Soy vendedora de cosméticos junto con mi madre, ya que nos repartimos las ganancias de lo que vendemos. Un día nos hizo una compra una mujer llamada Mara de 35 años que es prima de mi madre, nuestra clienta nos dijo por teléfono que su marido Marcos vendría a buscar los cosméticos.
Mi madre me aviso que ella saldría por unas horas y yo le dije que se quedara tranquila porque me quedaría a esperar que Marcos venga a buscar los cosméticos de su esposa, lo que no sabía era lo que sucedería cuando viera a ese hombre que llevaba un tiempo sin ver.
Luego de unos minutos sentí unos golpes en la puerta, fui a abrir y me encontré de frente con Marcos, el hermoso hombre que es esposo de Mara.
Llevaba su cabello negro peinado hacia atrás, sus ojos oscuros tenían un brillo único y estaba vestido con su chaqueta de cuero y su jean negro. Marcos seguía igual de siempre, el tiempo no cambiaba su belleza.
-Hola Adriana- me saludo.
-Hola Marcos- le di un beso en la comisura de sus labios y lo invité a pasar.
Nos fuimos hacia la sala de estar donde tenía la bolsa con sus cosméticos.
-¿Qué ha comprado mi encantadora esposa?- pregunto Marcos con curiosidad.
-Una crema corporal de arándanos y un perfume de vainilla combinado con caramelo, el total de todo eso sería 12.000.
Marcos agarro la bolsa y me dio la plata, pensé que se iría así nomás, pero antes de irse me dijo:
-Me gustaría saber más del aroma de estos cosméticos, mi sueño que no he llegado a cumplir ha sido el de ser perfumista.
Agarre la crema y le quite la tapa para que él sintiera el aroma de los arándanos.
-Que bello- murmuro cerrando los ojos.
-Me gustaría oler como queda en la piel ¿puedes probártela Adriana?.
-Será un placer- le respondí.
Volví a tomar la crema de arándanos y me puse un poco en ambos brazos.
Marcos se acercó y sintió el aroma perfumado de mi piel.
-Queda delicioso en ti.
-¿Quieres sentir el aroma más cerca?- Le pregunté con picardía.
-Si.
Entonces me puse un poco en el cuello, me acerqué más a Marcos y entrelacé mis brazos en el cuello del hombre.
Mi cuello quedó expuesto ante él.
-Que delicia, dan ganas de comerte- dijo Marcos con la nariz pegada a mi cuello.
-Haz eso que tanto quieres- le respondí y me apreté más contra su cuerpo.
Me empezó a lamber el cuello con delicadeza y luego cuando los minutos transcurrieron sus lambidas se volvieron más hambrientas hasta me mordía un poco con total sensualidad y yo no pude evitar gemir, la lengua de ese hombre me estaba dando un placer increíble, me estaba haciendo derretir hasta el punto que se me aflojaron las piernas y él me rodeo mi cintura fuerte con sus brazos para seguir estimulándome.
Sin dejar de lamber mi cuello fue bajando lentamente su mano derecha y la hizo entrar por debajo de mi pantalón, hizo contacto directo con el centro de mi vulva por encima de la tela de mi braga, empezó a frotarme rápidamente y yo lo único que podía hacer era gemir su nombre y quitarle su ropa a la vez que le acariciaba su espalda.
Me quite la blusa quedando solo con mi sostén de encaje negro, Marcos me dio vuelta y quede de espaldas hacia él, me ayudo a quitarme el sostén y lleno de besos suaves mi espalda. Luego me quedé sin pantalón y sin bragas las cuales ya se habían mojado muchísimo.
Marcos se inclinó hasta posar su rostro en mi trasero, su nariz quedó en el medio de mis nalgas y empezó a lamber como lo había hecho con mi cuello, luego con su mano libre me metió dos dedos en mi vagina para empezarlos a mover al mismo ritmo que a su lengua dentro de mi agujero.
Sentí ese dedo de más entrando en mi vagina y no me pude contener por mucho más tiempo. Mi orgasmo fue una cascada de eyaculación femenina en abundancia, un potente descargo como hacía muchos años que no tenía.
-Ay Marcos- grite.
El dejo de lamber mi trasero para luego besarme con desesperación agarrando mis húmedas nalgas.
Se separó de mí para lamber mis pechos y cuando lo hizo dejo unas marcas de sus mordidas en mis senos.
Ya no podía aguantar más, estaba muy excitada y quería tener a Marcos adentro mío.
Le quite su pantalón junto con su bóxer después él me dio vuelta y mi trasero quedo apoyado en su erecto miembro, me agarro las nalgas otra vez y las acomodo, luego se ubicó bien y empezó a embestirme, me puso una mano en la cintura y su otra mano libre apretando suavemente mi cuello. Me penetro el trasero estando en esa posición ambos de pie, pero eso no le quito para nada velocidad a la penetración hasta parecía que era más profunda y deliciosa a la vez.
Marcos se apoyó contra una de las paredes de la sala de estar para penetrarme más salvajemente y darme todo el sexo que me merecía.
Me tomo de ambas piernas y mi culo quedó más apretado contra su verga haciéndole más placentera la sensación.
Quede suspendida en el aire y con mis piernas entrelazadas a su cintura, me tomo fuerte de las tetas y me siguió penetrando lo más rápido posible.
Finalmente, para terminar me dio vuelta otra vez quedando de frente a él y me penetro por la vagina, así me llevo al sofá sin sacarme su verga, quede acostada con las piernas elevadas. Marcos se inclinó hacia mí y me dio un apasionado beso con muchísima saliva y lengua, me embistió hasta que eyaculo, pero en ningún momento dejó de besarme, yo le acaricié su cabello y su espalda en todo momento, hasta disfrute de que él me llenase de semen.
Ambos suspiramos cuando salió de mi interior, me miró a los ojos con un brillo especial y acabamos de descubrir que algo nuevo surgió entre nosotros.
Se quedó una hora más conmigo que aprovechamos para conocernos un poco más, hablamos de todo, hubo muchos besos y cuando se le puso dura de nuevo volvimos a tener sexo por unos segundos, lo hicimos como cuatro veces ese mismo día. Después llego mi madre, lo saludo y Marcos se fue.