Las cosas con Ingrid iban de maravilla, en el gym éramos conocidas como el dúo dinámico porque hacíamos nuestras rutinas juntas siempre, y en la intimidad éramos muy compatibles, ya le había platicado a mi esposo de ella y él la aceptaba como mi novia formal, cuando los presenté en una reunión ambos se miraban nerviosos y excitados.
Regresamos a casa y servimos unos tragos para los tres, Ingrid empezó a platicarle a mi marido de nuestra amistad en el gym y yo aproveché para subir a la recámara.
Me desnudé y regresé con ellos solo con mis zapatillas altas de siempre.
Ambos se quedaron mudos así verme bajar las escaleras desnuda y cuando llegué con ellos les di mis manos invitándolos a ponerse de pie y les dije:
-Quiero que sean buenos amigos porque yo estoy en medio de Uds. ya, la relación con ella (dije señalando a Ingrid) es muy especial para mí y contigo (le dije a mi marido) no tengo secretos y así me has aceptado.
-Quiero tener una relación de armonía entre los tres, ¿les parece? -Dije meneando mis caderas, ofreciéndoselas a ambos y ellos asintieron con tranquilidad.
Mi marido le preguntó a Ingrid, -¿te gusta mi esposa?
-¡Mucho! -Dijo ella encantada y acercándose a darme un beso de lengua que recibí feliz de saberme deseada por ambos.
Volteé a ver a mi esposo y le dije:
-ven, vamos a la recámara, quiero que me veas con ella, nos deseamos mucho y quiero que lo disfrutes tú también.
Subimos los tres y al llegar a la recámara él se sentó en la orilla dejándonos espacio.
Desnudé a Ingrid que estaba muy nerviosa por saberse vista y deseada por un hombre después de mucho tiempo.
-Tranquila, le dije entre besos, no te va a coger si tu no quieres entendiendo su manera de pensar.
Empezamos a hacer un 69 intenso, mi lengua entraba profundo en su deliciosa raja güerita y sentía la suya acariciarme la velluda vagina delicadamente cuando me di cuenta que mi esposo se había quitado los pantalones y se estaba masturbando viéndonos con la verga bien erecta sin perder detalle del cuerpo de Ingrid.
Se quitó la camisa y quedó igual de desnudo que nosotras.
Me enderece un momento y me senté en la cama jalando a Ingrid para que hiciera lo mismo.
Ya sentadas ambas frente a mi marido, me agache a mamarle la verga cosa que mi esposo aprovechó para inclinarse un poco hacia el frente para acercarse al rostro de Ingrid.
La tomó de la cabeza y empezó a besarla con lujuria cosa que Ingrid correspondió gimiendo caliente ya.
Se dieron la lengua un rato hasta que me enderece de nuevo y jalé a mi esposo para que se acostara en las cama en medio de las dos y tomando la mano de Ingrid la llevé a la verga de mi esposo.
Ella entendió inmediatamente y empezó a masturbarlo lentamente mientras se iba acercando a el pene erecto de mi marido.
Volteando a verme en complicidad, se metió la verga en su boca y empezó a mamarlo con lujuria mientras gemía caliente ya por sentir el pene dentro de su boca.
Me acerque a ella y le pregunté si oído:
-¿Quieres que te coja?
-Sí! -Dijo ella regresando a mamar con más lujuria y no le quitaba la mirada a mi esposo en complicidad mutua.
La cara de Ingrid denotaba placer, placer y lujuria; le mamaba con desesperación a mi esposo y decidí dejarlos coger frente a mi por ser la primera vez de Ingrid desde hacía mucho tiempo.
Me acomodé a un lado y los deje hacer a sus anchas, mi marido se acostó y jaló a Ingrid para hacer un 69, Ingrid respondió de inmediato subiéndose en él y poniéndole la raja sobre su boca.
La lengua de mi marido se metió profundo en la vagina de Ingrid mientras le abría las nalgas y ella se metía la verga de mi esposo en la boca con desesperación.
Acariciándole el cabello a mi esposo le pregunté:
-¿verdad que está deliciosa mi güera?
-Sí, -respondió mi esposo caliente ya de saborearla y sentir la boca de la güerita mamándole la verga.
Mi marido al empezar a sentir su orgasmo llegarle, trató de enderezarse para metérsela a Ingrid pero ella no se bajó de él y le dijo con una voz llena de lujuria:
-No, dame un orgasmo con tu lengua y vente en mi boca está primera vez, quiero sentir el semen entrar en mi boca de nuevo después de tanto tiempo, después me la metes cuántas veces quieras dijo volteando a verme buscando mi aprobación.
-Claro mi vida, le dije a Ingrid, puedes coger con mi marido cuando quieras… ¿verdad cabron?
Mi marido no contestó ya concentrado en acariciar el clítoris de Ingrid preparándola para darle un orgasmote.
Ella empezó a gemir como loca y justo cuando sintió que le llegaba el orgasmo en su clítoris, mi marido empezó a venirse en su boca abundantemente llenándola del semen que tanto me gusta.
Ingrid se pegó como ventosa a la verga de mi marido para no dejar escapar nada de semen y gimiendo por el placer recibido en su vagina y boca empezó a llorar, rápidamente me abalancé hacia ella y le pregunté:
-estás bien nena?
Ella respondió con lágrimas recorriendo sus preciosas mejillas.
-Sí, estoy muy bien, gracias a los dos, lloró por darme cuenta que he desperdiciado mucho tiempo sin tener este placer que acabo de tener con tu marido, Mariela, no me lo tomes a mal pero quisiera pedirles algo a ambos.
-Claro mujer, -dijo mi marido sentándose en la cama, que necesitas?
-pues, quiero estar con los dos, como un trío permanente, me acabas de dar un orgasmo que sentí se me volteaba la vagina de placer y con Mariela es igual. Me aceptan como su amante de ambos de planta?
Nos quedamos sorprendidos mi marido y yo, eso si no lo vi venir, ni siquiera se la había metido todavía mi esposo a la güera y ya quería ser de nosotros.
-Pues por mí está bien, dije sonriendo hacia ambos… y tú qué dices? -Le pregunté a mi marido sabiendo de antemano ya la respuesta.
Mi marido volteo con rostro algo serio hacia Ingrid y le dijo:
-Eso que pides es muy excitante para ella y más para mí, estás buenísima y me gustó mucho este primer encuentro. Pero ni siquiera te la he metido, ¿estás segura de lo que estás diciendo?
Ingrid se rio divertida y se acostó en nuestra cama y abrió sus preciosas piernas y le dijo a mi esposo:
-Ven, métemela y vemos que resulta.
Mi marido se acomodó rápidamente entre las piernas de Ingrid y antes de que se la metiera me acerqué y le mamé la vagina a Ingrid un momento y le chupé la verga a mi marido para parársela más.
Me acosté junto a ellos empezando a masturbarme viéndolos y él se acomodó ahora sí ya entre sus piernas.
Ingrid tenía la vagina empapada, lubricaba mucho cuando estaba caliente y vaya que sí lo estaba en estos momentos.
Mi esposo le puso la cabeza de su verga en la entrada de su raja güerita acariciando esos labios vaginales abultados que tenía la güera y fue ella quien lo abrazó y jalando hacia ella para besarlo intensamente alcanzó a decirle antes de darle su lengua para besarse lujuriosamente:
-méteme la verga como se la metes a Mariela, quiero sentir lo que ella siente contigo.
Eso bastó para que mi marido la agarrara de las nalgas firmemente y le metió la verga de un solo golpe hasta adentro.
Ingrid gimió y empezó a moverse como hembra en celo.
-sí, así cógeme cabrón, cógeme fuerte y seré suya para siempre.
Me vine viéndolos coger como si fueran una pareja enamorada que disfrutan de su contraparte como si no hubiera mañana, ambos se besaban con verdadero placer y el bajo un momento a mamarle las tetotas a Ingrid mientras ella gemía casi gritando.
Así estuvieron un buen rato, hasta que ella empezó a mover las caderas más intensamente aumentando el placer de ambos y entre gritos tremendos se vino ella primero, mi marido no dejo de bombearla aún después de ella haberse venido dos veces ya y ella volteó a verme con mirada intensa y me dijo:
-eres afortunada entre gemidos, este cabron aguanta mucho.
Mi marido la volteó y la puso de perrito y la ensartó desde atrás metiéndole la verga en esa vagina que me encantaba tanto y me acerqué a besar a Ingrid mientras seguían cogiendo calientes que estaban.
Cuando mi marido se vino casi la levantó por las embestidas y le llenó la vagina rubia de su semen mientras ella gemía sintiendo su cuarto orgasmo ya.
Lentamente se desensartaron exhaustos ambos después de ese tremendo encuentro y entonces ella entró en pánico porque hasta ese momento se dio cuenta que se le habían venido dentro de la raja y ella no tomaba nada para cuidarse.
-Mariela! Y si me embarazo?
-Nahhh… -Le dije- sería una tremenda coincidencia no crees?
Acercándome a su preciosa carita le pregunté:
-Te molestaría embarazarte de nuevo?
-no, la verdad no, si es de él está bien, -señalando a mi marido-, pero tú no tendrías problema?
Riendo escandalosamente le dije:
-pues ya ves, este me dejó embarazarme de mi macho negro y no tenemos tema con eso.
Los tres sonreímos satisfechos por el acuerdo logrado.
Ya tendría tiempo para llevar a cabo mi plan que era ofrecerla también a mi macho negro y dejar que la embarazara él para que ambas tuviéramos un hijo de color.
Continuará.