El despertador sonó diciéndome que un nuevo día comenzaba, me estire un poco para despertarme bien, fue cuando caí en cuenta que por el cansancio me había dormido tal y como estaba, todavía portaba el vestido del día anterior, el poco maquillaje y hasta los aretes, recordé todo lo que había pasado y como a partir de ese día una nueva vida comenzaría para mí. Suspire, la visión del día no era nada halagadora, todo lo contrario la incertidumbre de lo que pasaría era lo que más me preocupaba. Por un momento trate de dejar todos mis problemas de lado, busque la ropa que me pondría ese día bajo el uniforme y termine escogiendo un conjuntito de braga y sujetador color blanco. Me metí al baño y gracias al agua tibia me relaje un poco. Al terminar salí y me vestí con lentitud, afortunadamente todavía tenía tiempo de sobra, empecé a acomodar mis cosas en la mochila; al fondo de ella coloque los zapatos y la falda del uniforme, por el momento prefería no tentar a mi suerte. Baje a desayunar, en la mesa mi padre tomaba un café mientras leía el periódico, mi madre me sirvió el desayuno mientras preguntaba cómo había estado mi salida con los amigos, yo respondía con monosílabos y trataba de evitar el tema para dar la menor cantidad posible de información. Mientras mi madre insistía, mi padre le pidió que parara, que ya era suficiente y que por fin estaba comportándome como persona normal que no insistiera o terminaría por volver a lo mismo. De esa manera el desayuno termino con relativa calma. 15 minutos después el claxon del auto de Manuel sonaba. Subí a mi cuarto tome mis cosas y tras despedirme rápido de mis padres Salí. Nada más entrar al auto Manuel me interrogo sobre si había cumplido sus condiciones, respondí con un rápido movimiento de cabeza. El dio la orden y avanzamos directo al colegio; en el primer semáforo aprovecho para revisar mi ropa interior, al agacharme a recoger unas hojas que se me habían caído, al levantarme pude ver su sonrisa de satisfacción y el principio de una erección. Veinte minutos largos de silencio muy incómodo después y me encontré a la entrada del colegio. Manuel y yo bajamos del auto y un momento después se nos unió Ricardo
—realmente eres un camaleón, que gran diferencia entre hoy y ayer, es como si fueras dos personas diferentes, completamente diferentes, es lo bueno, así nuestro negocio se mantendrá bien y mantendremos un perfil bajo y, tu, el anonimato que deseas, en fin entremos, el estúpido del profesor de matemáticas se pone furioso si a uno se le ocurre llegar tarde a lo que él llama una clase. Deberían hacer algo con los profesores.
Dando un paso Ricardo avanzo, Manuel hizo lo mismo y por consiguiente yo. El primero en entrar a la clase fui yo, me acomode en mi lugar, al fondo, en la esquina junto a la ventana, las clases pasaron rápido, llego la tercera hora y al finalizar esta me prepare para descansar una hora hasta el inicio de mi próxima clase; estaba por sacar un libro para estudiar cuando vibro mi celular, era un mensaje corto de Ricardo donde me indicaba que tenía 5 minutos para llegar al baño y que no olvidara en lo más mínimo llevar mis cosas, suspire, tome una pequeña bolsa y con disimulo saque la falda y los zapatos hice un pequeño bulto y Salí lo más rápido que pude.
En el baño solo se encontraban Manuel y Ricardo, quien fumaba un cigarrillo, al abrir la puerta me vieron directo a los ojos.
-—Llegas apenas a tiempo ¡cámbiate rápido!
Me metí a un cubículo y quitándome el pantalón y los zapatos me cambie rápidamente, salí y al verme, pude notar una sonrisa de satisfacción de Manuel.
—Te verías un poco mejor si desabrocharas un par de botones del sweater ¿tú qué crees Manuel?
— si, sin duda se vería más sexy
Hice lo que me indicaban. Estaba terminando por desabrochar el segundo botón cuando entro un chico; de la sorpresa me coloque tras Manuel. Ricardo volteo a ver de manera despectiva al intruso
—vengo por lo del tratado
—¿tienes el dinero?
El chico los vio de manera nerviosa y luego me vio a mí directamente
—si… tomen.
Ricardo tomo el fajo de billetes y sonrió
—de acuerdo estas son las reglas. Ella solo te hará una mamada; no puedes tocar ni propasarte, si se te ocurre hacerlo, Manuel acabara contigo y ese será el menor de tus problemas, pagaste por un solo servicio en cuanto llegues todo termina ¿estamos de acuerdo?
—si…
Ricardo me hizo una seña, el chico me tomo suavemente por la mano y entre con él en uno de los baños, si yo estaba nerviosa y aterrada el chico que estaba conmigo estaba peor que yo. Me senté sobre el excusado él se colocó frente a mí, lo mire rápidamente, unas gotas de sudor comenzaban a recorrer su frente, las manos le temblaban al intentar desabrocharse el pantalón; Un par de intentos después logro bajárselos junto con sus bóxers; él no estaba muy seguro de que hacer, estaba todo rojo por la pena, y movía las manos con nerviosismo. Sin dudarlo lo tome con mis manos, entre más rápido terminara más rápido podría irme de allí, lo introduje despacio en mi boca, sentí como tembló y empezó a palpitar con más fuerza, lo lamí despacio, iba por el tercer lengüetazo cuando el comenzó a gemir, lo vi cerrar los ojos y segundos después me lleno la boca con un par de chorros de leche, se separo de mi y se recargo, o más bien se dejo caer sobre una pared del baño mientras jadeaba, tome un pedazo de papel de baño y me limpie los restos de semen que cubrían mis labios, me levante pase a un lado del chico y Salí de allí, al notar mi aparición Ricardo dejo de fumar, le hizo una seña a Manuel quien solo sonrió.
—eso fue rápido nena, te tardaste mas en decidirte que en salir, si las cosas serán así, podríamos tener más clientes por día que los que originalmente pensamos.
Vi al chico salir subiéndose los pantalones, al ver a todos volvió a sonrojarse y tras abrocharse el pantalón salió corriendo.
—ese seguro volverá… toma tu parte Camilita, a fin de cuentas tú hiciste el trabajo difícil.
Ricardo me tendió un billete de doscientos pesos, y el resto del dinero se lo dividieron a partes iguales el y Manuel
—ahora no tenemos gente y nos quedan 45 minutos de descanso, anda nena puedes irte.
Iba a tomar mis cosas para volverme a poner el pantalón y los zapatos cuando Manuel me tomo de la muñeca.
—ya que te vez tan linda y tenemos tiempo aprovechémoslo nena.
Lo vi con sorpresa, Manuel solo sonreía con esa seguridad tan típica suya.
—si es así los dejo, te veo más tarde Manuel, el estúpido del grupo c no ha pagado su cuota del día de hoy y tenemos que cobrar.
Ricardo hizo un ademan con la mano y salió, de inmediato Manuel me empujo dentro de uno de los cubículos del baño y me sentó en el excusado, se saco su enorme verga y sin decir nada me la clavo en la boca, me ordeno que se la mamara; mientras yo la chupaba el solo repetía que la lubricara bien. Unos minutos después se separo de mí, me coloco hincada sobre el excusado colocando mis manos sobre la caja del mismo, me abrió un poco las piernas, me bajo las bragas solo lo suficiente para dejar al descubierto mi ano, me movió la falda, y al sentir al punta de su miembro empujando para comenzar a entrar, trague saliva y cerré los ojos. Manuel me tomo de la cintura y con fuerza me la clavo, ahogue un grito mientras me mordía un poco los labios; Manuel se detuvo, la saco un poco y volvió a ensartarme de golpe la mitad de su verga, un nuevo grito que evite dar y escuche una pequeña risa de Manuel, volvió a sacarla un poco y esta vez sin contemplación alguna me la clavo toda de golpe, esta vez no pude evitar ahogar mi dolor y un pequeño gritillo salió de mis labios, esa fue la señal que esperaba Manuel para empezar su mete saca; lo hacía con fuerza y velocidad, sin duda esta vez quería llegar lo más rápido posible. Me apretó con más fuerza de la cintura y sentí como mi falda se deslizaba un poco, sentía como mis nalgas botaban a cada embate; Manuel me dio una nalgada que saco un ahhhhh de mi boca, que me sorprendió bastante, Manuel se detuvo un poco, escuche su respiración entrecortada y luego volvía sentir su empuje, minutos después escuche gemir a Manuel al mismo tiempo que me la metía hasta el fondo para descargar toda su leche dentro de mí, uno dos , tres , cuatro… seis chorros de leche que me inundaron por dentro, despacio Manuel se separo de mí y me subió las bragas. Yo seguía sobre el excusado respirando con agitación, Manuel me quito la falda y me coloco los pantalones. Yo me dejaba hacer como niño pequeño, al pararme sentí como la leche escurría mojándome las bragas y corriendo por mis piernas, lo vi con sorpresa.
—ahora princesa es mejor que corras a tu clase faltan 5 minutos para que comience la siguiente.
Manuel me dio un beso fugaz en los labios y salió, dejándome sola allí. Hice caso omiso de las sensaciones y corrí.
El resto del día fue tranquilo y sin muchas complicaciones, las clases terminaron rápido y comencé aguardar mis cosas, al terminar, mi celular volvió a vibrar, un nuevo mensaje de Ricardo me indicaba que tenía que volver al baño, quizás para ser presa de una nueva humillación. Tome mi mochila y despacio camine a mi matadero. Al llegar solo se encontraban Manuel y Ricardo
—en fin, ya llego la nena, te dejo, nos vemos mañana Manuel no se te olvide la cita que tenemos mañana
Ricardo salió del baño dejándome a solas con Manuel.
—bien princesa cámbiate que tenemos poco tiempo en 15 minutos vienen a recogernos
—¿a dónde vamos?
—tu sígueme, créeme, todo esto es por ti princesa.
Con un poco de sorpresa procedí a cambiarme, con el papel de baño y un poco de gel me limpie las líneas de semen seco que habían quedado en mis piernas. En ese instante Manuel comenzó a tocar a la puerta.
—¿estas lista princesa o vas a tardarte a un mas? el chofer ya está en la entrada.
Salí, Manuel tomo mi mochila y me abrazo, salimos de allí y caminamos en dirección al portón principal, me abrace a Manuel para no caer; una cosa era vestirme de chica en el baño y estar a salvo de todas las miradas, pero a mitad del colegio, con todas esas personas que me conocían era muy distinto, demasiado. Sentí como las piernas me temblaban y como poco a poco mi garganta se iba resecando, pensé que comenzaría a sudar pero estaba helada, mi corazón latía con muchísima fuerza y sentía que de un momento a otro iba a salírseme del pecho, comencé a respirar con dificultad, la cabeza me daba vueltas. Di un par de pasos y sentí que mi cuerpo no respondía, cuando volví a darme cuenta de lo que sucedía, Manuel cerraba la puerta del carro, no pude mas, una lagrima fue el comienzo y de pronto me vi llorando con fuerza. Creo que escuche a Manuel decirle al chofer que nos fuéramos y alguna cosa más, luego me abrazo y comenzó a consolarme, sentí como me recargaba en su pecho y llore con más fuerza, sentí sus brazos rodearme y decirme que estaba bien que no tenia de que preocuparme, me consoló a si por un rato luego me tomo de la barbilla y me vio directo a los ojos, diciéndome que me calmara que ya todo estaba bien, me paso un pañuelo desechable y me limpio las lagrimas. No sabía porque pero el miedo había desaparecido.
El auto se detuvo. Bajamos para encontrarme frente a una clínica privada, Manuel me tomo de la mano y me llevo con él hasta el tercer piso, allí se acerco a una enfermera.
—¿el doctor ya llego?
-—¡claro! Te está esperando.
Nos hizo una seña y al seguimos hasta un consultorio, nos abrió la puerta y la vi desaparecer. Al entrar vi a un hombre de unos 50 años revisando unos papeles.
—¡Manuel! ¡Bienvenido! ¡Que gusto el verte! ¿Cómo está tu papa? Me imagino que también como siempre ¿y supongo que esta es la señorita de la que me hablaste? Siéntense
—gracias doctor
—¿y cómo te llamas corazón?
—lo…. Camila, doctor
—nerviosa no te preocupes corazón estas en buenas manos. Ahora pasa de aquel lado y desvístete.
Voltee a ver Manuel con miedo, no sabía qué hacer, si me desvestía el doctor se daría cuenta de inmediato que era un chico y no una chica.
—hay una bata allí, no te preocupes, nadie te vera sin ropa.
Obedecí y 5 minutos después me encontraba sentada en una mesa de auscultación, el doctor entro junto a una enfermera. Me tomaron el peso, la presión, tomaron mi estatura y demás signos vitales; al terminar volví a vestirme y al salir vi al doctor hablando con Manuel.
—corazón estas en buena forma y tu salud parece ser buena, quizás un poco delgada, pero eso es normal, mañana tras los exámenes decidiremos la dieta y el resto del tratamiento; por lo pronto esto será suficiente, dos de estas diario después del desayuno. Hija, ya sabes, mañana temprano en ayunas para las tomas de sangre y este frasco lleno con la primer orina del día, hoy evita las grasas y cena algo ligero, con eso estarás bien.
Nos despedimos del doctor, Manuel guardo la medicina indicándome que el se encargaría de dármela para que yo no fuera a olvidarla. Suspire y salimos de allí, de inmediato Manuel me llevo a comer. Pasta y ensaladas fue el menú, platicamos de cosas sin sentido y a media tarde Manuel fue a dejarme a mi casa, esta vez no insistió en quedarse. Salí del auto y entre sin preocuparme siquiera de cambiarme, a esa hora la casa estaba más que sola, subí a mi cuarto y me tumbe en la cama. Descanse por unos 5 minutos y tras cambiarme por algo mas cómodo para andar en casa, inicie mis deberes del colegio y casi para terminar escuche a mis padres llegar a casa. Tras una cena ligera y poco comunicativa me retire a mi cuarto. Al entrar vi mi celular vibrar. Me acerque a él, era un mensaje de Manuel indicándome que pasaría por mí al cuarto para las 7 para llegar en punto a la cita en el laboratorio. El recibir el mensaje, me hizo recordar lo que había pasado ese día, me sentía completamente perdido hasta el grado de terminar llorando como una niña y en medio de ese abismo, Manuel, cuando me abrazo y me recosté en su pecho, sentí seguridad, muchísima seguridad, me sentía a salvo, el gran problema es que yo no era una chica indefensa. Vi el techo ¿qué estaba pasando conmigo? No me sentía a gusto, no me gustaba estar confundido sin saber qué hacer. Me envolví en las cobijas para dormir… no quería pensar en nada.
El despertador me saco de mis malos sueños y mis pesadillas, me levante y al salir del baño me di cuenta que mis padres aun no se despertaban. Tome mis cosas y le marque a Manuel quien me indico que estaba por llegar. Al salir de la casa el auto se paro frente a mí. Subí y nada más entrar me recargue en la ventana, empecé a dormitar mientras avanzábamos, faltando unas cuadras, Manuel me despertó para que me cambiara; lo hice de manera mecánica, a fin de cuentas solo era cambiar zapatos y falda, mientras lo hacia Manuel noto mi ropa interior y de inmediato tuvo una erección. Al bajar del auto Manuel se comporto, como siempre, como todo un caballero, abriéndome la puerta y ayudándome a salir. Entramos al laboratorio y tras dar la papelería, entre a que me tomaran la muestra. Al ver la jeringa di gracias a que Manuel entrara conmigo, siempre he tenido horror a ver mi sangre, y las agujas y jeringas me ponen muy mal, cerré los ojos apreté la mano de Manuel, sentí el pinchazo y apreté mas a Manuel. Todo termino rápido. Pero yo ya estaba mal, al salir estaba pálida y mi corazón latía a mil por hora, casi arrastrando me llevo Manuel al auto, nada mas sentirme lejos del hospital me desmaye.
Al despertarme me encontraba en una cama cubierta por las cobijas, me talle un poco los ojos y me estire al voltear vi a Manuel recargado a un lado de la cama observándome atentamente
—veo que ya estas mejor ¿Cómo te sientes princesa?
—bien… ¿Dónde estamos?
—en mi casa, este es el cuarto de huéspedes, por si no lo recuerdas al salir del hospital te desvaneciste, el doctor dijo que no era nada grave solo un desmayo por no desayunar y estresarte tanto por el piquete así que te traje aquí a descansar, fui al colegio por un asuntillo y volví pensé que te encontraría despierta pero me equivoque ya es casi medio día, vamos a que desayunes algo, no quiero que te desmayes otra vez. Además necesitas tomarte la medicina que te dio el doctor.
Allí estaba yo otra vez siendo salvada por Manuel, y a pesar de lo mal que me hacía sentir la situación, no podía negar que me agradaban todas esas atenciones, el tener una infancia solitaria y unos padres que solo se preocupaban lo mínimo por mí, me hacían algo vulnerable en ese sentido, la casa de Manuel era enorme, me llevo al comedor donde me sirvieron todo lo que quise, Manuel me observaba con detenimiento. Al terminar me dio las pastillas y me las pase con un jugo. Luego me indico que lo siquiera al cuarto donde me había despertado. Al llegar Manuel se sentó en la cama al sentarme en ella me empujo sobre la cama y se coloco sobre mí.
—me encantas cuando duermes te ves hermosa.
De inmediato comenzó a besarme el cuello y meterme mano por debajo de la blusa del colegio. Sentí como su mano se deslizaba por mi muslo mientras mordisqueaba muy suavemente mi cuello, fue colocándose sobre mí de manera lenta y esta vez con mas calma de lo normal; me empezó a quitar la ropa sin dejar de besarme y lamerme todo el cuerpo, mientras me chupeteaba la espalda cuando se coloco sobre mí para besarme mejor el cuello pude sentir como su verga erecta chocaba sobre mis nalgas ahora solo cubiertas por las bragas, me coloco completamente boca abajo y fue extendiendo mis brazos hacia los lados, sentí como sus labios bajaban de mi cuello en dirección a mi trasero recorriendo toda la línea de mi columna; suavemente me retiro la pequeña frontera de tela que evitaba que estuviera totalmente desnuda gemí un poco cuando sentí su saliva sobre la parte interna de mis muslos, continuo bajando por mis piernas intercalando su beso de una pierna a la otra. Temblé al escuchar como Manuel se desvestía, poco después se coloco sobre mí, colocando una almohada bajo mi vientre me elevo las caderas para facilitar la penetración, separo mis piernas y sin preámbulo alguno dejo toda delicadeza para penetrarme con fuerza y animalidad. Solté un grito que me imagino que se escucho en toda la casa, de un solo golpe la había metido toda hasta el fondo, al parecer tanto juego lo había excitado mucho; empezó el movimiento con rapidez sin darme tiempo a nada, con lo salvaje de la situación comencé a gritar con fuerza. Mis nalgas se movían a cada embestida y mi cuerpo botaba en la cama, mi cabello caía sobre mi cara. Manuel me tomo de las caderas y se apretó con más fuerza, dio su embestida final y como siempre sentí los chorros de leche correr; Manuel jadeo y se dejo caer sobre mí. Al terminar de llegar se separo. Pensé que todo terminaría allí, no fue así, de inmediato Manuel comenzó nuevamente con el besuqueo, buscaba mis labios mientras recorría mi cuerpo con sus manos, siguió con el juego y mientras lo hacía pude darme cuenta que su verga comenzaba poco a poco a ponerse a un más dura que antes, hasta estar nuevamente erecta y buscando penetrarme. Me tomo de las manos y colocándose entre mis piernas me levanto en vilo y me penetro nuevamente; Manuel estaba desbocado. Eran casi las 4 de la tarde cuando termino conmigo, volví a ser su juguete una vez mas y luego me dejo en la cama jadeante mientras se vestía.
—¡vístete! comeremos algo y luego te dejara en casa
Su orden era directa, tome mi ropa y me dirigí al baño para ducharme rápido; al verlo, Manuel me tomo de la muñeca y me detuvo, con autoridad me ordeno que me vistiera de inmediato allí, lo vi a los ojos y obedecí, al terminar bajamos al comedor donde nos sirvieron la comida, la incomodidad era enorme, toda la servidumbre de Manuel me veía, nos habían escuchado y yo no sabía dónde esconderme, baje la cara y me sonroje tratando de comer sin verlos directamente; Manuel se comportaba como si nada hubiese pasado. Treinta minutos después nos encontrábamos en el auto camino a casa. Yo miraba por la ventana y pensaba lo largos que habían sido los últimos dos días.
Espero les hayan gustado mis relatos, cuídense, ya saben comentarios a [email protected]
Faltaria por lo menos una cuarta parte para saber que eran las pastillas y que efectos tiene. Saludos y me ha encantado.