Me gusta contar cada detalle de lo que viví para volver a sentir esa experiencia, pero si quieren ir directamente a los momentos más calientes de mi historia les dejo los "capítulos" de mi confesión:
1. Cómo la conocí
2. Nuestra primera cita
3. Llegamos al motel
4. Sus habilidades orales
5. Le devuelvo el favor
6. Entro en ella por primera vez
7. Ella empieza a cabalgar mi pene
8. Nueva pose para que ella me haga un oral
9. Lo hicimos en el jacuzzi y ella tiene un orgasmo
10. Me vengo en su boca
1.
Eran las 7:30 de la mañana, estaba esperando el bus para ir a mi trabajo; cuando llegó note que no había sillas, así que decidí quedarme junto a la puerta. Luego de unos minutos empecé sentirme observado, levanté la mirada y a metro y medio de mí vi a una chica, debía tener casi 40 años, era morena, delgada, tenía el pelo negro, cogido con una trenza que le llegaba casi hasta la cintura, ojos oscuros, labios gruesos; por su ropa imaginé que trabajaba en oficina, quizás era secretaria, tenía un camisa azul, una minifalda negra, medias veladas y tacones, podía calcular que medía 1.65 metros.
Ella me miraba a lo lejos, podía sentir que algo le atraía de mí, soy un hombre de 33 años, de cara linda, o por lo menos eso me han dicho, ojos claros, cabello rubio, ondulado y corto con cuerpo atlético. Me quedé mirándola un poco y ella volteó la mirada, dejé de mirarla pero seguía sintiendo sus ojos, soy un poco tímido y me costaba mantener la mirada fija cuando la sentía, en un punto sostuve la mirada y nos quedamos viendo unos segundos, por alguna razón que no había vivido antes pude sentir una tensión sexual en la situación, durante todo el trayecto pensé en acercarme pero no fui capaz. Luego de 15 o 20 minutos, el bus llegó a un paradero y ella se bajó, yo estaba a 2 estaciones de mi trabajo, sin embargo decidí bajarme con ella y acercarme, en unos segundos pensé una excusa para hablarle:
– Oye, discúlpame ¿te conozco de otro lado? ¿me pareces conocida? -Le pregunté un poco nervioso, mientras, ella reaccionó sorprendida.
– Creo que sí, te vi en el bus, pero no recuerdo dónde te había visto antes – Me respondió, pero yo sabía que ella estaba mintiendo, eso solo me indicó que también quería hablar conmigo.
– Me llamo Diego, mucho gusto ¿cómo te llamas? – Le pregunté
– Me llamo Diana – Me respondió un poco tímida.
Seguimos hablando mientras salíamos de la estación, me contó que trabajaba a unas cuadras de ahí, que entraba en media hora; así que aproveché la oportunidad para invitarla a tomar un café, ella aceptó pero me advirtió que no se podía demorar. Entramos a una cafetería y nos relajamos, empezamos a hablar un poco más, me contó que tenía esposo y un hijo, me dijo que llevaba relativamente poco trabajando ahí, que estaba aburrida, pero que no veía otra opción, yo le conté que tenía novia y vivía con ella hace unos años, la conversación empezó a tornarse más íntima, le pregunté sobre su vida con su esposo.
– Vivimos juntos hace 10 años, me hace feliz, aunque a veces siento que las cosas ya no son como antes, con el tiempo todo se empieza a volver monótono – Aproveché ese momento de sinceridad y le conté por qué me acerqué a ella.
– La verdad es que no te conocía de antes, solamente te vi y quería hablarte. – Le dije con un poco de nerviosismo, pensé que tal vez se podía molestar o incomodar, sin embargo ella sonrió de forma pícara, me dijo que era un "tonto" pero sonriendo, como si le hubiera gustado.
Ella continuo hablándome.
– Pensé que me ibas a decir algo cuando estábamos en el bus, pero me sorprendió ver que bajaste a hablarme, obviamente sabía que nunca antes nos habíamos visto – Sonrió un poco sin dejar de mirarme a los ojos. – La verdad me gustó que lo hubieras hecho. –
Luego de un par de minutos me dijo que debía irse a su oficina, yo me lamenté, pero aproveché para pedir su número antes de irnos.
Pasaron algunos días y empezamos a chatear de forma constante, ella me contaba cómo iba su día, me hablaba de su trabajo, pero pocas veces me mencionaba a su esposo, yo también conversaba con ella le hablaba de mis días en la oficina, le mandaba fotos en el trabajo con la intención de que ella me pasara algunas fotos suyas, lo cual funcionaba y me daba la oportunidad de alagarla y decirle lo linda que era y que me gustaría volver a verla, ella me decía que era difícil porque estaba muy ocupada.
2.
Luego de casi un mes chateando, Diana me contó que iba a tener libre un fin de semana, que podíamos encontrarnos y hablar un rato; yo acepté de inmediato.
Nos encontramos un sábado en la tarde en un centro comercial, a pesar de que llevábamos un tiempo hablando estaba un poco nervioso por el encuentro. Cuando por fin llegó, la vi mucho más hermosa que en el bus, esta vez llevaba el pelo suelto y liso, le llegaba casi hasta la cintura, tenía un buzo negro de manga larga ajustado a su cuerpo con un escote cuadrado, que no mostraba mucho pero insinuaba unos pechos de buen tamaño, tenía una minifalda café casi del tamaño de una falda colegiala, con unas medias veladas con unos corazones y unas botas altas, se veía realmente hermosa. Yo llegué con una camisa de leñador abierta y debajo una camiseta blanca ajustada, soy un joven atlético pero no tan musculoso, tenía una barba estilo candado muy corta y unos pantalones ajustados.
La salude con un beso y entramos al centro comercial para buscar un lugar donde comer, hablamos un poco pero sentía que aún no rompíamos esa timidez que suele sentirse en una primera cita, así que le pregunté por qué había tenido libre ese fin de semana.
– Mi esposo salió a un viaje de trabajo, vuelve hasta el lunes y mi hijo se quedó con mis suegros – Aproveché para molestarla un poco y tratar de romper el hielo que sentía desde que nos encontramos.
– O sea que hoy tuve suerte, sino, no sé cuándo nos hubiéramos podido ver, ojalá que siga teniendo suerte – Le dije mirándola a los ojos.
– Vamos a ver cómo sigue el día, a ver qué tanta suerte terminas teniendo – Me dijo ella con un tono pícaro.
Después de eso empezamos hablar con más confianza, nos reíamos de algunas cosas y empezamos a tener algunos acercamientos físicos, ella me tocaba las piernas, me abrazaba y yo hacía lo mismo, pasaron unas horas y ya casi estaba empezando a oscurecer, en un momento nos quedamos mirando fijamente y yo aproveche para acercarme a ella y darle un beso, ella puso su mano detrás de mi cabeza y pude sentir su lengua tocando la mía, nos empezamos a besar de forma cada vez más apasionada, yo me acercaba a ella para que sintiera cómo sus besos me estaban excitando.
3.
– Creo que tengo mucha suerte hoy – Le dije sonriendo, ella asintió con la cabeza.
– ¿Qué te parece si vamos a otro lado para estar solos? – Le pregunte y ella de nuevo asintió con la cabeza como una niña tímida que se quiere dejar llevar. Pedí un carro y la llevé a un motel cercano, nos fuimos besando todo el camino. Cuando llegamos pedí una habitación con jacuzzi, quería disfrutarla demasiado.
4.
Entramos a la habitación, ella me pidió un momento para ir al baño, yo la espere sentado al borde de la cama, cuando salió, noté que ya estaba lista para empezar lo que ambos estábamos buscando. Se acercó a mí, se inclinó para besarme, buscó una almohada en la cama y la puso en el suelo, me empujo con su mano para que me acostara en la cama y se arrodilló frente a mí; empezó a desabrocharme el cinturón, con una mirada de deseo, me quitó las zapatillas y luego el jean, quedando solo en bóxer frente a ella, mi pene ya estaba muy duro y se asomaba por la parte superior del bóxer, lo cual le dio una idea del tamaño que se iba a comer, (tengo que decir que mi pene no es enorme pero sí tiene un buen tamaño).
– Me muero por comerme eso – Me dijo mordiéndose los labios
-Esta noche es tuyo – Le respondí con la respiración un poco cortada de la excitación.
– ¿Solo está noche? – Me dijo con un tono de decepción
– Bueno, esperemos cómo termina esta noche – Le dije.
Ella continuó bajando mi bóxer hasta dejarme desnudo de la cintura para abajo. Tomó mi pene con sus dos manos y empezó a moverlas en círculos alrededor de él, sentí un cosquilleo en las manos, la excitación me enloquecía, verla a punto de darme placer me calentaba demasiado. Estuvo un par de minutos masturbándome hasta que empezó a acercar rostro lentamente y por fin lo metió en su boca, la sensación fue increíble, el calor de su saliva me generó un corrientazo en todo el cuerpo, puso su mano izquierda en mi abdomen y con la derecha siguió masturbándome al ritmo de su boca, subía y bajaba, podía ver como humedecía mi pene cada vez que sus labios subían y cómo su mano se deslizaba con más facilidad gracias a su saliva, empezó a aumentar la velocidad con la que se lo metía en la boca. Escuchaba algunos gemidos mientras me lo chupaba, me encantaba, me hacía sentir cada vez más excitado. Empezó a aumentar la succión de su boca y a hacerlo cada vez más rápido, movía su cabeza de un lado para el otro sin sacar mi pene de su boca, lo cuál se sentía increíble, su cabello caía sobre mi abdomen por lo cuál tuve que sostenerlo con mis manos para seguir mirando lo que estaba haciendo. Pasaron varios minutos hasta que tuve que empujarla ante la sensación de eyaculación que sentí, la jalé del pelo con mi mano derecha y con la izquierda la empujé del hombro para que se alejara de mi pene.
– ¿Te lastimé? – Me preguntó un poco asusta y sorprendida.
– Para nada, lo estás haciendo muy bien, pero si sigues así, creo que me voy a venir, me lo estás chupando increíble – Le dije para calmarla. Su mirada de susto cambió y retorno esa mirada pícara con la que había empezado a chuparlo.
– Perdóname, es que tu pene está delicioso, no me puedo controlar, voy a probar otra cosa – Sus palabras excitaron más, la sensación de eyaculación bajó, ya estaba listo para ver que sorpresa me tenía esta mujer.
Puso sus manos en mis piernas para apoyarse y metió de nuevo mi pene en su boca casi hasta la mitad, se quedó mirándome a los ojos; yo sostenía su pelo con impaciencia, quería saber qué iba a hacer.
Esta vez ella no movió su cabeza de arriba abajo, pero noté que estaba haciendo algo dentro de su boca, podía sentir como rodeaba la cabeza de mi pene haciendo círculos con su lengua, nunca una mujer me había hecho algo así, la habilidad que tenía para masajear mi pene con su lengua era única, no dejaba de mirarme mientras lo hacía, podía notar en su boca los ligeros movimientos de su lengua. Empezó a abrirla sus labios para sacar su lengua por debajo de mi pene, la metía de nuevo y retomaba ese masaje alrededor de mi pene, no sé cuánto duró ella haciéndolo pero podría calcular que fueron 10 o 15 minutos de puro placer, en un momento sentí que estaba a punto de eyacular por lo que tuve que volver a empujarla para sacar mi pene de su boca, esta vez un par de gotas alcanzaron a salir, pero logre controlarme para no venirme.
Ella sonrió sabiendo la razón por la cual la empujé; chupó con una sonrisa esas gotas de semen que alcanzaron a salir.
5.
Me levanté frente a ella y empecé a quitarme la camisa y la camiseta, quedé completamente desnudo, ella aprovechó para chuparlo un poco más pero la levante rápidamente y empecé a besarla, agradeciendo lo que había hecho, sabía que era mi turno de darle placer así que la senté en la cama, le quite el buso, debajo tenía un brasier negro de encaje que cubría la mitad de sus pechos con una transparencia que me dejaba ver un poco de sus pezones, le quité el brasier en seguida y por fin puede tener sus senos frente a mí, eran grandes, con pezones grandes que me apuntaban demostrándome que estaba excitada. La empujé a la cama como ella había hecho conmigo y empecé a quitarle las botas y la falda, quedó con su tanga negra también de encaje y sus media de ligeros, se veía hermosa, era una mujer delgada, se notaba que cuidaba su cuerpo.
Me levanté para besar su boca mientras estaba acostada y empecé a bajar lentamente por su cuello, ella gemía con mis besos, seguí bajando hasta sus pechos, los toqué suavemente, pasé mis dedos al rededor de sus pezones, besaba cada centímetro de sus pechos hasta empezar a chupar sus pezones, los succionaba suave y luego un poco más fuerte, lo cuál hacía que ella hiciera algunos movimientos involuntarios, seguí bajando por su abdomen, mi lengua recorría todo su cuerpo con placer, llegué hasta su pelvis y decidí quitarle su ropa interior, para dejarla solo con sus ligeros.
No fui directamente a su vagina, quería excitarla más así que empecé a besarla alrededor en sus muslos, luego un poco más cercar, su respiración me decía que ya no podía aguantar, podía sentir el olor de su sexo, me acerqué cada vez más hasta empezar a besar los labios de su vagina, le pasaba la lengua de arriba abajo con delicadeza, sentí como sus manos empezaron a rodear mi cabeza para guiarme a donde ella quería el placer, así que empecé a hacerle sexo oral, cubrí con mi lengua su sexo y empecé a moverla para introducir un poco la punta de mi lengua, subía y bajaba con delicadeza mientras la miraba, ella estaba observando todo lo que le hacía, empecé a pasar mi lengua por su clítoris, primero con movimientos circulares, luego moviéndola de arriba a abajo apretando con fuerza, ella gemía con más fuerza.
– ¡Dios mío! ¡Dios mío! qué lengua tienes, no pares por favor – Me decía entre gemidos.
Le hice caso y seguí mi movimiento sin parar, podía sentir como mi boca se cansaba pero no quería detener el placer que ella sentía, me separó de su sexo un momento de la misma forma que yo lo había hecho, me miró y sonrió sin decirme nada. Metí un par de mis dedos a mi boca para humedecerlos y luego se los metí a ella con suavidad. Continué haciéndole sexo oral, pero esta vez ayudándome de mis dedos que metía y sacaba aumentando la velocidad guiado por sus gemidos, ella volvió a separarme y yo aproveche para sacar mis dedos llenos de sus líquidos y meterlos en mi boca.
– Sabes delicioso – le dije luego de limpiar mis dedos con mi boca.
– No me digas eso, me vas a hacer correrme – Me respondió con excitación.
Seguí haciéndole sexo oral por varios minutos, quise darle el mismo placer que me dio, podría calcular que llevábamos casi 30 o 40 minutos y sentía que ya era momento de estar dentro de ella.
6.
Me levanté frente a la cama, me puse un condón que estaba en una mesita mientras ella continuaba acostada boca arriba, la jalé de las piernas para dejarla en el borde de la cama cerca de mi pene y empecé a meterlo poco a poco sin dejar de mirar cómo su rostro se llenaba de placer. Comencé a mover mi cadera suavemente para que mi pene entrara una y otra vez, estaba muy húmeda, podía sentir cómo mi pene se deslizaba con facilidad, puse sus piernas en mi pecho para continuar penetrándola y haciéndolo más profundo, ella se sostenía del borde de la cama para que los movimientos de mi penetración no la alejaran de mí. Seguimos varios minutos en esa pose hasta que ella me separó, giró su cuerpo dándome la espalda y bajó sus piernas de la cama, pero manteniendo su pecho apoyado sobre el colchón, podía ver su culo listo para recibir unas nalgadas, no sabía qué tan fuerte estaba dispuesta a recibir mis golpes pero quise descubrirlo, empecé a penetrarla y a nalguearla al mismo tiempo, gemía con la combinación y cada vez fui aumentado la fuerza de mis palmadas, entre más duro le pegaba más se excitaba.
– Dame más duro por favor, me encanta – me decía con su cara apoyada sobre el colchón.
Yo la nalgueaba con más fuerza hasta que vi como mis manos se marcaban, no quería meterla en problemas con su esposo, aunque ese pensamiento me excitaba más.
7.
Nos subimos a la cama, me acosté boca arriba y ella se subió en mi pene, podía ver sus enormes senos brincando mientras cabalgaba mi verga, que se mantenía dura dentro de ella, tome sus senos con mi mano y los masajee mientras ella se movía en círculos sobre mi cadera, su movimiento hacía que mi pene estuviera cada vez más sensible, sentía como mi semen estaba a punto de estallar, pero yo no quería venirme todavía, levanté mi pecho sin sacarle el pene y quede frente a ella, seguía moviéndose cada vez más rápido, cambió los movimientos circulares por brincos que hacían a mi pene salir y entrar de su sexo, yo besaba sus pechos mientras lo hacía. La tome de la cadera y la giré en la cama, esta vez yo estaba arriba en la típica pose de misionero, la besé un poco y empecé a mover mi cadera de arriba a abajo para penetrarla, comencé a hacer movimientos circulares sin separarme de su pelvis para estimular su clítoris con la penetración, veía como esto le encantaba y seguí haciéndolo por un buen rato.
8.
Llevábamos más de una hora desde que empezamos y sentía que mi pene perdía un poco de rigidez, así que decidí aprovechar las habilidades orales de Diana para volverlo a endurecer. Me bajé y quedé de pie a un lado de la cama, la puse boca arriba con su cabeza al borde, muy cerca de mi pene, ella parecía saber lo que iba a hacer y aceptó la situación con placer. Metí mi pene a su boca y empecé a penetrarla suavemente como si fuera su vagina, levantó sus manos para coger mi pene mientras lo metía, pero yo las quité y las puse al lado de sus caderas.
Me encanta el sexo oral y esta pose es una de mis favoritas, así que quise aprovechar cada minuto que ella me dejaba penetrar su boca. Lo hacía con movimientos suaves que fui aumentando poco a poco, mi pene entraba cada vez más en su boca y podía sentirlo, aprovechaba la pose para masajear su clítoris lo que generaba unos gemidos que se ahogaban al tener mi pene en su boca. Lo metía y ella luego de unos minutos lo sacaba para tomar aire, volvía a ponerlo en su boca y yo repetía la penetración, mientras lo hacía imaginaba lo que se sentiría venirme en ese momento, sin embargo me aguanté las ganas. Mi pene ya había recuperado su rigidez y hacía más difícil continuar con esa pose sin generarle arcadas.
9.
– Vamos al jacuzzi – Me dijo ella emocionada, se bajó de la cama y me llevó de la mano, se quitó las medias de ligueros mientras caminábamos.
Entré yo primero y luego ella se ubicó sobre mí dándome la espalda, la rodeé con mis brazos y apreté sus senos, ella cerraba los ojos y me ofrecía su cuello para que la besara, unos minutos después se sentó en mi pene y empezó a brincar sobre él.
– Que delicia esto, tienes una verga increíble –
– Tú tienes unas tetas y un cuerpo increíble – Le dije mientras la tocaba y ella brincaba.
El agua hacía que la penetración fuera más ligera y ella empezó a brincar cada vez con más fuerza, sus gemidos aumentaron, podía sentir que su cuerpo estaba a punto de tener un orgasmo, tocaba su clítoris con mi mano para estimularla mientras la penetraba, se cogió de los bordes del jacuzzi y empezó a gemir mucho más fuerte hasta que tuvo un orgasmo que le generó unos espasmos que me excitaban, yo continuaba penetrándola pero ella me pedía que parará un poco, sin embargo no le hacía caso hasta que ella sacó mi pene de su sexo. Se tumbó al borde de la tina como descansando del placer. Yo continuaba con mi pene duro.
10.
– ¿Me puedo venir en tu boca? – Le pregunté con la confianza de haberme ganado ese derecho.
– Claro que sí, te mereces ese premio – Me dijo con una sonrisa y su rostro aun procesando el orgasmo que tuvo.
Nos fuimos de nuevo a la cama.
– ¿Cómo quieres que te lo chupe? – Me preguntó ella muy complaciente.
Le pedí que se acostara boca arriba en medio de la cama, le puse una almohada para que levantara un poco su cabeza y puse mi pene entre sus senos, ella los apretó con sus manos para cubrirlo y empecé a moverme como si los estuviera penetrando, sus pechos lograban cubrirlos por completo lo cual me daba mucho placer. Luego de unos minutos subí un poco para poner mi pene en su boca y penetrarla. De nuevo sentía el calor de su saliva y los movimientos de su lengua que me hacía enloquecer, pasaban los minutos y yo no quería acabar, estaba disfrutando mucho lo que ella me hacía, era sumisa con mi pene y eso me encantaba, lo sacó un momento de su boca.
– Dame todo tu semen, por favor – Me dijo casi como una súplica y no me pude contener.
Lo metió un poco más en su boca, pero yo lo saqué y empece a masturbarme con rapidez, ella sacó su lengua para recibir lo que le iba a dar. Sentí como estaba a punto de venirme, podía ver su cara con su boca abierta y nada me podía contener. Mi pene empezó a tener espasmos y el semen salió rápidamente hacia su boca, el primer chorro entro sin problema, un segundo alcanzó a golpear su labio, ella cerro sus ojos un momento, un tercer chorro cayó en su mejilla acompañado de un par más. Cuando sintió que ya había terminado abrió los ojos de nuevo, saboreó el semen que tenía en sus labios y limpió mi verga con su boca.
Me tiré a un costado de la cama igual que ella había hecho en el jacuzzi. Se limpió el semen de su cara con las cobijas y nos abrazamos un rato.
Pasamos esa noche en el motel, su esposo la llamó un par de veces mientras estábamos juntos, lo hicimos hasta que amaneció y en la mañana del día siguiente nos bañamos juntos listos para salir.
Lastimosamente este fue el único encuentro que tuve con ella, intentamos organizar un par más pero por su situación y la mía nunca lo logramos.
Si quieren más detalles de cómo fue esa noche déjenlo en los comentarios, gracias por leer mi experiencia.
Muy buen relato