Nuestra relación es muy abierta y nos permite vivir experiencias interesantes, intensas y diversas, por lo general juntos, con muy excitantes intercambios y tríos, pero también, cuando la oportunidad se presenta, se producen cosas como la que les voy a relatar en las siguientes líneas:
Estaba trabajando ya en la casa en la máquina de la oficina, con pendientes que quedaron del día. Quizás eran las 8 u 8:30 de la noche. Nuestro estudio tiene una mesa de trabajo que nos permite trabajar cómodamente uno al lado del otro y tenemos allí todo lo necesario para realizar nuestras actividades. Los cables de corriente están a la mano, la conexión a unas pantallas es fácil y accesible, teclados auxiliares y ergonómicos, las sillas son cómodas y nos permiten trabajar a gusto. Nuestro espacio de trabajo, durante la pandemia, nos fue de gran utilidad para seguir con nuestras responsabilidades. Ahora que ya hemos regresado a actividades más presenciales, es usado preferentemente en las tardes noches. También hay una pantalla y un sillón donde nos sentamos a ver algún programa o película. Una Alexa nos sirve de compañía cuando queremos escuchar música.
Yo revisaba documentos, tomaba notas, acompañado de un vaso de agua con hielo que estaba a mi lado y disfrutaba dandole algunos sorbos.
Ese día había salido más temprano que lo habitual y me había ido a seguir trabajando en la casa, esperando tu salida. En ocasiones me pedías que fuera por tí o de camino a la casa, te avisaba y coincidíamos en alguna parte para regresar juntos. También algunas veces alguna persona de tu trabajo te ofrecía acercarte a la casa.
Yo estaba al pendiente del celular, mientras trabajaba en unos documentos que debíamos entregar.
Sentí la vibración en la mesa por la llegada de un mensaje tuyo a mi celular:
– ¡Hola amore! Ya mero termino. Guardo mis cosas y me voy para allá.
– Qué bien amore, estaré al pendiente. Ven con cuidado. ¿Quieres que vaya por ti? Te escribí.
– No te preocupes. Se está organizando pasar a tomar algo rápido y me voy para allá. Decía tu siguiente mensaje.
– Sin problema amore. Yo sigo con cosas por hacer, estaré al pendiente. Tú me avisas. Alcance a enviarte en contestación a tu mensaje.
Algo de tiempo después, digamos 40-50 minutos, otro mensaje tuyo:
– Estoy en un café.
– Provechito, aprovecha para cenar algo. Te contesté.
Más tarde un mensaje breve de tu parte, surgió en la pantalla de mi equipo:
– Creo que tardaré un poco más.
– Sin problema amore. Contesté.
Después de avanzar suficientemente con los pendientes, decidi prender la tele para escuchar algo diferente mientras sigo avanzando con cosas… unos minutos más tarde, otro mensaje tuyo:
– Todo bien. Ya estoy sola con él. Creo que va a pasar algo.
– Siempre que tu lo quieras está bien amore, estaré al pendiente. Te mando como contestación.
– te aviso cuando salga
Me respondes. Y no recibo nada más por un rato.
Quizás un par de horas mas tarde, ya había terminado las cosas que tenía pendientes. Acomodado en el sillón veía un resumen de noticias y deportes cuando me llega este mensaje de tu celular:
– todo bien amore, voy para allá, quiero estar contigo
– te espero con los brazos abiertos amore… contesté
Pasan unos 30 minutos cuando escuché un vehículo acercarse a la casa. Momentos después se abrió la puerta y entraste feliz, radiante, esa mirada de excitación, de deseo. Llevas contigo tu bolso de mano, tu saco, y una mochila donde llevas tus cosas del gym. Lo dejaste todo en la entrada. Te vas acercando al estudio, me puse de pie y de saludo. Me regalas uno de tus deliciosos y maravillosos besos, acompañados de tu abrazo donde me pegaste tu cuerpo hermoso a mi y pude sentir tus senos debajo de la blusa, no traías puesto ya el bra que llevabas en la mañana. Tu mirada de excitación complementaba tu sonrisa traviesa.
Te decía:
– bienvenida como siempre amore.
Mientras nos fundíamos en un pasional beso, que continuó el abrazo delicioso que nos dábamos y que antecedió a una noche de mucho placer y pasión.