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Los continuos orgasmos de mi mujer con cuatro negros
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Cuando me hicieron la operación de pierna, estuve mucho tiempo sin sentir, aparte de no tener movilidad para darle placer a mi mujer.

No podía hacerle el amor.

No podía acariciarla con fervor.

No sentía deseos de excitación.

Y entonces, llegamos los dos a una conclusión.

No solo uno, ni dos, ni tres, sino cuatro jóvenes machos de color, le darían lo que yo no podía por el momento administrarle yo… caricias, besos, en su cuerpo y remitirle el calor de su coño ardiente de excitación.

Buscamos a cuatro amigos de un amigo mío y les expusimos la extraña petición a los alucinantes jóvenes de color, que mi mujer se ponía tonta de pensar en un futuro inmediato de auténtica lujuria y devoción.

Una vez todo arreglado y yo en un rincón de la estancia cómodo en un sofá, desnudo por completo y mi polla flácida en la mano, empecé a observar como mi mujer se dejaba llevar.

Cuatro machos de color, la iban a hacer pasar una noche increíble de auténtica liberación.

Una vez la desnudaron y la besaban entre todos, ella sonreía con gracia, aliento, lenguas en cada parte de su gordezuelo y hermoso cuerpo, era una sinfonía de placer.

Un macho la besaba, otro acariciaba sus enormes pechos, otro le comía su húmedo coño y el otro le hacía sentir en el paraíso recorriendo velozmente su viperina lengua en el ano.

Oh, amor mío.

Siente placer casi divino

Oh, amor mío

Ahora si tengo mi polla tiesa y me la machaco como un gorrino.

La habitación de lecho revuelto se vuelve un lugar de lujuria y placer.

Gritos de mi mujer.

Doce orgasmos cada vez mas bestiales.

Y como colofón final.

Los machos se la follan por todos sitios.

Pollas descomunales.

Belleza total y absoluta.

Una buena polla es pura poesía.

Como un buen coño bien mojado y corrido.

O un culo de mujer y sus pechos como flanes.

Yo me corrí tres veces, con mi mano.

Ellos cinco follaban con morbo y lujuria y de vez en cuando, me miraban, sonriendo.

Mi mujer me lanzaba miradas de vicio y sonreía mientras besaba a unos u otros y seguía mirándome.

Solo apaciguada por cada orgasmo de placer.

Para seguir dejándose follar o mientras follaba encima de uno u otro.

Y luego sentía la bomba y la explosión de cada una de las corridas en todo su cuerpo.

Y así la liberación llegó a cada uno de todos nosotros.

De pura belleza follar y ver follar a mi mujer.

Te amo.

David Caricias.

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