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Vacaciones irrepetibles con doña Brenda
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Hola a todos. Mi nombre es Jacinto, ahora de 34 años, pero todo empezó cuando yo tenía 20 años recién cumplidos. El nombre de ella si he decidido cambiarlo, le llamaré Brenda por razones de seguridad.

Provengo de una familia muy humilde, que con esfuerzo y honradez ha logrado sobrevivir. Vivíamos cerca del mar, mi padre fue pescador toda su vida y así nos sacó adelante a mí y mis cuatro hermanos. En esa época un inversionista tuvo la visión de hacer varios chalets para gente pudiente de la capital y de otros lugares y fue así que mi padre tuvo otro ingreso, ya que los dueños de esos chalets necesitaban servicios de guardianía y de mantenimiento de sus casas de veraneo. Fue así que a mi padre lo tomaron para esos cuidados de dos grandes chalets. En ese entonces, mi padre con un poco de más ingresos me mandó a estudiar a la ciudad con unos mis tíos, yo entraría a la prepa, en dos años mi figura cambió ya que en la prepa había gimnasio y me dedique a hacer mucho ejercicio, eso y la comida ahora más completa que me daban mis tíos, hizo que mi cuerpo desarrollara mejor (antes de eso yo medía 1.80 y pesaba 115 libras).

Cuando tenía descanso de la prepa o cuando visitaba a mis padres, yo ayudaba limpiando las piscinas o haciendo la limpieza de los patios de los chalets.

Estando de vacaciones de la prepa, mi padre me dijo que uno de los dueños estaba en uno de los chalets y que debía limpiar el patio, las hojas de los árboles caían en esa época y formaban basura que se metía a las casas por el viento. Yo estaba barriendo cuando de pronto veo a una mujer madura, debía ser la esposa del dueño pensé. No vi a nadie más. Ella se acostó en un cama con techo que ellos construyeron y que se usan para descansar en la orilla de la piscina, la mujer llevaba un traje de baño muy pequeño, recuerdo que me quedé viéndola, me pareció muy atractiva, no era completamente delgada, pero tenía una delgada cintura, piernas regordetas y un pronunciado y levantado trasero, su piel era trigueña por acción de los bronceadores, su piel se miraba fina y tersa, su cabello era castaño claro, sus ojos color miel, tenía unos pies pequeños, pero regordetes, con sus uñas muy bien pintaditas.

Yo degusté ese día barrera las hojas de los árboles, porque la mujer me llamaba fuertemente la atención, debo decir que yo no era tan santo, tuve en ese año dos novias en prepa y con tuve sexo frecuentemente, pero no se podía comparar le cuerpo de mis novias con la majestuosidad de la señora de la casa. Al rato oí que me llamaba, me decía “muchacho”, llegué inmediatamente con ella, me pregunto quién era, yo le dije que era el hijo de don Braulio (mi papá), ella me dijo que no hubiera imaginado que don Braulio tenía un hijo así, dándome a entender que estaba bastante aceptable.

Luego de esa charla corta, yo me fijaba que ella me miraba a cada rato, eso me puso nervioso e incómodo y más cuando ella me sorprendió también viéndola. Estaba casi por irme, ya había limpiado los patios, cuando de pronto veo que ella (a unos 5 metros de donde me encontraba), se quitó la parte de arriba de su bikini, para echarse una crema, me quedé maravillado de lo bello de sus senos, como dije no eran grandes, pero tenían una forma muy bonita y la aureola de sus pezones era pequeña al igual sus volcancitos de carne. Mi verga empezó a crecer en mi pantalón corto apretado, mi erección creció y ella me vio y se sonrió, yo me avergoncé y despidiéndome con la voz entrecortada me fui de allí, ese fue mi primer encuentro con la señora, que luego le llamaré doña Brenda.

A pesar de eso, los siguientes días, yo le preguntaba a mi padre por las labores que había que hacerle a los chalets, mi intención era ver a doña Brenda.

Los siguientes dos o tres días, todas las veces, ella se quitaba el sostén de su bikini y me regalaba una botana de su lindo busto. Así llegó el día recordado, yo estaba cortando algunas ramas de los árboles, y había escogido los que estaban cerca de la piscina y cerca de ella. De pronto me di cuenta que ella estaba alterada hablando por su móvil, decía oprobios, colgó y volvió a marcar y a hablar, nuevamente alterada, luego de eso se acostó en la cama, no sé si estaba llorando. Me acerqué y le ofrecí un vaso de agua, ella levantó la cabeza y me agradeció el vaso de agua con una sonrisa, si estuvo llorando observé. Yo le empecé a hablar de la casa, de otras cosas, para distraerla un poco.

Luego ella se animó. Me fui de allí y seguí en mis labores. En la tarde ella me llamó yo llegué y me di cuenta que estaba sin su sostén del traje de baño, ella actuó natural como si nada pasara, yo la tenía a ella a un metro o dos, podía verle muy bien su belleza, su bikini de abajo era diminuto. Ella de la nada me empezó a platicar, posiblemente para desahogarse, acerca de su marido, al parecer había resultado enredado con alguna mujer.

Me contó casi toda la historia, al final le dije que su marido era un tonto…

-cómo podía dejar a una mujer como Ud. por otra?

-Cómo soy yo? -me preguntó.

Me quedé mudo, luego me sonrojé, pero con valor le respondí.

-Bueno, es una mujer muy bonita, he visto pocas mujeres rechulas como Ud.

-Gracias Jacinto, me haces sentir muy bien. ven siéntate aquí, a mi lado, platiquemos, no tengo muchas oportunidades de platicar con alguien y menos con un chico tan lindo como tú -me dijo ella. Debo recordar que ella tenía sus senos desnudos.

Me senté, sus senos estaban a medio metro, y sin querer bajé mi vista para verlos tan cerca, sus bellos pezones, finos, pero ella me pilló viéndola.

-te gustan? -me preguntó, tomando uno con su mano. Me reí de forma nerviosa- dime Jacinto, te gustan o están feos? -me insistió. Moví la cabeza en señal positiva y le dije:

-son hermosos, la verdad eh…

-Son pequeños, pero son naturales, no como otras que los tienen enormes, pero son operados -me dijo como dándome una explicación. Entonces dije:

-la verdad, es que Ud. no necesita operación ni nada, así están bellos.

-Ay qué lindo eres Jacinto! -me dijo ella sonriendo.

Lo que no había prevenido, es que estar ante una mujer tan atractiva era demasiado excitante, comencé a tener una erección y en esta ocasión yo había llevado una pantaloneta pegada (lo que sucede es que había ganado peso y talla en la ciudad y esa era la ropa que tenía antes en casa de mis padres) y mi verga se abultaba, yo intentaba en vano cubrir mi erección, pero ella que no era un santa se dio cuenta.

-Uy! como te pusiste Jacinto? -me dijo.

-Lo siento señora, no fue a propósito!  le dije y me puse de pie, obviamente la erección fue más visible de pie que sentado, pues mi falo empujó la tela hacia adelante.

-Ven! -me dijo ella con un ademan de su mano.

Me acerqué y ella puso suavemente su mano sobre mi verga erecta, claro que encima de mi pantaloneta, lo hizo lentamente, pero fue tocando todo el bulto.

-Uy muchacho!, como estas? y yo te puse así? -me preguntó viéndome a los ojos. Yo reí nervioso de nuevo.

-Puedo verlo? -me preguntó

Yo no contesté, pero me hice un poco hacia atrás.

-No tengas miedo, no te voy a hacer nada malo! -me dijo

Ella quito el botón superior y luego bajo el cierre, metió su mano dentro de mi pantaloneta y al ver que estaba muy apretada todavía, mejor me la bajó y como no llevaba calzoncillos, mi falo salió casi solo, estaba duro y bien parado, como en mis mejores erecciones. Doña Brenda hizo una mueca con el rostro, luego lo acarició con sus delgados dedos, lo hizo de arriba abajo y viceversa, se quedó acariciando mi glande.

-Mi muchacho donde tenías esto escondido? -me dijo. Sus manos acariciaban mi masculinidad, yo lo sentía delicioso, mi verga latía con cada caricia, el cabezón de mi verga estaba coloradísimo y parecía que iba a explotar.

-Me dejas probarlo? -me preguntó doña Brenda. Solo atiné a mover la cabeza de nuevo, ella pasó su lengua sobre mi glande, luego lo hizo por todo mi tronco, de abajo hacia arriba, era lo más rico que había sentido hasta ese momento en mi vida. Luego se detuvo en mi cabezón y lo metió en la boca chupándolo suavemente, mientras lo hacía me miraba con sus ojos, al parecer ella gozaba viéndome los gestos que yo hacía cuando me lo chupaba. Lo chupaba como una diosa, lo mamo lento, luego rápido, succionaba y hacia gemir de gusto. Luego se pasó mi verga por sus senos, por sus pezones, luego volvió a chuparlo, yo intentaba aguantar, para no hacerle una trastada allí mismo, pero cuando su lengua y sus boca llegaron a mis cojones, ya no pude más emití un gemido como lo haría un asmático y llegue al orgasmo.

Gemí y gemí, pero me di cuenta que no eyaculaba nada, como era posible!!, un segundo más tarde me di cuenta que doña Brenda me apretaba con dos o tres dedos arriba de mis testículos, tuve y sentí mi orgasmo, pero no eyacule casi nada, apenas una o dos gotas en la punta de mi verga, eso había sido todo. Ella vio mi rostro de extrañeza y me explico que el conducto seminal pasa por allí y apretándolo de cierto modo, evita la eyaculación y los hombres pueden tener varios orgasmos así, sin eyacular todavía.

-Ahora te toca a ti -me dijo doña Brenda. Se acostó frente a mi, se quitó la parte de abajo del bikini y pude ver su cuca, sin ningún vello, totalmente depilada, su cuca se abría en dos, era colorada, labios delgados, me fui ubicando lentamente entre sus piernas, aun no creía lo que sucedía.

-Vamos cariño!, o no te gusta mi cuca? -me dijo, yo me abalancé entre sus piernas y comencé a lamer como si fuera un perrito faldero, lamí alrededor de su cuca varias veces, como dejando de ultimo lo mejor, luego fui cerrando mis círculos hasta que toque sus húmedos labios vaginales, ya estaban amargos, señal que ella se empezaba a mojarse. Hundí mi boca y nariz en su cuca y lamí como desesperado, ella comenzó a gemir y a decirme que le gustaba como se lo hacía. -Así papi, así, así -me decía la señora.

Ella me tomo de los cabellos y me hundió más en su cuca, mi nariz estaba mojada de los jugos que le salían de su cuca. Yo estaba realizado, me encantaba no quería dejar de chupar y lamer su sexo. Luego agarro mi cabeza y casi me obligo a ir más abajo, es decir con dirección a su culito, sii a su ano, lo lamí todo, le pase la punta de mi lengua muchas veces, ella elevo su cintura como dándome más espacio y al rato emitió un gemido diferente, doña Brenda estaba corriéndose en ese momento.

-Ayy Jacinto!, que bárbaro!, que chupada me diste- me gritaba doña Brenda. Luego me dijo –Quítate los pantalones y los zapatos, vamos!!-, en segundos lo hice, ella abrió de nuevo sus piernas como invitándome a cogerla. Me fui subiendo y me ubique entre sus piernas, ella tomo mi verga con una de sus manos y se la llevo a su cuca, puso mi glande en la entrada de su vagina y yo empuje, uff que rico, la penetre delicioso, mi glande fue metiéndose y abriendo sus calientes paredes vaginales bien lubricadas, ella pujo y luego gimió de placer. A pesar de su edad, su cuca era estrecha, o bien el pene de su marido era pequeño. En ese momento no pensaba nada, solo comencé a embestirla como un toro, primero lento pero profundo y luego duro y rápido.

La señora me pego contra su torso y me abrazo, sentí sus uñas en mi espalda, yo se la quería meter toda con cada bombeo, por un momento sentí mi liquido pre eyaculatorio se mezclaba con sus jugos vaginales, pues sentía encharcada su cuca, que emitía un sonido acuoso.

Esta vez no me detuvo nada, embestí nuevamente duro y rápido, sentí como mi esperma subía hasta mi glande y se derramaba en su útero, gemí y grite de emoción, ella lo hizo también, al parecer ella estaba sumergida en otro orgasmo. Me vacié dentro de ella, mi verga dio varios latigazos de semen, hasta que al décimo espasmo empezó a decaer. Aun así nos quedamos abrazados un minuto más, para luego yo empezar con sacar mi verga mojada y brillosa de su vagina, me senté en la cama y aun la miraba y me preguntaba si no había sido un sueño. Ella permaneció un rato allí y se tapó su desnudez con una sábana blanca, yo comencé a vestirme y vi que ella se sumergió en un sueño, termine de vestirme y me fui alejando de allí, por ratos volteaba a verla, hasta que me perdí y regrese a casa.

Fue un delicioso comienzo, al otro día no llegue a su chalet, al segundo día siendo las 7 u 8 de la noche, llamo a mi padre, y le dijo que si podía enviarme, ya que ella tenía había visto una rata en la cocina. Mi padre me envió y si adivinaron, era un solo invento una mentira de ella, lo que quería era sexo. Nos desvestimos uno a otro en el living, le mame sus tetas de pie, le toque su cuca hasta que la hice mojarse con mis dedos adentro, ella luego me dio una mamada de verga increíble estando yo de pie, como era incómodo para ambos, ella me tomo de la mano y me llevo a su recamara, allí nos metimos en un delicioso 69 de lado, yo con rostro metido entre su entrepierna y ella chupando como desesperada mi verga y metiéndola casi toda en su boca.

Este rico compartimiento de juegos íntimos dio frutos, la señora Brenda se corrió entre mis labios y lengua, yo no dejaba de estimular su clítoris, luego de eso ella se prendió de mi verga con ansias, yo deje que llevara al clímax, quería saber que iba a hacer con mi venida. En unos minutos más comencé a eyacular, ella lo repartió entre su rostro y sus senos. Luego retomamos posiciones, ella estaba bañada con mi semen. –papi, como me dejaste, mira- señalándome toda mi venida en su quijada y sus tetas. Era tanta que tuvo que irse a limpiar a la ducha.

Unos minutos más tarde estaba de regreso conmigo, besándonos y tocándonos como si fuéramos enamorados. Pronto nos calentamos de nuevo, ella me coloco abajo y se fue montando, tomo mi verga y se lo puso en la entrada de su cuca, luego se fue sentando encima hasta que se lo metió todo, ella ponía sus ojos en blanco mientras me deslizaba dentro de su vagina. Luego ella empezó a moverse, su cuca me apretaba nuevamente la verga.

Ella misma me cabalgo hasta llevarse a un sonoro orgasmo, ella grito y de la intensidad bajo a morderme uno de mis hombros, fue algo doloroso y me dejo sus dientecitos marcados en la piel. Luego ella se volteó siempre en la misma posición y mostrándome sus lindas nalgas y su cuca con mi verga adentro comenzó a cabalgarme en reversa. Era intenso ver mi verga en su vagina y como movía sus nalgas, suficiente para que en cinco o diez minutos yo le entregara otra tanda de esperma en su cuca.

Ella quiso que me quedara a dormir toda la noche, pero que dirían mis padres. Así que se nos ocurrió que yo me fuera a la casa, esperar a que mis padres se metieran a su dormitorio y yo salir a escondidas y regresar con ella. Así lo hice y fue una noche inolvidable, primero nos bañamos juntos, allí mismo me chupo la verga para ponerla dura y luego a la cama a coger como conejos hasta el alba.

Esas fueron unas vacaciones irrepetibles, mi relación con ella tardo unos tres años, ella me avisaba cuando estaría sola en el chalet, sin su marido, yo llegaba con la excusa de visitar a mis padres, pero lo que quería era disfrutar a doña Brenda.

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