Teníamos 20 y 18 años, íbamos un mes conociéndonos pero nunca habíamos llegado a vernos desnudos, nos habíamos masturbado por debajo del pantalón y de la falda, pero la primera vez para los dos creíamos que debía ser más especial que para hacerlo en la calle.
Era el día de carnavales y ya íbamos con unas copas de más los dos, y cuando nos vimos comenzamos a besarnos, vestido de vikingo con unas mallas con las que al levantar la parte de abajo del disfraz se podía notar toda mi polla erecta. Y ella con un disfraz en la que se le notaba el tanga por las mallas, en cuanto nos besamos ella noto mi polla dura en su tripa y me dijo que hoy era el día, que no podía esperar más y que quería que le follase ya, que le daba igual donde.
Fuimos a la lonja, pero estaba llena de los colegas, asique la acompañe a casa bastante disgustados, por no poder follarme con las ganas que teníamos los dos.
Cuando la iba a dejar en casa comenzamos a besarnos, y me empezó a meter la mano en la polla y yo le comencé a tocar el coño por fuera y pude notar como cada vez estaba más mojada. Salidos como putos cerdos, decidimos subir al último piso de su portal, por dónde no podía pasar mucha gente, y en el ascensor le empecé a bajar las mallas y a meterle los dedos y cada vez estaba más mojada, cuando llegamos al piso de arriba, ya estaba sin pantalones y nos dimos cuenta de que no teníamos condón, pero estábamos tan cachondos que le baje las mallas la puse a cuatro patas y se la empecé a meter, ella gritaba de dolor y sangraba por primera vez, pero estaba tan cachonda que no le importo le tocaba y rozaba el clítoris con mi otra mano, no tardó mucho en correrse pero yo al estar tan borracho no conseguía eyacular, saque mi polla ensangrentada y ella sintiéndose ya relajada comenzó a chupármela hasta que me corrí en sus tetas.
Así acabo nuestra primera experiencia sexual, que aunque no muy bonita y especial como nos lo esperábamos, será recordaba para toda la vida.