, mido 1.65 m., y mi mayor atractivo son mis ojos verdes claros y mis rulos. Eso me da una cara aniñada y cierto aire de inocencia.

Siempre me dediqué a la docencia. Empecé en ella a los 25 años y hasta el día de hoy la ejerzo, enseñando inglés a adolescentes en escuelas secundarias.

Trataré en este medio de contar algunas anécdotas de mi vida docente y de mis experiencias en ese plano, las cuales más de una vez han llevado a vivencias de lo más tórridas y apasionadas.

Cierta tarde de mediados de diciembre me encontraba en el centro de mi ciudad saliendo de un banco. El clima era agradable, notándose ya el comienzo del verano. Aun la ciudad no se había llenado de turistas y se podía disfrutar de caminar sin estar chocando con la gente.

Como decía, iba yo saliendo del banco y caminando por la peatonal en busca de mi auto cuando siento una voz tras de mí:

—Hola profe!!

Cuando me doy vuelta lo veo y lo recordé. Se llamaba Damián. Era un chico alto, morocho y que por aquel entonces debía andar en los 18 años. También recordaba cuál era su comportamiento en clases: pésimo. Era un chico que tenía buenas notas y que como se notaba que ya sabía inglés se dedicaba en clase a molestar a sus compañeros y sobre todo a mí.

—¿Hola Damián, como estas?

La sonrisa se le dibujo en el rostro, no pensaba que recordaría su nombre:

—¿Yo muy bien, y Ud.?

Le conté que estaba haciendo algunos trámites en el centro y que ya me dirigía a mi casa. Le pregunte que era de su vida y que estaba haciendo por allí:

—Estoy bien, cuando termine la escuela me anote en la facultad y estoy estudiando el primer año de arquitectura. La verdad que me va bien, ya rendí dos finales y estoy promocionando otras dos materias. Vine acá al centro también a hacer unos trámites porque ya termine de cursar. ¿Anda apurada?

La pregunta me sorprendió un poco, pero lo note muy distendido y simpático

—No, la verdad que iba para casa, pero como ya terminó la escuela no tengo mucho que hacer.

—¿Me acepta un café?

La verdad que no esperaba esa invitación, pero también me daba un poco de temor que me viese gente conocida con un chico tan joven y él pareció notarlo:

—Si le parece y tiene tiempo vamos a algún café por la costa, así salimos del centro. Hace una tarde linda y si quiere charlamos un rato. ¿Le parece?

—Bueno, dale. ¿Dónde te parece?

Me dio los datos de un café que estaba sobre la playa un tanto alejado y le dije que sí, que estaba con mi auto y que si le parecía bien nos encontrábamos allá.

-Dele, perfecto. En media hora nos encontramos allá

Fui caminando hacia mi auto pensando en lo loco de la situación: encontrarme con un ex alumno al que le había dado clases hacía dos años y que tenía la edad de mi hijo, y que este me invitase a tomar un café. A pesar de la locura de la situación me atraía la idea.

Llegue al lugar y estacioné mi auto. Se veía muy poca gente. En poco estaría atiborrado de turistas. Caminé hacia el lugar y él ya estaba allí. Sobre una terraza y bajo una sombrilla me recibió con una sonrisa. Me senté allí frente a él. Se lo veía contento

—Profe, que le parece si en vez de un café pedimos una cerveza. ¿Me acompaña?

La verdad que aún no había almorzado pero como estaba lindo el clima, con calor, acepté. Llamó al mozo y al momento trajo la cerveza. Nos sirvió y brindamos.

—Y contame ¿qué es de tu vida? Hacía tiempo que no te veía, desde que dejaste de ser alumno mío. Como me hiciste renegar!!

Se rio con ganas:

—Bien profe, por suerte marcha todo en orden. La verdad que sí, no me comporte de la mejor manera —dijo entre risas— pero bueno, era chico. Admito que siempre fui un poco así y lamento mucho haberla hecho renegar tanto, pero bueno. Acá estamos!!

Tomamos la cerveza, contamos muchas anécdotas de ese tiempo, recordamos gente y en un momento me dice:

—¿Qué le parece si caminamos un rato por la playa?

Ya la cerveza me había puesto alegre y la charla era tan amena que acepté. El llamo al mozo, pagó la cuenta y fuimos a caminar por la playa. La tarde estaba espectacular, hacía calor, así que en la orilla me saque las sandalias y camine por el agua, estaba muy agradable. Yo llevaba un vestido tipo solero, lo cual me permitía estar en el agua hasta las pantorrillas. Él estaba con jeans y le dije que se los arremangara para no mojarse y me acompañara por el agua. Lo hizo y caminamos charlando en forma distendida y alegre.

Al cabo de caminar una media hora ya no se veía gente y se había levantado un poco de viento. Al notarlo me dice:

—Profe ¿qué le parece si vamos para aquellos médanos? Ahí nos podemos sentar a descansar un rato y vamos a estar al resguardo del viento

La idea me pareció muy buena, después de tanta caminata ya me sentía un poco cansada, así que nos dirigimos tras de un médano y nos recostamos en la arena. En un momento el saca un paquete de cigarrillos y me pregunta si le molesta que fume. Le dije que no. Me ofreció uno y lo acepte. La charla seguía de lo más amena:

—Contame Damián, ¿por qué me jodías tanto en clase? Eras un hincha pelotas!!!

Se rio con ganas:

—Jajaja, me aburría y era así, pero no era con maldad, lo hacía de molesto nomas, además me gustaba el inglés, pero yo ya había estudiado en la cultural inglesa y me parecía muy básico lo que aprendía. No es por menospreciar, pero es así. Ya venía con un aprendizaje.

—Igual me parecías imbancable —le dije riendo— pero ahora te veo tan simpático. La verdad que es una grata sorpresa haberte encontrado

La verdad que el calor al reparo se hacía notar. El sol estaba maravilloso

—Lástima, si sabía que íbamos a venir para estos lados traía la malla

Se rio y me dijo:

—Bueno, si quiere sáquese el vestido. Igual es como una malla

Me causo gracia el planteo:

—Justo, mira que me voy a quedar en calzones delante de un alumno —le dije riendo

Le divirtió la respuesta:

—¿Si le muestro algo no se enoja?

Me sorprendió, pero soy curiosa.

—A ver, dale. No me enojo

Saco de un bolsillo un teléfono y me mostro unas fotos:

—Esto es lo que hacía cuando estaba aburrido —me dijo entre risas

Aunque no se veía mi cara pude distinguirme. En una foto se veía mi escote desde arriba, seguramente sacada cuando los alumnos venían a preguntarme cosas todos a la vez. En otra claramente mi bombacha bajo el vestido, sacada desde abajo del escritorio del aula. Indudablemente la había tomado tirando algo para agacharse. Me sorprendió mucho, pero lejos de enojarme me divirtió.

—Sos un caradura —le dije riéndome— mira las cosas que hacías. Me imagino que no andarías mostrándolas, ¿no?

—Para nada, son mi tesoro personal —me dijo divertido.— Como verá ya la había visto en bombacha!!!

Me reí con ganas. No podía creer que ese adolescente fuese tan caradura y simpático. Y el hecho que me tratara aun de usted le ponía morbo al asunto.

—¿Y vos que vas a hacer? —Le dije

—Si se saca el vestido y no le molesta yo me saco el pantalón

—Me parece justo —le conteste divertida

Así pues que me levante y me saque en vestido. Quede frente a él en corpiño y bombacha. Estos eran blancos y con puntillas, por lo cual jamás se podrían confundir con una bikini. El hizo lo propio, se incorporó y quedo con unos bóxer azules, y en donde ya se podía interpretar cierto entusiasmo viril. La situación era extraña y un poco tensa

—¿Se anima a ir al agua? Total no hay nadie que nos vea

—Dale —le conteste

Dejamos nuestra ropa allí y fuimos caminando hasta la orilla. Había viento y algo de oleaje. Él se metió en el mar. Desde allí me llamo y fui con cuidado, evitando que una ola me tirara. Llegue hasta el pero sin meter la cabeza aun en el agua. Él ya se había zambullido y se lo notaba muy contento. Tome coraje y me zambullí en una ola.

—Esta hermosa el agua —me dijo

—Siii, la verdad que esta genial

Notaba como su mirada disimuladamente miraba mis pechos. Cuando mire note que con el golpe del agua uno de mis pezones sobresalía.

—Uhh, se escapó —le dije divertida y volví a taparlo

—No pasa nada —dijo riendo

Luego de un rato salí del agua y lo espere en la orilla. Comprobé que la lencería no era la adecuada para la playa. En blanco dejaba traslucir todo y me dio pudor, pero nada podía hacer. El viento y el frio se sentían y mis pezones lo asimilaban. Erectos bajo el corpiño húmedo no dejaban nada a la imaginación. Y el escaso vello de mi entrepierna se traslucía abultadamente bajo mi bombacha. Cuando salió del agua lo observo en su mirada, pero trato de que yo no lo notara.

—¿Vamos al reparo? —me pregunto y le dije que sí. Así que allí nos dirigimos

Una vez allí puse mi vestido como manta para sentarme y no llenarme de arena y el hizo lo propio con su remera. Quedamos cara a cara y notaba que a él se le iban los ojos hacia mis pechos, pero trataba de disimularlo. Yo no podía verme desde allí, pero seguramente mi entrepierna también estaría expuesta.

—Esta ropa no es la mejor elección para la playa —le dije riendo como para distender

—La mía tampoco, pero bueno. Es lo que hay. Igual no me arrepiento en absoluto

—Ni yo —le conteste

—Profe, si quiere puede hacer topless, yo no me ofendo —me dijo divertido

—Vos lo que querés es verle las tetas a tu profe —le dije entre risas

—Ni más ni menos. Sería estupendo. Ya la vi en corpiño. No sería muy diferente —me dijo riendo.

—Ok —le conteste

Así sentada lleve mis manos tras mi espalda y libere el cierre del corpiño. Mis tetas quedaron liberadas frente a él, y mis pezones le apuntaban desafiantes.

—Hermosas —me dijo con cierto brillo en sus ojos

—Es lo que hay —le dije levantándomelas con las manos, divertida —ahora estamos en igualdad de condiciones. Los dos haciendo topless, aunque las mujeres tienen dos cosas para tapar y los hombres una.

—La verdad tiene razón, pero para estar en completa igualdad de condiciones tendríamos que hacer otra cosa —contesto

—¿Cuál?

—Nudismo —me dijo divertido— aunque también estaríamos en una cierta desigualdad

—¿Cuál? —Le pregunte, aunque sabía la respuesta

—En la práctica del nudismo los hombres denotamos cierto entusiasmo cuando tenemos frente a nosotros una mujer sensual

La afirmación me causo mucha gracia y estalle de risa.

—¿Es tu caso? —le pregunte

—Completamente —me dijo riendo— pero si está dispuesta a correr el riesgo de verme entusiasmado no tengo problema alguno —contestó

La situación era por demás excitante. Yo, una mujer de 48 años ante un chico de 18, en medio de la nada y semidesnuda. Con la carga de morbo que implica de que era un ex alumno y me tratara de usted.

—Estaría dispuesta a correr el riesgo para quedar el igualdad de condiciones. ¿Quién empieza?

—Las damas primero —me dijo riendo

—Ok —conteste

Me incorpore y tomando por ambos lados de la bombacha la baje naturalmente. Ante el quedaba expuesta esa pequeña mata de pelos que podía adivinar bajo la bombacha mojada. Luego me senté divertida

—Su turno caballero —le dije

Él se paró entre risas y yo lo miraba de la misma manera

—Quiere hacer los honores —me dijo

—Dale caradura —le dije riendo— vos podes solo

Entre risas se bajó el bóxer azul, pausadamente. De golpe, como un resorte, salto un hermoso miembro completamente erecto, desafiante, apuntándome.

—Cuanta emoción —le dije divertida

—No es para menos, mucho estimulo —me dijo alegre

La situación no podía ser más caliente. Un hermoso adolescente ante mí exhibiendo su virilidad y yo, una hembra deseosa a la que mil imágenes y estímulos le venían a la cabeza

—Nos hacemos una selfie para celebrar el momento —me dijo riendo

—Bueno, pero después la borras, no quiero que quede rastro de esta locura

—Bueno, hacemos así. Se la mando al whatsapp así la tiene y después la borra, Yo voy a hacer lo mismo. Si le parece me da su número y se la mando, porque no lo tengo

Le di mi número y él lo agendó. Después con su teléfono me dijo que nos juntáramos y nos sacásemos la foto. Luego puso el timer, alejo el teléfono y nos sacamos una de pie. Me la envió y me pregunto si había llegado.

Sentí el sonido de mi teléfono y lo tome. Revise y en efecto, allí estábamos. En una foto se nos veía uno junto al otro sonrientes, del torso para arriba. Uno de mis pechos se llegaba a notar. Mis ojos verdes y mis rulos semi mojados me daban un aire aniñado. El reía con su hermoso rostro adolescente.

En la otra foto estábamos de pie. El me sacaba prácticamente una cabeza de altura. Me rodeaba con su brazo por mi cintura, uno junto al otro. Mi cuerpo adulto contrastaba con su torneado joven cuerpo. Mi pubis dejaba ver esa pequeña mata de pelos y el de él, una espléndida erección

—Que lindas fotos —le dije— pero acordate, después borralas

—Le doy mi palabra —me dijo solemne y divertido— ¿Le gustan los masajes? Me pregunto

—Me encantan, ¿vos sabes hacer?

—Algo he aprendido, si quiere probamos

—Dale, ¿cómo hacemos?

—Si quiere empezamos con la cervicales primero, póngase de rodillas que le masajeo los hombros y el cuello

Accedí a ello y me puse como lo indico. Tire mi cabello por delante y sus manos recorrían mi cuello y mis hombros. Lo hacía por detrás de mí y cada tanto sentía el roce de su miembro lo que me provocaba escalofríos.

Luego me pidió que me pusiese boca abajo y así lo hice. El sol templaba mi cuerpo y sus manos se deslizaban por mi espalda y cintura. Yo cerraba los ojos, placida, disfrutando las manos de ese macho joven. Expuesta completamente ante él, librada al placer.

Siguió luego por mis piernas, empezando desde los pies. Fue subiendo lentamente hasta llegar a los muslos. Instintivamente abrí un poco las piernas dejando ante el expuesta mi vagina, la cual seguramente dejaría ver la humedad existente. Fue subiendo lentamente, como tanteando la situación, temeroso de que le pusiese un límite. Ante la falta de límites siguió tímidamente con mis glúteos. Primero suavemente y ya entrando en confianza más fuerte, estrujándolos con firmeza, abriéndolos, dejando ante el mi ano, el cual rozaba deliberadamente pero sin violencia

Luego me pregunto si me sentía bien:

—Sos muy bueno con los masajes, te podrías dedicar a esto —le dije con mi voz, entre divertida y excitada.

—Si quiere sigo por adelante

—Perfecto —le contesté

Me di vuelta y ante el quedo todo mi cuerpo de mujer a su merced. Expuesto, desnudo y vibrando porque esas manos jóvenes y diestras lo recorriesen, lo tocasen

Comenzó por mis hombros y mi cabeza. Yo cerraba los ojos pero adivinaba su mirada lujuriosa. Siguió con mi abdomen y mi cintura, despacio. Mi vulva palpitaba de emoción, completamente húmeda. Abrió mis piernas para masajearlas de a una. Me elevo una y puso su planta de pie sobre su pecho. Se sentía maravilloso imaginar mi vagina mojada ante sus ojos. Luego repitió la operación con la otra pierna.

Yo para ese entonces moría de deseos. Abrí los ojos y podía ver su miembro completamente erecto, preparado para entrar en las intimidades de una hembra deseosa. Y esa hembra era yo. Vi sus ojos y me miraban locos de lujuria. No quería que terminara nunca ese momento

Dejo mis piernas y volvió a mi abdomen. Lo hacía suave, casi rozándome. Sentía la yema de sus dedos como de a poco rozaban la parte baja de mis pechos y de a poco iban subiendo, tímidamente. Al notar que no había resistencia sus dedos fueron subiendo hasta mis pezones. Al sentirlo deje soltar un mínimo gemido, casi imperceptible

Instintivamente abrí mis piernas y las arquee, con los ojos cerrados, disfrutando. Él se ubicó entre medio de ellas de rodillas masajeándome ya deliberadamente los pechos. Cada vez se iba inclinando más y notaba como su miembro cada tanto rozaba la entraba de mi vagina. Seguimos así unos segundos, cada vez más inclinado, más evidente

Abrí los ojos y lo vi mirándome fijamente a los míos. Su rostro estaba exaltado de lujuria y deseo. No hicieron falta palabras. Su glande ya buscaba entrar en mí, suavemente, sin prisas. Mirándonos fijamente su glande finalmente encontró la entrada a mis entrañas. Lo introdujo enteramente y se quedó quieto, disfrutando de estar dentro de mí. Sentí como mi vagina palpitaba al sentirse llena de hombre joven. Lo rodee con mis piernas y atraje su cabeza a mí y lo bese profundo.

En ese momento comenzó a moverse rítmicamente y sentía como la punta de su glande golpeaba la cabeza de mi útero. Era maravilloso sentirme penetrada por ese chico tan formidable

El llevo su boca a uno de mis pezones y lo lamio para luego succionarlo frenéticamente. Desplego mis piernas abiertas y la penetración fue más profunda. Con eso estallé en mi primer orgasmo, en un gemido que era un sollozo, pleno de lujuria y ternura. Luego vino otro. Cuando note que él estaba por acabar lo traje hacia mí, nos miramos fijamente a los ojos y finalmente acabo, llenando de semen mis entrañas.

Nos quedamos así unos instantes. Sentía como su abundante semen corría por mis nalgas. Cuando finalmente saco su miembro, un borbotón de semen salió de mí.

Me miro a los ojos, distendió su rostro y dijo:

—Esto fue maravilloso

Me reí y le dije:

—No te podes quejar. Cuando tenías 16 le viste la bombacha a tu profe. Hoy no solo que se la viste. Se la sacaste, te la cogiste y le llenaste la concha de leche

La afirmación lo sorprendió y lo divirtió:

—No sabe cuánto desee este momento. Es un sueño cumplido

—Ahora es una realidad —le dije riendo— y me parece que después de lo que paso estaría bien que empieces a tutearme. No acostumbro que alguien me coja y me trate de usted.

Estallo en risas, no se esperaba eso:

—Tenés razón, pero me daba no sé qué. La verdad Fabi es que desde chico quería cogerte pero me ibas a mandar a la mierda. Y hoy te vi y es como que el tiempo me dio la oportunidad. No te das una idea las pajas que me hice por vos. Y creeme que no fui el único. Nos tenías locos a todos

No me sorprendió pero me causo gracias:

—Bueno, no des nombres. Y que te parece si vamos yendo que ya es tarde. Además tengo que pasar por una farmacia

—Por? Te pasa algo? —me pregunto

—No —le dije— tengo que comprar una pastilla. Lo último que me falta es quedar embarazada de un ex alumno

Nos reímos. Nos fuimos cambiando. Para ese entonces ya la ropa interior se había secado. Igual me pidió algo: si le regalaba la bombacha. Le dije que sí y que rogara que no hubiese viento para no quedar con todo al aire a la vista de todos.

Caminamos hasta los autos, nos despedimos y no quedamos en volver a encontrarnos. Era mejor así.

Le dije que borrara las fotos para no dejar rastros, que yo iba a hacer lo mismo. La verdad creo que nunca lo hizo. Por mi parte no

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