Las tres mujeres a mi disposición acordaron verme dentro de una hora en mi habitación, sin embargo Mari espero a que se fuera su hija y sobrina.
– Bien, ahora que ya se fueron las mujercitas, quiero que te tomes esto – Mari sacó de entre su blusa una bolsita plástica con una especie de pastilla en su interior.
– ¿Qué es esto, Mari?
– Pues es una pastillita milagrosa, que te ayudará a soportar toda esta noche.
– ¿Pastilla milagrosa? ¿cómo?
– No te espantes, corazón. Es viagra
– ¿Qué cosa?
– Tranquilo cariño, es para que puedas aguantarnos a las tres toda esta noche, ¿o es que confías mucho en tu vigorosidad?
– Pero, no tendrá efectos secundarios
– Por supuesto que sí, el efecto de darnos verga por mucho tiempo, anda, tómatela, te veremos aquí en tu habitación en una hora.
La verdad desconfiaba el tomar esa pastilla, no quería tener problemas derivado de su consumo, sin embargo Mari tenía razón, tal vez no aguantaría demasiados rounds con ellas tres, así que lo mejor era poder satisfacerlas al menos por esa noche, por lo que me la tomé.
Transcurrido el tiempo, las tres damas se hicieron presentes, las tres se quedaron en la puerta de la habitación, para después ingresar primero Mari quien llevaba puesta una blusa verde de tirantes, una falda blanca de tablones super corta de esas que ocupan las jugadoras de tenis, unas calcetas color verde y su cabello suelto. La segunda en entrar fue Betsy, quien se había puesto un vestido amarillo ultra corto el cual dejaba al descubierto parte de su espalda y hombros y su pelo ondulado. La última en entrar fue Itzel con un vestido cuya parte de arriba era de encaje color blanco que permitía ver sus pezones el cual se agarraba solo del cuello, mientras que en la parte de abajo era de color rojo asimilándose ser una falda pero era parte del vestido, con unas mallas negras transparentes que se ajustaban perfectamente a sus piernas.
En definitiva las tres estaban exuberantes, pero la cosa no terminaba ahí. Mari me pidió que me quitara toda la ropa, y así lo hice, quedándome totalmente desnudo, para después indicarme que me sentara al centro de la cama, para después ellas tres darme una vista de algo que compartían en común dentro de sus accesorios. Las tres al mismo tiempo se dieron la vuelta, quedándose de espaldas, para después Itzel y Betsy subirse un poco su vestido y al unísono las tres se inclinaron hacia al frente, dejando ver sus respectivas tangas de hilo que combinaban con el color de sus vestimentas, sin embargo había algo más llamativo, las tres llevaban un plug anal en forma de corazón, provocando la excitación de mi pene el cual comenzaba a tomar su forma erecta. Pero la escena solo duró unos segundos, ya que después de eso las tres se dieron la vuelta, pero lo bueno estaba por comenzar. Itzel me pidió que me recostara en la cama, para después ella y Mari irse cada una por un costado, mientras que Betsy se lanzó a saborear mi verga. En eso, Mari se subió a la cama, colocando su culo en mi cara por lo que solo le hice a un lado su tanga para así comenzar a comerle su rica vagina, mientras Itzel recorría mi cuerpo con sus manos y, de vez en cuando, se besaba con su tía.
La lengua de Betsy recorría todo lo largo y ancho de mi verga, la saboreaba a gusto, se la metía en la boca y me la succionaba bien rico. Después se le unió Itzel, quien ahora se encargaba de darle placer a mi verga mientras que Betsy se encargada de comerme las bolas, sentir dos bocas en mi parte baja era una delicia y aún más comiéndome bien rico la conchita de Mari, podía escucharla cómo emitía sus gemidos, estaba totalmente mojada.
Mari me pidió que me detuviera, mientras que Betzy e Itzel también paraban sus labores, entre ellas se miraban, parecía que mentalmente se comunicaban ya que Itzel se acomodó bien en la cama para después colocarse mi verga en la entrada de su vagina y poco a poco se la fue metiendo hasta tenerla toda dentro.
En cambio Mari y su hija, se acomodaron en la cama, Betsy encima de Mari, para después comenzar a darse amor, dándose unos ricos besos a lado mío. Podía ver cómo se entrelazaban sus lenguas, sin ningún pudor ni remordimiento de ser madre e hija. Ahora Betsy le había quitado la blusa a su mamá, para comenzar a comerse sus tetas, tenía sus pezones bien erectos y mientras con su boca se comía uno, con su mano pellizcaba el otro, produciendo gemidos en su adorable madre. Poco a poco Betsy fue bajando por el cuerpo de su madre, hasta llegar a su falda, la cual alzó para después meter su cara entre sus piernas, comenzando a comerle su conchita.
Itzel seguía en lo suyo, era tantas sus ganas que se metía mi verga de forma intensa, escuchándose fuerte cómo mi pelvis golpeaba con su vagina.
– Umm, señor, cómo me gusta su verga, así de grandota y gordota, se nota que la pastillita está surtiendo efecto…
– Es toda tuya, mami.
– ¿Y mía también? – preguntó Mari
– También tuya
– ¿Y yo, tío? – refirió Betsy
– Por supuesto que también
Mari aprovechó el momento para acercarse a mí y darme un beso, nuestras lenguas se saboreaban una a otra, me gustaba cómo Mari chupaba mi lengua, diciéndome después al oído.
– Quiero tu verga, dile a Itzel que ya… – Mari no logró terminar su oración ya que su hija se encargó de interrumpirla
– ¿A dónde crees que vas, madre? – Betsy jaló de la cintura a su mamá, colocándola en 4 para empezar a comerle su vagina.
Podía ver cómo le abría las nalgas a su madre y perder su cara en medio de ese culo. Mari en cambio, solo gemía y gemía, por lo que Betsy aprovechó para meter un dedo en la conchita de su madre, después otro y por último un tercer dedo.
– Así nena, así, métele los dedos a tu madre… mira cómo me tienes… estoy que escurro… cógeme con tus dedos…
Betsy estaba decidida a darle el mayor placer posible a su madre, por lo que comenzó a meter y sacar el plug anal, esto fue el plus que Mari necesitaba, ya que al sentir esa combinación sus gemidos aumentaron. Mientras tanto Itzel se sacó mi verga y por un momento pensé que se la cedería a Mari, pero no fue así, ya que solo lo hizo para cambiar de posición, colocándose de espaldas a mí, dejándome ver ese culo suyo que con ese vestido era más espectacular, y así ella sola se volvió a ensartar en mi verga haciéndose solo a un lado su tanga, por lo que podía ver a su plenitud el plug de Itzel, así que no me quise quedar atrás, por lo que comencé a meter y sacar el plug al mismo ritmo que Itzel se movía sobre mi verga.
Por un momento quise meterle la verga a Itzel por su ano, pero ella me interrumpió diciendo – Aún no, ya tendrás tu oportunidad – para después meterse el plug y seguir cabalgándome. A mi lado, Mari estaba que llegaba a su orgasmo, no podía aguantar más el buen trabajo que su hija le hacía, y así como lo vi, Mari se tendió en la cama, mientras que Betsy se bebía todos sus jugos, quedándose Mari boca bajo tratando de recuperarse.
Mientras que Mari se recuperaba, Betsy se colocó encima de mí en posición de 69, para después empujar a Itzel y arrebatándole mi verga, metiéndosela en la boca.
– Hey, espera – espetó Itzel – es mía, aún no te toca a ti
– Lo… siento… prima… estoy muy caliente… quiero la verga de mi tío
– ¡Ya te dije que no! – en ese mismo instante Itzel se volteó y se hizo de mi verga, metiéndosela rápidamente – tú ya te lo has cogido más veces que yo
– Pero qué te pasa – le contestó Betsy
La situación se estaba volviendo tensa, jamás en mi vida me había tocado que dos mujeres se pelearan por mi verga, pero había que hacer algo al respecto, así que jalé de la cintura a Betsy y comencé a comerle su conchita, estaba que escurría de jugos, pero Betsy se resistía, tal parece que quería a fuerza tener mi verga
– Espera, tío…
– Ya cálmate Betsy – le dijo su madre – deja que Itzel disfrute, a cada quién nos tocara ser cogidas por tu tío, además de que ya habíamos acordado nuestro orden
– Pero, mamá…
– ¡Cállate perra loca! – vociferó Itzel
Al escuchar eso de la boca de Itzel, todos los demás nos quedamos sorprendidos, aunque la más sorprendida en definitiva era Betsy, quien solo se quedó con la boca abierta, por lo que creo yo Itzel, para suavizar lo dicho, comenzó a besarla, pero Betsy se hacía la fuerte.
– En serio te vas aponer así Betsy, ¿eh?, acaso vas a negarte a que te coma esa boquita tuya. Anda, no te hagas la que no quiere – para ello Itzel ya estaba besándole el cuello y por último sus tetas, para después comenzar a chuparle sus pezones, por lo que para terminar de convencer a Betsy, la senté sobre mi cara y hacerla gozar, solo así Betsy se doblegó.
– Anda primita chula, disfruta de lo sabroso que te come tu tío, no te pongas celosa, mira que de nosotras tres, tu tío considera que has sido la mejor con la que ha cogido… hasta ahorita.
Terminando de decir eso, Itzel comenzó a moverse con más intensidad inclinándose hacia enfrente e invitando a Betsy a hacer lo mismo, y así estando las dos de frente, se comieron sus bocas, mientras que yo hacía lo imposible por no eyacular, pero tanto movimiento de cintura de Itzel y la deliciosa conchita de Betsy, me estaban llevando al clímax.
– Así… tío… que rico me comes ahí abajo… así, así… – Betsy se vino bien sabroso, mi boca no se daba abasto para acaparar todos esos jugos, pero logré beberme lo más que pude, pero estaba que no podía más, así que dejé de resistirme y comencé a eyacular dentro de Itzel, quien solo se quedó quieta, esperando hasta el último chorro de semen.
– Mmm, que rica cogida me ha dado usted, señor, puedo sentir lo llena que está mi vagina de tanta lechita suya, ¿quieres una poca, prima? – Betsy solo dijo que sí con un movimiento de cabeza, ya que se encontraba recostada en mi cuerpo tratando de recuperarse– mmm, pues ven.
Itzel se bajó de la cama cubriendo su vagina para no desperdiciar ni una sola gota, mientras que Betsy hacia lo mismo, y tal cual la escena de aquella vez de madre e hija compartiendo mi leche, así lo mismo entre las primas, ya que Betsy se encargó de beber todo lo que salía de la vagina de su prima, pero con el plus de que Betsy metía y sacaba el plug de Itzel, todo esto hasta que Betsy bebió la última gota.
– Uff, que rico todo esto – dijo Itzel – pero bueno, es momento de prepararnos para el segundo round, ¿me acompañas tía?- Mari asintió con la cabeza y ambas se fueron a la habitación.
Por un momento pensé que Betsy se había quedado dormida, así que hice por levantarme de la cama para ir al baño, pero fui detenido por una mano.
– ¿A dónde vas, tío?
– Oh, pensé que estabas dormida
– Aún no, ahora es mi turno, quiero que me cojas… por mi culito
Betsy se puso de rodillas sobre la cama, se quitó su vestido, dejándose solo la tanga, para después pedirme que me recostara y así comenzar a comerme mi verga, poco a poco fue quitando los restos dejados por Itzel, podía sentir cómo su caliente boca engullía mi verga y aún cuando apenas habían pasado solo unos minutos, mi verga comenzó a ponerse dura, definitivamente esa pastilla estaba dando resultados.
Una vez que Betsy se aseguró de tener bien erecta mi verga, se quitó la tanga, se colocó a la altura de mis piernas, dándome la espalda, para después sacarse el plug, volteando a verme.
– Ahora si tío, este huequito es todo tuyo, otra vez.
Ni tarde, ni perezoso, enfilé mi verga a ese hoyito, el plug había dejado el espacio suficiente para no batallar con mi verga, por lo que poco a poco lo fui metiendo, donde una vez completamente ensartada, la atraje hacia mí, tomándola de la cintura y llevando el ritmo de mis metidas, que gracias al plug no se me estaba dificultando la cosa. Así continué unos minutos más, para después recargar a Betsy sobre mi pecho y así tener a mi alcance su vagina y tetas.
– Mmm, tío… que rico me culeas… tu verga me tiene bien abierta… dame más duro… más… más…
Ya bien abierta, me encargué de darle placer a su clítoris, estaba realmente duro y sus labios vaginales estaban hinchados, sus jugos escurrían sin cesar. En eso estaba, y sin siquiera avisar, Betsy se vino, bañando mi verga con sus jugos, así como también mojando la cama.
– Con que ya te viniste, y sin a visar – le dije
– Perdón, tío, no fue mi intención pero no pude aguantarme más.
– Entonces deberé darte tu merecido
– Ay, tío, no me diga eso…
Y así, sin decirle agua va, la acomodé de lado, me coloqué detrás de ella, alcé un poco su pierna derecha y comencé a meterle mi verga por su ano, le daba duro, quería que sintiera la intensidad de mis metidas, en esa posición podía seguir jugando con su panochita y clítoris, que junto con mi verga estaban llevando a la gloria a mi hermosa sobrina, tanto que nuevamente Betsy tuvo otro orgasmo de igual de intenso que el primero.
– ¿Otra vez portándote mal?
– Tío, ya… no me regañe
– Te mereces otro castigo
– No, tío, ya no…
La puse de perrito y nuevamente le ensarte mi verga en su culo, entraba y salía con facilidad, manejaba a mi antojo a mi sobrina, desde su cintura la manipulaba, mientras que ella solo gemía.
– Ayyy… tío… mmm… ah, ah…
La tomaba del cabello, de sus hombros, de sus brazos, el chiste era darle con todo, sin embargo ya estaba yo a punto de venirme.
– Betsy, demuéstrame por qué eres la mejor de las tres cogiendo – por lo que me recosté en la cama, mientras que Betsy se subió en mi verga y sin más se ensartó de nuevo – sácame la leche que tengo para ti
– ¿Sí, tío?… toda para mí…
– Sí mi amor, es toda para ti…
– En serio soy la mejor cogiendo… en serio soy la más putita
– Eres la reina, mi cielo, ni tu madre me ha cogido como tú
– Ay, tío… es que con esta verga que tiene, hace que una saque la putita que lleva adentro
Betsy se abrió bien de piernas, y con su mano izquierda se masturbaba su conchita, yo solo la ayudaba agarrándola de la cintura, porque ella sola se encargaba de llevar el ritmo de sus metidas, me llevaba al punto justo para eyacular, y así se lo hice saber.
– Betsy… me vengo…
– Mmm, tío… lléname el culo con tu leche… dame toda la que tengas…
Me vine bien rico… podía sentir cómo el esfínter de Betsy me apretaba la verga, succionándola a más no poder. Fue tanto semen que vertí en el ano de Betsy que, al momento en que saqué mi verga, salió a borbotones mi semen, tanto que se hizo un desastre en la cama combinado con las eyaculaciones de Betsy.
– Betsy, creo que hemos manchado la cama
– Sí lo creo… pero no tengo muchas fuerzas ahorita… mejor ve al baño y aséate, yo me quedaré un momento aquí y ya después me encargo de cambiar las sábanas.
Le hice caso a mi sobrina, me dirigí al baño, me di una ducha y después me dirigí a la habitación de Mari, entre abrí la puerta pero no había nadie, así que me fui a la otra habitación y ahí estaban Mari e Itzel. Ambas ya tenían puesto otro atuendo, Mari por su parte vestía una blusa blanca de manga larga, una falda negra con medias negras hasta el muslo, por su parte Itzel llevaba unas coletas, lentes negros, una blusa blanca escotada y amarrada al frente, con una falda a cuadros tipo colegiala.
– Hola Sam, que te trae por acá – dijo Mari
– Pues quise ver donde andaban.
– No quisimos interrumpirlos – dijo Itzel – por cierto ¿dónde dejó a la prima?
– Oh. Ella se quedó en la habitación, está recargando baterías.
– ¿Tan mal la dejaste, cuñadito?
– Digamos que nos dejamos llevar por nuestros instintos.
– Pues hablando de instintos, déjese llevar por los suyos y cójase a su cuñada, ¿a poco no se ve comible?
– Por supuesto que sí.
– Pues ande, dele la respectiva ración de verga
Sin pensarlo, me acerqué a Mari, a quien comencé a besar y agasajarme con su cuerpo, sin embargo Mari quería tener el control de la situación, ya que me empujó sobre la cama y rápido se lanzó a mamar mi verga, la puso bien dura y ensalivada, se subió a la cama, se alzó su falda negra, se puso de espaldas y se sacó el plug que llevaba, su orificio anal estaba bien abierto y sin más, Mari se sentó en mi verga, ensartándosela bien adentro, podía sentir cómo lo apretaba, se fue moviendo a su ritmo, para después comenzarse a masturbar su vagina, sus gemidos eran incesantes.
– Mmm, cuñadito… que verga te cargas… se siente más grande y gruesa… se nota que te gusta… coger a tus mujeres… por el culo… me tienes bien ensartada…
Mari sabía moverse, me hacía disfrutar a lo máximo, tanto así que no me había percatado que Itzel no estaba en la habitación y justo cuando pensaba en ella se hizo presente, junto con Betsy, de una forma muy peculiar.
Se trataba de Betsy, vistiendo un conjunto color rojo totalmente transparente, con los senos descubiertos y en la zona de su vagina estaba abierto, pero lo que más llamó la atención fue que, precisamente en su conchita, llevaba ensartado un dildo de color morado con forma de pene, su tamaño y grosor era comparado al mío, mientras que Itzel iba pegada detrás de ella.
– ¿Qué tal?, ¿les gusta lo que ven? – dijo Itzel, mientras que Mari dejó de moverse para poner atención a Itzel al igual que yo
– Qué hermosa te ves mi amor – refiriéndose a Betsy
– ¿Verdad que sí, tía? – para después de un solo movimiento sacarle el dildo a Betsy, dejando salir un chorro de jugos vaginales – mmm, prima, se ve que te gusta traer ensartado esto – para lo cual Itzel mostró en todo su esplendor el dildo, el cual de un extremo tenía la forma de un pene pero el otro extremo era más pequeño pero ancho y que por lo visto era lo que permitía mantener en su lugar el juguetito, después de ese show Itzel tomo la parte pequeña, la metió a su boca y nuevamente lo ensartó en la panochita de Betsy, quien solo dio un pequeño grito.
– Tranquila, prima, que aún falta mostrarles algo más – para ello Itzel se separó de su prima mostrándose a nosotros. Sin duda no podíamos esperar más de las travesuras de Itzel, quien se veía estupenda con ese aditamento en su cintura, se trataba de nada más ni nada menos de un dildo de color negro que iba sujetado a su cintura con un arnés, el cual iba ensartado en el culito de su prima.
Una vez disfrutado de ese show, Itzel volvió a ensartarle el dildo a Betsy, para después mostrar una especie de control remoto donde una vez activado, hizo que el pene de Betsy comenzara a vibrar, consecuentemente provocando que la nena empezara a retorcerse de placer, poco a poco Itzel fue subiendo la intensidad de la vibración al grado de que a Betsy comenzaban a doblársele las piernas, sin embargo su prima se apiadó de ella ya que apagó el dispositivo para así comenzar a moverse dentro del culo de Betsy.
Betsy jadeaba a más no poder, tanto así que Mari, sin siquiera avisar, se fue directamente a mamarle el pene a su hija, por lo que aprovechando a que estaba inclinada le ensarté mi verga a Mari, y así los cuatro estábamos gozando, madre e hija estaban que explotaban de placer, ambas empaladas con vergas en sus culos, con la única diferencia de que el mío si era de verdad, el cual nuevamente estaba a punto de eyacular, por lo que no pude resistirme más y me vine en Mari, llenándola de mucho semen.
– Mmm, cariño… que rica leche me has dado… estuvo rico… anda, ve al baño a limpiarte y regresa con nosotras.
Me fui rápido al baño, me duché y al regresar no podía ser mejor lo que estaba viendo, Itzel cogiendo a su prima y Betsy cogiendo a su madre, ambas con sus respectivos penes, por lo que no podía quedarme atrás, comencé a masturbarme para estar listo de nuevo para la acción, donde una vez erecta mi verga poco a poco se la fui metiendo a Itzel, y así los cuatros estábamos cogiendo a nuestro modo, por momentos Itzel era la que se movía, en otros era Betsy quien se encargaba y en otros ratos yo, toda esta cogedera fue extenuante ya que cuando nos dimos cuenta eran ya las 5 de la mañana, podría describir la infinidad de posiciones, juegos, juguetes y demás que usamos toda esa noche, pero sería demasiado extenso, más de lo que ya es, este relato.
Al día siguiente, domingo, ya no cogimos, solo nos encargamos de ordenar las cosas en la cabaña y regresar a nuestras casas, la verdad la noche anterior nos había dejado exhaustos y con nuestros genitales sin ganas de un round más.
Procedí a dejar en su casa a mi cuñada y sobrina, después hice lo mismo con Itzel, para lo último llegar a mi casa, necesitaba descansar, al día siguiente tendría que regresar al trabajo y así estaba dispuesto cuando recibí un mensaje de Adriana, donde me avisaba que ya estaba instalada en el hotel y que todo estaba bien, pero yo en ese momento no me encontraba con ánimos, por lo que solo le contesté con un OK, ya tendría tiempo de pensar en cómo solucionar las cosas con mi esposa.