Yo soy Kate, una joven alta, rubia, pelo medio corto, ojos verdosos, guapa, buen cuerpo, buenos senos, una 115 y muy simpática.
Un día de verano después de desayunar, miré ofertas de trabajo como enfermera y me llamó la atención un anuncio para cuidar a un joven con una lesión medular llamado Cristian.
En el anuncio ponía un móvil, ni corta ni perezosa llamé y me salió una voz grave pero dulce a la vez y concretamos una entrevista en su casa para su comodidad. Me duché y me puse un vestido negro, ajustado con una abertura en la espalda y con un gran escote en forma de uve.
Salí de casa y me fui a la dirección de la casa de Cristian y toqué el timbre y salió una mujer de 50 años que me dijo que pasará que Cristian me estaba esperando, yo la seguí hasta un gran dormitorio rosa y una cama eléctrica, dónde estaba un joven moreno, ojos verdosos alto, 1,90cm, barba arreglada, con gafas, complexión normal, hablamos de lo que necesitaba y de mis condiciones y aceptó, pero con una condición por parte de él, que tenía que vivir con él porque era un trabajo de día y de noche, pero yo no me ocuparía de su aseo, porque él manejaba bien los dos brazos.
Llamó a la mujer le dijo algo al oído y me acompañó a la habitación de enfrente de la de Cristian era un poco más pequeña a la de Cristian de color verde suave con un armario grande, un tocador, una cama y una mesilla de noche.
Volví al cuarto de Cristian y me acerqué a su cama y le besé en la comisura de sus labios, él se puso rojo como un tomate. Y le dije que tenía que recoger algunas cosas de mi casa y me prestó su coche adaptado para traerlas. En poco más de media hora ya tenía lo más esencial en la casa de Cristian ya colocado y ordenado en mi nuevo cuarto.
Acto seguido, le ayudé a la mujer a preparar la cena para llevársela a Cristian y después se la llevé, le puse la bandeja encima de la ropa de cama y él cogió los cubierto y le vi cenar sentada al lado de la bandeja, mientras que de vez en cuando me miraba el escotazo que lucía yo ese día.
Cuando acabó, retiré la bandeja y vino la mujer, que poco después sabría que era su nana de pequeño y después, Cristian me dijo que le sacará del armario una camiseta y un pantalón corto y que le ayudase a ponérselo. Él me ayudaba a vestirlo tenia cuerpo bien definido sin apenas vello y muy suave al tacto y yo claro no me pude resistir a rozarle sus tetillas con mis yemas que al él no le desagradó.
A continuación le quité el vaquero que llevaba y cuando vi su miembro me puse roja no por ver un miembro sino por el estado en el cual se encontraba, estaba morcillona y cuando se la rocé sin querer con mis manos esta se alzó imponente y me puse orgullosa de que le provocara el empuje final a su erección y que con suma delicadeza oculté en el interior de su calzoncillo que usaba para dormir.
Después de eso le ayudé a taparse otra vez, y le da un beso de buenas noches en la frente, me agaché apropósito para que él también tuviese una buena y última imagen del día. A continuación, medio cerré su puerta y apague la luz mientras le lanzaba un beso con mis yemas sobre los labios.
Abrí la puerta de mi nueva habitación y me fui desnudando poco a poco y puse el vestido encima de la cama, me envolví con una toalla rosa y me dirigí a la ducha, pero me di cuenta de que no sabía dónde se encontraba y fui a la habitación de Cristián y llamé con los nudillos a la puerta y me contestó con un sí, con su voz grave y le pregunte que dónde estaba la ducha, Cristián al verme con sólo mi escasa toalla, que casi no me tapaba nada, quedó varios segundos quiero y mirándome de arriba a abajo y cuando reaccionó dijo que estaba al final del pasillo girando a la derecha. Le di las gracias y me fui de su habitación, no sé lo que me pasaba que cada vez que Cristián hablaba yo me ponía algo excitada y cachonda.
Entré en el baño, me quité la toalla y me metí en la ducha, abrí la llave del agua fría y cogí la alcachofa y la dirigí directamente a mis duros y excitados pezones para calmar un poco mi calentura, los amasaba, pellizcaba y fingía que cada gota de agua fría era una caricia de la lengua de Cristián sobre ellos. Después de eso, me "limpie" bien mi coñito y disfruté de varios orgasmos en la ducha y me volví a intentar a cubrir mi voluptuoso cuerpo con la toalla y me puse rumbo a mi cuarto pero me detuve al oír gemidos provenientes del cuarto de Cristián y entreabrí la puerta y vi como Cristián empezaba a masturbarse con una mano que con la otra retiraba para atrás la ropa de cama.
Como el calzoncillo tenía una abertura central con un único botón, pues se quitaba fácilmente con una mano. Ya la tenía algo morcillona y se masturbaba lentamente, tomándose todo el tiempo del mundo en cada pasada de su mano para recorrer esos 15 cm de polla y ese glande grueso que empezaba estar muy bien lubricado por las primeras gotas de líquido preseminal. Yo me quedé viendo como Cristián se daba placer y repetía mi nombre entre gemidos, eso me chocó un poco porque nos acabábamos de conocer y ahora se estaba pajeando diciendo mi nombre, pero a la vez me gustaba que lo hiciese, porque me daba morbo que alguien como él me tuviese en cuenta en sus fantasías eróticas y en sus "manualidades".
De pronto y sin hacer el mínimo ruido, abrí la puerta y dejé caer la toalla al suelo, Cristián me miró, y paró su mano y me acerqué y me incliné mi cara hacia su glande lubricado y pasé mi dedo índice izquierdo por su glande y recogí una gota de líquido preseminal y me lo metí en mi boca, saboreándolo bien y después le di un beso en el glande y le dije que era mejor que guardara esa leche caliente para el desayuno que me sabría mucho mejor.
Cristian me pidió que le quitara el calzoncillo porque tenía mucho calor y se lo quité y lo volví a tapar y recogí la toalla y me fui a mi cuarto, me puse una camiseta gris y un culotte blanco y me acosté y me dormí rápidamente.
A la mañana siguiente, me despertó el aroma de cappuccino recién hecho me hizo levantarme como un resorte y fui directa a la cocina. Cuando entré en ella vi a Cristián ya vestido y desayunando y encima de la mesa de madera había dos jarritas de barro en una había mermelada de fresa y en la otra había miel y Cristián estaba con una tostada untada por una capa fina de mermelada de fresa. Le di los buenos días, y le pregunté que si no prefería la miel y le pregunté el por qué y él me respondió que no era tan dulce como yo.
Yo me puse colorada y cogí una tostada y le puse miel y me la empecé a comerla, sin darme cuenta, una gota de dulce miel caía por mi labio inferior y Cristián dejó su tostada a un lado y me la limpió con la yema de su dedo gordo izquierdo y se lo chupó mientras que me miraba con esa mirada tan penetrante que me volvía tan caliente. Poco después, le pregunté por la mujer y me dijo que estaba haciendo la compra y tardaría. Yo me levanté, y me subí a la mesa delante de él, y le dije que ahora tendría que probar unos buenos fresones bastante dulces y me quité la camiseta y la dejé caer al suelo de la cocina. Acto seguido, Cristián cogió la jarrita de la miel, y me la empezó a echar sobre mis senos, poco a poco la miel iba cayendo por ellos y Cristián se acercó a mí y empezó a jugar con su lengua sobre mis tetas que hacía que mis pezones se endurecieran rápidamente y en ciertos momentos me los chupaba y eso me hacía derretir de placer.
A continuación, Cristián empezó a masajear mi clítoris con una de sus yemas, en círculos lentos por encima de mi culotte, que ya se encontraba empapado y me lo quitó despacio y abrí las piernas y Cristián me echó un poco de sirope de fresa sobre mi sexo y lo empezó a chuparlo hasta que me dejó reluciente y satisfecha de tres orgasmos bestiales y al final del tercero me dijo "BUEN DESAYUNO, KATE", mientras que se pasaba su lengua con los restos del sirope de fresa en sus labios.