Martillazo inesperado
Me besó con hambre. Su mano bajó la tela y sus dedos me abrieron, me exploraron con desesperación. Gemí contra su boca y él gruñó bajo. Me levantó de la silla y me llevó hasta el sillón. Me acomodó sobre él, con las piernas abiertas. La tanga apenas estaba corrid...