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Despedida de soltera, mi hermano el stripper
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Tengo un hermano que está muy bueno, hace mucho ejercicio y le gusta nadar, o sea un cuerpazo. Intelectualmente lo sé. No puedo evitar fijarme en su torso cuando se pasea sin camiseta por casa o en sus duras piernas que luce cuando lleva solo un bóxer apretado.

Entonces también me fijo en su polla morcillona, y es que una no es de piedra. Pero al ser mi hermano menor que yo la verdad es que no estoy al tanto de la mayoría de sus actividades. Aunque en general nos tratemos con cariño y no discutamos demasiado. Él hace su vida y yo la mía.

Por eso todo lo que pasó me pilló de sorpresa.

El sábado pasado me habían invitado a la despedida de soltera de una compañera de trabajo. Como en esos eventos las cosas suelen salirse de madre fui preparada para la batalla.

Si ligaba no me iba a pillar desprevenida. La mini mas corta y ajustada de mi armario y un top por cuyo escote rebosaban la mitad de mis tetas. La lencería reducida a la mínima expresión, un tanga que apenas me tapaba los labios de la vulva. Y unos cuantos condones en el bolso.

Ya nos habíamos tomado unas copas antes. Todas llevábamos por la calle la impresentable, digo imprescindible diadema con una polla de peluche sobre la frente. Y todas habíamos empezado a beber fuerte.

Las bromas y los piques entre nosotras iban subiendo de tono y las provocaciones a los tipos con los que nos cruzábamos a veces algo escandaloso. Como había afinidades entre algunas se formaron grupitos o parejas de forma natural.

Yo aún no había encontrado con quien quedarme y fui pasando por los grupitos y dando largas a las insinuaciones que recibía. Tanto de los tíos con los que nos cruzábamos, que no me gustaban demasiado, como de alguna de las participantes en la fiesta con inclinaciones sáficas.

Cuando la fiesta se trasladó al chalet de una de las amigas de la novia ya íbamos algo perjudicadas. La idea era hacer la fiesta mas íntima y que solo las participantes en la orgia, digo fiesta, supieran lo que allí pasaría.

Cuando la cosa se pusiera seria no era cuestión de que nos vieran por la ciudad disparadas en actitud sexual.

En la casa todo estaba preparado, en el salón: la decoración con los habituales falos y demás símbolos sexuales, el alcohol estaba presente con mas que generosidad, la música sensual y alta. Los regalos horteras; libros de autoayuda, vibradores y lencería.

Todo lo que habíamos hecho llegar previamente estaba sobre una mesa en un rincón. La conversación subía rápidamente de tono, pero había un clima de anticipación. Desde luego el plato fuerte era el estríper.

Aunque algunas de ellas ya habían empezado por su cuenta. Dos compañeras de trabajo se besaban con mucha lengua en un rincón metiéndose mano bajo la ligera ropa, acariciando piel. Y yo en la inopia sin saber que entre algunas de ellas había rollo bollo.

Llamaron al timbre y dos de las que lo organizaban fueron a abrir. Mientras yo me dedicaba a mi copa y a calar el ambiente. De no haber otra cosa no me hubiera importado unirme a las dos del rincón o intentarlo con alguna de las otras invitadas.

Casi se me cae el tanga al suelo cuando veo aparecer por la puerta de la cocina a mi hermano. Únicamente ataviado con un mínimo taparrabos y meneando el duro culito al ritmo de la música.

Menos mal que nadie había visto la cara de boba, de pasmo, que se me había quedado. Todas estaban pendientes de la tableta de músculos perfectamente definidos del abdomen del estríper. Mirando arrobadas sus pectorales, que movía bajo la piel del torso cuando forzaba los biceps y el bulto que su polla marcaba bajo el tanga.

Me quedé en segundo plano mientras veía a las demás cachondas babeando por el cuerpo perfecto de mi hermano. Ninguna de ellas le conocía previamente lo que me ahorró tener que dar explicaciones en un primer momento.

Como fueron las otras las que se lanzaron sobre él tampoco me descubrió entre su público, al principio. El chaval tenía tablas. Sabía como esquivar las manos mas ansiosas, mientras seguía bailado. Calentando a las demás sin dejar de centrar su atención en el zorrón de la novia.

No tenía ni idea de donde podía haber conseguido esa experiencia y en ese momento me di cuenta de que apenas conocía a mi propio hermano.

A esas alturas la novia ya tenía las tetas talla ciento diez al aire. El chico se inclinaba hacia ella sacando el culo prieto para que las demás se lo manosearan. Le daba unos buenos lametones a sus gruesos pezones y la manoseaba entera por encima del vestido mal colocado.

Estaba convencida de que de seguir las cosas por ese camino en poco tiempo se la pasaría por la piedra probablemente delante de todas las demás. Que tan desnudas como la protagonista de la fiesta esperarían su turno para catar rabo.

Noté una mano suave acariciando mi desnudo muslo justo al borde de la faldita. Había empezado en la rodilla, muy leve pero no había dejado de subir hasta colarse por debajo de la tela. La sensación de la caricia era deliciosa. Tan embelesada estaba mirando a mi hermano que no sabía cuando se había acercado.

Al ver mi actitud pétrea otra de las participantes de la juerga se había decidido a echar el lazo conmigo. No me importaría tener un entretenimiento femenino mientras el cuerpo de mi hermano me excitaba tanto como a las otras.

Aunque estaba tan centrada en él que apenas me había fijado en las oportunidades que tenía alrededor. Me limité a abrir las piernas para animarla lo suficiente como para que continuara con la caricia.

Era la hermana mayor de la novia una cuarentona voluptuosa y cachonda. Llevaba un vestido ajustado de amplio escote barco que invitaba a explorar por debajo de la tela.

Lo de las tetas talla cuento diez o más debía ser cosa de familia puesto que todas las chicas de la parentela de la novia presentes tenían una buena dotación en la delantera.

Aproveché para deslizar mi mano por debajo de su corta falda y descubrir que ya se había librado de su lencería. Dos de mis dedos se mojaron de inmediato al llegar a los labios de su vulva depilada.

Ella también había localizado los míos aún cubiertos por el humedecido tanga pero haciéndome disfrutar de la misma manera. Nos dedicamos a masturbarnos la una a la otra con ternura, ausentes, sin perder de vista el bonito espectáculo masculino.

Por fin la novia le arrancó el tanga a mi hermano que se le quedó destrozado en la mano. La prenda estaba preparada para eso, la sujetaban dos corchetes, claro. Saltando frente a su rostro la hermosa, durísima y bien depilada polla. De entrada se la puso entre las peras apretándola entre ellas en una cubana.

No me había fijado en casa que el cabrón se había pelado del todo y eso que le había visto salir de la ducha con una pequeña toalla atada a la cintura infinidad de veces.

Ella le dio unas lamidas y besos a los huevos. Mientras una de las manos de él se perdía dentro de su tanga ya medio descolocado buscando su coño. Ella tenía el top del vestido enrollado en la cintura y la lencería escasa y sexi empezaba a bajar por sus muslos. En cuestión segundos se quedaría desnuda del todo.

Antes de follarla mi hermano empezó una gira por la sala para tener contento al resto de su dedicado público. Para que todas las demás pudieran ver de cerca el fenomenal aparato que calzaba y si querían tocarlo o lamerlo.

No faltaba quien se lo metía en la boca o le daba unas lamidas a los huevos. El duro pene se paseaba entre las hambrientas mujeres que parecía que no habían visto uno en su vida a juzgar por la actitud desmelenada y las caras de vicio que ponían.

Aunque mi amante lésbica y yo estábamos medio ocultas en las sombras él se acercó al sofá donde nos metíamos mano. Se le desencajó la mandíbula al reconocerme, pensando que yo me chivaría a nuestra madre.

Me di cuenta de que yo no quería que se viniera abajo, el aparato, fastidiara la fiesta y se quedara sin cobrar. Le miré a los ojos con cara de morbo, lo que en realidad fue algo natural en ese momento y sin usar las manos me tragué su polla hasta donde pude.

Aproveché para jugar con lengua con el glande ya que la tenía en la boca. De inmediato me di cuenta que a él le estaba pareciendo una situación tan morbosa y lasciva como a mí. Se le puso la polla mas dura, si eso era posible dentro de mi boca. Procuraba esmerarme con su bonito rabo.

Me saqué las tetas del top, como no llevaba sujetador no fue difícil. Estaban algo apretadas en el escote pero merecía la pena. Cónicas, duras, sabía que le gustaban por como me las miraba en casa.

Tampoco es que yo me tapara mucho delante de él al cambiarme o salir del baño. En ese momento la conexión entre los dos era total y no habíamos intercambiado ni una palabra.

Las demás se hubieran dado cuenta de nuestro parentesco si hubiéramos abierto la boca… Bueno yo la tenía muy ocupada en ese momento con su rabo dentro como para hablar.

La hermana de la novia también quería su parte del pastel y mientras yo me dedicaba a la parte frontal ella estaba pasando su legua golosa por el marmóreo culo de mi familiar. Saboreando su sudor le lamía el culo incluso pasando la lengua por su raja y separaba las nalgas con las manos.

Noté cuando le llegó al ano con la lengua. La polla dio un salto en mi boca en ese momento poniéndose aún más dura.

Me hubiera encantado hacerme con su semen en ese instante en mi boca. Pero eso hubiera estropeado la fiesta, así que lo dejé ir con un azote suave en una de sus pétreas nalgas en cuanto mi amiga separó la sin hueso de ellas.

Volví a dedicarme a mi voluptuosa nueva amiga no sin que mi hermanito nos echara un buen vistazo de reojo mientras volvía con la novia. Se había dado cuenta de mis jugueteos con la chica que tenía al lado y me sonrió.

A esas alturas ya tenía la falda de su vestido recogida en la cintura y los muslos lo mas separados que podía, entregada a mis dedos traviesos. Los míos hacia rato que se habían separado dejando que ella acariciara mi xoxito. Nuestros muslos se rozaban.

Tras dejar marchar al estríper me giré hacia ella buscando su boca con la mía. Estaba muy excitada. Con el sabor de la polla de mi hermano en la legua se la metí entre los labios buscando la suya para un intercambio de saliva.

La mano que hasta ahora había tenido en su coño fue a por sus tetas bajando el escote hasta el vientre y liberando toda aquella abundancia a la vista de toda la que nos mirase. Como las mías, mucho mas discretas, ya estaban al aire aprovechó para inclinarse a comérmelas. Estaba claro que no eran las primeras que se merendaba a juzgar por su pericia y mis gemidos que se mezclaban con los de casi todas las demás.

Ya ninguna tenía toda la ropa en su sitio y la que no tenía compañía se daba placer sola o intentaba acercarse al estríper y acariciarlo.

Todo ello podía verlo mientras apretaba la cabeza de mi amante contra mi pecho. Ella me estaba liberando de mi top para poder besarme las tetas a gusto y mientras lo hacía me lamía las axilas, el cuello o los hombros.

Cuando hizo a un lado mi pequeña falda en el sofá en el que estábamos la emprendió con mi tanga encharcado que fue bajando por mis muslos. Acariciaba mi coño por encima de la escasa tela haciéndome gemir.

Al oído me decía:

– Pensaba estar a estas alturas de la fiesta con un tío pero es que tú estás buenísima.

– ¡Gracias! Tu tampoco estas nada mal. ¿De dónde habéis sacado todas esos melones?

Le contestaba sin dejar de manosearlos. Me tenían abrumada.

– Parece ser que de nuestra abuela que los tiene enormes.

Estaba segura que ella se los había visto, a juzgar por la dedicación que le brindaba a los míos. Entre tanto mi hermano había conseguido desnudar del todo a la hermana de mi amante.

No se me escapa el paralelismo, yo con la hermana de la novia y ella con el mío. Él se había sentado y ella se estaba subiendo sobre su pubis clavándose la polla despacio pero con firmeza.

La cabeza levantada mirando al techo y suspirando. De su garganta extendida al máximo escapaban gemidos guturales dirigidos al techo de la estancia.

A juzgar por esa noche el novio va a llevar una cornamenta que no le va a dejar cruzar ninguna puerta por ancha que esta sea. Aunque es probable que en ese juego participen los dos.

Yo en cambio recostada del todo estaba recibiendo lengua entre mis muslos. Con las piernas bien levantadas y la faldita que era lo único que me quedaba sobre mi vientre.

Era buena moviendo la húmeda y eso unido al ambiente de excitación general y a mi propia calentura que alcanzaba cotas estratosféricas me estaba corriendo como pocas veces. Claro que ver como mi hermano se follaba a una maciza y las tetas de esta rebotando delante de su carita de niño bueno también colaboraba.

La novia parecía agotada pero satisfecha con la actuación del estríper cuando se bajó de encima de su cadera. Su cara de felicidad indicaba que el rabo de mi hermano le había dado orgasmos para unos días.

Pero él no se había corrido y aunque tenía objetivos suficientes por la sala me buscaba con la mirada delatando las ganas que tenia de follarme a mí. Para seguir disimulando y que pareciera algo lógico subí a mi amiga al sofá para comerle yo el coño.

Inclinada sobre ella que arqueando la espalda me ofrecía todo, coño y culo yo me limité a subirme al mueble y a cuatro patas levantar bien la grupa y menear el culito, como llamándole.

No sin que alguna lo interceptara por el camino para deleitarse con los jugos de la novia chupándolos del nabo de mi hermano este se dirigió hacia nosotras. Pronto noté sus manos agarrando mi cintura, su glande pasando despacio por mis encharcados labios.

Jugaba conmigo y con mi calentura. Llevaba mis jugos de la vulva al ano y yo desesperaba porque me la metiera y me daba igual el agujero.

Me eché hacia atrás separando la legua del conejo de la chica y conseguí clavármela yo sola. Entonces él dio el primer empujón logrando que sus huevos tocaran mi excitado clítoris y que diera con la lengua en la vulva que tenía frente a mí.

De las tres bocas escapó un gemido de puro gusto simultaneo. Los tres habíamos conseguido lo que buscábamos. Mi hermano empezó a follarme firme. Mientras sus golpes de cadera hacían que mi lengua repasara con firmeza el xoxito y recogiera todos los jugos que resbalaban de él.

De vez en cuando otra participante se acercaba al trio que formábamos buscando un beso o acariciar mas piel.

El estríper se prodigaba con ellas dándoles lengua y separando una mano de mi culo les acariciaba las tetas o el coño. A más de una le hizo un dedo hasta que se corrió. Algunas también se morreaban con la hermana de la novia dándole sus salivas y magreando sus enormes pechos.

Casi todas pasaban sus manos por mi piel en suaves caricias. Ni mi hermano ni yo dábamos muestras de conocernos mientras su polla me llegaba al cuello del útero. Gracias al diu que no me quedé preñada por que se descargó allí al cabo de un rato.

Por lo que había aguantado tuvo que ser una gran corrida pues mi amiga volvió a lamerme el xumino y aún saboreó el semen que rezumaba.

Estaba claro que la fiesta se había convertido en una orgia. Se habían desembalado los dildos que mas de una le había regalado a la novia y por todas las superficies un poco cómodas se veían chicas disfrutando de sus cuerpos, muchas, prácticamente todas, juntas y mezcladas.

Mi hermano me dijo al oído:

– Ya he cobrado y están todas distraídas. Vámonos.

Nos despedimos a la francesa. Los tangas, ni el mío ni el suyo, aparecieron ni nos molestamos mucho en buscarlos. Agarré la falda y el top y me fui tras el duro culo del estríper hacia la cocina donde él tenía sus vaqueros y su camiseta.

Nos vestimos como pudimos y salimos a la a esas horas desierta urbanización. Como yo no estaba en condiciones de conducir había ido en taxi con otras chicas. Pero mi hermano tenía su coche allí al lado. Ahora me explicaba como había podido pagarlo sin pedirle dinero a nuestros padres.

Me subí al asiento del pasajero con el coño aun soltando su lefa. Iba a manchar el asiento, lo que no le impartan un pimiento. A saber cuantas antes que yo habrían dejado sus jugos en esa tela.

Antes de arrancar se inclinó hacia mi y me dio un morreo que me sacó toda la saliva de la boca con su lengua rozando mi campanilla. Su mano fue sola hacia mis tetas por dentro del escote pellizcando mis durísimos pezones con suavidad.

No hacía ni quince minutos que él se había corrido pero aun así poniendo mi mano sobre su bragueta pude apreciar la potencia y el tamaño de la polla de mi hermanito.

Por fin arrancó y nos alejamos de allí. Pero durante todo el camino no apartó la mano de mi muslo y a veces de mi coñito que chorreaba.

Cuando llegamos a casa, tirando de su mano lo arrastré a mi habitación. Su polla volvía a estar en condiciones, puede que por ver mi culito que la falda recogida en la cintura le enseñaba subiendo delante de él por las escaleras.

Mi ropa, la poca que tenía cayó al suelo sin mas preámbulos y la suya se la arranqué con impaciencia.

-¡Follame! Tato.

Él quería seguir jugando y me hizo sentar sobre su cara para comerme entera lo que apenas había podido probar en la despedida. No solo maneja bien la polla, con la lengua hace maravillas.

Clavándomela en el xixi y en el ano me hizo ver las estrellas. Ensalivando bien mi culo me hizo moverme hasta su cadera donde yo sola me la clavé. El glande pasaba firme dilatando el esfínter.

Me mordía la mano para evitar que nuestros padres oyeran mis gemidos mientras subía y bajaba sobre su pubis. No dejaba de acariciarme el clítoris potenciando el orgasmo que me llegaba.

Me derrumbé sobre su torso poderoso, hundiendo la cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro. Sin sacarme la polla del culo, aplastando mis tetas sobre su pecho.

Dándole besos en el cuello, lamiendo el filo de su mandíbula mientras recuperaba el ritmo de mi respiración. Me rodeó con sus fuertes brazos. Acariciando mi piel.

– Si llego a saber esto antes, no te me escapas. Hermanito.

– No sabía que te fuera la carne y el pescado… Me recordó en ese momento con su media sonrisa ladeada.

– ¿Por qué no? Si el caso es pasarlo bien.

– No, si me encanta. Nena… A mí tampoco me importa el género demasiado. También me lo monto con chicos. Ahora que nos conocemos mejor quería proponerte algo.

Me decía con una sonrisa lasciva.

– He estado buscando una chica. Me han ofrecido hacer un show de vez en cuando en una sala. Pero necesito una compañera. Alguien tan lasciva y viciosa como tú.

– ¿Me lo estás ofreciendo?

– Pues claro… Ganarías un dinerillo, bastante, y además lo pasaríamos bien. Creo que disfrutaríamos los dos. Me ha parecido que no te importaba follar con público esta noche. Y sobre todo follar conmigo.

– Bueno si. Debo ser algo exhibicionista. ¿A quién habremos salido? Y tenerte dentro está siendo una de mis mejores experiencias hermanito.

Todo ha ido muy deprisa. Esta noche es nuestro debut como pareja en un espectáculo erótico. Sé que vamos a ofrecer un show excitante y morboso. Puede que intente incluso sacar al escenario a un chico o chica guapa de entre el público.

Vamos a poner todo de nuestra parte. Sí que nos estamos pensado el anunciarnos como hermanos para darle mas sabor, mas morbo.

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