A veces la soledad me duele. Y no es soledad de vacío, sino de puñales clavándose de manera estratégica en sitios en donde alguna vez las sensaciones me hicieron estallar de placer. Placer, eso esa es la solución a muchos males cotidianos. Pero también pude ser un gran problema cuando la carencia del mismo lo abarca todo.
Ayer fue miércoles y tenía que escribir un nuevo relato. Me propuse escribir para subirlos miércoles y domingos, pero ayer no tuve la fuerza o la energía necesaria para hacerlo. Y no me sentí del todo bien con eso. Mi ritual para hacerlo es simple: antes de escribir, tengo que masturbarme. Si no lo hago, escribo apurada, incomoda, como para sacármelo de encima. Y eso no está bueno. La paja pre escritura es una nueva forma de placer que descubrí y que, de cierta manera, me llena. Obviamente, si estoy escribiendo esto hoy jueves, es porque ayer algo falló. Pero de esa falla nació esta nueva historia.
Me desnudé como si estuviese frente a ese amante al que no deseo tanto, como si estuviese a punto de emprender una misión de la cual no estoy tan interesada. Me senté al borde de la cama y me quité el jeans negro con la tanga del mismo color al mismo tiempo. Mis piernas gritaron de alegría al liberarse de la presión. Me quité la remera y el corpiño. Me sentí una boluda. Imaginé a las demás personas que escriben relatos como los míos. ¿También tienen un ritual? ¿Es similar al mío? Quizás en los próximos días trate de averiguarlo.
Abrí la cama y me acosté. Prendí el televisor y le ordené con mi voz que abriera una página de videos porno. En la página principal, me llamó la atención una miniatura, la cual abrí sin dar tantas vueltas. El título del video es “Anal duro Follando con una curvilínea universitaria! ¡Dos corridas enormes!”. En la imagen se ve a una chica rubia. Primero, mirando directamente a la cámara, el pelo le cuelga angelicalmente enmarcándole el rostro y sus dos lindas tetas apuntan hacia abajo. Al lado, está ella de espaldas, algo inclinada, sentada sobre una buena pija. Sentí que algo muy bueno estaba por comenzar.
Al reproducir el video, está ella, de frente, en un plano americano (desde la cabeza hasta la cintura) cabalgando de frente a cámara. Tiene una tanga rosa corrida para poder ser penetrada. El corpiño rosa, medio transparente y con detalles blancos, algo bajo, dejando a la vista unos pequeños, rosados y puntiagudos pezones. Solo está ahí, cabalgando y gimiendo. La cámara, jugando a ser la visión del hombre, hace movimientos extraños. La toma desde abajo, habiendo total hincapié en el rostro de ella, algo que me agrada mucho. Ella disfruta y juega con su corpiño. Parece que se lo va a sacar, pero no. Los pezones están cada vez más enormes y apetecibles. Se acomoda el pelo, se pone en cuclillas sobre la paja y sigue montando, necesito dejar de ser una simple espectadora cuanto antes.
Mientras ellos siguen en lo suyo, yo arranco con lo mío. Siempre voy primero a mis tetas. Creo que es la parte de mi cuerpo que más me gusta tocar. Soy bastante básica con respecto a eso. Las acaricio con suavidad, casi con ternura, con las palmas de mis manos, como si estuviese pidiendo permiso. La dureza de mis pezones me hace cosquillas, por lo que me detengo ahí. Los recorro con las palmas de mis manos hasta la punta del dedo del medio. Con este empiezo a hacer circunferencias cada vez más rápidas e intensas. Suspiro profundamente y bajo mi mano derecha hasta mi concha, la cual ya muestra suficientes indicios de humedad. Con la mano que quedó arriba, masajeo con fuerza mis tetas, tratando de juntarlas lo más que puedo. Me gusta sentir presión en ellas, que me duelan un poquito. Abajo, juego con mi clítoris. Lo tomo con los dedos índice y pulgar y lo aprieto. Primero, con suavidad, después, con más fuerza hasta que me duele. Lo suelto y me acaricio la concha, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, con mucha suavidad. La intensidad de las caricias aumenta a medida que los gemidos de la rubia se hacen más sonoros y agitados. Quisiera cerrar los ojos y hacer de cuenta que estoy cogiendo con ella, pero es tan hermosa que no quiero perderme ninguno de sus gestos. De igual manera, logro entrar en situación e imaginar que es ella la que me está tocando. Y la fricción se vuelve cada vez más violenta.
Mis gemidos se acoplan perfectamente a los de ella, como si siempre hubiésemos cogido juntas. Muy de fondo, se escuchan los gemidos de él. La cámara muestra un primerísimo plano de la verga entrando en su cocha. Después las manos de él le acarician los pechos, para darle la señal de quitarse el corpiño. Al fin puedo ver con plenitud la hermosura de sus tetas, las cuales se ven muy similares a las mías, con una simetría perfecta. Ella sigue cabalgando mientras yo me mojo y me caliento cada vez más. Su rostro mezcla placer y dolor me inyecta de una energía avasallante, y llegó a acabar por primera vez, justo en el momento en el que ella comienza a bajar la intensidad de sus movimientos. Parece todo perfectamente coreografiado. Llevo mis dedos empapados hacia mi boca y los saboreo, pensando que es su sabor, mientras me mira y vuelve a subir la intensidad.
En un cambio de plano muy poco cinematográfico, la cámara me muestra el inicio de la segunda imagen que describí de la miniatura: la rubia de espaldas, sentada sobre la pija. Sus movimientos son igual de intensos que al final de la toma anterior. Su culo se ve enorme y delicioso, casi tanto como la pija que está comiendo. El hombre hace lo que cualquier persona de bien haría en esa situación: la nalguea, haciendo que ese sonido me encienda aún más. Aprovechando la humedad de mis dedos, los llevo hasta mi culo y empiezo a jugar ahí. Me cuesta demasiado poco entrar, lo que hace que el pacer sea sublime. Dejo por un rato mis tetas y meto varios dedos en mi conchita y en mi culo al mismo tiempo. El culo, la espalda, los movimientos y los gemidos de Carla me sumergen en un estado de placer extremo. Me aíslo del video, de la cama y del universo y me dedico solamente a darme placer, metiendo y sacando dedeos de un lugar para llevarlos a otro. Meto, saco, chupo, vuelvo a meter. En un momento, mientras dos dedos se entretienen con mi culo, comienzo a tirarme del pelo con fuerza. Me duele, pero me gusta. Me pego en la cara, me escupo la mano varias veces y la llevo a mi cara. Me siento una puta sucia, pienso en que te encantaría verme así y me vuelvo mas loca.
Me pongo en cuatro, con la cabeza apoyada en la almohada y me masajeo la concha con mucha fuerza, metiendo y sacando dedos sin sentido, pero con mucho placer. Acabo así, como una perrita puta y totalmente loca. Siento mis jugos bajando por mis muslos. Siento que voy a tener que cambiar las sábanas, pero no me importa. Dejo caer mi cuerpo sobre la cama como si este ya no tuviera vida. No tengo idea de que pasa en el televisor, pero los gemidos de Carla me hacen saber que se viene una explosión. Por más cansada que esté, no puedo dejarla sola en esto. Recupero fuerzas y me estiro hacia la mesa de luz. Del segundo cajón, saco a la cosa más parecida a un novio que tengo. Yo le digo “consu”, lo que viene, obviamente, de consolador. Me lo llevo a la boca y lo chupo. Inmediatamente después me lo llevo a la concha y la acaricio con él. Lo meto sin nada de tacto, lo que me genera un choque eléctrico en todo el cuerpo que me hace vibrar. Después de varias sacudidas rápidas, vuelvo a llevarlo a mi boca para chuparlo como si de eso dependiera mi vida.
En el televisor, Carla se nalguea a ella misma con fuerza. El hombre también la nalguea, para luego sacar su pija de ese hermoso culo y acabar. Entre gemidos y suspiros, su leche la empapa, haciendo que, simplemente con contemplar la escena, vuelva a correrme.
El video se corta abruptamente, dejándome con una sensación de vacío, de que me usaron y se fueron. Pero no me puedo quejar con nadie. Oh quizás sí, un poco con vos. Aunque no creo que tengas ganas de discutir ahora. Ojalá que a esta altura del relato estés bastante loco, bastante mojado, pensando en lo hermoso que sería compartir una sesión de porno juntos. Comentar la trama, quejarnos por los cortes, hacer nuestra propia peli porno.
Después de acabar tres veces con Carla y su amante, una bruma se apoderó de mi existir y me dormí de inmediato. Tuve pesadillas, pero las olvidé tan pronto desperté. Después me quedé el resto de la tarde en la cama escuchando música, sabiendo que tenía que escribir un relato, pero sin la fuerza física y ni mental para hacerlo. Igualmente, creo que resultó positivo. Ayer no tenía idea sobre que iba escribir. Hace media hora, tampoco. Pero recordando toda esa bruma que inmovilizó, salió este relato. Ojalá sientas que la espera valió la pena.