Así, sin presentación y en frío…. Comenzamos:
Me gusta escribir… y creo que se me da bien. En etapas anteriores de mi vida escribí relatos, y tuvieron una aceptación aceptable…. (¿Es una cacofonía?… puede ser, pero prefiero dejarlo como pequeña muletilla humorística).
Siempre he tenido una pequeña espinita clavada, me hubiese gustado escribir de una forma un poco más seria. Pasar de los relatos a algo más tocho… con más contenido. “Novela” se me hace un concepto demasiado serio, demasiado lejano. Pero, ¿por qué no?
Los motivos que me han impedido embarcarme en semejante aventura han sido los más típicos y estandarizados… falta de tiempo, de ganas, miedo a hastiarte en mitad del camino y que todo lo recorrido quede en nada…
Pero llega un día en el que por un motivo indeterminado, por un “sujétame el cubata”… te lías la manta a la cabeza, te armas de valor…y de una forma muy conservadora buscas alternativas que de alguna manera sacien ese ánimo “escritoriano” (sí… a veces me invento palabras) sin ese compromiso tan “acobardante” y “echapatrasero”.
Y así llegamos hasta este momento. Este preciso instante en el que yo estoy escribiendo y tú estás leyendo (hagamos un puente temporal en el que esa distancia desaparece). Si tú quieres, porque por mí es evidente que adelante, podemos empezar una aventura… un juego… no sé ni cómo llamarlo.
Te acuerdas de aquellos libros de portada roja de la serie “elije tu propia aventura…”, no sé si de chaval llegué a leer alguno… pero la idea me parecía fascinante. Por suerte para nosotros, los adelantos tecnológicos han propiciado que este tipo de movidas tochas puedan ser más interactivas. Y esa es mi idea…
Antes de todo, hablemos un poco del contexto. Porque el contexto es importantísimo en todo. Lo primero, ahora mismo me estoy bebiendo una cerveza y pienso beberme las que sean precisas mientras esté frente a las teclas. No hay límites… ni en una cosa ni en la otra (ya nos entendemos).
Se supone que esta va a ser una historia de y para mayores de edad. Desconozco completamente por dónde naufragarán los derroteros de lo que escribamos entre tú y yo, y me gusta que no haya límites ni restricciones. Siempre intentando respetar el buen gusto, y teniendo claro que mis libertades terminan justo donde empiezan las tuyas (trataremos de no resultar ofensivos).
Y poco más creo que deba añadir. Al menos este prólogo lo voy a publicar sin pulir demasiado. Siempre he pensado que “lo mejor es el peor enemigo de lo bueno”, y que muchas veces, grandes obras se han quedado en el tintero buscando mejorarlas, cuando ya de por sí eran total y absolutamente disfrutables… sin limitarnos al término literario, sino en lo más genérico que puedas imaginar.
De modo que hasta aquí este prólogo. No hay ningún compromiso de momento, ni por tu parte ni por la mía. Según vayamos desarrollando nuestra historia veremos si nos enganchamos. Sólo espero que sea divertido, apasionante, motivante… y que sea una vía de escape… Disfrutemos como perros.
En la que se me ocurre cómo empezar este “elige tu aventura, pero para mayores de edad” dejo un breve espacio período de tiempo, por si se te ocurre alguna idea que podamos desarrollar juntos.
Gracias por leer.