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Marcela mi vecina (V): Nuevas vecinas
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Tiempo de lectura: 21 minutos

Cada tanto se produce un recambio habitacional en nuestro edificio, algunos se van y otros vienen. En este caso se mudó una familia al lado del departamento de Marcela y Nacho.

La nueva familia que venía a habitar el departamento lindero al de la rubia del culo perfecto estaba formada por Adriana, una mujer de 50 años, Carlos el marido de unos 47 y la hija de Adriana, Stefy, una linda chica de pelo color castaño y hermosas facciones. Medirá tal vez unos 1.60 de estatura y 23 años de edad.

Yo en particular me sentí atraído por Adriana, una gringa hermosa con cara de pocos amigos, muy escueta e introvertida a lo mejor pero para mi gusto tiene un culazo grande y llamativo, no tan perfecto como el de Marcela pero me atrajo su buena forma y el hecho de como se le metía la ropa interior. Un terrible culo traga tela tenia la veterana recién llegada y está más que bien mantenido para una señora de esa edad.

Adriana más bien es de tetas pequeñas y carita finita, no tiene nada de panza y se ensancha un tanto en caderas y lo mejor de su anatomía es que termina en un hermoso orto.

Curioseando con vecinos supe que era brasilera, nacida en Goiás más precisamente en Goiania y desde la adolescencia se vino a vivir a Argentina con su familia y de aquí nunca más se fue. Tuvo un primer marido quien la embarazó y nació Stefy su única hija. Después enviudó y pasados muchos años volvió a formar pareja ahora con Carlos, un hombre muy bueno y de bajo perfil que se hizo cargo de ambas.

Aunque a decir verdad su hija Stefy no está nada despreciable, tiene el cabello súper lacio de color castaño, un rostro mezcla de inocente por sus abundantes pecas en los pómulos pero a la vez cuando te mira es como que te provoca, tiene una mirada de putita que te enamora.

Si bien su cuerpo se inclina más bien a ser un tanto gordita tiene buenas formas y eso la hace muy deseable. Calculo que su madre habrá tenido un cuerpazo así o mejor cuando más joven aunque la chica viene aún mejor que su mamá.

Stefy es más bien rellenita, tiene curvas, buenas tetas, caderas prominentes y un tremendo culazo para su corta edad y enseguida captó la atención de nosotros los leones del edificio hambrientos de carne fresca, en especial de Nacho que desde que la vimos cuando hacían la mudanza se quedó muy caliente con la chica nueva.

Y no se por qué pero por intuición supuse que más tarde Nacho se iba a sacar toda esa calentura con Marcela ya que estaba excitado con Stefy, así que para la noche no hice planes y me dispuse a estar atento al más mínimo ruido del departamento de abajo.

Y así fue, la rubia llegó después de un día de guardia en la clínica atendiendo pacientes, escuché el sonido de llaves abriendo la puerta y sus tacos con ese inigualable sonido entrar al departamento.

Los tres hijos de la rubia ya dormían, por lo que Nacho la llevó directo a la habitación lo supe porque ese ruido tan sensual propio de los zapatos con tacos de mujer se aproximaban cada vez más, yo tirado cuerpo a tierra con la oreja pegada al piso escuchaba a la perfección.

Risas cómplices, muchos besos e imagino Nachito le habrá metido manos sin discreción a su mujer y para hacerme peor es que a Marcela le encantaba, nunca le decía que No, o estoy cansada o me duele la cabeza, esas excusas que a cualquiera de nosotros nos habrán dicho miles de veces. En cambio Marcela quería… lo dejaba seguir… la sentó en la cama y le fue sacando los zapatitos. Juro que habré tenido la pija más dura que la de Nacho en ese momento, pasa que Marcela me calienta y demasiado, tuve que ponerme boca arriba y sacarmela del bóxer.

Mientras tanto los vecinos de abajo estaban dando inicio a "la previa". Nacho de sacarle los zapatos con tacos que la rubia tuvo todo el día en sus pies se los fue masajeando y así la relajó, lo que habrán sido esos piecitos blancos tan hermosos tras un día de trabajo, transpirados y con ese olor mezcla del cuero y el sudor.

Mientras me hacía una paja en su honor lo que más quería era ser yo quien esté rendido a sus pies… Pero bueno la vida es así y no tuve esa suerte, pero con Nacho teníamos una conexión como por telepatía y le hacía a la rubia eso que yo deseaba y aún más.

–Mmmmm siii… –dijo Marce, Nacho le comió los dedos y le pasaba la lengua por la planta y los talones, la rubia lo disfrutaba y ya se sacó la parte de arriba quedando tetas al aire. Cómo le chupó los pies ese muchacho… la tenía hiper caliente a su mujer, supo encender el motor de Marcela que estaba excitadísima y reclamaba ser cogida.

Le habrá comido los pies a su hembra un largo rato, y ella no daba más de las ganas, Marce por su parte le bajó el cierre del pantalón y se la chupó con desesperación. Para mis preferencias a la hora del sexo Nacho era un tanto brusco con la pobre Marcela, literalmente le cogía la boca porque de a ratos ella es como que se atragantaba de tenerla toda adentro hasta llegarle a la garganta, chupaba y no dejaba de chupar, esa química sexual entre ambos nunca la vi en una pareja, se entendían y se deseaban mutuamente.

No dio lugar a que le chupe la concha y el culo, ella se dio vuelta subiendo al borde de la cama y poniéndose en cuatro Nacho le sacó la tanga y le dio su tan buscada cogida sin previo aviso. Se la daba muy fuerte porque su cuerpo golpeaba contra las redondas y blancas nalgas de Marce quien no paraba de gemir. Yo en el piso de arriba eyaculé, no me pude contener pero Marcela y Nacho seguían.

Cambiaron de pose y ella lo montó y la acción volvió a medida que se daba sentones sobre su macho con total confianza. Otra vez los gemidos de la rubia iban en aumento. Yo ya sin fuerzas y con la mano llena de semen tras mi acabada me perturbaba oírla. Por como gozaba con el marido mis chances de algún día hacerla mía iban decreciendo, estaba mas que a gusto con él.

Hasta que al fin llegó al clímax. Ella primero y Nacho se la dio unos minutos más y la inundó hasta lo más profundo de su ser. Marce estaba enlechada y feliz quedando rendida diciéndole un desvanecido –Me encantó –a su marido que se quedó adentro de ella.

El tema es que al día siguiente algún integrante de la familia recién llegada fue a quejarse al consorcio por los "sonidos molestos" y Nacho y Marcela recibieron bajo la puerta una notificación por tal motivo.

Ese día de la queja nos juntamos con Nacho a jugar fútbol por la noche y en el tercer tiempo me hizo saber lo de lo que pasó con el consorcio y él tenía por sentado que quien los expuso fue Adriana, "la vieja mal cogida de al lado", de ese modo se refirió a la nueva.

Volvimos al edificio y cuando bajábamos del auto nos las cruzamos en la entrada, madre e hija volvían del gimnasio, yo estaba embobado por la mayor y Nacho por la hija, las vimos de atrás y esos culos eran fabulosos, las dos estaban muy buenas. A Nacho se le pasó el enojo al ver esos cuerpos, el era más directo y me dijo Yo me la juego, apresuró el paso y las alcanzó, todo era muy bizarro algo similar a los argumentos de las películas porno de la década del 90, dos tipos tratando de seducir a un par de mujeres que se cruzaron en la calle. Yo me les acerqué y me presenté también. Nacho tuvo inmediata química con Stefy, un desubicado total, la hablaba y se manoseaba el bulto, ya tenía una notable erección.

Yo por mi parte con la veterana me pasó algo similar, pues con su vestimenta deportiva sumado a que estaba toda transpiradita me pudo, se mostró muy amena y gentil, charlamos banalidades pero la idea era romper el hielo y al menos poder tratarlas.

Las acompañamos hasta la puerta de su departamento y nos despedimos. Nacho no pudo bajar su erección, estaba muy caliente por la chica.

Y otra vez mi mal presentimiento, Nacho se la va a culear a Marcela.

Y esa noche le volvió a hacer el amor a Marce y los gemidos de la rubia eran melodía para mis oídos. Las vecinas nuevas habrán escuchado todo también pero ya sabían al menos quien era el masculino, les faltaba conocer a la mujer de los gemidos de actriz porno.

Quejarse con los del consorcio fue algo contraproducente, ya que el matrimonio de la rubia veterana y su macho joven cogían ya como algo cotidiano, y Marcela era por demás expresiva en sus encamadas, es como que lo hacían a propósito.

Una mañana madre e hija decidieron hacer su queja formal golpeando la puerta de Marcela, la rubia las recibió de forma cordial y amable, y a ambas les sorprendió porque a simple vista era una señora común y corriente, anteojos con aumento, el pelo recogido, descalza y en short y remera holgada. Entraron a su departamento y charlaron, Marce desde el primer momento supo manejar la situación y el motivo principal que fue la queja por sus gemidos se evaporó en el aire, lo trataron muy sobre lo bajo y la dueña de casa les pidió disculpas por no dejarlas dormir, ahí en eso Nacho regresó del supermercado con Francesca, la pequeña hija de ambos y Marce se justificó diciéndoles que su joven marido la tenía muy enamorada y que era un bombón irresistible, las tres coincidieron y hubo risas, después de ese instante hasta diría que nació una amistad entre Adriana, Stefy y Marcela. Nacho estaba feliz, halagado por esas tres hermosas hembras, si fuera por él las desnudaba y se las enculaba a las tres juntas ahí mismo. Lo conozco muy bien y se lo pervertido que es, por eso nos llevamos tan bien.

Ya en su departamento madre e hija hablaron más distendidas, se llevaron una buena imagen de sus vecinos, aunque a las dos les revolvió el pensamiento de como esa rubia de 40 y tantos tenía un marido de veintipico y muy en el fondo les dio una envidia sana, más que nada a Adriana, quien fue invadida por pensamientos pecaminosos desde que los vió juntos, entró a la ducha, se bañó con agua fría y se tocó para calmar sus necesidades, hace mucho que no sentía un deseo sexual así.

A la noche Nacho y Marcela volvieron a hacer el amor. Esa cama matrimonial hacía mucho ruido y la rubia de los anteojos con aumento estaba con las hormonas revolucionadas, se la notaba con todas las ganas. La que la pasaba mal y escuchaba todo era Stefy pared de por medio y para colmo Adriana su madre empezó a coger con Carlos de un modo muy hot también. Era la primera vez que escuchaba coger a su mamá, ya que siempre mostró discreción al hacerlo pero esta vez no, esos vecinos tan sexuales la mal influenciaron porque lo sobre exigía a Carlos quien no duró mucho y explotó tras las sentadas de Adriana quien quedó insatisfecha y quería seguir.

Pobre Stefy estaba aturdida. De la pieza de al lado su madre y su padrastro y tras la pared sus vecinos. Todos la pasaban bien y ella en soledad no le quedó otra que masturbarse para desahogarse y conciliar el sueño… y así fue.

Los días fueron pasando, hasta que el fin de semana asomaba.

Sábado por la mañana recibí un audio de WhatsApp de Marce:

–Hola Martín, soy yo Marce. Te invito a casa esta noche a cenar, van a venir los vecinos nuevos, vení con Gaby ya le avisé y me dijo que si. Besitos Mar. Te quiero mucho.

Y bueno acepté, arreglamos con Gaby para que venga a mi departamento y de ahí salir juntos. Así fue, Gabriela llegó temprano y yo estaba saliendo de darme una ducha. Estaba preciosa con un denim negro, sus zapatitos boca de pez, arriba un saquito liviano de hilo color verde pálido y debajo un corset negro que le dejaba unas terribles tetas y una cintura de avispa. Le abrí la puerta envuelto en un toallón ya que como dije se me adelantó en su llegada, pasó, la vi y como por instinto animal se me paró la verga, la tenía enorme y dura y ella en forma automática se arrodilló y sin mediar palabras se la llevó a la boca.

Nos entretuvimos un rato, Gaby tiene un don para el sexo oral y me la chupó con ganas. Yo tenía unas ganas de seguir, quitarle la ropa y cogerla ahí mismo contra la puerta pero ella no quiso. Fue materia pendiente para cuando regresaramos de cenar con los vecinos, se puso un caramelo de menta en la boca, se volvió a pintar los labios y fuimos.

Al llegar nos recibió Marcela algo molesta porque nos retrasamos, ya estaban sentados a la mesa Nacho, Jorge y Adriana y la comida arriba de la mesa, en cuanto a Marce estaba fatal con un pantalón blanco calcado a su piel, nunca la había visto con una prenda así. Le triplicaba el tamaño de sus caderas esa tela de color blanco tal vez de gabardina elastizada, sumado a su aroma, un perfume importado tan sutil, su rostro, sus anteojos, maquillaje lo justo y necesario y su pelo lacio además de unos tacos aguja que la erguian de un modo señorial. Y cuando giró me fue inevitable mirarla de atrás, ese culazo era incomparable, con una redondez única y para peor no usaba cinturón, ella orgullosa lo meneaba como tentandome, y se notaba a la perfección el contorno de la vedetina blanca que tenía debajo. Se me volvió a parar al verla así.

Tomamos asiento, después de saludar a los comensales. Nacho al lado de Adriana, Carlos sentado en una de las cabeceras, Gaby y yo nos dispuestos a acomodarnos de frente a Adriana y Nacho y la rubia del pantalón de gabardina blanco en la otra punta de la mesa oficiando de anfitriona.

Los hijos adolescentes de Marcela fueron a pasar el fin de semana a casa de su padre, y la pequeña Francesca dormía en su habitación, por lo que la velada era solo de gente adulta. La gran ausente fue Stefy, a quien su madre justificó que desde horas tempranas fue a pasar el fin de semana con amigos.

En mi mente me fue inevitable pensar en la cogida que le iban a dar sábado y domingo a la culona menor. Con Marce de blanco, Gaby con esas tetazas que iban a explotarles en ese corset e imaginando lo mal que se portaría Stefy dos días seguidos no se me bajaba la erección.

No dejábamos de cruzar miradas con Adriana, en tanto Carlos su marido siempre formal no soltaba palabra, igual no perdía el tiempo en mirarle las tetas a mi pareja y ella para romper el hielo le pudo sacar conversación, resultó ser que el hombre era contador y Gaby es profesora de matemáticas en un colegio secundario y bueno… los números eran pasión para ambos y gracias a las ciencias exactas surgió una afinidad entre ellos.

Yo estaba encantado con la milf brasilera, su pelo rubio, las pecas que tenía sobre sus pechos, sus manos tan delicadas y esos ojos marrones que de a ratos me miraban y dejaba deslizar una leve sonrisa mostrándome su blanca dentadura tan perfecta. Eso sí, bebía con ganas y quizás el vino la ayudó a soltarse y ser un tanto más sociable. Y con Nacho al lado se liberó aún más, conociéndolo a mi vecino amigo sabía que a la menor oportunidad aprovecharía y se la llevaría a la cama, pero se cuidaba al tener a su mujer en la punta de la mesa haciéndole marca personal. En cuanto a Adriana debo decir que tenía una necesidad de pija urgente. Se sentía a gusto con ese semental joven a su lado, le urgía una alegría, y no sé, o era Nacho o era yo pero esa noche la veterana estaba regalada, podría entregarse a cualquiera.

Pidió permiso para pasar al baño y se levantó, deseé tanto verla de la cintura para abajo y al fin se me dio. Se paró y se dio vuelta en dirección al sanitario y pude apreciar el tamaño orto que tenía cubierto por un pantalón de vestir tremendamente ajustado de color azul marino con un par de bolsillos atrás. Tenía las nalgas más grandes que las de Marcela pero era como fofas, le faltaba consistencia a simple vista, cuando se fue esas cachas se movían cual gelatina pero igual era sensual. Estaba un tanto descuidado, no por ella que se mataba haciendo ejercicios sino por el marido, se notaba que no le hacía el amor como ese cuerpo se lo merecía, ya que Adriana se mostró interesada tanto de Nacho y Marce como de lo mío con Gaby, le comía la cabeza como dos mujeres casi contemporáneas a ella se nutrían de dos machos jóvenes.

No aguanté las ganas y disimuladamente me dirigí a la cocina a buscar hielo casi a la par de esa mujer ajena. Necesitaba mirarle el culo, seducirla, manosearla, no sé… deseaba que pasara algo entre los dos allí mismo en esa casa ajena.

Estando en la cocina la imaginé sentada en el inodoro con los pantalones y la bombachita bajas a la altura de sus tobillos y mi mente fantaseaba cosas chanchas, la imaginación mandaba y el corazón bombeaba mucha sangre al pene que se me paró de tan solo pensarla así.

Cuando salió del baño vino hacia mí y me pidió un hielo para ponerse sobre una ampolla que le había sacado su zapato bien arriba del talón.

Me ofrecí a ayudarla y arrodillado ante ella le saqué muy despacito ese calzado.

Ufff… Tenía un pie hermoso, sus uñas pintadas de color rosa perlado, un detalle que me tentó y el amigo de abajo estaba parado y con ganas de salirse del pantalón. Le quité el zapato de su otro pie algo grande, talle 39 tal vez y me ofrecí a masajearlos, de estarle tocando ambos pies a la vez y tal vez por una mala decisión, sobre su ampolla apoyé un cubito de hielo y por reflejo reaccionó y con el talón me dio un golpe sobre mi endurecida verga.

Prácticamente casi me la estrangula del golpazo, me pidió mil perdones ya que yo fingí exagerando un tanto el dolor, y sin querer, pero queriendo me la tocó. Creo que se me puso más dura aún y viendo que abrió grande los ojos al notar el tamaño de mi pito erecto más entrada en confianza puso su mano de nuevo, muy sumisa se dejó y la recorrió en su contorno por fuera de mi pantalón, como estaba entretenida y con ganas de mas le hice meter su curiosa mano adentro y me la estrujó con ganas. Me pajeó y su mano se sintió pegajosa por el líquido pre seminal que me hizo soltar.

Enceguecido la llevé al baño, cerré la puerta con llave y ahí se arrodilló, me bajó el cierre y se la llevó a la boca con sumo entusiasmo. Chupó, chupó y chupó, el glande se dibujaba adentro de su mejilla, se quedó quieta y era yo quien le cogía la boca, la saliva chorreaba por sus comisuras y se la clavé tan profundo que hasta le dio arcadas.

Nunca lo hice así tan violento con ninguna mujer, ni con Gaby que es "todo terreno" y soporta todo. Es más, a Adriana estando así tan poseídos hasta la traté de Puta y le tiré fuerte del pelo haciendo que me mire a la cara mientras se la tragaba entera.

–sos más puta de lo que imaginé

–te gusta chupar pijas ehhh…

–Mmmm siiii… Y vos la tenés enorme –alcanzó a decirme y me enloqueció aún más.

La hice ponerse de pie, le manoseé el orto e intenté desprender el botón y bajarle el pantalón pero no quiso.

–Acá nooo… Estás loco!!! Está mi marido afuera!!!

Deseé sentir su humedad, beberme todos sus fluidos y chuparle el culo desaforadamente pero no era el lugar ni el momento indicado, igual la hice sentar en el bidet y se la metí de nuevo en la boca.

–Dale acabá rápido por favor, nos estamos demorando un montón –me dijo sacandose la pija de la boca y mirándome a la cara desde allá abajo. Se la volví a meter bien profundo y sin avisarle estallé en su cavidad y atragantandose se tragó hasta la última gota de leche. Sus ojos lagrimearon pero fue por toda la adrenalina de lo vivido. Se limpió en la pileta y yo de atrás me adherí a su cuerpo y recorrí sus nalgas redondas. Salió ella primero y yo después al rato.

Cada uno llegó por su lado, teníamos que disimular, obviamente Nacho se dio cuenta, me miró lleno de complicidad como diciéndome Bien Martincito!! En cuanto a Adriana se sentó sin decir nada y yo estaba agitado y con algo de transpiración, eso sí, me traje la champañera colmada de hielo para disimular mi demora.

En tanto Gaby y Carlos continuaban su charla sin inmutarse, cuando Marcela le hace una seña a Nacho y ambos se pusieron de pie. Nos iban a dar un anuncio.

–Gente linda, amigos, vecinos. El motivo de reunirlos ésta noche es para anunciarles algo demasiado importante… me pone súper feliz anunciarles que… tengo una pequeña gestación de tres semanas… estoy embarazada… voy a ser mamá por cuarta vez, y bueno quería que ustedes fueran los primeros en enterarse.

–Vení amor –le dijo a Nacho y con lágrimas en sus ojos lo abrazó tiernamente y se dieron un lindo beso ante nosotros ahí presentes.

–Ni el lo sabe –dijo en referencia a su marido quien quedó descolocado con la noticia que anunciaba su rubia esposa.

–Ayy Marce en serio estás……???

–Si Amor… vas a ser papá por segunda vez, querés?

Nacho lagrimeó de la emoción, ella también lloró emocionada y esta vez los besos fueron más subidos de tono, estaban súper apasionados adelante nuestro y por poco se cogen arriba de la mesa.

Gaby por su parte feliz por el embarazo de su amiga Marcela hizo una pregunta un poco zonza: Y como fue que…

–Ay Gaby por favor… Lo hicieron como todos sabemos cómo se hacen los bebés, es algo obvio no? –le respondí un tanto ofuscado, admito que la noticia del incipiente embarazo de la rubia del culo perfecto me partió en mil pedazos… Nunca me lo hubiese imaginado, si bien se la pasaba cogiendo con el marido yo no quería eso, me puse celoso, antipático, molesto… Era una mezcla de todo. Nunca se me hubiese pasado por la mente que el motivo de la cena era para contarnos que estaba preñada.

En cuanto a Adriana retomó con algo que parecía haber quedado zanjado: los gemidos.

–O sea que ese bebé estaba siendo buscado, digo… Por como todas las noches… emmm… ustedes dos… va, los gemidos de Marce no dejaban dormir a medio edificio.

Me hice el tonto y la dejé expresarse aún más.

–Estas segura Adri, yo nunca escuché nada –(mentí descaradamente obvio).

–Vos porque estás en el piso de arriba querido, pero nosotros pegaditos a la pared somos testigos noche a noche del amor de estos dos tortolitos, y hay noches que lo hacen una y hasta dos veces no sabes lo apasionados que son–dijo algo entrada en copas, el vino le pegó y estaba algo excitada la rubia caderona.

–Marce!!! Nacho!!! –Exclamó Gabriela, como es eso de que no dejan dormir a los vecinos!!

–Bueno, perdón… Es que nos amamos y mucho… Verdad amor? –Le dijo la rubia cuarentona a su joven marido quien la tomó de la cadera y la sentó sobre él, no hacían más que mimarse y de tenerla sentada en su regazo Nacho estaba con la verga al tope, lo supe porque yo no dejaba de mirarla a Marce quien al sentirla esbozó una expresión de deseo, le hablaba al oído y sonreían complices. Todo daba indicio que ni bien nos retiraramos se iba a venir una encamada épica.

Destapamos una botella de champagne y brindamos por esa pequeña vida que se gestaba en el vientre de Marcelita, fruto de las constantes y pasionales encamadas con su marido veinte años menor y dueño de una envidiable virilidad.

Si bien la milf confesó que no estaban buscándolo era una bendición y una felicidad enorme, Nacho estaba feliz, y yo moría de envidia.

–Nena o nene? Preguntó Carlos… Marce dijo yo quiero darle un heredero a este papito hermoso.

Nacho por su parte se sintió súper halagado, tremenda fue la declaración de su amor, por lo que él redobló la apuesta: –Marce ya tiene dos nenes y me hizo papá por primera vez con Francesca mi princesita hermosa, y a decir verdad amaría darle una hermanita. Yo quiero otra nena, una Marcelita segunda.

Con eso la terminó de humedecer a la milf, era un campeón en todo ese chico.

–Adri vamos retirándonos querida –Le dijo Carlos a su esposa, ella y yo no dejábamos de mirarnos, pasó todo tan vertiginosamente que el sexo oral que me hizo en el baño casi me lo borré de la mente tras la noticia, no tan feliz para mí, de la incipiente gestacion de la madura del culo más increíble que conocí en mi vida y que tanto me gustaba.

Me despedí de Carlos y luego de su mujer, y con un beso en mi mejilla me susurró –Hablamos luego –claro está que quedó algo súper pendiente entre ambos.

Nosotros hicimos lo propio y nos fuimos con Gaby agradeciéndoles la hermosa velada y más que nada por ser los primeros en saber de la buena nueva.

Llegamos a mi departamento y ella me notó molesto, en otro mundo, ya que no paraba de hablar de su amiga.

–Estás celoso? –Fue lo que dijo primero luego de una larga pausa.

Y si… Estoy muerto de celos, no te das una idea de cómo me calienta Marcela, desearía ser yo quien le baje la tanga, cogerla sin descanso y para coronar dejarla bien preñada!!!

Todo eso lo maquiné en mi mente, se lo quise gritar en la cara pero me contuve.

Con toda mi amargura contenida muy adentro de mí ser, el plaf plaf plaf de los vecinos de abajo no tardó en llegar. Nacho se la estaba culeando con todo y Marcelita con todo el alcohol que ingirió no hacía otra cosa más que gozar, al parecer estaba en cuatro patas por el retumbar de sus carnes contra el cuerpo de su marido que se la cogía sin piedad.

–Ayyy nooo… Escucha como cogen, se están matando!! –me dijo Gaby tapándose la boca, yo me tiré al piso para oír mejor y ella a su vez conmigo.

No me importó la presencia de Gabriela ahí a mi lado, me saqué el boxer y me masturbé al ritmo de las embestidas del matrimonio de abajo. La profe de matemáticas se quedó desnudita y se me subió. Cogimos a la par de nuestros amigos del piso de abajo, es más, como ya pasó en nuestra primera vez en el departamento, fuimos más ruidosos que ellos, Gaby terminó empapada y yo le descargué hasta la última gota bien adentro. Fue algo hermoso y hasta se me pasó el enojo.

Quedamos rendidos en el piso y no se ella, pero yo me dormí en ese mismo instante, fue mi tercera descarga de leche de la noche, estaba casi débil.

Ese domingo nos levantamos a eso de las 9.45 am, desayunamos e intenté convencerla a Gabriela que se quedara a pasar el día, me respondió que era una "oferta tentadora" pero debía irse más que nada porque su hija quedó sola en su casa. Se puso ropa un tanto más cómoda que quedó en mi departamento de noches anteriores que estuvimos juntos y se fue.

Me volví a dormir muy profundo y a eso de las 11.50 am siento que alguien tocó el timbre. Me levanto a abrir y para mi sorpresa era Adriana. Estaba por demás linda, tenía unos bucles en el pelo, algo maquillada y con el mismo pantalón azul marino que usó en la cena y arriba una linda camisa blanca de mangas largas.

La invité a pasar y tomamos asiento, y luego de un electrizante silencio procedió a tomar la palabra.

–Mirá Martín, lo que pasó anoche fue algo impensado, quiero dejarte en claro que yo no soy una mujer de esas… digo… no me ando encamando con cualquier tipo, tengo un marido y una hija que lo es todo para mí, y siento una vergüenza enorme por mi comportamiento. Pasa que tomé mucho y me dejé llevar.

Las cosas con Carlos no vienen del todo bien y verte a vos con Gaby y a Marce con Nacho… ayy no sé cómo seguir… Pero necesito decírtelo: Carlos es eyaculador precoz, me coge horrible y desde que llegamos a este edificio me atormentan los gemidos de Marce… Y la paso mal, tengo necesidades físicas sabés, y para peor ellos lo hacen todas las noches y yo debo taparme la cara con la almohada para no oírlos pero me es imposible… Y lo que más rabia me da es que Carlos cada día me ignora más y si algo pasa entre nos es porque yo tomo la iniciativa. Pero es algo inútil, nunca más tuvimos una previa, no hay lugar para ese jueguito antes del acto sexual, el me la mete en forma casi mecánica y acaba al tercer o cuarto movimiento… Y eso a mí no me llena, quizás estoy muy vieja y fea por eso no se fija en mí como antes.

Se puso a llorar pero se descargó… y vaya confesión. El rímel negro se le salió íntegro con sus lágrimas y su carita estaba colorada. La consolé en mis brazos y fue calmándose.

Se apresuró y quiso irse pero la retuve. Le pregunté por Carlos, su marido y me contó que previo a qué viniese a tocar a mi puerta discutieron y el se fue a comer a lo de su madre, esa vieja arpía que me odia, agregó y ya más calmada soltó una sonrisa.

–Y si te quedas y pasamos el domingo juntos? –le dije ya jugado. No sé por qué pero me gustaba su compañía, me llevaba muchos años pero me atraía, y me la chupó increíblemente bien en casa de Marcela.

–Y tu novia?

–Quedate tranquila que no está, y además Gaby no es mi novia… Es… mmm bueno es una larga historia que ya te la contaré –le dije y Adriana asintió con la cabeza y logró distenderse más.

–Que querés comer?

–Lo que vos quieras hoy sos mi invitada.

–Mmmm pastas… Te parece?

–Adri me encantaría pero no tengo fideos… Me esperas voy a comprarlos ya mismo.

–Y si vamos a mi departamento? Dale?

–Y si vuelve tu marido… O Stefy que le decimos?

–Stefy va a volver recién mañana lunes y Carlos va a tener para rato en casa de su amada madre, así que vos relajate… además te estoy invitando a comer… No te voy a succionar el pito otra vez ehhh… No te hagas ilusiones bebé.

Me bajó el autoestima con eso de "No te hagas ilusiones bebé", pero las ganas de coger estaban latentes, busqué mis llaves, apagué las luces y nos dispusimos a bajar a su departamento. Ella se adelantó, yo un tanto más retrasado no le sacaba la vista de esas caderotas y del culo que estaba semitapado por la camisa blanca que la traía afuera. Llegamos a su morada, entró ella primero y dejó la puerta abierta.

Nos pusimos mano a la obra, sacó los fideos y yo me ofrecí a hacer la salsa, y estando ambos ocupados sobre la mesada y en el reducido espacio de a ratos mi cuerpo la rozaba estando ella de espaldas y ya me tenté y algo dura se me puso.

Llegó la hora de almorzar, pusimos la mesa y procedimos a comer. Se manchó un poco el mentón con salsa y la limpié suavemente, al tocarla se le erizó la piel, estaba mas que necesitada de afecto, cerró sus ojitos cuando estuve tan cerca de ella y fue un lindo momento.

La comida estaba exquisita, y mientras permaneciamos sentados Adri hizo silencio, tragó saliva y me dijo así:

–Si vos querés que pase algo más entre vos y yo no tengo problema, pero necesito que me seas sincero desde el minuto uno, me harté de los hombres mentirosos y a juzgarte me tenés algo indecisa, así que de ahora en más háblame con la verdad.

Ok, respondí mirándola a sus dominantes ojos marrones.

–Voy a ser aún más explícita y me doy cuenta de todo y necesito saberlo: a vos te pasan cosas con Marcela no?

Dudé… Elaboré una respuesta y la medité, no me sacaba la vista de encima y me estaba poniendo a prueba.

–Es la amiga de mi pareja, yo no podría.

–Ves que mentís? Recién en tu departamento me dijiste que ustedes no eran novios… y ahora de repente le das el título de "pareja".

–Bueno perdón… Con Gabriela nos une el sexo, nos buscamos solo para eso, pero no somos ni novios ni pareja, cada uno vive su vida y ni yo le reclamo nada ni ella a mí.

–Ahh bien… Me mataste con tu respuesta, sos muy hábil y eso me gusta. Pero volviendo a la primera pregunta, te gusta Marcela? Digo por como la mirabas toda la noche, tengo más años que vos y capté todo desde que entraste.

–Y bueno que querés que te diga… Mi respuesta es Sí, es hermosa, es la mujer perfecta y cualquier hombre gustaría de ella.

–Desde que entraste le miraste el culo sin descaro, creo que hasta el marido se dio cuenta… igual no te culpo, ese pantalón blanco le resaltaba la figura, es más, te confieso que como mujer odié que ese pantalón le quedase tan bien, no puede tener semejante culo, es una cosa perfecta y me mató la envidia.

Pero más me mata la envidia de que gustes de ella… Mmmm bueno perdón me desubiqué, olvidá lo último que dije, mala mía.

–Adri ya que estamos me gustaría disculparme por haberte dicho otra mentira anoche…

–Mmmm a ver… Recordame porque tengo una memoria de pocos gigas…

–Ehhh… yo también la escucho gemir por las noches, y me vuelve loco… no te das una idea. Desde el día que llegué la escucho disfrutar con su marido… Y me calienta tanto que me tengo que masturbar para calmarme… perdón por ser tan pajero.

–Nooooo nada que ver… No te sientas mal, esa no era la idea Martín… Yo también me volví re pajera por culpa de ellos dos, es más, me cansé de quejarme con el consorcio pero no me dieron respuesta alguna, así que aprendí a convivir con sus alaridos, porque ya son gemidos y algo más no?, y bueno… me altero me enojo y lo miro a Carlos y ni se inmuta… Entonces tocándome me desahogo… Si si… A los 50 encontré mucho placer en la paja.

Reimos al unísono, quien iba a pensar que ambos nos hacíamos la paja por culpa de Marcela. En fin, yo estaba excitado y ella no aguantaba las ganas.

–Bebé… que más puedo decirte, me pusiste cachonda con tu confesión pero más me calentó tu sinceridad.

Lo que sí me pone triste porque me dejaste en claro lo mucho que te gusta… y yo sinceramente no soy competencia para ella. Soy fea y no hace falta que me lo digas, lo sé.

Tengo una cola muy grande y tu amor imposible la tiene firme y divina, además su carita es angelical y mirame a mí, estoy llena de arrugas y patas de gallo. Bajó su mirada y de la efervescencia se puso algo depresiva.

–Nada que ver, sos hermosa, vení acá –le dije y se vino a mí. Me puse de pie y la besé con timidez, quería que se recupere de ese momento de bajón y fue tomando confianza.

Uy siii… Adriana me la levantó de un modo tremendo, me abalancé sobre ella y nos fuimos a su dormitorio.

Adriana moría de ganas, estaba mas exultante que una adolescente, sus hormonas estaban en ebullición y entre toqueteos y besos apasionados con el hombre que eligió para que se la monte fue despojandose de las sandalias y la blanca camisa rumbo a la habitación matrimonial.

Ya al pie de la cama donde dormía con Carlos, su marido, me bajó el pantalón hasta las rodillas, vió mi bulto haciendo presión dentro de mi ropa interior y me la sacó, mirándola fijamente me dijo La tenés enorme!! Así, con mucha efusividad, la recorrió desde la base hasta el glande e hizo un movimiento inverso.

–Puedo? Me dijo cachondisima y se la llevó a la boca. Cabeceaba muy bien y me la chupaba como si nos conociéramos de toda la vida y otra vez la saliva se le escurría por las comisuras, era una chupapija hermosa, como me calentó, y lo hacía divinamente bien que no me pude resistir y una bocanada de semen salió con prisa, claro está que se bebió hasta la última gota.

–No pretenderas dejarme con las ganas no? –me dijo desafiante, mientas se puso en cuatro sobre el somier, se sacó el apretadisimo pantalón quedando con una micro tanga blanca que se le adentraba toda en la cola, y tenía unos labios vaginales que se escapaban por los costados de esa blanca tela de algodón. Se la agarré de los costados y la fui sacando. Estando en esa postura es como que se podía apreciar el tamaño de ese modelo orto y lo más peculiar fue que tenía un agujerito muy cerrado. Me acerqué, abrí sus blancas nalgas y asomé curioso mi lengua a ese culito apretado.

–Que hacés degenerado!! –me dijo e intentó salirse, al parecer no estaba habituada a qué alguien le chupe el culo, y yo quería hacerselo. La masturbé lento para volver a relajarla y cuando se entregó otra vez hice el intento… Ahí ya se dejó y pude ensalivarselo. Tenia un rico gusto y me confesó que era la primera vez que alguien le hacía eso.

En un punto paró más la cola y se puso un almohadón bajo el vientre.

–Lo tengo casi virgen sabés. Hace un montón que no tengo sexo anal.–

Gauuu… Fue música para mis oídos eso, la pija se me puso durísima otra vez tanto que hasta yo mismo me sorprendi de como se recuperó tan rápido, le metí más lengua para dilatarlo y estaba a punto, apunté mi misil a su puertita trasera pero Adri no quiso… Y no hubo forma de convencerla.

–No bebé estás loco, me vas a romper el culo con esa cosa enorme… además no estoy lista…

–Adri por el amor de Diossss… No te das una idea del culazo que tenés no me digas eso!! Respondí algo ofuscado.

–Es nuestra primera vez, ya vendrán más y ahí si, te lo prometo te lo voy a dar, quiero que me hagas la cola pero hoy no, entendeme. No te enojes Martu… es que me da un poco de miedito porque la tenés enorme…

Se dio vuelta y me la volvió a chupar como loca.

La empecé a tratar de puta otra vez, y ella lejos de ofenderse lo disfrutaba, es como que yo la estaba halagando por tragársela toda, me hacía un oral como los dioses y de repente se detuvo y me dijo Dámela toda.

Se volvió a dar vuelta poniendo el culo en pompa y jugué un rato con su concha antes de hacersela entrar, eso lo aprendí de Nacho quien se la hacía desear así a su mujer, y vaya que los resultados fueron fructíferos, Adriana suplicaba ser cogida, no daba más de lo mojada que estaba y de la desesperación con sus manos la apuntó y se la hizo entrar.

Y ese primer gemido es lo que cuenta, ahí uno sabe si hizo bien las cosas y al parecer sí… Era estrecha, pegaba unos alaridos peores a los de su vecina de al lado que tanto criticó.

Era una rubia muy puta, sus ganas de coger eran infinitas y se la bancaba muy bien. Tenerla en cuatro y sentir el golpeteo de mi cuerpo contra ese culo grande pronto iba a hacerme explotar, la cogí más fuerte y Adri acabó. Fue una expresión fuertisima, es como que necesitaba eso. La noté feliz.

Nos besamos antes de seguir y estábamos más que entregados, es como que no había nadie más en kilómetros a la redonda. Solo éramos ella, la cama y yo.

–Ahora vamos a jugar a que yo soy Carlos tu marido, querés mi putita hermosa?

–Sí amor… Hace de mí lo que quieras.

–A ver… Carlos te come las tetas?

–… a veces.

Me posé en medio de las dos y las disfruté.

–Carlos te chupa la concha?

–A veces…. Pero vos me la comés demasiado rico.

Se la chupé largo y tendido y tuvo su segundo orgasmo, la rubia se retorció en mi boca y yo no me quería despegar.

Yo quería seguir, tenía batería para rato y cuando se tranquilizó retomamos el jueguito de preguntas y respuestas

–A ver mamita… Su marido se la coje por el orto?

–Mmmm no mi amor… jamás de los jamases, es más creo que no le gusto más como antes, ya ni me desea… además tengo un culo horrible y muy grande… A ningún hombre le gustan las mujeres culonas como yo.

–A mí me fascinas sabés, tenés un orto divino. Se río y ya estaba lista.

Otra vez con un hambre voraz quería pija. Se me subió y de a poco fue cabalgandome, se movía y disfrutaba, era insaciable. Y así seguimos, me pedía que se la entierre toda y así fue, le entró hasta el infinito y fue hermoso, cuando me suplicó que quería lechita caliente en la boquita, la puse en cuatro otra vez, la penetre con furia y cuando me sentí venir se la saqué, se arrodilló y le enchastré la cara con mi semen. Algun disparo fue a darle en el ojo y se río a carcajadas. –No me dejes ciega eh. La escena era digna de una película porno. Que rubia más puta resultó ser la brasilera.

Se limpió, nos despedimos y salí de su departamento mirando para todos lados. Por suerte no había espectadores afuera.

Se nos complicaron los encuentros entre semana porque su hija estaba todo el tiempo en su casa, el contador solo venía por las noches y a veces tenían relaciones, pero todo muy precoz, casi mecánico. Ella me escribía contándome como fue y yo le respondía y le mandaba fotos de mí pija parada. Eso era como un anzuelo porque Adri se excitaba y a altas horas de la noche cuando todo el mundo dormía tocaba la puerta de mi departamento y venía a sacarme toda la leche.

No podíamos coger pero moríamos de ganas, por lo que todo se reducía a un pete rápido, le acababa en la boca y se iba calmada a dormir. Carlos ni notaba que su santa mujercita se venía al piso de abajo todas las noches a escondidas.

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