Dicen que a las mujeres no nos excita lo visual; que preferimos una situación sentimental para alcanzar orgasmos más intensos; sin embargo, viví una situación que me dio uno de los orgasmos más intensos de mi vida.
Yo soy estudiante de universidad; ya con 19 años, vivo con algunas amigas en un departamento cerca de la universidad. Tengo mi novio y tenemos sexo; él me provoca el orgasmo; pero nada fuera de lo regular.
En unas vacaciones, regresé a la casa de mis padres para pasar un tiempo con ellos.
Una noche, desperté en la madrugada por un vaso de agua. Fui a la cocina y al regresar, pasé por enfrente del cuarto de mis padres; un gemido se escuchó saliendo de ahí. La puerta estaba entre abierta. La luz que entraba por la ventana mostraba la silueta de mis padres.
Mi padre se encontraba sobre mi madre, sus rodillas estaban a los lados de su cuerpo, su falo estaba a la altura de la boca de mi madre; se echó hacia adelante, toda la verga entró en la boca.
– Chúpala despacio, cierra tus labios, te voy a coger la boca.- dijo mi padre mientras iniciaba el bombeo.
Mi madre se dejaba hacer; mi padre gemía de placer mientras bombeaba la boca; la vista de mi padre usando a mi madre me comenzó a excitar, mis pezones se pusieron duros y mi vagina se empezó a mojar; los bufidos de mi padre eran de una bestia en celo.
Sacó su verga de golpe de la boca de mi madre, se levantó y puso a mi madre a gatas; ella se dejaba hacer como si fuera una muñeca. El se puso detrás de ella y la penetró de un golpe; ella solo emitió un gemido apagado que contrastó con el bufido de él.
Mi mano bajó hasta mis labios vaginales, mi panty apenas podía retener la humedad que salía de mi. Mi mano trataba de llevar el ritmo del bombeo de mi padre. Mi madre sólo gemía. Mi padre se llevó un dedo a la boca, lo ensalivó y lo introdujo de golpe en el recto de mi madre; ella solo emitió un quejido apagado.
– No, por favor… me duele.- suplicó mi madre.
– Eres mi esposa y puedo cogerte como yo quiera.- dijo mi padre mientras sacaba su falo de la vagina.
Acomodó la cabeza en la entrada y empujó; mi madre quiso gritar al sentir al intruso; mi padre le tapó la boca y apagó sus gritos; bombeaba con fuerza, gruñía con cada empujón; disfrutaba violar a mi madre.
Mis dedos se movían desesperadamente tratando de darme un orgasmo; de repente, mis ojos se encontraron con los ojos de mi padre; al verme descubierta, estallé en un orgasmo delicioso e intenso; al mismo tiempo, mi padre bufó enterrándose completamente en mi madre; me miraba venirme mientras él eyaculaba dentro de mi madre.
– No te vengas dentro… me duele… por favor.- mi madre suplicaba.
Él terminó de eyacular, sin dejar de verme, sacó su verga lentamente y pude ver que no perdía su dureza.
Metió la mano en la vagina de mi madre, tomando sus jugos y se acarició la verga con ellos; sus ojos nunca se apartaron de mí.
Ahí me di cuenta que yo sería la próxima…