Había pasado un día desde el maravilloso trío que tuvo Luis con sus dos preciosas novias y, de nuevo, volvió a tener otra excitante idea. Luis se dio cuenta de que Paula era aún más provocativa que su adorada Marta. Y él decidió llevar esta cualidad suya al extremo…
Quería que Paula fuese más pervertida que la más pervertida de las actrices porno. Quería que esa diosa de tetas generosas se muriese por follar con él. En resumen: quería convertir a Paula en una máquina sexual insaciable. Y lo iba a conseguir.
Manipuló mentalmente a Paula durante un buen rato para producir este efecto en ella. No hizo falta una gran manipulación, porque la chica ya estaba condicionada de antes. Luis pronto iba a descubrir (y a disfrutar) a la nueva Paula. Ni en sus mejores sueños podría imaginar lo pervertida que podría llegar a ser esa chica.
Dos horas después de la manipulación, Marta le dijo a Luis que debía ir a casa de sus padres para ayudarles con un recado de mierda (esas fueron sus palabras exactas) y, por desgracia, ella estaría ocupada un mínimo de 3 horas. El la abrazó, la besó y le dijo que no se preocupara.
– No quiero que estés aquí solito, puedes llamar a Paula y jugáis a algo divertido. – Marta sonreía mientras decía las palabras “jugáis a algo divertido”.
– Sí, podemos jugar a las cartas o algo así. – Luis sonrió a Marta.
– A papás y a mamás sería lo mejor. – Marta besó a Luis otra vez, salió de la casa de él y se fue a ayudar a sus padres.
Luis telefoneó a Paula y esta se mostró muy contenta con la idea de estar a solas con su novio. Dijo que en unos 20 minutos iba a llegar.
En aproximadamente 20 minutos, llamaron a la casa de Luis. Él abrió y, evidentemente, ahí estaba su Paula. La chica desprendía una felicidad que era fácilmente percibida por los demás. Luis la abrazó y la besó con pasión: sus lenguas estuvieron jugando un largo rato. Luis hizo pasar a Paula al comedor de su casa.
Luis observó, sorprendido, que Paula llevaba una bolsa de supermercado en su mano derecha.
– Cariño, qué es esto que llevas? – Preguntó, señalando la bolsa con el dedo índice.
– Oh, nada importante, amor mío. Es para que podamos jugar tú y yo. – Paula sonreía de forma pícara. Luis sintió una mezcla de excitación y sorpresa por esta contestación.
Paula se acercó a una mesa y vació el contenido de la bolsa en ella: un bote de nata fría.
– Me pondré esta nata en las tetas y tú me las lamerás como un buen chico, verdad, cariño? – Paula miraba a Luis, sonriendo con lujuria.
Luis tuvo una fuerte erección, no lo pudo evitar. La idea de Paula era tan excitante que apenas podía pensar con claridad. Instintivamente, se acercó a Paula y la empezó a desvestir mientras la iba besando.
Paula también ayudó a su novio a quitarse toda la ropa. Luis se sorprendió al comprobar que Paula no llevaba bragas. Podía notar el aroma a mujer excitada que se desprendía de su sexo. Muy sorprendido, miró a la chica.
Ella, sonriendo con malicia, le dijo:
– Las chicas traviesas no usamos bragas.
Al poco tiempo, los dos amantes se encontraban completamente desnudos, el uno frente al otro. A pesar de que Luis ya había visto a Paula desnuda anteriormente, se excitó muchísimo al verla sin ropa: Paula era realmente preciosa. El cúmulo de las partes de su cuerpo era una delicia para la vista: unos pechos grandes y turgentes, un tipo escultural, su vagina goteando de excitación y una cara preciosa con unos penetrantes ojos verdes que lo miraban con pasión.
Había otro motivo para su excitación: esta sería la primera vez que ambos iban a copular estando solos. Marta no estaría aquí, solamente ellos dos. Ese momento de intimidad también añadía excitación al asunto.
Paula, sonriendo, cogió el bote de nata, lo abrió y, usando el pulsador, se puso una gran cantidad de nata encima de sus hermosos pezones. Luego, con la mano, extendió la nata por toda la superficie de sus generosos pechos. Acto seguido, se lamió y chupó todos los dedos de su mano, uno por uno. Como era comprensible, Luis tenía su pene pidiendo guerra. Era lógico, ya que Paula le miraba provocativamente cuando iba chupando cada uno de sus dedos llenos de nata.
– Venga, mi Luis, mis tetas son completamente tuyas. Juega con ellas todo lo que quieras. – Paula sonreía con picardía.
Luis se acercó a su amada Paula y le empezó a lamer las tetas llenas de nata. Cada vez que Luis besaba o succionaba los pezones de Paula, ella gemía de placer. Luis estuvo jugando con las tetas de su Paula hasta que no quedó nada de nata en ellas.
– Vaya vaya, eres todo un glotón, eh? No te preocupes, querido, te daré más dosis de tetas y nata para que puedas merendar bien. – Paula hablaba de una forma muy estimulante.
Paula se puso nata en sus tetas otra vez, pero esta vez se puso mucha más cantidad. La nata le cubría las tetas completamente y le bajaba un poco, hacía la barriga. Ese río de nata iba bajando poco a poco hasta llegar a su coño húmedo.
Después de esto, Paula llevó a Luis al sofá y le hizo sentarse en él. Luis tenía su pene completamente erecto. Sonriendo, Paula se sentó encima de Luis, introduciendo el pene de su amado en su hambrienta y mojada vagina.
Luis y Paula empezaron a copular con gran pasión. Luis iba besando y lamiendo las tetas de Paula. Paula arqueaba la espalda de placer sexual cada vez que Luis le succionaba los pezones. A pesar de tener la cara llena de nata, Paula besaba a Luis con pasión. En su frenesí sexual, Paula y Luis iban compartiendo placer, besos, nata y sudor.
Luis notaba un contraste peculiar en su pecho: podía notar la calidez de las tetas y pezones de Paula, así como el frío de la temperatura de la nata. Esa diferencia de temperatura le resultaba agradable.
Cada vez las embestidas de Luis eran más salvajes. Paula también gemía cada vez más fuerte. Los dos querían llegar al orgasmo, querían alcanzar el clímax. Debido a las embestidas y al frote de los cuerpos, la nata que quedaba se iba distribuyendo por casi todo el cuerpo de los dos amantes.
– Venga, Luis, córrete dentro de mí!!! Quiero que me llenes el coño con tu leche!!! – Paula estaba completamente poseída por el deseo y la lujuria.
Luis no se hizo rogar mucho: tanto él como Paula se corrieron casi en el mismo momento. Grandes cantidades de semen llenaron el coño estimulado de Paula. Las contracciones vaginales que tenía Paula eran bestiales y el pene de Luis las podía notar muy bien. Debido al placer que sentía Paula con el orgasmo que su novio le había dado, ella le arañó la espalda. Tanto el pene de Luis como el coño de Paula acabaron empapados con una mezcla de semen, fluidos vaginales y nata.
Los dos amantes, abrazados y sudados, se besaron. Ambos se miraron y sonrieron. Luis estaba muy contento con su pervertida Paula, el cambio que mostraba ella era justamente lo que él deseaba. Pronto nuestro protagonista descubriría que lo mejor aún no había llegado.
– Me ha encantado, Luis. Sabes cómo ponerme cachonda y eso me gusta mucho. – Paula sonreía a Luis, enamorada.
– Tú también, cariño. La idea de la nata ha sido genial.
Paula tocó el rostro de Luis con dulzura, y acto seguido le dijo:
– Mi amor, soy tuya, completamente tuya. Puedes tener y usar mi cuerpo siempre que lo necesites. Puedo sacar tu leche con mi coño, boca o tetas siempre que te apetezca. – Paula miraba a Luis con una pasión que derretiría el hielo.
– Es una propuesta demasiado buena como para rechazarla. – Luis le sonrió.
Entonces, coqueta, Paula empezó a besar a Luis por todo su rostro. Lo besaba con dulzura, como sólo una novia enamorada de verdad lo haría.
– Soy tu gatita, Luis, tu putita. Cuando estemos solos tú y yo, quiero que me consideres de tu propiedad, quiero que me hables provocativamente. Te lo ruego, me harás ese favor? – Paula miraba a Luis, suplicando.
Luis se quedó muy sorprendido por la petición de Paula: Paula, una chica realmente guapísima, le decía que podía tratarla como si fuese su esclava sexual porque a ella esto le gustaba. El sueño de todo hombre pervertido tenía un nombre: Paula. Luis no dudó en aceptar esa deliciosa oferta.
– Como desees, mi putita. – Luis sonrió a Paula.
Paula, sonriendo complacida, besó a Luis. Las dos lenguas, cálidas y con restos de nata, jugaban entre sí.
– Ahora, con tu permiso, quiero jugar un poco yo sola. Y quiero que me mires. – Paula lamió la mejilla de Luis, provocativamente.
Paula se puso de pie, se desplazó un poco y se sentó en el suelo, a aproximadamente un metro de dónde estaba sentado Luis. Estaba realmente radiante: se la veía sudada y tenía las tetas cubiertas de nata. Aún se observaba el río de nata que iba hasta su vagina, llena del semen de su novio.
Paula empezó a masturbarse delante de Luis. Pero no era la típica masturbación que se haría una chica para sentir placer, no, quería provocar a Luis con sus obscenidades: Paula gemía de placer mientras se metía casi toda la mano dentro de su vagina. El coño de la chica hacía ruidos al ser invadido por su mano porque se encontraba lleno de semen, fluidos corporales y nata.
Paula alcanzó el orgasmo, un gran orgasmo. Se puso a gritar como si estuviese poseída por el espíritu de la lujuria. Después del orgasmo, la chica cogió el semen y otros fluidos que había en el interior de su vagina y se los llevó a la boca. Los chupó y lamió con deleite, mirando provocativamente a Luis. A pesar de que el chico hacía poco que había eyaculado, su soldado estaba firme otra vez al ver semejante espectáculo.
– Me encanta tu semen, mi amor. – Decía Paula, lamiéndose los restos que había en su mano y sonriendo provocativamente.
– Será un placer para mí dártelo cada día, mi gatita. – Luis también miró a Paula con picardía.
– Acepto el trato, Luis. Ahora vamos a ducharnos juntos, mi amor. Quiero que me enjabones bien las tetas con tus manos y que le des a mi coño otra ración de tu leche. – Paula era realmente insaciable.
Paula se levantó, cogió a su novio de la mano y lo llevó al cuarto de baño para poder seguir con sus juegos sexuales.
La nueva Paula era realmente maravillosa, pensó Luis con razón.
CONTINUARÁ…