Lo que al principio fue un acuerdo con reglas establecidas se fue diluyendo con el tiempo a un pacto tácito de absoluta libertad sexual entre mi esposa y yo. Dejamos de pedir permiso para vernos con alguien o hacer alguna cosa, a veces nos contábamos, a veces no. Todo aquello fue minando nuestra relación, en ocasiones no sabía de Ceci por largas horas, a veces no llegaba a dormir, sabía que estaba follando con alguien, tal vez con varias personas pero parecía algo que funcionaba para ambos, manteníamos nuestra responsabilidad para con hogar y el pago de las cuentas y de tanto en tanto salíamos los dos, aunque sentía que eso ocurría cuando ninguno tenía alguien más a quien ver.
¿Por qué no llegaste ayer a dormir?- le pregunté.
Salí con un chico.
¿Quién?
Un compañero del trabajo, es nuevo, me gusta. Me invitó a comer y luego fuimos a follar a un motel muy bonito
¿Qué tal estuvo?
Deli amor, la tenía gruesa y me dio duro, me gustó
¿Te gusta más que la mía?
¿Por qué preguntas eso…?
No sé, quiero saber
¿Te gusta más como te la chupo yo o como te la chupa la perra de Laura con la que dijiste que no te verías más?
No puedes decirme eso… follas con quien quieres… eres la puta de tu trabajo, no llegas a dormir y no me avisas… ¿Qué importa si follo de vez en cuando con Laura?
¡Claro que importa! lo prometiste y veo cómo llegas a mi trabajo y pasas por ella como cuando pasabas por mí. La saludas con un beso en la boca y te acuestas con ella en nuestra cama
Pasaría por ti pero casi siempre estas ocupada con una verga entre las piernas-
Se levantó, tomó su bolso y salió de la casa no se para donde.
Como siempre he comentado, es mucho más fácil para una mujer sexy como mi esposa conseguir satisfacer sus deseos, pocos hombres rechazarían semejante culo, y se las arreglaba con las mujeres de alguna forma también. Si bien yo podía hacer lo que quisiera y tenía amigas exquisitas como Laura o Marcela con las que me veía con cierta frecuencia, no era que pudiera follar con quien yo quisiera.
Un viernes Ceci no llegó a dormir, tampoco llegó el sábado.
¿Amor como estas? ¿Dónde estás? ¿Estás bien? – le mandé un mensaje.
Estoy bien… no se cuando vuelva – Respondió.
A pesar de que insistí con más mensajes no conseguí respuesta alguna “No se cuando vuelva” era la respuesta final. No supe de ella por una semana. Justo ocho días después, un viernes también mientras me encontraba en el trabajo recibí un email. Era de Ceci. Decía así:
Amor:
Perdón por desaparecer de esta manera, pero desde que iniciamos este desenfreno sexual hace ya casi un año me siento otra persona. Siento una necesidad física de follar que siempre estuvo contenida bajo un manto moral de lo que es correcto y lo que no. Últimamente nuestra relación ha decaído dramáticamente y necesitaba saber si este afán de satisfacer la palpitación de mi coño caliente era más importante que tú, que nuestro matrimonio. He llegado a una conclusión… te contaré como con cada detalle.
Sobra decir que he follado con mucha gente, a veces ha sido espectacular, a veces no tanto. Pero en cada ocasión he aprendido algo de mí, de lo que me gusta hacer y que me hagan. Pablo es un compañero de trabajo, me lo follé un viernes, justamente después de ver que recogías a Laura en mi trabajo. Me llevó a un motel, no fue nada delicado, me penetró duro jalando mi cabello a cada oportunidad… me gustó, me recordó un poco a ti. A como me lo hacías.
Un par de días después Pablo me escribió, pensé que era para vernos, a lo cual me negaría, pero en realidad me estaba haciendo una propuesta. Él conocía a ciertos personajes con mucho dinero y poder que buscaban chicas para pasar el rato, básicamente prostitutas de alto calibre. Me dijo que encajaba perfecto en el perfil. Me pidió algunas fotos y después de un par de días me contactó una mujer proponiendome participar de un viaje con un grupo de chicas a una hacienda cerca de la playa. La paga era excelente y no te voy a negar que siendo como soy, una zorra absoluta, aquello me llamó la atención.
Estabas trabajando cuando armé mi maleta. Metí la ropita más pequeña, las tanguitas más delgadas y un par de juguetitos que solíamos usar tú y yo. Me puse un top apretado y un short que resaltaba mis caderas, sabes cual es. Me recogieron en la puerta de mi trabajo, no me viste ni con esa ropa sugerente, vi como Laura y Marcela subían a nuestro auto y te marchabas con ellas. ¿Hicieron un trío? ¿Lo disfrutaste? Imagino que sí, yo te las entregué en bandeja de plata un día sin pensar que me reemplazarían. ¿Te gusta más como te la chupan ellas? ¿Qué te hacen que no te hacía yo? Respóndeme, porque haría lo que fuera para que me folles con el mismo gusto que te las follas a ellas.
Subí a una van con otras chicas, muy bonitas todas, putas al fin de cuentas. Yo era una de ellas amor, una puta más, pero esta vez de verdad. Fuimos hasta el aeropuerto, nos embarcamos en una avioneta y emprendimos un viaje medio turbulento de casi una hora. A mi lado iba una chica, se llama Cristi, te gustaría, es rubia como Laura, tiene el culito parado como Laura y las piernas delgadas y firmes como Laura… esa puta era igualita a Laura.
Cuando aterrizamos nos subieron a unas camionetas, nos vendaron los ojos y anduvimos unos 20 minutos hasta llegar a un lugar tropical, era muy fresco, con palmeras y piscina y una hacienda gigante. Deducirás para este momento el tipo de evento en el que me encontraba, el tipo de situación en la que me había metido, era una fiesta de narcos y yo era una puta pagada para satisfacerlos.
Sabes, no me incomodaba del todo, sí me daba algo de miedo pero mi coño latía como un tambor. Había competencia entre las chicas, éramos más o menos 30 putas. Nos llevaron hasta la piscina y ahí nos ubicamos, yo hablaba con la que estuviera a mi lado. Me ofrecieron cocaína, acepté, el olor me recordó a ti inmediatamente, como esparcías el polvo sobre tu verga, como me arrodillaba para inhalarlo todo y limpiar los remanentes con mi lengua chupandotela. ¿También lo haces con Laura? ¿Se drogan para follar como lo hacías conmigo? ¿Y Marcela? ¿Ella deja que le orines en la cara como yo?
Aparecieron varios tipos, narcos claramente. Detrás venían otros con armas que se quedaron flanqueando la piscina, los guardaespaldas. Vi como todas las chicas se levantaban y empezaban a pavonearse para ser escogidas. Yo usé otra estrategía y me quedé sentada haciéndome la desinteresada. A pesar de que era de noche me quité el short y quedé en vestido de baño, un hilito azul que me compraste. Me acosté boca abajo y dejé que mi culo hablara por mí.
Llegó un sujeto gordo con bigote, llevaba una cadena de oro y un rolex. Se sentó a mi lado y me agarró una nalga.
¿Y tú cómo te llamas? – me preguntó.
Laura – le dije.
Hablamos un rato. Para mi sorpresa la charla resultó más interesante de lo que esperaba, me habló de su vida, de su familia. Yo inventé todo de mi, era Laura, estudiaba en la universidad. Lo único que no inventé fue que le dije que mi esposo no sabía donde estaba, que simplemente me había ido. Tomamos unos tragos, consumí otro poco de coca. Después de un rato me pidió que lo acompañara. Caminamos dentro de la hacienda, era un lugar muy bonito con muchas plantas y estilo colonial. Me llevó hasta una habitación y entramos.
Me pidió que me desnudara y que bailara para él. Le hice un twerking que hizo que mis nalgas rebotaran deliciosamente. Me pidió que me pusiera en cuatro en la cama y empujó su abundante bigote entre mis nalgas. Su lengua escarbó mi ano, me gustó. No era precisamente un tipo atractivo, pero sabía lo que hacía. En la misma posición sentí como su verga se posó en mi vagina y empujó. Entró fácil. Si hay algo que no me gusta de ser tan zorra es que mi coño se ha abierto mucho, tal vez si me follas como antes alguna vez lo notarás, pero no te preocupes, mi culito sigue pequeño y ya no me duele cuando me la meten por ahí.
La barriga del tipo pegaba contra mis nalgas ante cada empujón. Me hablaba de ti, de lo puta que era de estar allí teniendo esposo, me halagaba las nalgas también. Me acosté boca arriba y alcé mis piernas, él me penetró apretando mis tetas. Tenía mis ojos cerrados cuando sentí que algo caía sobre mí. Abrí los ojos, billetes, dólares, de 100. Se vino sobre mi vientre y mis tetas, una gota de semen agrio alcanzó a caer en mi boca, me lo tragué. Él se vistió y salió. Me levanté, recogí todos los billetes y los guardé, me vestí y salí de la habitación con rumbo a la piscina.
Bailé, bebí y consumí más drogas, no tuve que follar con nadie más aquella noche. Cuando eran las 4 de la mañana una señora mayor muy cordial se me acercó y me entregó una llave… “es su cuarto, es hora de dormir” me dijo. Cada una tenía un cuarto privado asignado. Caminé hasta el mio, me tumbé sobre la cama y me quedé dormida.
Desperté al otro día casi a las 3 de la tarde, me dolía la cabeza y tenía hambre. Me metí a la ducha y lavé todo mi cuerpo. Tallé mis tetas, mi coño y mi ano con jabón preparándome para lo que seguramente sería una nueva jornada de entregar mi delicioso cuerpo, ese que fue únicamente tuyo por mucho tiempo, a algún poderoso narco. Estaba dispuesta a todo. Me puse un top elástico azul y una minifalda blanca, debajo una tanguita de baño naranja. Conté el dinero que había ganado el día anterior, perdí la cuenta rapidamente, ni en diez años trabajando en el banco hubiera hecho esa cantidad, si apenas en el segundo día podía hacer una cantidad similar aquello era tremendo negocio, sexo y dinero, ufff.
Salí a buscar comida, encontré varias mesas con todo tipo de platos. Me serví y sacié mi necesidad de calorías. Era un día soleado, varias de las chicas se bronceaban en la piscina. Sentía resaca y quería quitarme esa sensación así que me acerqué a una de ellas y le pregunté si tenía algo de cocaína. Me activé, me quité la minifalda y el top y me lancé a la piscina a nadar.
La música sonaba y pronto aparecieron varios hombres. Yo me tendí en una silla de piscina boca abajo con mi culito parado adornado por la tanguita naranja que se perdía entre mis nalgas. Abrí mis ojos ante el saludo de una voz. Era un hombre delgado de cabello negro largo y algo tosco, llevaba cadenas y reloj de oro. Venía de la mano de una chica de cabello rubio y cuerpo latino. Su cabello rubio era teñido, así como el mio. Se sentaron junto a mí y empezamos a hablar.
El tipo invitó al grupo a otro par de chicas, también rubias, nos servía whisky y nos brindaba drogas. Nos pidió que lo siguiéramos.
Íbamos las cuatro rubias en fila detrás del hombre por los pasillos de la hacienda. Nos llevó hasta el piso más alto. Caminamos por un pasillo largo con puertas de una lado y un balcón colonial del otro. Al final del pasillo había una puerta más grande que todas las demás, él la abrió con una llave y entramos. Era una suite, nos recibió una sala hermosa con lujosos adornos rústicos. Un arco llevaba a un cuarto con una cama doble king y otro arco allí dentro llevaba a un baño grande con una tina y un ventanal enorme.
Nos pidió que follaramos entre nosotras en la cama mientras él nos veía. Me empecé a besar con una de ellas mientras le agarraba las nalgas. Las drogas y el alcohol me tenían a mil y aquella chica de verdad me gustaba. Era tetona y nalgona de piel trigueña y estaba muy ebria. La empujé sobre la cama y cayó boca abajo, tomé sus piernas y la jalé hasta el borde de la cama y su culo quedó paradito, me arrodillé ante ese culo. Le abrí las nalgas y empecé a lamérselo. Pronto sentí una lengua en mi culo, era otra rubia y detrás de ella la cuarta nos imitaba. Un gusano humano conectado por el culo, los gemidos retumbaban por la habitación. ¿Puedes verlo amor? yo era un puta en una fiesta de narcos, ¿No te excita?
El tipo nos puso en cuatro una al lado de la otra con las nalguitas al aire y fue una por una probando el sabor de cada culo. Yo estaba de segunda, sentí como esa lengua porosa empezaba por mi coño y subía haciendo presión y ensalivando todos mis pliegues hasta arriba de mi culo. Fue más que nada esperar el turno para que el sujeto penetrara a cada una, la verdad es que nada especial. Lo especial es que después de venirse sobre las nalgas de la cuarta chica, el tipo se guardó su verga y sacó cuatro fajos de dólares, uno para cada una.
Me vestí, salí de ese cuarto y me escabullí hasta mi habitación. Apenas eran las 8 de la noche pero estaba exhausta de lo del día anterior y ya había conseguido un sustancioso botín.
Al tercer día me levanté temprano, bajé a desayunar y me tumbé en una silla de la piscina. Escuchaba un rumor entre las chicas y se repetía el nombre de Leandro. Me contó una de ellas que Leandro era el hijo del capo de capos allí. Que era un hombre espectacular y que solía escoger a una chica solamente. Amor, sabes que me considero sexy y bella, pero habían muchas mujeres increíbles allí, te hubieras vuelto loco, no guardaba muchas esperanzas de que la elegida fuera yo así que me relajé.
Leandro apareció en la altura de unas escaleras que daban a la piscina. EL HOMBRE, atlético, con barba, pantalón blanco, camisa azul a rayas, gafas de sol, cabello ligeramente largo, mi coño se humedeció, tenía que ser mío. Como siempre mi estrategia fue guardar perfil bajo y ver desde lejos. Leandro bajó hasta la piscina y se sentó en una silla de estilo colonial justo en el centro del lugar, era como un rey. Las chicas se reunían a su alrededor, lo saludaban, le desfilaban, le enviaban besos.
Tomé acción, me quité toda mi ropa excepto la tanguita naranja, agarré mi trago y caminé. Pase frente a él sin mirarlo jugueteando con la lengua con el pitillo de mi coctel. Llegué al otro extremo de la piscina a una mesa donde habían más tragos servidos. Tomé otro y me devolví por el mismo camino. Esta vez dirigí la mirada a Leandro, me miraba, ¿Le habían gustado mis nalgotas? Yo creo que sí.
Volví a mi silla y esperé acostada boca abajo. El sol azotaba mi culito y no pasó nada por un rato. No había sido elegida, pensé. Pero una voz gruesa me hizo abrir los ojos, su voz, la de Leandro. “Busca tus cosas”, me dijo. El culo más lindo mi amor, el más deseado. Fui a mi cuarto, recogí mi ropa, mi dinero, me vestí con el vestidito corto negro que tu me regalaste, ese que hace que mi culo se vea grande y casi no me cubre nada. Bajé y uno de los escoltas de Leandro me indicó el camino. Me subieron a una camioneta blanca, me vendaron los ojos y emprendimos el camino.
Tras unos 15 minutos de trayecto la camioneta se detuvo. Me quitaron la venda y salí del carro para encontrarme con una casa con un estilo muy moderno, blanca y con grandes ventanales. El escolta me indicó un camino que me llevó a una piscina. Del otro extremo de la piscina había una mujer tendida en una silla tomando el sol, pude ver como Leandro le daba un beso en los labios y después se adentraba en la casa. Al verme, la mujer se levantó y me invitó a seguirla. “Este es tu cuarto, escoge cualquier cosa del closet para ponerte, tienes que bajar bien arreglada y presentable en dos horas, mientras tanto quédate aquí” Me dijo amablemente.
Me tomé unos minutos para descansar antes de empezar a arreglarme. Encontré vestidos muy elegantes en el closet, no todos me quedaban pero había un par que encajaban perfectos, aún así no me convecían y decidí quedarme con mi vestidito negro, me maquillé, me prefumé haste el coño, me peiné y esperé para salir a la hora acordada.
Salí del cuarto, tomé la escalera para bajar al primer piso y desde arriba pude divisar a tres mujeres, una de ellas la mujer que besó Leandro, sentadas alrededor de una cama redonda justo en medio de la sala. No me intimidaron, este culo valía mucho, bajé como si fuera la puta reina de Inglaterra. “Por favor querida, siéntate ahí” dijo la mujer de Leandro apuntando a la cama.
¿Cómo te llamas? – Me preguntó.
Laura – le dije.
¿A qué te dedicas?
Trabajo en un banco
¿Tienes una relación?
Sí, estoy casada
¿Tu esposo sabe que estás aquí?
mmmm sabe que estoy ocupada en algo, no sabe en qué exactamente
¿Estás mintiendo para estar aquí?
No, mi esposo y yo tenemos un pacto, cada quien puede follar con quien quiera
Wow… ¿Está él follando con alguien mientras estás aquí?
… no sé… tal vez
Cuéntame más mi amor
De Pronto está follando con una amiga mia, en mi cama
¿Te molesta eso?
¿Que carajo pasa aquí?¿Es un show de preguntas?
Tranquila mi amor, no es un show de preguntas pero tú eres la estrella hoy
Aparecieron tres hombres, entre ellos Leandro. Venían desnudos y empalmados. Los tres eran atléticos y bien parecidos. Amor, lo que te voy a contar ha sido el mejor polvo de mi vida.
Leandro, George y Tony se llamaban. Tenían la costumbre de escoger una puta de su agrado y llevarla a aquella casa para follarsela frente a sus esposas. Yo fui la elegida, que dicha.
George tomó mis piernas y las levantó, mi poco confiable vestidito negro dejó a la vista toda mi tanga. Él me la quitó de un tirón rompiéndola toda, se dejó caer entre mis piernas y su boca aterrizó sobre mi coño, me dio un mordisco delicioso, grité mi amor, era el preámbulo de algo épico. “¿Me pueden dar coca?” les dije, sabes como me gusta hacerlo así, tú fuiste que me dio a probar, ¿recuerdas?
Tony apareció a mi costado con polvo blanco sobre la cabeza de su falo. Tapé una de mis fosas nasales y con la otra desaparecí todo aquello, después me tragué esa verga para sentir el sabor amargo del químico, pensé en tí. Tony y Leandro me pusieron sus trozos en la cara y no tuve más remedio que agarrar cada uno y empezar a mamar mientras George seguía deborándome el coño.
La droga hacía efecto, la excitación subía. Pedí un trago. Una de las esposas, la más joven de ellas, una chica de cabello a los hombros y cuerpo latino voluptuoso se apresuró a traer una botella a mi boca y soltó un chorro que quemó mi garganta. George, sosteniendo mis piernas al aire me penetró por la vagina. Aquella verga dura y larga recorrió mi orificio hasta que su cuerpo chocó contra el mío, ufff, que delicia.
Leandro me quitó el vestido y mis tetas se desbordaron a los lados de mi cuerpo. Me las apretó y empezó a morder mis pezones. Que delicia mi amor, no te imaginas lo rico. Tony se puso debajo de mí y apuntó su verga a mi culo seco. “No va a entrar así amigo, tienes que lubricarmelo” le dije. Otra de las esposas, una rubia alta y elegante se levantó y pronto trajo un frasco con lubricante. Ella misma introdujo sus dedos en él y llevó una buena cantidad entre mis nalgas, después hizo lo mismo sobre el falo de Tony, “¿Será Tony su esposo o se la está agarrando a otro?” pensé.
El pensamiento desapareció de inmediato porque la verga de Tony, ancha y dura se incrustó dentro de mí. Un año atrás aquello hubiese sido un problema, un dolor insoportable que hubiera detenido el acto entre tú y yo, pero ya no, en los últimos meses y desde aquella primera vez que me intercambiaste por la esposa de tu amigo he recibido tanta verga por el culo que ya soy una profesional. Por cierto ¿Te has vuelto a ver con ella? Porque yo sí me volví a ver con tu amigo muy seguido, me llama “su perrita”, me da por el culo muy rico un día a la semana al medio día. Ja!
Tony me tenía por detrás, George por delante, mis piernas al aire y Leandro introducía su verga de costado en mi boca ahogando mis gemidos. Sus esposas empezaron a involucrarse, no sabía cuál era la de cual excepto la de Leandro. La de tipo latino ya montaba una pierna en la silla y corría su panty blanco para masajear unos labios vajinales jóvenes. La rubia alta tenía la respiración agitada, la de Leandro, un cuarentona de cabello negro liso y piel blanca tomaba de su copa de vino un poco más contenida que las otras dos.
Ellos no necesitaban moverse, yo hacía todo el trabajo con mi pelvis metiendo y sacando ambas vergas con total fluidez. Siempre pienso que nunca me lo hiciste así por el culo, todos los demás sí, pero tú no.
Se pusieron más extremos, Leandro posó su verga sobre mi coño y sin ningún reparo la resbaló junto a la verga de George y me penetraron al mismo tiempo. Aquello al parecer encendió a la chica tipo latino porque se puso de pie y se quitó el vestido quedando en ropa interior. Se acercó a nosotros y metió su boca en la colisión de aquellos dos falos y mi coño añadiendo un fluido más. Tony la sacó de mi ano y se apuró por sobre la chica tipo latino que empinaba un culito de película. Le movió la tanga y se la metió por el coño.
Fue entonces que supe que la chica tipo latino era la esposa de George y se llamaba Sofía.
La rubia alta al ver que su esposo penetraba a la mujer de su amigo buscó venganza de inmediato, se quitó su ropa y dejó a la vista un cuerpo añejo pero sexy, un cuerpo que en algún tiempo fue perfecto y que aún ahora en su imperfección te hubiera levantado la verga hasta el techo amor. La rubia, Corina, agarró la verga de George, esposo de Sofía y sacó de mi coño, se puso en cuatro y se encajó aquello.
Ya éramos seis en la cama. Se me ocurrió algo… grité “¡Alto!” y todo el mundo dio un brinco y se quedó quieto. “Todos a ella” dije señalando a la rubia alta. Aquello les encantó, los tres hombres se enfocaron en ella como lo habían hecho conmigo, uno en cada orificio. Sofía, la chica latina se acostó a mi lado y empezó a tocarme. Corina gritaba, su culo no estaba del todo adecuado y no era su esposo el que la tomaba por ahí pero lo recibió con estoicismo.
Tony tu esposa tiene ese culo apretado, ¿no le das mucho por ahí?- Dijo Leandro.
Todos rieron.
A que no aguanta dos vergas por detrás – dije yo.
Fue un reto. Corina me miró, separó más sus piernas y dijo “vamos, dos”.
Leandro y George se adelantaron. Tony, su esposo vino con Sofía y conmigo.
Pusieron sus vergas sobre el culo de Corina y empezaron a empujar.
aaah!!! hijos de puta!!! aaah- Gritaba.
No va a poder – dije yo.
Me miró desafiante y apretó los músculos. Lo iba a conseguir a toda costa. Lograron meter la mitad de sus vergas cuando Corina se desplomó del dolor. Un hilo de sangre corría por las vergas de los sujetos. Ella se retiró un momento al baño. La siguiente fue Sofía recibiendo las tres vergas. Ella sí podía con todo, como yo. Se puso en cuatro y sujetó cada falo en dirección a cada agujero. Me encantaba ella, era sexy, atrevida, interesante.
Ellos estaban entretenidos con ella. Yo me volteé a ver a la esposa restante. No estaba en su silla, estaba de pie frente a la piscina dándonos la espalda con su elegante vestido verde. Fui hasta ella.
¿Y tú qué? – le dije.
Yo nada corazón
¿No te gusta participar?
Sí, pero ha pasado tantas veces ya que no es algo nuevo
Lo nuevo tiene que venir de tu mente
La tomé de la mano y la llevé adentro.
Amigos, mi hermana es virgen, no quiere serlo más – les dije.
George sacó su verga de su esposa y vino hacia nosotros, tomó la otra mano de la esposa de Leandro, Rosario. Fuimos juntos a la cama.
No tienes nada que temer, es algo natural – le dijo a Rosario mientras le bajaba el panty y le subía el vestido a la cintura.
Me senté en una silla, todas las vergas estaban ocupadas, pensé en ti, en lo que te gustaría esto, también pensé en que probablemente estarías follandote a otra chica en este momento, quizá a una de mis amigas. Me entró un sentimiento de tristeza, miré a mi alrededor y a mi lado había una mesita con trago y drogas, a la mierda la tristeza, tomé un poco de todo y fui a la carga. Agarré el primer par de nalgas que vi, eran las de un hombre, no importó, las separé y metí mi lengua. Para ser un grupo de gente que organizaba aquel tipo de aquelarres no eran muy creativos porque cada cosa que se me ocurría resultaba una novedad para ellos. Las chicas me imitaron. Yo me retiré y cada uno tomó el trasero de su marido para aplicarle una lamida profesional.
El grupo se fue dispersando, se armaron parejas aquí y allá, por supuesto los hombres buscaron a quienes nos fueran sus parejas habituales. George se quedó con Corina, Leandro con Sofía y Tony estaba con Rosario y conmigo. Los tres nos fuimos a la piscina, nadamos desnudos, chupamos la verga de Tony bajo el agua por turnos, era un juego todo aquello.
Conforme avanzó la noche algunos fueron desapareciendo del escenario. Yo dejé a Rosario en cuatro en el borde de la piscina tirando con Tony y subí a mi cuarto. Caí boca abajo desnuda en la cama y me dormí inmediatamente. No sé cuánto tiempo pasó pero me despertó una voz, era George evidentemente alcoholizado. Su cara se insertaba entre mis nalgas y su lengua alcanzaba mi ano. “Me encantó lo que hiciste hoy Laura”. Se subió sobre mí y separó mis piernas buscando mi coño y me empezó a dar. Tras cada embestida despertaba un poco más hasta que estuve completamente consciente de la situación, era delicioso, me daba muy rico amor. La puerta se abrió y entró Leandro endemoniado también, me cambiaron de posición, un debajo y otro arriba y me penetraron por culo y coño.
aaah que riiiicooo – gritaba yo amor.
Que buena estas perra – me decía Leandro.
¿Quieren follar a esta perrita eh?
Ambos se vinieron dentro mio. Caímos rendidos en la cama. Por alguna razón no me sentí cómoda durmiendo allí con ellos así salí por los pasillos de la casa buscando un cuarto libre. Caí rendida como hasta las 4 de la tarde. Volví a mi cuarto a buscar ropa y ya no estaban allí mis amantes. Me bañé, me vestí y bajé a la piscina. Solo estaba Sofía con un pequeñito vestido de baño blanco.
¡Hola chica! – me dijo.
Hola hermosa ¿Todos siguen dormidos?
Síp
Estuvo bueno anoche
Estuvo deli, eres una bomba
nooo tú eres una bomba, la forma en la que recibiste esas tres vergas
jajajaja prática bebé
¿Con George?
Un poco con él, un poco con otros, tengo mis amistades
yo también
¿Ah sí? ¿Quién es tu mejor amigo?
Tengo varios… pero si tuviera que elegir uno sería un amigo de mi esposo, el primero con el que tiré aparte de mi marido. Fue un intercambio –
Wow… ¿Y quedaste conectada ahí?
Sí, ha sido el único. Lo veo frecuentemente
¿Que te gusta?
Me gusta como me da por el culo, no sé, es único, como que encaja perfectamente
¿Y tú esposo lo sabe?
No, de hecho me prohibió verme con él… pero es el mejor, no puedo dejar de verlo
Entiendo
Además el se folla mis amigas del trabajo. ¿Y tú tienes a alguien especial?
Sí, pero tienes que guardar el secreto, podríamos terminar en una tumba las dos
Claro
Un guardaespaldas de George jejeje shhh
wow que rico ¿Está aquí?
Sí, está cuidando los carros
¿Y si damos una vuelta en un carro mientras se despiertan?
Sofía me miró traviesa. Observó alrededor, sonrió y dijo “Ven, vamos”.
Caminamos un tramo corto hasta el estacionamiento, allí solo había una persona. Pedro se llamaba, entendí inmediatamente, tremendo espécimen, alto, fornido, imponente. Sus miradas se cruzaron y saltaron chispas por todo el lugar. Se subió rápidamente al asiento trasero y yo subí detrás. Pedro cerró la puerta y se subió al asiento del conductor.
¿A donde nos dirigimos? – Preguntó.
A las cascadas – dijo Sofía.
En el camino el diminuto vestido de baño de Sofía cayó al piso de auto. Mi ropita no puso mucha resistencia tampoco. Ella abrió sus piernas y dejó su coño joven a la vista de nuestro conductor. Mis dedos se introdujeron en ella mientras le besaba las tetas. La camioneta era grande, así que tuve espacio para arrodillarme frente a Sofia y pasarle la lengua sobre el coño. Mi culo quedó paradito en dirección a la parte delantera de la camioneta. Un dedo empezó a juguetear con mi ano. Era un dedo ancho y rústico, digno de una mano que ha visto pasar el trabajo duro.
Bajamos del auto. Pedro nos recomendó ponernos zapatos pero no llevabamos, estabamos completamente desnuditas a la merced de los elementos. Cuando fue necesario en la caminata hacia las cascadas, Pedro nos cargó. En un punto había que pasar un tronco caído, él levantó a Sofía y la puso al otro lado, luego hizo lo mismo conmigo, no sé si fue accidente o fue intencional pero pude sentir como uno de sus dedos se introducía en mi coño profundamente, largué un suspiro.
Llegamos a las cascadas, un lugar paradisiaco. Nadamos un rato. Pedró se desnudó también. Yo me alejé un poco para llegar a las cascadas, al darme vuelta vi a Sofía en cuatro sobre una piedra y Pedro con los pies dentro del río reventando ese coño. Yo también quería. Nadé de vuelta hasta donde estaban. Me puse junto a Sofía e imité su posición mirando a Pedro. El hombre soltó a Sofía y empezó conmigo. Uffff amor, era una verga gigante, ancha y larga, de verdad impresionante. Entendí por qué Sofía estaba pegada con ese tipo.
aaah si papi, dame papi que rico, rompeme el coñito – Decía Sofía.
Nos turnábamos, yo nadaba un rato y ella se follaba a Pedro, luego ella nadaba un rato y yo me comía a aquel semental. Todo sobre una gran piedra como en los tiempos de la conquista, solo que lo conquistado aquí eran nuestros coños. Finalmente nos arrodillamos frente a él en un punto no muy hondo del río y otro río brotó de su monumental pene sobre nosotras. Nos lavamos allí mismo y volvimos sobre el camino a la camioneta y luego a la casa. Al llegar Tony y George nos esperaban en el comedor.
No todo fue fornicar, hubo buenas charlas y comidas. Pero en general fueron tres días de encuentros sexuales constantes entre todos los siete personajes allí presentes. Lo que más me gustó amor, era cuando me buscaban los tres hombres y me cogían a la fuerza, pasó mucho. También me gustó Sofía. Tengo el teléfono de todos por si te preguntas si los voy a volver a ver, claro que sí.
El miércoles me embarcaron en una camioneta con los ojos vendados, un maletín lleno de dolares y el coño hinchado. Llegué a una pista y subí a un avión privado solo para mí. Aterricé en la ciudad a eso de las 8 de la noche. Me esperaba un carro que me sacó del aeropuerto sin requisas ni preguntas. Le di la dirección de nuestra casa. Me bajé del auto, metí la llave y entré. Grande sería mi sorpresa cuando unos sonidos llegaron a mis oídos, unos gemidos. Seguí el sonido subiendo las escaleras y hasta nuestra habitación matrimonial, la puerta estaba entre abierta, la abrí un poco más, lo suficiente para encontrarte en el borde de nuestra cama levantando a verga a Laura en cuatro. La maldita gemía como la perra que es mientras le encajabas el pulgar en el ano.
Venía altamente indecisa acerca de nuestra relación, la había pasado increíble con gente increíble y había hecho mucho dinero además. Al verte allí fornicando con mi amiga a pesar de que acordamos que no la verías más he tomado una decisión. Me voy.
Sin embargo hemos vivido buenos tiempos, así que debajo de nuestra cama, en la que ahora montas a cualquier perra, te dejo un regalo.
***
Intenté comunicarme por todos los medios pero fue imposible. Renunció a su trabajo, cambió de número, no dejó información con nadie. El delgado hilo que nos unía se rompió. Aquello me aniquiló, lloré por días. No quise sacar lo que me había dejado debajo de la cama. Evité contacto con Laura o Marcela o cualquier otra mujer, me sentí culpable, yo había empezado todo aquello y terminó mal.
Pasado un mes y ya con algo de fortaleza empecé a afrontar la realidad, Ceci no iba a volver. Me armé de valor, me agaché y saqué una bolsa negra de debajo de mi cama. Le di vuelta y la vacié sobre la cama. Billetes, muchos billetes y algunas fotos de Ceci fornicando con desconocidos. Una foto en especial llamó mi atención, era ella siendo penetrada por el ano, el coño y la boca al mismo tiempo y una cara de placer indescriptible.
Tomé varias fotos y las organicé con aquella foto en el centro. Saqué mi verga y me pajeé viéndolas. Chorros de semen aterrizaron sobre la cama, las fotos y los billetes. Al contar el dinero me di cuenta que era una suma sustancial y decidí usarlo. Pagué la hipoteca de la casa, compré un auto BMW nuevo, renuncié a mi trabajo y decidí montar un negocio e invertir.
Traje a Laura a vivir conmigo. Se convirtió en mi nueva confidente, establecimos el mismo trato que teníamos Ceci y yo. Sin embargo no era lo mismo, Ceci era una mujer de armas tomar mientras que Laura era bastante dependiente. Tenía su lado bueno, con el objetivo de mantenerme siempre contento hacía todo lo que yo le pidiera.
Seguíamos yendo a las orgías ya como miembros del club. A pesar de sus cuarenta y tantos, Laura era una mujer muy atractiva y yo usaba eso a mi favor. Le compraba ropa nueva cada vez que íbamos a asistir a las orgías, vestidos elegantes que resaltaban su belleza y más que nada, su culito paradito. Aquello me servía para hacer intercambios beneficiosos. Al llegar nos íbamos a la barra a beber algo y yo inspeccionaba el sitio en busca de alguna mujer que me gustara. Al empezar la sesión nos dirigíamos inmediatamente hacia la mujer y su pareja y yo proponía un intercambio. Siempre me dijeron que sí.
Le pedía a Laura que me presentara amigas dispuestas a follar. Aquello le incomodaba y le daba celos pero eran más fuertes las ganas de complacerme. Pasado un año la relación con Laura no iba muy bien, era aburrido. Para hacerlo emocionante empecé a traer amigos o colegas a la casa y tras unos tragos les ofrecía a mi mujer para un encuentro sexual. Le pedía que se vistiera muy sugerente, que no llevara ropa interior y que ante cualquier oportunidad abriera las piernas y dejara que nuestros invitados se deleitaran con su coño.
Después ya avanzada la noche le explicaba a mi invitado mi intención de que se follara a mi mujer. A veces se la follaban en el cuarto, a veces en la sala, a veces en la cocina, yo solo veía y me pajeaba. Una noche me despertó un llanto. El llanto de Laura.
-¿Qué pasa amor?
– No lo sé dime tú…
– No entiendo
– ¿Qué no entiendes? hace unas horas me folló un tipo que ni conocía, tengo su semen dentro de mí, y a ti no te importa, ¡nunca te importa!
– Amor, es por diversión
– ¡Por diversión me prostituyes! me has convertido en un puta, y ni siquiera me pagan por hacerlo
– Pensé que te gustaba
– Lo hago por tí, pero parece que tampoco lo disfrutas mucho… parece que lo haces por despecho
La conversación siguió por horas, yo tenía sueño, ella seguía hablando. Al día siguiente tomó sus cosas y se fue, no me importó. Estuve solo por un tiempo, leyendo, viajando. Estaba cansado de todo. Meses después recibí un correo, un correo de Ceci.
Sé que es raro… pero quisiera verte – Decía.
Me enviaba una dirección, fecha y hora y decía que entendería si no quisiera llegar a la cita. Pero yo sí quería, claro que quería. El punto de encuentro era un motel exclusivo de la ciudad, el día era un viernes. Había pasado casi un año y monedas desde que no volví a saber de Ceci, aparte de emocionado, estaba intrigado. Llegué en mi auto y pregunté por la habitación 211, me preguntaron mi nombre y al corroborar mi identidad me dieron acceso. Ya había un auto estacionado en el parqueadero de la habitación, así que debí dejar el mío afuera. Me bajé y entré. Una luz cálida me recibió, Ceci estaba sentada en la cama viendo la televisión con una copa de vino en la mano. Se veía diferente, como más fina, bronceada, como si le hubieran pasado muchas cosas en la vida y fuera otra persona. Su cabello estaba corto a los hombros y muy rubio, llevaba un vestido negro corto ajustado al cuerpo, estaba descalza.
Siempre quise hacer porno, pero nunca tuve la oportunidad – dijo viendo la pantalla del tv que mostraba un chica siendo asediada por tres tipos negros de alto calibre.
Hubiera sido un éxito – Le respondí.
Había mucho que hablar pero un impulso me hizo desabrochar mi pantalón, me saqué la verga y me acerqué a mi ex-esposa. Me miró, sonrió, me la agarró y abriendo la boca se la tragó toda. Su técnica era nueva, nada parecido a alguna cosa que me hubiera hecho antes. Mi falo se incrustó en lo profundo de su garganta y lo recibió como una profesional del porno. Mi Ceci habia cambiado, casi dos años de sexo desenfrenado le habían dado dotes que yo nunca supe darle.
La puse en cuatro, levanté su falda, un pequeño hilo negro apareció obstaculizando mi camino. No fue problema, lo moví ligeramente y apoyé mi verga contra su cuerpo esperando que los fluidos guiaran mi carne entre la suya, así fue. Ceci me entregó un gemido largo y gutural, un tipo de gemido que nunca había oído en ella. Frente a nosotros había un espejo en el que podía ver su cara y su culo, nuestras miradas se cruzaron en el reflejo y en medio de toda aquella novedad algo fue como antes.
Follamos como animales por un buen rato, nos duchamos, nos vestimos.
Llevame a nuestra casa, tengo mucho que contarte – Me dijo.