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La infidelidad de Érica
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Pocas veces me meto a estos sitios en la red donde se puede encontrar pareja u ofrecer algo más que una simple amistad. Me he subscrito a algunos, pero honestamente con el tiempo me olvido de ellos y considero que tengo más suerte yendo a un bar, cantina o antro. Un día por casualidad entré y tenía varios mensajes, pero me llamó la nota de esta linda rubia que decía lo siguiente:

– Mi nombre es Érica, tengo 30 años y estoy casada por los últimos 5. Por tanto busco a alguien que sea muy discreto y que tenga la edad entre 35 y 45 años. La raza no importa, pero admito me atraen mucho los hombres latinos. De preferencia de aspecto atlético y que por lo menos mida un metro ochenta centímetros, pues mis medidas son de un metro y 68 centímetros y prefiero que mi pareja sea más alta que yo. Peso 135 libras bien distribuidas y mis medidas son 90-60-94. Me considero de mente abierta pero no me interesa el sadomasoquismo. Si te intereso, envíame tu foto actual y después de algunas pláticas por video, podemos llegar a tener un encuentro.

Pensé que era una de esas notas para que la gente responda y se mantenga pendiente de este sitio, que te bombardea con todo tipo de comerciales. Regularmente cuando las respuestas son computarizadas, la respuesta le llega a uno en minutos, pero en este caso la chica que decía llamarse Érica, me contestó hasta las 72 horas.

En la foto Érica muestra un rostro distorsionado para mantener su privacidad, pero cuando acordamos la primera entrevista por video, corroboré que era la misma linda chica rubia de la foto que ella ya me había enviado por correo electrónico. Al igual que ella, la llené de cumplidos al hablar por video chat y le propuse invitarla a comer a un lugar local, para que ella se sintiera segura y darnos la oportunidad de conocernos mejor y lograr tener más confianza.

Llegó en unos pantalones vaqueros, con una camiseta azul claro y zapatos altos, que le dan una presencia que no pasa desapercibida. Para ponerla simple, Érica es de esas chicas que al verlas, uno se las quiere llevar a la cama. Nos dimos un beso en la mejía y después de unos minutos y mientras disfrutábamos una hamburguesa iniciamos una entrevista mutua y donde pusimos en claro nuestras verdaderas intenciones:

– ¿Por qué un encuentro con un extraño? ¿Por qué buscar sexo con un extraño?

– ¡Por curiosidad! Por esa adrenalina que encontramos en lo prohibido. –me dijo.

– ¿Algo que desees encontrar que no encuentres en la cama con tu marido?

– La verdad Tony, me da pena decirlo, pero casi todo.

– Dime, explícame.

– Mi esposo tiene una condición que muchos hombres padecen. Su condición de eyaculador precoz, no me permiten a mi alcanzar mi clímax sexual la mayoría del tiempo. Eso es parte del problema… la otra parte es su trabajo. Siempre cansado y si mi intuición no me engaña, creo que puede tener una amante, pues por los últimos meses si hemos tenido relaciones dos veces al mes… eso es mucho.

Creo que es la misma nota o excusa que he escuchado de la mayoría de mujeres casadas con las que me he involucrado. La eyaculación precoz, que créanme que aunque su pareja no lo demuestre, si es un tipo de conciencia, se dará cuenta que debe tratarlo y buscar soluciones en pareja. El problema que muchos tenemos pena admitirlo y cuando no le prestamos atención a las necesidades de nuestra pareja, suele ocurrir lo que Érica debe conllevar para satisfacerse sexualmente. Aunque creo que la mayoría que busca otra pareja, es mas por esa curiosidad a lo prohibido.

Esa tarde que por primera vez hablábamos en persona, le hice una pregunta a Érica que ella contestó y lo que me pareció fue una respuesta honesta, que para mujeres como ella, pasando esa situación, les parece hasta fantasía.

– ¿Cuál sería la mejor escena sexual que tu esperas y que debe de llenar y complacer todas tus expectativas?

– Sabes, lo mío creo que es muy simple: solo deseo un pene que me llene de placer, que tenga la resistencia de llevarme a un orgasmo y que cuando tenga un orgasmo, por lo menos dure un minuto o dos aplicándome presión a mi vagina, antes que eyacule. Eso sería para mí una escena sexual satisfactoria.

Pensó que yo era psicólogo o sexólogo por la forma de preguntar, que hasta me dijo en broma que no la sorprendiera con una enorme cuenta por la consulta, pero en realidad para satisfacer a una mujer, uno tiene que conocerla, que es lo que espera, que le gusta y que le disgusta. ¿Qué quieren experimentar?

– ¿Algún inconveniente con el sexo oral?

– ¡No, no tengo ninguno! Me gusta dar al igual que recibir.

– ¿Alcanzas orgasmo con el sexo oral que recibes de tu esposo?

– Algunas veces, pero este es el problema; quizá sea solo mío o el de muchas mujeres. Me gustaría sentir su pene adentro de mi cuando eso sucede y que por lo menos este erecto dos minutos. Él, en 30 segundo ya ha eyaculado.

– ¿Qué tal el sexo anal?

– Lo practicamos, pero aunque creo que me gusta y le encuentro algo de placer, él en dos minutos termino la faena y me quiere complacer con una masturbación. ¡Eso me frustra!

Nos comunicamos de esta manera por medio del chat del sitio por un par de veces más y en una semana de hacer confianza le pregunto:

– ¿Quieres hacerlo, quieres tomar ese paso?

– ¡Pensé que no le interesaba, pensé que no me lo pediría?

– ¿Por qué lo dices?

– ¡No se! ¡Creo que no soy tan bella para un hombre como usted!

– ¡Nunca digas eso! No quería mostrarme desesperado, pero honestamente, hubiese querido llevarte a algún hotel desde el primer encuentro.

– ¡Yo también lo deseaba!

– ¿Dime, cual es el mejor tiempo para ti?

– Mañana sábado. Él debe trabajar todo el día… es el día mas ocupado que tiene.

De esta manera quedamos de acuerdo en el hotel y la hora. Y de esta manera me preparo para lograr satisfacer a esta linda mujer necesitada de buen sexo y antes de ir al hotel a nuestro encuentro, llamé a mi vecina Johan, una chica rusa que al igual a Érica es casada y con quien tenemos una buena relación. Le pedí que me diera una mamada, pero terminamos teniendo sexo por media hora y terminó con un par de orgasmos en la privacidad de mi cama. No quería llegar con esa presión sexual al encuentro con Érica y de esta manera impresionarla con mi resistencia en estos menesteres.

Nos encontramos en el estacionamiento del hotel y pasamos a la habitación que había reservado una noche antes. Venía con su pantalón vaquero de mezclilla, su blusa negra y zapatos tenis color blanco. Érica tiene buena figura, de cara bonita y cuerpo esbelto, pero tiene ese trasero que con sus pantalones se mira espectacular y realmente no culpo a nadie que eyacule a las primeras o de solo mirarla, pues es muy atractiva. En esa edad de 46 años que tenía en ese entonces, pues uno tiene la experiencia para manejar la situación y poder complacer las expectativas de cualquier mujer.

Acordamos no besos en la boca y me dirigí a su cuello, donde Érica solo gimió al sentir mi lengua rozándole y su piel se erizó. Nos desvestimos como si llevásemos prisa, pero creo que era esa curiosidad de vernos desnudos cada quien. Ella me da sus cumplidos y yo hago lo mismo. Dejé que Érica se concentrara en mi verga, que disfrutara viéndola. Ella misma me lo dice cuando me asiste a quitarme el bóxer: ¡Que hermosa verga tienes Tony, me encanta! ¿Seguro que toda es mía? – Le di un ademán como concordando con ella y dejé que me la besara y que comenzara a mamar.

El sexo oral de Érica habrá durado unos siete a ocho minutos y luego yo me comí sus ricas tetas de una medida de copa C, y pasé por su abdomen hasta final corresponderle con un oral delicado, nada agresivo… solo pasándole por sobre los labios mi lengua y algún masaje mas atrevido a su clítoris. Érica mostraba sus jugos vaginales por su entrepierna y solo gemía mientras me acariciaba mi cabello. Quizá habrá durado otros siete minutos y paso a mostrarle mi pene erecto, el cual está listo para penetrar su conchita, que a pesar de su altura, luce pequeña. Gime al sentir mi glande abriendo su hueco en posición del misionero. Siento el calor de su vagina y sus contracciones y mis 26 centímetros se han hundió en ese hueco caliente y mis testículos ahora pegan con ímpetu contra la zona de su perineo. Ella se limita a decir una corta frase: ¡Que rico Tony!

Quería mostrarle que lo que deseaba no era una fantasía, era simplemente una preparación a conciencia para poder satisfacer a una mujer. Mis embestidas fueron subiendo de nivel en una armonía constante donde Érica me recibía gustosa con el movimiento de su pelvis. La cama crujía con nuestra danza horizontal y donde Érica se tomaba de los pechos, pechos cuyos pezones mamaba de vez en cuando, pero me había puesto como cuando uno hace lagartijas, o flexiones de pecho, para que Érica sintiera más profunda la embestida y solo se oía el chasquido, ese ruido erótico de una verga friccionando una húmeda vagina. Calculo pasamos así unos doce minutos de un taladrar incesante, que a pesar del aire acondicionado, unas gotas de sudor bajaron por mi frente y mi espalda, y Érica comienza a jadear diciendo: Así Tony, dame así… no pare, no pares que me vengo.

Gritó de enorme placer y sentí como su vagina se contraía atrapando mi verga que no cesaba de penetrarla. Así como ella un día me lo dijo, después de su orgasmo la seguí penetrando por otros cinco minutos más hasta que lo interrumpimos, pues Érica se quejaba de un calambre en una de sus piernas.

Me sonrió cuando se recuperó y sin decirle mucho, le di vuelta para masajear su pierna, y veo esas ricas nalgas y sin pedir permiso, me poso por sobre ella, con mi mano le embarro de saliva todo la rajadura de sus nalgas y con mi verga lubricada de sus espesos jugos vaginales, comienzo masajeando su ano, sin intentar penetrarlo. Me tomo el tiempo, ella acostada siempre plana sobre su abdomen y gime cuando mi glande apunta a su ano queriendo abrir ese hueco. Abro más sus piernas y me pongo de rodillas ante sus nalgas, para poder apuntar mi verga a ese rico culo y ver como cada centímetro de mi verga desaparecía en él. Gime con algo que más parece dolor que placer y es cuando le pregunto:

– ¿Continuo? ¿Quieres que pare?

– No, me duele algo, pero siento rico tu verga en mí. No la saques, mantenla ahí sin hacer movimientos.

Así pasé unos cinco minutos con mi verga trabada en el culo de Érica… en eso aproveché para besar su espalda y su cuello, lo cual le provocaba espasmos, que hasta podía sentir como su esfínter presionaba el tronco de mi verga. Yo la contraía para que sintiera el palpitar de mi verga adentro de ella y es de esta manera ella comienza a pedírmelo:

– ¡Hazle así! Se siente rico como se te inflama tu verga… ¡Que delicia Tony! ¡No sé cómo puedes aguantar tanto!

Es cuando comienzo con mis embestidas semi lentas, pero que van tomando más velocidad y ritmo a medida que también Érica jadea de placer. A ese culo le he dado un taladrar agresivo y constante que en los minutos mi frente y espalda suda después de diez minutos sodomizando a esta linda mujer. Sé que se va venir, pues oigo su gemir diciendo mi nombre: Tony, Tony, que rico… dame, dame, no pares, me vengo, me corro cariño… pégame, así, así… dame… ¡Dios mí, me vengo!

El cuerpo de Érica temblaba, su intestino vibraba en su interior, pero en esa posición no tenía otra opción que aguantar el taladrar de mi verga. Parecía que lloraba de la emoción y un par de minutos de haber logrado un orgasmo totalmente anal, ella me lo pide: Córrete en mi culo, te lo pido, córrete en mi culo. – No aguanté más su petición, y le dejo ir la descarga. Solo suspira y me dice: ¡Dios mío! ¿Que fue eso?

Recuerdo que para las doce del mediodía, yo me había corrido tres veces, Érica alcanzó 6 orgasmos, y la única queja era que de tanto coger y montar, ella llevaba doloridas las caderas y bien rojo el culo. Ese día Érica me mencionó ese título que otras chicas me han dado y del cual siento mucho orgullo: ¡Usted es el maestro del sexo! –me dijo.

Realmente no soy especial, no tengo el miembro más grande del mundo y solo soy un hombre como cualquier otro, pero a diferencia de muchos, intento investigar, a conocer las necesidades de las mujeres y lo que he aprendido, es que no solo es tener una enorme verga, sino, que toda la personalidad de un hombre debe ir con ella: esa conquista, esa seducción, la comunicación no solo verbal, pero también física y saber medir los tiempos. La eyaculación precoz es tratable. Muchas veces es psicológica o fisiológica. Para hacer honesto con mis lectores, yo también tuve ese problema cuando joven, pero entendí a tiempo, que al igual que yo, la mujer quiere sentir ese placer, se merecen vivirlo también.

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