Llevaba varios días que andaba salido y caliente a rabiar, deseando que alguien me diera por el culo, pero el problema es que era muy vergonzoso y tímido. Además, no terminaba de aceptar mi homosexualidad.
Eso de ir por las zonas de ambiente gay, me aterraba, solo conseguía ir cuando la calentura que tenía me hacía perder toda clase de vergüenza. Pero eso sí, eran sitios públicos y al aire libre, a poder ser a altas horas de la noche. Solo en algunos aseos públicos, me atrevía a entrar por el día, siempre con mucha vergüenza y ansiedad.
Cuando empezaba a tener ganas de follar, los primeros días siempre buscaba alguien que me gustara, que fuese joven como yo. Pero según iban avanzando los días junto a mi calentura, al final siempre terminaba por ir con cualquiera que me calmara aquel ardor que poco a poco me iba mortificando.
Quería tener de nuevo aquella sensación de una polla abriéndome el culo, como soltaban su semen en mí interior, haciendo que mí polla eyaculara mientras me llenaban el culo de leche.
Los primeros días aguantaba; aunque recurriese a pajearme; pero según iban pasando los días y aumentando mi calentura, las ganas eran más fuertes; terminaba por claudicar.
La mayoría de las veces terminaba por ir con cualquiera. Solían ser siempre los más atrevidos y osados, y la gente de mayor edad. También hay que decir que, salvo contadas excepciones, eran los que mejor me follaban y más y mejor satisfecho me solían dejar.
Llevaba varios días que no conseguía ser follado, y como la calentura iba en aumento, me atreví a ir a los aseos públicos que había y sigue habiendo en la playa de Riazor. Pensaba para mí, que, a primeras horas de la tarde, podía tener suerte y encontrar algo que me gustara, y es que además aquellos aseos están en las proximidades de varios colegios e institutos, además del campo de futbol y palacio de deportes.
Con esos pensamientos, después de haber comido y haberme lavado y lubricado mi culito, marché rumbo a aquellos aseos públicos.
Cuando llegué, serían aproximadamente las 5 de la tarde, de un día de mediados de la primavera. Al principio no me atreví a entrar, así que primero fui hasta el final de la playa, luego al volver a pasar por los aseos, como en ese momento no se veía a nadie, me atreví a entrar.
Cuando entré, iba empalmado a más no poder, así que fui directo a los urinarios, poniéndome a intentar mear, o simular que lo estaba haciendo.
Nada más entrar, pude comprobar que solo había una persona; era un hombre de más de 60 años, le calculé yo; estaba en el primer urinario, así que yo me dirigí al último de los urinarios.
Al pasar por enfrente de los retretes, iba mirando para ellos; estaban con la puerta abierta; se veía que no había nadie más. Al terminar la fila de retretes, seguía un espacio que no tenía nada; solo estaba cubierto de azulejos; este hueco que quedaba además de ser amplio quedaba justo detrás de los urinarios. Pero cualquiera que entrara en aquellos aseos públicos, nada más entrar y girar a la derecha, ya podía ver todo.
Me coloqué en el último urinario, empecé a desabrochar el cinturón, y parte de los botones que llevaba aquel tejano Lewi’s que me había puesto ese día; me resultaba más sencillo y cómodo hacer esto para sacar la polla; con una mano bajé la parte delantera del slip, dejando salir la polla; la tenía empalmada a más no poder; me quedé mirando al frente, intentando mear, o disimular que lo hacía.
Al poco de estar allí, no conseguía soltar ni una gota, el empalme que llevaba no me dejaba relajar.
Miraba de reojo para el hombre que estaba a mi derecha; pensaba yo que seguramente el andaba en busca de un putito como yo; veía que no parecía estar meando nada, y no me quitaba la vista de encima. Fue en el momento que me giré hacia él, cuando sin guardarse la polla, salió del urinario, se fue hacia el hueco que quedaba justo detrás. Allí pegado a los azulejos, mostrándome la polla, me llamaba, ¡eh! Me giré hacia él, vi cómo me enseñaba la polla; ¡joder con el viejo! Menuda polla que se gastaba, la tenía morcillona, y ya se le veía que era de buen tamaño. Ven, me decía mira lo que tengo, anda anímate y ven a tocármela un poquito. Y seguía el viejo jugando con su polla y haciéndome insinuaciones.
La verdad es que yo lo estaba deseando, pero no me atrevía a dar el paso; si él me agarrara y tirara por mí, iría como un corderito a mamar de aquel teto, y lo haría encantado; dejaría que me hiciera lo que quisiera.
Justo en esos momentos en que me seguía mostrando la polla, entró otra persona en los aseos. Yo giré la cabeza hacia los urinarios simulando que estaba meando.
El que acababa de entrar, vino hasta el final; venía revisando los retretes; al llegar a mi altura, saludó al que me estaba enseñando la polla y haciendo insinuaciones. ¡Hola juan!
El otro no le contestó, pero me pareció ver que le hacía señas señalándome a mí.
En esos momentos me empecé a poner nervioso, iba a empezar a guardar mi polla y abrocharme el pantalón, cuando el que acababa de entrar, me giró poniendo una mano en mi cadera. Miró la polla que tenía, al ver que estaba empalmado, echó la mano a ella, la acarició, me la descapulló, luego me acarició los huevos. Sin dejarme pensar, me agarró por la polla y tirando por mí, me llevó hacia el hueco aquel. Me puso junto a la pared, quedándose el enfrente de mí. Empezó a sacar su polla. Había hecho igual que yo para sacarse la polla; solo se le veía el pubis, toda la polla y huevos. La polla de aquel era algo más delgada que la del viejo; era una polla que me gustaba, era larga y delgada; miraba para ella, pero seguía nervioso. Pasé la lengua por los labios, los tenía resecos, no sabía que hacer, allí estaba frente aquel hombre, con la polla y huevos de fuera.
Tranquilo me dijo, a la vez que con una mano en la cabeza me empujaba para que me agachara. Abre la boca me ordenó. Temblándome las piernas y mirando para todas partes, a causa del nerviosismo que me había entrado, eso hice. Me agaché, abrí la boca, me sujeté a sus piernas con las manos, y empecé a chupar y tragar aquella polla.
Yo estaba nervioso e intranquilo, pues cualquiera que entrara, nos vería perfectamente. Como vio que yo no sacaba la vista de la entrada a los aseos, él me dijo, estate tranquilo que aquí no nos va a pasar nada. Pero yo seguía nervioso e intranquilo. En cualquier momento Cualquiera podría entrar y cogernos infraganti.
Mientras yo chupaba la polla de aquel hombre, el viejo se empezó a aprovechar. Me acariciaba el culo e intentaba bajarme los pantalones. Metió su mano por dentro del slip, a la vez que iba tirando por ellos hacia abajo, dejando mi culo al aire. Cuando consiguió su objetivo llevó un dedo a mi ano. Notó que el dedo le resbalaba, viendo que lo había lubricado, empujó el dedo y lo fue metiendo en mi culito.
¡Uffffff! Resoplé al notar cómo me entraba el dedo y, ¡uuummmmm! Gemí a la vez que me estremecía.
¡uyyy! Si ya nos trae el culito lubricado.
¿Tienes ganas de pollita, eh putito?
No te preocupes que le vamos a dar un buen tratamiento. Que culito más vicioso y de puta tienes, ¡mira cómo traga mi dedito!
¡Uy que calentito y salido estás putito! Tienes la pollita Bien durita y andas todo empalmadito ¿eh?
En ese momento el que me tenía la polla en la boca, la sacó, me hizo poner de pie, y me giró para que le diera la espalda. Con su mano agarró el pantalón y slip terminando de bajarlos hasta los tobillos, dejando por completo mi culito, polla y huevos expuestos al aire libre.
Con una mano me hizo inclinar un poco, me subió la camisa hasta los hombros. Me sujetó por las caderas, arrimó la polla a mi culo, colocó la cabeza de su polla en la entrada a mi ano, fue empujando poco a poco para que fuera cediendo el esfínter y entrara el glande en mi culito. De repente dio un empujón a su pelvis, dejándome enterrada toda la verga en el culo, ¡aaaahhhh! Suspiré al notar como entraba toda su polla en mi culo.
Ya me tenía empalado por su polla, y estaba que me moría de ansiedad; deseaba que me dieran por el culo, pero aquella sensación de estar expuesto de aquella manera me hacía subir la adrenalina.
Si alguien llega a entrar en esos momentos, verían a un hombre metiéndome la polla en el culo, y un viejo con la polla de fuera, mirando cómo le daban por el culo a aquel joven que se apoyaba con sus manos en la pared.
¡Dios! De una estocada ya me había metido toda la polla en mi culo. Se arrimó un poco más moviendo sus piernas, a la vez que me sujetaba con sus manos las caderas, y su pelvis se pegaba aún más a mi culito. Tiraba con sus manos de mi culo para que no me fuera para delante, a la vez que empujaba su polla más dentro de mí culo.
¡Joder! Me tenía totalmente ensartado en su polla, y el muy cabrón seguía empujando. Notaba la polla dentro de mí culo, y cómo llegaba a lo más profundo de mis entrañas, ¡ooooooohhhh! Aquello me hacía gozar y sentir que tenía el culo lleno. Me estremecía al notar sus pelos púbicos y huevos pegados a mi culo.
Cuando vio que ya me tenía bien empalado por su polla, después de dar unas estocadas que me hicieron poner de puntillas. Tiró de mí, y me fue llevando hacia atrás, se giró poniendo su espalda en la pared, y en cuanto estuvo allí apoyado, empezó a mover sus caderas, haciendo entrar y salir su polla en mi culo. Al principio, iba despacio para luego ir incrementando el ritmo.
Así colocado, no podía sujetarme a nada, y el viejo con la polla de fuera, quedaba delante mía. Gracias a eso, el viejo se pudo aprovechar. Se me fue acercando, llevó mis manos a sus hombros dejando que me apoyara.
¡Te gusta eh putito! Mira que carita pones de felicidad. Anda, coge mi polla y juega con ella que luego la vas a probar.
Con una mano puesta en el hombro del viejo, la otra en la cadera, y unos nervios que me hacían temblar, empezaba a jadear y gemir de gusto, ¡oooohhhhhh, ooooooohhhhhhh, ooooooohhhh! Sin parar de gemir, de vez en cuando, giraba la cabeza y miraba hacia la puerta.
Estaba aterrado de que entrara alguien, y me cacharan en aquella situación. No había remedio, ni lugar a dudas, estaba siendo follado. Una polla entraba y salía de mi culo, y otra polla la tenía delante de mi cara.
El viejo me decía, anda putito, ahora que estás gozando por tu culito, saca la lengua y lame la cabecita de mi polla. Anda se bueno que sé que lo estás deseando.
Con todos los nervios que en aquel momento tenía, saqué la lengua y la fui pasando por aquel glande que se acercaba a mi boca. ¡Así, putito, así! ¡Ay que bien lo haces! Abre un poquito esa boquita, y chupa la cabecita, ¡anda!
En el preciso momento que metía el viejo su polla en mi boca, hacía entrada en los aseos un adolescente; creo que superara los 18 años; traía puesto un chándal y parecía que venía del instituto, o algún colegio de la zona. Al ver el espectáculo se quedó parado, a la vez que miraba lo que sus ojos no le daban crédito. Estaba viendo como entraba una polla en mi culo, y otra polla entraba en mi boca. Los ojos no los sacaba de cómo entraba y salía aquella polla en mi culo, y poco a poco se iba acercando a uno de los urinarios, pero la vista la tenía en cómo entraba y salía la polla en mi culo. En un instante la polla del adolescente se le puso como una roca; se le notaba una inmensa tienda de campaña en aquel pantalón de chándal. Tiró de la parte delantera del pantalón hacia abajo, y sacó la polla que tenía tiesa a más no poder; no me extraña que se le pusiera así con aquel espectáculo, era toda una película porno, pero además en vivo y en directo; y sin dejar de mirar, se puso a pajear allí mismo.
¡Dios que carita de vicioso y lujuria tenía el chaval!
Seguro que había ido hasta allí, buscando que le hiciera algún viejo una mamada, o lo pajeara, o tal vez fuera cómo yo, y fuera en busca de que alguna polla le abriera aquel culito de adolescente.
Ven le decía el viejo, mira cómo le gusta tragar polla a este putito. Ven y aprovecha si quieres que te la chupe.
El chaval no se hizo de rogar, se acercó a mi cabeza, y mientras el viejo sacaba su polla de mi boca, echaba mano al culo del adolescente, le iba diciendo, anda métele la polla en la boca, ya verás que bien te la chupa. Metió en mi boca la polla el adolescente, mientras el viejo aprovechaba a sobarle el culo e ir animándole. Coge mi polla con tu mano, y acaríciala, le decía mientras iba metiendo una mano por su chándal.
El viejo ya tenía una mano en el culo del adolescente, y hurgaba con un dedo en su ano. ¿Te gusta, ¿verdad? Abre un poquito las piernas y deja que te meta un dedito ya verás cómo te va a gustar.
El adolescente movió su culo al notar el dedo del viejo en su ano, pero el viejo lo tranquilizaba diciendo, tranquilo que solo es para que te dé más gusto y te corras antes.
Así, así, le iba diciendo el viejo a la vez que le metía más el dedo en el culo.
Pero el adolescente estaba salido a más no poder, tenía las hormonas revolucionadas, y empezó a jadear, ¡aaahhh, aaaahhh! Metió la polla a fondo en mi boca, empezando a eyacular dentro de ella.
¡Dios! Un adolescente me había llenado la boca de semen, y me había tenido que tragar todo aquel semen. Al principio noté un líquido calentito y espeso, luego noté un fuerte olor, y cómo iba resbalando por mi garganta.
Cuando terminó de correrse, sacó la polla de mi boca, se subió el pantalón del chándal. Espera un poquito le decía el viejo todavía con el dedo en el culito del adolescente.
El chaval quedó parado al escuchar dar fuertes alaridos al que me estaba dando por el culo, y oírme gemir más fuerte a mí, teniéndome que sujetar a su cintura para no caerme.
¡Ahhh! Me corro, me corro, ¡aaaahhh! Gritaba el que me estaba dando por el culo. Dio unas cuantas embestidas más fuertes, y empezó a soltar toda su leche en el fondo de mi culito, ¡oooohhhh, gemía yo, sujetado a la cintura del adolescente, ooooohhh!
Cuando terminó de descargar todo su semen, el hombre que me estaba enculando, sacó la polla, se fue a uno de los retretes, allí limpió con papel la polla, se abrochó el pantalón, y salió de los aseos.
El adolescente nada más entrar en el retrete el que me terminaba de dar por el culo, salió escopeteado de aquellos aseos públicos.
Solo quedábamos el viejo y yo. El viejo con la polla de fuera y algo más que morcillona, y yo intentando subirme los pantalones y slip, y zafarme de aquel viejo que no dejaba de abrazarme.
Espera putito, ¿no serás tan maricón de dejarme así, ¿verdad? Me decía mientras tiraba de mi slip y pantalón hacia abajo, para que no pudiera subirlos.
Me pegó a la pared, y sujetándome por la espalda, llevó su verga a mi culo, la colocó a la entrada de mi ano, echó su mano a mis huevos agarrándolos con fuerza, diciéndome, así te quiero maricón, así, quédate quietito, que ahora vas a probar mi polla, putito.
Anda, relaja el culito, y deja que te folle.
Eché el culo hacia tras a causa del apretón de huevos que estaba sufriendo por la mano del viejo, cuando noté como entraba la polla del viejo en mi culo.
Así, putito, así me gusta. No te muevas y déjame darte por el culo. Ya verás cómo te gusta mi polla, y lo bien que lo vas a disfrutar, ¡aaahhh, putito! Estas bien mojadito y abierto, ¡aaaahhh! Como me gusta, ¡aaahh, ¡cómo me gusta!
¡Ay que gusto me estás dando, putito! ¡Ay que gusto! Me iba diciendo el viejo, mientras me taladraba el culo con aquel vergón.
Yo seguía todavía más nervioso que al principio, y aunque estaba gozando y no paraba de gemir, deseaba que terminara pronto, ¡ooohhh! Termina le pedía, pero el viejo no tenía intención de parar y seguía con un ritmo suave entrando y saliendo de mi culo.
Llevaba hasta lo más profundo de mi culo, luego sacaba por completo la polla, y dejaba el glande que entrara y saliera varias veces haciendo que mi esfínter presionara su glande y le hiciera gozar más. Pero aquello a mí, me hacía sufrir, yo quería que la metiera a fondo con movimientos rápidos, y notar cómo su polla rozaba mi próstata.
Después de bastante tiempo, el viejo empezó a ir más rápido y a meter toda su polla dentro, ¡aaahhh, maricón! ya me vas a hacer correr, ¡aaaahh, como me gusta! Me gustan los culitos de maricones cómo tú.
Pero antes de que el viejo descargara su semen en mi culo, el que empezaba a eyacular, era yo, ¡oooohh, me corro, me corro! Empecé a escupir semen por mi polla, dejando todos los azulejos pringados por mi semen.
¡Ay putito, te has corrido degusto!
¡Dios! Notaba los huevos del viejo más pegados a mi culo, una vez me hube corrido, y la polla me había entrado aún más, cuando de repente el viejo empezó a jadear, y decirme improperios, ¡te voy a preñar, puta! Te voy a dejar preñado este culo. Y empezó a descargar todo su semen en mis entrañas, ¡ya, ya me voy, aaaahhh! Soltaba el viejo mientras mi culo recibía su semen.
Cuando terminó de eyacular, dejó que su polla fuese saliendo poco a poco de mi culo, cuando lo hubo hecho, metió 2 dedos en él, y me decía, mira cómo te lo he dejado de abierto, putito. Anda aprieta el culito para que no se escapen mis hijos.
Sacó los dedos, poniéndose a acariciarme el culo con su mano y querer que le diera un besito en la boca. Anda putito, deja que pruebe esa boquita, deja que mi lengua saboree la tuya, anda que también te llevas mis hijos en tus entrañas.
Dejé que llevara su boca a la mía, abrí un poco la boca, dejando entrar su lengua en ella, y saboreara mi saliva y jugara con mi lengua.
Una vez repuestos, subí el slip y pantalón, y nada más hacerlo, volvía a entrar otro hombre en los aseos. Se nos quedó mirando, pero nosotros ya salíamos por la puerta, y aunque yo seguía con el culo con más ganas de polla, no me atreví a quedarme.
Se despidió de mí en la puerta, y mientras se puso a subir las escaleras, yo miré el reloj, vi que eran las 6 de la tarde, así que disimuladamente, me hice el remolón en la entrada a los aseos, y como el hombre que había entrado tardaba en salir, volví a entrar yo.
El hombre estaba en los urinarios haciendo que meaba, yo me coloqué a su lado, ahora con menos disimulo y vergüenza, miraba la polla que tenía.
Tenía una buena herramienta, y ya estaba empalmado. Se giró hacia mí, y me ofreció aquella polla, le eché la mano, se la acaricié y llevé la boca para lamerle la punta a la vez que le acariciaba los huevos.
Ven me dijo, y nos metimos en un retrete de los que había. Entramos y cerró la puerta.
Se abalanzó sobre mi boca, empezando a morrear e ir desabrochándome la camisa. Luego pasó sus manos por mis pezones, los fue mordiendo, mientras seguía desabrochando el cinturón, luego hizo lo mismo con los pantalones, hasta que cayeron al suelo por su propio peso.
Mientras él me iba saboreando y desnudando, yo había aflojado su cinturón, desabrochado su pantalón, y sacado su polla de fuera; el muy hijo puta venía sin calzoncillos, y la polla y huevos que se gastaba, eran de buen tamaño.
Yo jadeaba y temblaba con las caricias y mordiscos que me iba dando por mis pezones, cuello y boca. Ya había conseguido bajarle los pantalones, y apoderado con una mano de su polla, a la que no paraba de menear y acariciar sus huevos.
Agarró mi slip con sus manos, tirando del hasta llevarlo a mis tobillos. Allí me dijo que sacara los zapatos para poder sacarme el pantalón y slip; así estaremos más cómodos dijo. En menos de 2 segundos me había sacado los zapatos, terminando de sacar el pantalón y slip, los dejó allí a un costado, luego me quitó la camisa, y volvió a acariciar todo el cuerpo.
Fue lamiendo y mordiendo desde la boca, cuello, luego se paró en los pezones, para seguir lamiendo hasta llegar a mi polla; no estaba como un mástil, pero ya empezaba a estar en plena forma; se la llevó a la boca, acariciando los huevos, y llevando un dedo a mi ano.
Cuando metió el dedo en mi culo, se sacó la polla de la boca, y me dijo, acababas de follar con el viejo, ¿verdad?
Sí, le conteste.
Te ha dejado el culo bien abierto, y todo mojadito. Te está chorreando semen. Menuda corrida que te largó el viejo debía tener los huevos bien cargados de leche. Seguro que va pensando que hoy es su día de suerte, ha encontrado un culito joven y bonito, donde pudo descargar sus huevos.
Me metía 2 dedos en el culo, los volvía a sacar, y así estuvo un rato metiendo y sacando sus dedos en mi culo, mientras iba chupando mi polla.
Mientras yo con las manos sobre su cabeza, gemía y me abría de piernas, ¡oooohhhh! Sigue, sigue, le pedía, ¡uuummm! Agachaba el culo para que sus dedos entraran más, y abría todo lo que podía las piernas, ¡oooohh! Cómo me gustaba aquello.
Sacó la boca de mi polla, y sin dejar de meter y sacar los dedos, me dijo. Andas bien salido, debes estar caliente a joder, menudo maricón que eres.
Tu culo está pidiendo rabo desesperadamente. Parece que la polla del viejo no le llegó. Pero te vamos a hacer sufrir un poquito, y se fue poniendo de pie mientras iba lamiendo con su lengua el ombligo, luego se paró en los pezones, y mientras seguía con sus dedos en mi culo, se puso a mordisquear los pezones.
Yo ya estaba que me derretía. La polla ya la tenía tiesa a más no poder, y no paraba de dar grititos y gemir, ¡oooohhh! Fóllame, le pedía. Méteme la polla y fóllame, ¡oooohhh! No puedo más, me estás matando, le decía mientras me abrazaba a él y no dejaba de temblar y abrirme de piernas.
Me sacó los dedos del culo, y me agarró la polla y huevos, apretando suavemente, mientras seguía con su boca recorriendo mi cuerpo.
Cuando empezó a morderme el cuello, casi me desmayo de placer. Lo abracé más fuerte y le dije que por favor me follara.
Espera un poquito, maricón. Ya sé que lo estás deseando, pero quiero verte sufrir de placer. Quiero disfrutar un poquito de tu cuerpo.
Dejó de morderme el cuello, y se fue a por mi boca. Empezó por pasar la lengua por mis labios, luego mordió mi labio inferior, y por último fue metiendo su lengua en mi boca.
Jugaba con mi lengua, saboreaba mis labios, chupó y sorbió mi saliva, hasta dejarme enrojecidos los labios.
Yo estaba abrazado a él, y sin dejar de abrazarlo, le volví a pedir que me metiera la polla en el culo. Quiero que me des por el culo, no resisto más le pedía.
Así abrazado a él, me sujetó por las piernas, y me levantó llevándome a su pecho.
Rodéame con tus piernas, me dijo.
Y eso hice, rodeé su cintura con mis piernas, mientras seguía abrazado a su cuello.
Apoyó mi espalda a los azulejos, y con una mano llevó su polla tiesa y dura a la entrada a mi ano.
Tan pronto noté la cabeza de su polla en mi ano, bajé el culo clavándome su polla, ¡aaahhh! Suspiré y gemí de placer al notar entrar su polla dentro mía.
Él me sujetó bien por las piernas, y cuando se hubo arrimado más a mí, empezó a mover su pelvis, haciendo que su polla entrara y saliera de mi culo.
Yo gritaba y besaba su cara, mientras su polla entraba y salía en mi culo a toda velocidad, ¡aaaahhh! Dame, dame más fuerte le decía.
Después de un buen rato follándome en esa posición, me dijo que bajara los pies que quería cambiar de posición.
Cuando bajé las piernas, salió su polla de mi culo. Me puso cara a la pared, subió mis manos apoyándolas en ella, y sin más preámbulo, tiró de mis caderas hacia él, entrando su polla en mi culo, ¡aaaahhh! Volví a gemir.
Ahora si me empezaba a culear fuertemente y a un ritmo endiablado.
Los 2 no dejábamos de gemir y sudar.
Me tenía así ya más de 10 minutos, cuando empezó a meter la polla más a fondo, y clavarme sus dedos en mis caderas, hasta que explotó dentro de mí.
Me corro, ¡oooohhh! Me corro, ¡oooohh! Que buen culito tienes maricón.
Mientras terminaba de eyacular dentro de mi culito, me mordía la nuca y me susurraba, eres maravilloso, me has dejado los huevos bien secos. No me extraña que el viejo llevara aquella cara de felicidad.
Sin sacar todavía la polla de mi culo, con su mano agarró mi polla, y empezó a menearla hasta que me hizo correr, ¡ooohh! Gemía mientras eyaculaba por segunda vez esa tarde, y siempre sobre los azulejos de aquellos aseos.
Cuando terminé de eyacular, sacó su polla del culo, me giró, empezando a morrearme hasta volver a ponerme los labios al rojo vivo.
Nos vestimos, y después de salir de aquellos aseos, nos despedimos quedando en vernos en otra ocasión.
Ahora sí me iba de aquellos aseos, e iba con el culo bien preñado de leche, abierto a más no poder, y calmado de aquella calentura con la que había llegado.
Iba con la cara bien sonriente, y el cuerpo lleno de semen y felicidad.
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