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Ana, mi cumpleaños, papá y yo
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Tiempo de lectura: 6 minutos

«Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré de mi mundo. Me adapto a mí misma.» Anaïs Nin (escritora francesa).

Me gustan tanto los hombres como las mujeres, no me defino con ninguna calificación, ni heterosexual ni bisexual ni lesbiana, soy lo que soy en el momento que lo quiero ser.

Hoy me levante feliz, es mi cumpleaños número 28, mi pareja Ana de 27, una bella rubia de ojos color del tiempo y un físico que no opaca al de nadie, pero que a mí me encanta, me preparó un desayuno al mejor estilo de hotel internacional.

– Ya despertaste amor, feliz cumpleaños, espero hacerte pasar tu día como el mejor que hayas tenido hasta hoy, te he preparado varias sorpresas para festejarlo.

– Buen día Ana, gracias mi vida, te amo.

– Yo me siento amada por vos.

Después del desayuno, parto para el trabajo, una librería hermosa que está ubicada en una buena zona de la ciudad con mucho movimiento de gente, hoy por suerte, no hubo tanto pudiendo responder todos los mensajes de felicitación recibidos. Como trabajo doble jornada salgo a las 20 horas y encaminándome a casa dispuesta a disfrutar el viernes como si fuera el último, aprovechando que los fines de semana no tengo que ir a la librería.

Reconozco que estaba intrigada por las sorpresas que me tenía preparadas Ana, así como es callada y reservada, puede llegar a sorprender a cualquiera con sus “creaciones”.

– Buenas tardes mi amor, como fue tu día, espero no vengas muy cansada, sin mirar ni preguntar pasa al baño ya tenés todo preparado, date una ducha que para cuando salgas esta la cena servida.

No me dejo ni respirar, voy hacia el baño sumergiéndome en la bañera con el agua calentita, las sales para baño que había puesto le daba un aroma espectacular. Luego la inmersión relajante me seco disponiéndome a vestir. Lo que veo me llama la atención, la ropa preparada era totalmente sexi, lencería color rojo compuesta por un corpiño de encaje transparente que poseía como una ventanita que al soltarla dejaba expuestos los pezones y una tanga tipo hilo dental que se introducía entre mis glúteos, por la parte delantera, un triángulo de tela transparente que poseía una abertura justo donde debería cubrir los labios vaginales, un bodi transparente, con las mismas “prestaciones”, a esta altura mi vagina estaba muy mojada y palpitaba a full deseosa de lo que vendría.

Encuentro debajo de toda la ropa, una caja cerrada y una nota que solo decía en mayúsculas y con color también rojo, PROHIBIDO TOCARSE, y más pequeño, abrir la caja y seguir las instrucciones.

Ansiosa abro la caja que contiene un aparatito con una pera de silicona y una prolongación como si fuera una antena que finalizaba con una bolita.

INSTRUCCIONES: en el fondo de la caja encontraras un frasco pequeño, en su interior posee un gel lubricante, tómalo y pon a la pera grande del artefacto, si te pusiste la tanga, afuera con ella; una vez lubricado introducir la pera en la vagina, si ya lo hiciste, otra vez colocarse la tanga, teniendo la precaución que la bolita pequeña quede en contacto con el clítoris. Ahora el bodi, los zapatos y a cenar.

Me coloque un perfume que también había preparado, disponiéndome a salir del baño, el aparato era un poco molesto, pero me gustaba, debo decir que mi vagina se aclimato muy rápido, a los cinco minutos aproximadamente ya no me daba cuenta que lo tenía introducido.

La mesa estaba preparada, todo dispuesto para comer, velas como única iluminación y el detalle, Ana se encontraba vestida igual que yo, hasta el calzado.

Algo me llamo la atención, Ana tenía el celular en la mesa al lado del plato, cuando siempre queda en otro lado pues mientras se come no usamos los móviles.

Luego de una opípara cena, era tipo paella con frutos de mar variados, bien regado con un tinto espectacular y de postre copa macedonia con helado.

Lo raro de la cena fue que de a ratos sentía un cosquilleo en la zona vaginal, hasta que prestando un poco de atención me di cuenta que pasaba cada vez que tocaba el celular, la muy guarra manejaba el aparato que tenía en mí, lo hacía con una aplicación, esa intensidad de cosquilleo fue subiendo a medida que pasaba la cena, cuando me di cuenta mi morbo y el alcohol hicieron que tuviera un orgasmo, el que no reprimí dejando escapar un buen gemido de mi boca, mientras Ana reía pícaramente.

– Esto es solo el comienzo.

Me dijo mientras se ponía de pie caminando hacia mí con algo en sus manos, por la poca iluminación pude ver que era un pequeño maletín, lo venía abriendo en el camino dejándolo detrás de mí, en una mesa pequeña, alguna vez perteneció a un teléfono de línea, saco algo de él y lo coloco sobre mis ojos, ciñéndolo bien para que no se salga sellando la acción con un cálido beso en mis labios. Luego tomo unas cuerdas, que por su suavidad debían ser de seda y ato mis manos por detrás y a la silla, ahora sí, literalmente me comió la boca de un beso permitiendo a nuestras lenguas danzar dentro, buscándose.

Así comenzó lo que sería la noche más hermosa que jamás pensé sucedería.

Estuvo un rato dándome otra copa de ese postre que había preparado, intercalando con el vino de la segunda botella abierta, sin descuidar los toques de ese aparatito maravilloso que llevaba puesto.

Con una música suave y romántica de fondo, soltó la soga, me llevo a la pieza, desato mis manos sacándome dulcemente el bodi, hecho esto, me sentó en otra silla volviendo a inmovilizarme, ahora también mis pies, atados a las patas de esta.

Las vibraciones del aparato continuaban…

Sin poder ver, mis sentidos se ampliaban, todas las sensaciones eran inmensas, siento sus manos, ellas empezaron acariciando mi cuerpo, no dejo un solo centímetro sin rozar con sus dedos, llego al corpiño desprendiendo las ventanitas, dejando expuestos mis pezones que sintieron la tibieza de sus labios, los absorbía y rodeaba con su lengua mientras rodeaba mi torso con sus manos hasta llegar a desprenderlo, no le costó sacarlo, al no tener sujeción sobre los hombros, fue fácil. Ya con mis senos expuestos siguió con su excelente trabajo, fue bajando, besaba alternamente mi abdomen y las tetas hasta que llegó a la tanga, abrió la hendidura que tenía la tela y ahí la cosa se puso más deliciosa, a la vez que recorría el contorno y los labios vaginales, la vibración del aparato me proporcionaba un placer nunca antes vivido, mi vagina chorreaba a mares, lo sentía bajar por mis muslos y esa lengua hermosa lo estaba bebiendo todo.

Siento como va retirando el aparato vibrador de mi ardiente vagina, lo hacía con la boca, pues mientras lo sacaba me acariciaba con ambas manos.

Algo raro estaba por suceder, siento en el rostro algo suave que lo recorría posicionándose en mi boca que fue abierta por dos dedos, introdujo esa tela en mi boca y la sujeto por detrás de mi cabeza, ahora si quería hablar ni siquiera podía, solo sonidos guturales.

Aun con los ojos vendados quiero saber cómo he llegado a este punto, aturdida y queriendo saber que ocurría, ¿quién es? empecé a escuchar dos risas cómplices, lo verdaderamente cierto es que estoy gozando como nunca antes en mi vida.

Cuatro manos ahora acariciaban mi cuerpo, unas las tetas otras la concha, dedos inquietos se metían en la caverna chorreante, quería gritar de placer y no podía, solo escucha risas y de a ratos los chistidos para que no intentara nada, ni moverme ni gritar (que de hecho no podía).

Mientras esos dedos recorrían mi cuerpo, me fueron desatando, pero mi alegría duró muy poco, pues mis pies fueron nuevamente atados, ahora de frente a la silla, con mis manos hicieron lo mismo pero al asiento, quedando yo en una posición de L, con mi cabeza pegada al asiento también.

Una lengua recorría mis labios vaginales y jugaba viciosamente con el clítoris mientras que la otra jugaba con mi orificio anal intentando meterse dentro por momentos, el placer que estaba sintiendo me tenía casi al punto del desmayo.

Ya no aguantaba el inminente orgasmo, como podía gemía con mi boca tapada y así quedo mi concha ardiente, cuando de un solo empujón me entro una verga bien masculina, no era un consolador, que se movía a un ritmo que pensé no lo iba a resistir, las otras manos sacaron la venda de mi boca para poder respirar bien, aparte de respirar bien pude gemir y gritar mi orgasmo al tiempo que mi cavidad vaginal se llenó de esperma que golpeaba con fuerza contra el fondo en cada contracción.

Su cuerpo reposo sobre el mío con esa carnosa verga dentro, la que fue perdiendo dureza hasta sacarla, de inmediato una lengua lamia los jugos mezclados que salían de la cueva, sentí como tragaba los jugos, me dio tanto morbo que mientras me la chupaba volví a acabar, veía estrellas por todos lados.

Después de esta sesión de sexo me desataron acostándome en la cama.

– Mi vida, ¿estas preparada para que saque la venda?

– Si Ana por favor, quiero saber quién esa bestia que me hizo disfrutar tanto junto a vos.

– Dos cosas para decirte, no preguntas, no quejas.

– Me hiciste pasar el mejor cumpleaños de mi vida, prometo ningún cuestionamiento.

– Bueno, entonces… a la una, a las dos y a las tres…

Ana me saca la venda de los ojos y estos tuvieron un rato para adaptarse a la poca luz reinante, cuando lo hicieron no lo podía creer.

Parado ante la cama y totalmente desnudo estaba mi padre, no lo podía creer, la poronga que me dio tanto placer fue la misma que contribuyo con su esperma para que yo esté aquí, ese mismo esperma que estuvo dentro mío y se tragó todo mi dulce pareja.

Y lo prometido es deuda, no hubo preguntas, cuestionamientos ni quejas.

– Hija querida, hacía rato que deseaba esto, hablando con Anita se lo comente y me hizo esta propuesta la que acepte sin dudarlo.

– Les prometí algo, voy a cumplirlo. Solo tengo para decir que me encanto, y quiero pedir un regalo de cumpleaños extra.

A dúo contestaron…

– Lo que quieras mi vida

– Sigamos que mi cumpleaños no termino.

Que más decir, hicimos el amor toda la noche, Ana recibió su dosis de verga y mi papa la suya de chupadas varias.

Hace ya mucho tiempo, meses, que una o dos veces por semana repetimos este fantástico trio, cada vez con más cosas nuevas, ya inventadas y otras que se nos ocurren a nosotros.

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