Lo había intentado, sí. Lo había hecho. Pero con tanta presión de la tele, de la radio, en internet, en las redes… no lo había conseguido evitar. Se había convertido en una runner novata. La presión para practicar ese deporte que llamaban running, el correr de toda la vida, era bestial. Y ella había caído.
Como buena runner novata se dirigió, antes de su primera sesión de running, al Decathlon que había cerca de Alcalá de Guadaira, una ciudad cercana a Sevilla. Allí se compró todo lo necesario para lo que pensaba hacer. Se vio en la cola para pagar con su cesta llena con unas mallas cortas de color negro, un par de camisetas ajustadas especiales de correr, una blanca y una rosa, unas zapatillas Nike rosas y blancas que casi no pesaban, un par de calcetines y un sujetador especial para la práctica del deporte. Si necesito algo más, volveré, pensaba, deseosa de llegar a casa e, iniciar, a la tarde su sesión de running.
Era viernes, cierto. Y sabía que no era un bien día para iniciarse teniendo al otro día el fin de semana. Pero a eso de las 19 se desnudó dejando solo su tanga blanco y unos pequeños calcetines blancos que ni llegaban al tobillo, se ajustó las mallas, el sujetador, la camiseta rosa y se amarró las zapatillas. Ajustó el app que había elegido para controlar sus progresos y se fue al parque.
Aguantó más de lo que había imaginado. El ritmo no fue malo para alguien que llevaba meses o años sin hacer nada de deporte. Eso la llenó de satisfacción y, cuando se estaba duchando ya en casa, decidió que saldría también a la mañana siguiente. Al fin y al cabo las sensaciones que tenía eran más que buenas.
Laura, a sus 29 años, disfrutaba de un cuerpo bastante llamativo. Tenía una buena edad, claro, pero también tenía la suerte de que su cuerpo no engordaba con facilidad. Sabía que llamaba la atención de los hombres que la miraban con ganas. Un culo respingón, unas piernas fuertes y un pecho en su tamaño justo iban acompañados de una cara pequeña donde unas pocas pecas acompañaban a unos ojos azules que hacían suspirar a más de uno. Y una magnífica sonrisa, claro. Que para eso trabajaba como auxiliar en una clínica dental.
La verdad es que ella era consciente de que llamaba la atención entre los hombres. Aunque ella se consideraba mujer de un sólo hombre, Antonio, su novio. Antonio era profesor interino y por ello llevaba unos años de un sitio a otro. Ahora estaba en Granada. Esa tarde del sábado volvería para estar hasta la tarde del lunes con ella, ya que el lunes era fiesta en Granada. La verdad es que tenía unas ganas enormes de estar con él, hablar con él y porque no, abrazarlo, besarlo y follarlo. Laura era una chica tradicional y conservadora en el sexo, pero tras dos semanas deseando la vuelta de Antonio estaba, literalmente, que se subía por las paredes.
Pero eso sería la tarde del sábado. A primera hora del mismo sábado lo que sonó fue el despertador. Laura lo había puesto temprano ya que quería, como había planeado en la ducha, volver a correr un poco. Puede que ya Antonio notara el culo más duro aquella misma tarde, pensaba con una sonrisa en la cara.
Se levantó de la cama. Se quitó la camiseta de fútbol con la que solía dormir y con su atuendo de runner se dirigió a una zona cerca. Era una especie de parque con zonas arboladas y caminos de tierra. A sus rodillas les vendría mejor ese material que el duro asfalto. Era temprano y no había nadie en el parque. Tras el estiramiento de rigor, activó el app y empezó su trote. Durante el mismo no se cruzó con nadie, sólo con una chica que paseaba un perro y un par de ciclistas que la adelantaron rápidamente. A los 27 minutos el app pitó indicando que había logrado algún objetivo de los que tenía en su memoria. Laura se detuvo poco a poco. Notaba el sudor que le corría por todo el cuerpo. La espalda de la camiseta estaba mojada. Empezó a caminar recuperando poco a poco la respiración y haciendo que su corazón fuera relajándose.
Bebió algo de agua en una fuente cercana que estaba junto a una zona arbolada, y aprovechando que había un banco de madera cerca se acercó a él a estirar.
Colocó una mano sobre el respaldo del banco y levantó unas de las piernas hasta agarrarse el pie con la otra mano. En esas estaba cuando empezó a escuchar algo. Era música, no demasiado fuerte, pero que se escuchaba con claridad.
La ignoró y siguió a la suyo. Pero es cierto que la curiosidad la mataba por dentro. Por eso cuando escuchó unas risas y unas voces se acercó a la zona arbolada para ver que era.
Había una par de primeras líneas de árboles que cruzó son problemas. Luego había una especie de seto de arbustos que consiguió atravesar por un hueco que encontró a la izquierda. Delante se encontró exactamente lo mismo. Tenía delante otro seto y otras dos líneas de árboles. Pero este segundo seto no tenía hueco ninguno. No podría atravesarlo. Pero si encontró un pequeño hueco por donde mirar. Allí, en aquella posición, escuchaba más fuerte la música y las risas así que acercó su mirada al segundo seto y miró por el hueco.
Al otro lado estaban las dos líneas de árboles y a continuación un pequeño camino de tierra serpenteaba. Allí parado estaba un Megane negro con las puertas abiertas. De allí surgía la música. Las risas provenían de la parte delantera del coche. La boca de Laura se abrió al ver lo que allí ocurría y un pequeño gemido escapó de sus labios.
Eran tres, dos chicos y una chica. Eran más jóvenes que Laura. Tendrían unos 20 años como mucho. Los chicos tenían los pantalones bajados hasta los tobillos. A uno de ellos la chica estaba realizándole una felación mientras que el otro chico estaba penetrándola por detrás. La chica llevaba los pantalones bajados hasta la zona posterior de las rodillas y sólo llevaba un tacón negro puesto. El otro descansaba junto al camino junto a lo que Laura pensó que sería un sujetador.
Desde donde estaba, Laura lo podía ver todo sin miedo a ser descubierta. Nunca había visto nada similar, la verdad. Y, aunque su corazón se había tranquilizado tras la carrera, lo volvió a notar más que acelerado. También notó con una especie de sorpresa, culpa y sonrojo que sus pezones se habían puestos durísimos, que un escalofrío le recorría la espalda y que había empezado a mojarse sola. Aquella escena inesperada, allí en el parque, la había puesto cachonda.
Miró hacia los lados. El trío joven no podía verla desde allí y cualquier otra persona que fuera por la otra zona, tampoco la vería. Para ello tendrían que atravesar el seto por el mismo hueco que ella había cruzado, y no creía que eso ocurriera.
Por eso se puso a mirar la acción que le brindaban los jóvenes del otro lado. Los dos chicos eran delgados y altos. El que estaba penetrando a la chica lo hacía bastante fuerte. A ella se le notaban las manos marcadas en el trasero. El choque que se producía por las embestidas, ese sonido de piel contra piel llegaba a Laura mezclado con algunos gemidos que producían los tres jóvenes. Y eso aumentó la sensación de deseo de Laura. Sin darse cuenta notó su mano dentro de las mallas. Empezó a acariciarse, a masturbarse viendo la imagen. No era muy dada a hacerlo, es más durante aquellas semanas de espera a Antonio no se había masturbado pese a que sus ganas de sexo aumentaban por día. Pero en aquella situación no pudo evitarlo. Notó que estaba muy mojada. Los labios estaban mojados al máximo y sus dedos los recorrían lentamente, produciéndole una sensación maravillosa.
El chico de delante, al que le estaba haciendo la felación la chica tiró un poco de la camisa que tapaba el cuerpo de ella. Dos pechos asomaron, ratificando que lo que había en el suelo junto al tacón era un sujetador. El chico se los agarró mientras le decía a la chica que se la comiera más fuerte. Laura lo escuchó con total claridad.
Veía las manos de la chica apoyadas en los muslos del chico, manteniendo de esta forma el equilibrio ante las brutales embestidas que estaba recibiendo ahora del de detrás.
Los dedos de Laura aumentaron su velocidad sobre sus labios. Podía notar su clítoris hinchado.
El chico de detrás se detuvo.
-Dani, vamos a cambiar porque yo ya estoy a punto de soltarlo todo.
De esa forma los chicos fueron a cambiarse de posición. Cuando el de detrás se giró para ir hacia adelante, Laura lo reconoció. Era Raúl, un amigo de su hermano pequeño. Entonces el otro? Claro!! Mirando con más detenimiento vio que era Dani, otro de los amigos de su hermano. Una extraña sensación recorrió todo su cuerpo. Los había visto muchas veces en su propia casa, había hablado con ellos, incluso los había llevado en su coche. Siempre habían sido los “amigos de su hermano” y ahora ella estaba allí, espiándolos, deleitándose con la porno en directo que le estaban ofreciendo, y, por qué no decirlo, disfrutando con ello.
Sabía que ambos tenían novias desde hacía bastantes años. Otras dos chicas del grupo de amigos de su hermano. Pero estaba seguro que la chica a la que se estaban tirando no era ninguna de ella. Mientras pensaba esto se dio cuenta que sus dedos ya no se deslizaban por los labios de su mojado coñito. Ahora entraban y salían del mismo. Los notaba totalmente empapados de su lubricante natural. Entonces se dio cuenta que, y le gustó la idea, iba a correrse ella también allí. La escena la había superado. Y la tenía hechizada. Y allí estaba protegida. Pensaba correrse allí.
Y la idea ya fue más clara cuando la chica del trio se levantó limpiándose la boca y pudo comprobar que también la conocía. Era Clara, una chica que vivía no muy lejos de su casa. Había sido compañera de su hermano en el colegio, y aunque no era del grupo de amistades de su hermano, Laura si sabía que Clara tenía novio ya que los había visto a veces juntos. Y no, no era ninguno de aquellos dos.
Mientras que pensaba esto vio como los chicos ya se habían cambiado de lugar. Raúl ya estaba delante, recibiendo la mamada de Clara. Dani estaba detrás de ella. Le había hecho levantar una de las piernas algo, hasta quedar apoyado el pie que conservaba el tacón en el parachoques delantero del coche. Le estaba tocando el coñito. Laura podía ver los movimientos de él y podía ver la parte interna de los muslos de Clara. Pero, a decir verdad, lo que mantenía la mirada de Laura era la polla de Dani. Era inmensa. Jamás había visto algo igual. Antonio no es que estuviera mal dotado, pero aquella polla que veía era monstruosa. No sabía si era la delgadez de Dani, pero el miembro erecto era… Laura aumentó la velocidad de su propia masturbación. No es que deseara que esa polla la follara a ella. No era eso. Pero estaba muy cachonda con todo lo que estaba pasando. Nunca habría imaginado a ninguno de los tres protagonistas de esa porno en directo en esos papeles.
Dani penetró a Clara. Laura escuchó el gemido de la chica al verse penetrada por aquello. Clara alzó algo su cabeza pero al momento volvió a la polla de Raúl. Se veía que algo de experiencia debía tener en situaciones así.
Laura notaba que estaba mojando incluso sus mallas. Se notaba los dedos empapados, que entraban deslizándose en su coñito. Estaba disfrutando mucho. La situación, el sentirse una voyeur, el hacerse un dedo en la calle… todo ayudaba a que la corrida estuviera mucho más cerca.
Sin embargo, el primero en correrse fue Raúl. Laura vio cómo se empinaba un poco sobre sus pies y gemía. Se debía haber corrido en la boca de Clara. Vio como Raúl sacaba la polla de la boca de Clara y se inclinaba con una sonrisa a besar la frente de ella.
-Trágatela, Clarita. Trágatela – oyó decir a Raúl. Clara pareció obedecer sin rechistar, ya que Raúl volvió a besarla en la frente.
Sin el apoyo de Raúl, Clara lo tenía complicado para aguantar los arreones que le daba Dani. Por eso el propio Dani la hizo girar, hasta que las manos de la chica terminaron apoyadas en la parte delantera del coche.
– Vaya corridón me he metido, tío – le decía Raúl mientras se volvía a subir los pantalones. – ¿Cómo lo llevas tú, tío?
– Yo a ésta la reviento sí o sí. Verdad Clarita? A que te gusta que te den fuerte así?
La voz de Clara sonó entre gemidos.
-Me encanta tu polla, cabrón. Me encanta. Quiero que me des fuerte. Follame.
Ante eso Dani le dio una sonora palmada en el trasero y la empujó con fuerza. Laura veía el culo del chico apretado al arremeter contra la chica. Y vio como la polla no entraba totalmente dentro de ella, aunque tras lo que le había dicho ella, él apretó más y la polla se le debió clavar más adentro a Clara. Laura estaba a punto de correrse también. La va a reventar, Dios, pensaba. A esa chica no le cabe ese pollón.
Raúl estaba despreocupado en un lateral mirando el móvil. Laura imaginó que no era la primera escenita de ese tipo que protagonizaban los dos amigos de su hermano.
Laura tampoco fue la segunda en correrse. Desconocía se Clara se habría corrido antes otra vez, pero pudo ver como arqueaba la espalda, levantaba algo más la cabeza y encadenaba una serie de gemidos algo más fuertes de los que iba soltando. Clara se corría siendo penetrada por aquella polla enorme.
Parece que aquello gustó a Dani, ya que pasados unos segundos para que Clara se recuperara sus arremetidas contra la chica se aceleraron aún más. Y claro, no tardó mucho en llegar la corrida del chico.
Laura vio los músculos de los glúteos de Dani apretarse, lo vio levantarse un poco y empujar a Clara contra el coche. Un largo y único gemido acompañó la corrida de aquella enorme polla. Clara estaba aplastada contra el coche por el peso del chico. Éste la besó en la mejilla y se retiró de ella, dejando que se levantara y sacando aquella polla de caballo del interior de ella. Un leve hilillo de semen le colgaba de la polla.
-Clara, tía, ha sido la ostia. De las mejores veces jeje – dijo Dani con la respiración entrecortada.
-Yo he disfrutado mucho también -oyó decir a Clara. – Sabéis que esto me pone muchísimo y desde que salí ayer lo estaba deseando.
Dani le terminaba de limpiar el pollón con un pañuelo. Clara hacía lo mismo y empezaba a subirse un tanguita blanco que andaba enredado con sus pantalones. Raúl estaba a un lado callado. Y Laura estaba tras el seto corriéndose. Fue justo cuando Raúl se limpiaba con el pañuelo. Había intentado aguantar la corrida, no correrse todavía y seguir disfrutando del dedo que se hacía ante el espectáculo, pero ya no podía más. Con los labios apretados para que de sus pulmones no saliera ningún gemido se corrió. Y fue un orgasmo maravilloso que la llevo a tener que apoyar una rodilla incluso en el suelo. Hasta un hilo de saliva le resbaló por la boca hasta el suelo. Sacó al fin sus dedos de su interior y pudo comprobar como estaban completamente llenos de sus fluidos.
Al otro lado del seto los chicos estaban ya dentro del coche y Clara terminaba de colocarse el sujetador que había recogido del suelo. Luego entró en la parte trasera del Megane con el tacón que también había recogido del suelo en la mano. El coche arrancó y se fueron.
Laura se incorporó. Comprobó como tenía las mallas manchadas de fluidos. El estado de la braguita que llevaba era aún peor. Estaba completamente empapada, así que decidió quitársela allí mismo. Miro hacia los lados y no se veía ni se escuchaba nada. Rápidamente se quitó las zapatillas se bajó las mallas, deslizó y se quitó las braguitas y volvió a ponerse las mallas. Aprovechó la braguita y se limpió los dedos en ella, o por lo menos lo intentó. Luego no sabía qué hacer con ella así que la dejó allí tirada, empapada de sus fluidos. Se volvió a colocar las zapatillas y con cuidado de que nadie la viera salió del escondite. No se veía nadie en los alrededores. Se dirigió de nuevo a la fuente en la que había bebido antes. Se terminó de limpiar los dedos, se echó agua en la cara y bebió para quitarse esa sensación de boca seca que la machacaba. Con las manos apoyadas en la fuente vio su reflejo en el agua que corría en la fuente. Estaba sonrojada. Pero bueno, cualquiera que la viera pensaría que era de correr. De correr de otra manera claro. De hacer running.
Se miró la entrepierna para ver si no marcaba mucho al no llevar ropa interior y vio que no. Que se disimulaba bien, al igual que los restos de fluidos que manchaban toda la malla. De todas formas se echó algo de agua sobre ella. Así quien la viera pensaría que era sudor, o agua de la propia fuente. Los pezones, que todavía estaban algo erectos, eran bien tapados por el sujetador deportivo que llevaba bajo la camiseta.
A continuación se dirigió con paso rápido a su casa. Todavía era temprano y no habría mucha gente en la calle. Necesitaba una ducha. Necesitaba quitarse el sudor y algo más de la piel. Así que allí se dirigió sintiendo a cada paso, todavía, una sensación de ardor en su coñito. Lo notaba al rojo vivo, hinchado, deseoso, cachondo.
Esperaba que su novio llegara con ganas de jaleo a la tarde. Pensaba follarselo durante toda la noche. Hoy no había nada ya que pudiera salvarlo.